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Cultura

17 de Noviembre de 2017

Bioy Casares: “el sentido de la vida me parece que es vacío”

"Porque no hay nada después y todo se borrará", dice el escritor argentino en una entrevista que tiene lugar en 1987 y que se publica en 2009.

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Esta conversación con Adolfo Bioy Casares (1914-1999) data de 1987 y se publica dos décadas después, cuenta el periodista Jorge Urien Berri (entrevista original acá). Entonces el escritor tiene 72 años y habla de cómo se sumerge en la literatura a temprana edad.  A los doce. Termina reflexionando sobre la existencia y la muerte. Sobre el vacío.

“Cuando algo me golpeaba mucho, mi reacción era planear un libro. Estaba enamorado de una chica y no me llevaba el apunte, y entonces, sufriendo, pensaba escribir un libro”, cuenta.

Tenía 12 años, lejos de los 72 que tiene al momento de contar esa historia.

Al niño Adolfo y al ya maduro lo separan seis décadas. Las suficientes para mirar una obra literaria reconocida. Al respecto dice que “uno se deja convencer un poco, pero en el fondo sabe cómo la hizo”.

“Escribir me cuesta trabajo. Si bien cuando concluyo un libro creo que ya sé escribir y escribiré el próximo rápidamente, cuando lo empiezo tengo las mismas dificultades de siempre y debo descubrir cómo escribirlo. Muchas veces he dejado libros inconclusos porque iban por mal camino. A los 17 o 22 años era lógico, pero me sucede ahora”, admite.

Bioy Casares confiesa que sigue haciendo muchas correcciones y que no le gustan “mucho los reportajes porque llevan a la publicación de borradores, y mis borradores son malos, lo sé”.

Esa última afirmación da pie para que le preguntan acerca de que a los escritores, a muchos, no les gusta hablar de sus dificultades.

“He escrito tantos relatos que, aunque tengo las dificultades de siempre, por lo menos no tengo la sensación de estar viéndome desde afuera cuando escribo. Últimamente tuve que escribir un prólogo para una antología de relatos fantásticos rioplatenses y me costó muchísimo. Con los relatos estoy más en mi terreno y escribo con más naturalidad. Empecé a escribirlos, como le dije, a los doce años, y estoy escribiendo relatos”, responde.

Luego defiende que se escribe sólo por el gusto de hacerlo, y porque “es como tener otra vida (…) Otra vida hecha con la misma vida”. Aun así -afirma- “el sentido de la vida me parece que es vacío”, afirma.

“No hay nada después y todo se borrará”, cierra.

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