Opinión
4 de Diciembre de 2017Columna de Leonardo Moreno: Derrotemos al ganador
* Resulta difícil escribir, una vez más, acerca de las causas de nuestra escasa participación electoral. También es difícil referirse nuevamente a la débil participación ciudadana en instancias comunitarias, donde las cifras nos indican que no alcanza al 20%. Pareciera que lo único que explica nuestra apatía en sociedad, es la llamada modernización capitalista que […]
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Resulta difícil escribir, una vez más, acerca de las causas de nuestra escasa participación electoral. También es difícil referirse nuevamente a la débil participación ciudadana en instancias comunitarias, donde las cifras nos indican que no alcanza al 20%. Pareciera que lo único que explica nuestra apatía en sociedad, es la llamada modernización capitalista que nos insta a preocuparnos de nuestros logros individuales y familiares, pero nunca, sociales. El fenómeno de la individuación, donde definimos de manera muy extrema al yo-mismo como objeto de nuestras preocupaciones, tiene como consecuencia la profundización de la brecha entre nuestras vidas y la organización de la sociedad. Así, entendemos todos nuestros logros de manera aislada, como si el Estado y los ciudadanos no estuvieran detrás de las oportunidades que se nos brindan para estudiar, sanarnos, trabajar, habitar, etc. Lamentablemente esta creencia se ve reforzada por una fuerte tendencia a la autorreferencia de nuestros representantes políticos. ¿Cuántas veces no entendemos, no nos sentimos convocados y en definitiva, estamos ajenos a las cuitas del poder político?
Así las cosas, nuestro sistema político se vuelve insuficiente para representar a la sociedad y no entrega marcos de acción y de sentido para las personas. Este es el telón de fondo de nuestras elecciones hoy día, pero derechamente, no se trata sólo de malas calificaciones a los políticos.
Una vez más, debemos tomar en cuenta la porfiada desigualdad de nuestro país, es decir, la desmerecida superposición de desventajas en buena parte de la población, que a nivel electoral también nos pasa una mala jugada. Es imposible sostener que la modernidad capitalista es la única causa de la falta de participación cuando hay millones de chilenos, que viven sus vidas, de manera tan escindida, que les importa un rábano lo que otros
decidan sobre sus vidas. ¿Para qué votar, si independiente de quién gane, mañana para nosotros todo sigue igual? Esa es su experiencia de vida, que otros decidan sobre sus barrios, su educación su salud, su transporte, en definitiva, sobre su existencia. Ahí está la explicación o al menos parte de ella, del por qué los sectores más pobres son los que menos votan.
La desesperanza aprendida en que nada cambiará, está detrás de la expresión tan extendida respecto de que no vale a pena votar, ¿para qué, si mañana me tengo que levantar a trabajar como todos los días? Esos compatriotas, más del 50% de los chilenos con derecho a voto, no escogen sobre el modelo o sobre la vida futura común que quieren
vivir.
Como país hemos hecho esfuerzos por perfeccionar nuestra democracia representativa (lamentablemente siempre de manera reactiva), pero la alta abstención bota esos esfuerzos. Tímidamente hemos ido convenciéndonos de la necesaria complementariedad de aumentar las instancias efectivas de participación ciudadana y la importancia que ella tiene como instrumento legitimador de las políticas públicas y la paz social. También en este caso, los más pobres son quienes menos participan.
En la segunda vuelta presidencial que se avecina, ojalá que despabilemos, dejemos de repetir de manera infantil campañas del terror que vaticinan un futuro incierto y lleno de fantasmas, y volvamos la vista hacia quienes hoy realmente viven un presente incierto, excluido, afectado por el narcotráfico, vulnerable, inequitativo y que experimenta en lo cotidiano, dolorosas injusticias sociales. Asumamos que nuestro país tiene como principal problema a resolver, el de un progreso excluyente. Bajo la iniciativa: ¡Ahora Vota!, muchas ONG seguiremos intentando porfiadamente en disminuir, al menos, la desigualdad electoral. Y no olvidemos que la principal ganadora en la primera vuelta, fue la abstención.
* Leonardo Moreno es Director Ejecutivo de Fundación Superación de la Pobreza