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Mundo

6 de Diciembre de 2017

Comedia tildada de racista lleva a miles de personas al cine en Perú

Una comedia sobre una mujer indígena de los Andes que va a Lima en búsqueda de su pareja ha dividido a la opinión pública peruana entre quienes ven un espectáculo racista y los que la consideran solo un divertimento, que ya ha llevado a más de 380.000 espectadores a las salas tras una semana de […]

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Una comedia sobre una mujer indígena de los Andes que va a Lima en búsqueda de su pareja ha dividido a la opinión pública peruana entre quienes ven un espectáculo racista y los que la consideran solo un divertimento, que ya ha llevado a más de 380.000 espectadores a las salas tras una semana de su estreno.

“La paisana Jacinta”, inspirada en un polémico personaje de televisión creado por el cómico Jorge Benavides, narra las vicisitudes de una mujer andina que se entera de que su casa y su pueblo están bajo amenaza de demolición por una constructora y la consiguiente búsqueda de su pareja, extraviada en Lima en su intento de hallar los documentos que impidan el desastre.

Esta sinopsis podría parecer inofensiva, pero su señalamiento es hacia el personaje que, protagonizado por un hombre, representa a una indígena desdentada, de caminar simiesco, de escasa comprensión, y que habla un castellano que la hace objeto de burlas de los limeños.

La paisana Jacinta, creada para televisión en 1999, ya había sido criticada por difundir estereotipos negativos de pueblos indígenas por el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de las Naciones Unidas, además del expreso rechazo del Ministerio de Cultura peruano.

Precisamente, el titular actual de esa cartera, Salvador del Solar, actor de cine, volvió a señalar esta semana al personaje del filme como “denigrante hacia la mujer andina migrante a la ciudad, que es motivo de burlas por su manera de hablar y porque se la presenta como sucia e ignorante”.

En esa línea, no dudó en calificar la película de “racista y denigrante” e hizo un llamado “a rechazar conductas que no son democráticas, que tratan a personas de nuestro país como si valieran menos que las demás”.

La polémica se exacerba porque se produce en un país que lucha por dejar atrás estereotipos que llevan a menospreciar a su población indígena y donde el 31 % de sus ciudadanos cree que los medios muestran una imagen negativa de esta, según datos al 2015 del Consejo Consultivo de Radio y Televisión.

Sandro Ventura, productor de la cinta, reconoció a Efe que “si bien sabía que había gente que la quería, también sabía había quienes la odiaban”.

“Así que tuvimos que evaluarla en conjunto, ver los números, la inversión, el interés de la distribuidora”, comentó antes de asegurar que la decisión de hacerse cargo de su producción también significaba para él “un reto”.

“Tuvimos como reto evolucionar al personaje, hacerlo más familiar. Ha pasado veinte años, la gente cambia, tanto su creador como el personaje, pero los críticos no ven eso”, aseguró.

Sin embargo, la presidenta del Centro de Culturas Indígenas del Perú Chirapaq, Tarcila Rivera, afirmó haber visto la película y cree que “Jacinta” sigue representando a una mujer andina estereotipada, por lo que decir que se trata solo de un personaje de ficción “es algo superficial y simplista”.

Para Rivera, en la película no solo se muestra una mirada llena de estereotipos, sino que “se invisibiliza la otra parte, las capacidades” que tienen las mujeres indígenas.

Al comentar el éxito de taquilla que tiene la película, la activista hizo hincapié en que es necesario fomentar una educación que permita recibir de manera crítica este tipo de contenidos.

“No vamos a pedir que la gente cierre sus ventanas o sus puertas para no ver. La idea es que tengan una mirada crítica de ciertas producciones”, enfatizó.

Rivera también dejó en claro que en Chirapaq creen “en la libertad de empresa” y que saben que las burlas hacia “los indígenas pueden ser rentables”.

En ese sentido, Ventura consideró que existe una equivocación si se pretende “que el cine haga que la gente deje de ser racista”.

“Aún si no existiera Jacinta, en el Perú no desaparecerían las conductas racistas”, enfatizó antes de agregar que considera que los ideales de una sociedad mejor deben centrarse en la educación.

“Yo prefiero ver el vaso medio lleno y pensar en que ‘Jacinta’ puede ser una oportunidad para acercarnos a las comunidades indígenas”, concluyó.

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