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Opinión

16 de Enero de 2018

Bernardo Fontaine: “El gobierno de Bachelet es la historia de un fracaso”

Economista de la Universidad Católica y director de empresas, Bernardo Fontaine Talavera pertenece a una poderosa familia chilena. Es hijo de un exdirector de El Mercurio y uno de sus hermanos, además de presidir el Banco Central, fue ministro de Economía de Sebastián Piñera. Férreo impulsor de los principios de libre mercado, desde el 2015, lidera el movimiento “Reforma a la reforma” para modificar los cambios estructurales realizados por el gobierno de la presidenta Bachelet que, cree, afectaron y polarizaron al país. Otra de sus principales batallas ha sido defender a brazo partido el sistema de capitalización individual. Acá explica sus razones y aborda la polémica del Banco Mundial.

Macarena García Lorca y Benjamín Miranda
Macarena García Lorca y Benjamín Miranda
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Según su jefe económico Paul Romer, el Banco Mundial (BM) manipuló los datos del ranking de competitividad empresarial para perjudicar a Bachelet y favorecer a Piñera. ¿No es guerra sucia eso? ¿Cómo lo ves?
-Si así fuera, y digo esto porque el BM lo desmintió, sería vergonzoso y repudiable. El BM debe investigar y aclarar porque su prestigio está en juego.

¿No crees que esta modificación arbitraria de las cifras instaló un clima de inestabilidad económica que no era tal y que favoreció a la derecha?
-El ranking es importante para los economistas, los gobiernos y afecta la imagen país. A los hombres de trabajo y empresarios lo real y concreto importa. Y lo real es que el gobierno de Bachelet empantanó la economía y eso pudo afectar el ranking, no al revés. Pensar que el ranking fue causa y no efecto es como decir que el enfermo está sano porque el termómetro marca mal la fiebre.

Me imagino que estás contento por el triunfo de Sebastián Piñera.
-Sí, contento. Es una buena oportunidad para que Chile retome la senda de desarrollo, la capacidad de entendernos entre nosotros para llegar a acuerdos y de impulsar mejores protecciones sociales. De manera que hayan mayores oportunidades de progreso para todos.

¿Cuál es tu evaluación del gobierno de Michelle Bachelet?
-Lo que queda de positivo es su enorme encanto personal y su preocupación por la desigualdad de oportunidades de los chilenos.

¿Entonces compartes su diagnóstico de la desigualdad?
-Sí, claro. Pero creo que otros diagnósticos resultaron totalmente equivocados. Chile no es un país fracturado ni hay un rechazo al modelo de desarrollo. En definitiva, su gobierno resultó dañino para el desarrollo, perjudicó la calidad de gestión del Estado, polarizó la sociedad y fracasó electoral y políticamente. Terminó destruyendo su propia coalición. El gobierno de Bachelet es la historia de un fracaso.

Planteas que Bachelet erró el diagnóstico con el que llegó a La Moneda, ¿cuál es el tuyo?
-Primero, hay un enorme desarrollo. Por supuesto que existen muchas carencias y cosas que fallan, problemas, injusticia y descontento. Pero la gente valora lo que hemos avanzado, aunque no sea suficiente. De ahí que son urgente las reformas, pero técnicamente bien hechas, no como las de la Presidenta, que fueron diseñadas con ideas fuerzas equivocadas.

¿Cómo cuáles?
-Que se podían subir los impuestos arbitrariamente sin costo para el desarrollo y el incremento de los sueldos. O la idea de que se podía planter una gratuidad universal, que es una política injusta en mi opinión, que aparte resultó impracticable porque no alcanzó la plata. El mecanismo implementado tiene a las universidades desfinanciadas. También en el tema de la reforma de pensiones hay un error conceptual, que es querer subir las jubilaciones de los que tienen mejores jubilaciones y no del 80% que tiene jubilaciones más malas. Y en el tema de la reforma laboral, incurrió en el error de hacer una reforma sindical, que no le dio más poder a cada trabajador, cuando de lo que se trata la sociedad moderna, es que cada cual se sienta dueño de su destino y tenga más autonomía para desarrollar su vida.

¿Qué esperas del gobierno de Piñera en relación a estas reformas?
-Que sea un gobierno que busque aunar voluntades para llegar a acuerdos en todos los temas.

Está medio complicado eso, por la composición del Parlamento.
-Puede ser, pero lo que hay en Chile es un conjunto de gente que está de acuerdo en una sociedad libre o socialdemócrata, que puede ir desde Hernán Büchi hasta Camilo Escalona. Por supuesto que tienen diferencias y más que matices, pero están en un mismo campo. Lo que hay que intentar es buscar acuerdos para hacer las reformas urgentes que necesitamos, para que haya solución a los problemas más graves, como el de pensiones, salud, educación y Sename.

Cuando mencionas a Büchi y Escalona dejas fuera de ese espectro al Frente Amplio (FA) y al Partido Comunista (PC).
-Y a la Presidenta Bachelet, desde luego.

¿Cómo ves la irrupción que tuvo el FA este año?
-Creo que van a liderar la oposición. Son gente muy capaces intelectualmente, que hacen un muy buen trabajo político y de gran capacidad comunicacional. Sí creo que tienen un voluntarismo muy grande que hace que no miren los costos de las propuestas que hacen. Parte de su campaña ha sido vender soluciones mágicas.

¿Por ejemplo?
-Las pensiones. Bandera esencial de su lucha fue eliminar las AFP, pero si uno mira el programa de Beatriz Sánchez se da cuenta que eso no sube las pensiones. Lo que sí producía este efecto era aumentar las cotizaciones del 10% al 18%, que es una enormidad. Por supuesto, si uno sube la cotización en esos números, las pensiones suben. La pregunta es ¿y por qué no subimos las cotizaciones al 18% de inmediato? Bueno, porque eso tiene un costo gigante, traducido en menores puestos de trabajo y que los sueldos dejen de subir. Además, afectaría a las exportaciones chilenas, porque todos los productos serían muchísimos más caros y se podría exportar menos, lo que impactaría negativamente el desarrollo chileno.

¿Entonces?
-El FA tiene un problema: es mejor oposición que gobierno. Chile necesita una izquierda que combata los privilegios e injusticias, pero que valore la modernidad. Que valore que las personas quieren ser dueñas de su destino o que quieran ir al mall. Esta reflexión también incluye a la Nueva Mayoría (NM). Lo que queda tras esta coyuntura política, es un fracaso muy grande de la Presidenta Bachelet, porque nos quedamos huérfanos de una izquierda moderna que reconozca lo que digo. Quedó una NM en descomposición sin referentes.

¿No crees que a la derecha también le falta renovación? Sobre todo si piensas que las personas deben ser dueñas de su destino. ¿Qué pasa, entonces, con los avances en la agenda valórica?
-La derecha se ha ido mucho más al centro, ha habido una renovación de ideas importante en el programa de gobierno presentado por Piñera, es más socialdemócrata que de derecha dura. Hay una preocupación importante por generar protecciones sociales, aunque la derecha siempre la ha tenido, porque nadie tiene el monopolio de la justicia social. Hay un énfasis nuevo en la clase media, un giro bien importante en lo que era la corriente tradicional de la derecha, que era muy exclusiva por los pobres. Hoy día no hay una derecha, hay varias y con harta variedad en los temas políticos, económicos y valóricos.

¿Cómo resolvemos la profunda desigualdad social que hay en Chile?
-La desigualdad realmente importante es la que es producto de la injusticia. No es criticable que un futbolista excepcional se haga millonario, tampoco que un inventor como Steve Jobs se haya hecho millonario. El tema es que haya oportunidades de progreso para todos, lo que no sucede porque la educación es muy desigual. Por eso tiene que haber un foco muy importante en mejorar la calidad de la educación, algo que Bachelet no hizo. En la sala de clases es donde se juega el partido, y ahí tenemos que preparar niños para un futuro lleno de robots, más tecnológico, donde cambia todo. Pero seguimos aprendiendo las tablas de multiplicar de memoria y como siempre.

La centroderecha siempre ha planteado que el camino es la meritocracia pero la cancha es muy dispareja. No funciona.
-Yo no estoy de acuerdo con eso, no veo ese problema. Ha habido un progreso enorme y mucha gente lo ha hecho en materia social, económica y cultural. Eso ha pasado, entre otras cosas, por los mercados abiertos y la cantidad de empresas que no existían y ahora sí, al igual que emprendedores y pymes. Ahora, lo que sí estoy de acuerdo es que eso no es suficiente y hay que seguir avazando. Pero esto no es una sociedad estancada, es una sociedad que pasó de tener una enorme cantidad de pobres a una de clase media. Para seguir impulsando esto, la idea de selección en la educación es básica para que se produzcan mejores talentos. Me refiero a selección académica, no social ni económica.

Los colegios no ocupaban solamente ese parámetro para seleccionar.
-Unos sí y otros no, corrijamos eso. Habían colegios que tenían muy buenos resultados fueran gratuitos, municipales, privados, con lucro, y también malos de estos cuatro grupos. La discusión se transformó en una ideológica, si había copago o no, lucro o no… Cuando no existe ningún estudio que demuestre que un colegio con o sin lucro sea mejor que otro.

El cuestionamiento al lucro radicaba en si está bien hacer negocios con la educación.
-Tenemos que volver a la discusión práctica. Yo no soy político y no me gusta mucho la cosa ideológica. Lo mío es la práctica, ver qué es lo que funciona bien y aplicarlo a lo que no. En el tema de la economía es fundamental profundizar la competencia, porque eso no solo mejora el servicio y baja los precios para los consumidores, sino que también abre espacios para emprendedores y pymes. Una de las mejores políticas del primero gobierno de Piñera fue la portabilidad numérica, porque eso generó mucha más competencia, mejores servicios y precios más bajos.

El ejemplo de las empresas de telecomunicaciones, muestra que, en muchos casos, la lógica de mercado de competir, no funciona, porque en realidad las empresas tienden a concentrarse.
-¿Muchos? Cuántos.

Retail, supermercados, etcétera.
-¿No hay competencia?

Me refiero a que el mercado tiende a concentrarse en vez de diversificarse.
-Pero ojo, la concentración y la competencia son cosas distintas. Por ejemplo, existe una empresa en Chile que produce azúcar, Iansa, pero hay libertad para importar. El resultado es que Iansa compite contra todo el mundo, y a diferencia de lo que ocurría antiguamente, cuando nosotros pagábamos más caro por azúcar, para que los productores de remolacha vivieran bien, ahora el precio es el internacional. Por eso no siempre el número de empresas significa competencia. En general, Chile es un país ultracompetitivo. En el tema retail también es feroz la competencia.

Aunque, insisto, se comen a los más chicos.
-Siempre hay más chicos que surgen. Ahora, lo importante es que el Estado es un gran generador de falta de competencia. Por supuesto que tienen que haber regulaciones, pero bien pensadas, porque cuando no las hay, privilegia a los que están en el mercado y le pone barrera a los que quieren entrar. En los temas de mercado bancario…

La banca también está concentrada.
-No, hay hartos bancos en realidad.

Pero se fusionan cada vez más.
-Sí, pero es lógico porque compiten con empresas internacionales. El punto es que en temas como las AFP, servicios, banca, capacidad de importar tecnología, hay que eliminar barreras y burocracia. Hay una serie de cosas por hacer para que las mismas leyes del Estado no traben la competencia. Esto es bien importante porque buena parte del descontento de la gente se debe a fallas en regulaciones y fallas del Estado. Por ejemplo, el CAE.

Más allá de las regulaciones, el descontento también tiene que ver con la concentración de la riqueza. Chorrea poco…
-Si uno mira los sueldos se da cuenta que han ido creciendo permanentemente. Por eso la gente consume más y se ha vuelto de clase media.

Claro que con crédito de por medio. La gente vive endeudada.
-Va vinculado a eso, porque hay que pagarlo. La palabra “chorreo” no me gusta y nunca la he entendido. La economía no funciona así. Nadie ve su estanque tan lleno que rebalse. Esto funciona porque cuando una economía crece, hay más demanda de productos, hay que producir más, para eso hay que contratar más gente y comprar más insumos, independiente de que el dueño se sienta rebalsado porque, probablemente, nunca se va a sentir así. Sí es cierto que hay un problema de oportunidades de empleo. Hay seis millones de chilenos que pudiendo trabajar, no lo hacen. La reforma laboral no hizo nada para aumentar las posibilidades de empleo de esa gente, que son mujeres jóvenes o los adultos mayores, no creó incentivos para que puedan trabajar de acuerdo a sus posibilidades. Deberían haber más oportunidades de trabajo y hay que ver bien cuáles son la regulaciones que lo impiden.

¿Crees que la reforma laboral atentó contra la creación de empleos?
-Por supuesto, porque no hizo nada en este punto. Lo que hizo, más bien, fue encarecer la mano de obra de un subconjunto de trabajadores sindicalizados, que son apenas un millón de los ocho millones que trabajan y de los catorce que podrían trabajar. Solo ellos ven una mejora. Eso administra la desigualdad, no la disminuye.

La idea era impulsar que más gente se sindicalizara para igualar las fuerzas.
-Estoy a favor del sindicato, es bueno que los trabajadores se sindicalicen. Pero no hay ningún estudio que diga que un país más sindicalizado tiene menor desigualdad.

Pero aumenta el poder negociador de los trabajadores.
-Pero sólo de los que están sindicalizados y disminuye el de los que no. En Francia hubo una gran reforma laboral que le dio mucho poder a los sindicatos, que produjo un aumento de sueldo de los trabajadores sindicalizados y una enorme baja en los que no, que son muchos. Lo que hay que tener cuidado es que en las empresas chicas no van a haber sindicatos, el Estado no tiene sindicato, los que trabajan por cuenta propia tampoco. Está bien que los sindicatos negocien fuerte y que tengan su rol, pero no puede ser a expensas de que el resto de los trabajadores tengan peores condiciones.

¿Crees que Piñera que debería echar atrás la reforma tributaria?
-Es casi unánime que esa reforma requiere una corrección importante. En mi visión, hay que mejorar cuatro aspectos: primero, el impuesto a las empresas, porque el 27% es alto y eso significa un impuesto al ahorro. Es importante bajarlo, pero no para ayudar a los empresarios, sino porque es un impuesto a las utilidades que quedan en la empresa y que impulsan el crecimiento económico, algo que con Piñera debiese mejorar. Una rebaja al impuesto de las empresas conlleva mayor ahorro, así se incrementa la inversión, y con más inversión hay más crecimiento, empleos y oportunidades para todos. Segundo, un tema un poco técnico, es la integración, que quiere decir que el impuesto que paga la empresa se reste el impuesto que paga el dueño cuando retira las utilidades. Hoy día eso es semi integrado, o sea, dos tercios de lo que paga la empresa se resta al impuesto personal. Volver a integrar el 100% es un tema de justicia, porque hoy día dos profesionales que ganan tres millones de pesos al mes, uno como empleado y el otro como emprendedor o profesional independiente, pagan impuestos distintos. Eso no tienen ninguna justicia, por eso integrar los impuestos permite que dos personas que ganen lo mismo paguen el mismo impuesto, algo obvio.

No tan obvio, porque hay uno que tiene una empresa.
-De acuerdo, pero son dos personas que ganan lo mismo. Uno de los principios del impuesto es que las personas que ganan lo mismo, paguen lo mismo.

Pero el capital de uno es mucho mayor que el otro, ¿no?
-Pero eso no lo sabemos. A lo mejor el empleado tiene ahorros y más capital que el emprendedor que no tiene nada. En definitiva, eso hace que un pyme pague casi un 10% más de impuestos que un empleado común, ganando lo mismo. El tercer punto a mejorar es que hay que simplificar la reforma. Existe un acuerdo en que es muy enredada, fue un grave error de Bachelet cambiar el sistema. Lo que había que hacer era cambiar las tasas de impuesto, pero no el sistema tributario completo. Y el cuarto tema es redefinir el rol del Servicios Impuestos Internos (SII), para que sea menos arbitrario y no genere mayores incertidumbres.

REFORMA A LAS PENSIONES

Te has alzado como uno de los principales opositores al movimiento “No más AFP” ¿Para ti, las AFP funcionan?
-Por supuesto. No me defino como un opositor al movimiento “No más AFP”, yo lo que quiero es que mejoremos las pensiones con una reforma técnicamente bien hecha. Muchas pensiones son malas, hay que ver por qué son malas y cómo podemos mejorarlas. Lo principal es aumentar, ante todo, la cotización. En eso estoy de acuerdo con el proyecto del gobierno que propone subir un 5%, pero pienso que ese porcentaje tiene que ir íntegramente a la cuenta individual para que las jubilaciones de los que están cotizando suba al 50%. El gobierno quiere quitar el 2% como un impuesto y destinarlo a un sistema de reparto. Paralelo a eso hay que subir el pilar solidario, pero la verdad es que los políticos no se han preocupado de este tema lo suficiente.

Bueno, precisamente, fue Bachelet quien creó el pilar solidario en su primer gobierno.
-Sí, hago la excepción, pero faltan recursos. Para eso hay que establecer que esto es una prioridad y destinar los recursos del Estado suficientes. Esa prioridad evidentemente choca con otras, como gratuidad, Sename, jardines infantiles, salud. Otro tema fundamental es que haya más libertad de elección, que los cotizantes puedan elegir entre más administradores. Para eso hay que crear nuevas AFP e incluir una opción estatal.

¿Qué sentido tiene vivir en una sociedad si no va a haber ningún componente solidario, intergeneracional? ¿Por qué te opones a que parte de la cotización vaya a una cuenta que se pueda repartir entre todos, considerando que hay que gente que le va bien en la vida y otras que no?
-La solidaridad es fundamental en la sociedad, de hecho vivimos en sociedad para ayudarnos unos con otros. Pero lo que ocurre es que cuando uno hace reparto en el puro sistema de pensiones no hay solidaridad, porque solamente unos pocos están en el sistema de pensiones. Eso lo único que hace es repartir plata entre los trabajadores que están formalmente cotizando, pero hay una cantidad muy grande de gente que no cotiza y no va a cotizar, porque son empresarios o dependientes. Entonces, la forma correcta de financiar la mejora de las pensiones más malas es con impuestos, porque los impuestos los pagamos todos y no solamente los que cotizan. Lo que a mí no me gusta del proyecto de gobierno, es que el Estado le meta la mano al bolsillo de los trabajadores que cotizan, que son una parte de la sociedad, para subir las pensiones, mientras el resto que no cotiza, no ponga nada. Esa es la razón por lo que no me gusta el reparto dentro del sistema de pensiones.

Ya, pero nos encontramos con una contradicción, porque planteas que se tienen que subir las pensiones a través de impuestos, pero cuando se intenta hacer eso los empresarios no quieren invertir.
-Es que hay varios temas ahí. Uno de ellos es ver cuáles son las prioridades del Estado, porque actualmente cobra una cantidad de impuestos, más alta después de esa reforma tributaria, y hay que cuestionarse qué prioridad le da a las pensiones. Segundo, hay una discusión también en si uno puede subir más los impuestos o no, y eso es una discusión abierta. Por ejemplo José Pablo Arellano, demócrata cristiano, propuso subir el IVA.

Ese es un impuesto regresivo, igual para todos, hay gente que gana muy poco y para ellos pagar el IVA representa un mayor porcentaje de sus ingresos en relación a los que ganan más.
-Sí, pero pagan menos también porque reciben cosas del Estado, es discutible. No digo que estoy proponiendo eso, sino que lo hizo Arellano. Sabemos ya, y aprendimos por la dura, que esto no es gratis, que uno no puede subir los impuestos infinitamente porque sino estaría todo solucionado, porque tienen costos como trabar el desarrollo del país y asustar inversionistas. Además traba la oportunidad de que emerjan nuevos empresarios y profesionales exitosos. Hay que entender que los impuestos no solo afectan a los que están hoy día. Los impuestos tienen un efecto que bloquea el ascenso social de las personas, hay que tener cuidado con eso y a menudo la discusión política lo olvida.

Respecto a la discusión ética, que plantea que con las cotizaciones de los trabajadores se capitaliza el sistema financiero y a los grandes grupos económicos…
-Eso es una tontera.

¿Por qué? Las AFP sí capitalizan a los grandes grupos, eso es una realidad.
-Pero es a la inversa. Las AFP tienen dueños que son en su mayoría multinacionales, entonces no hay ninguna posibilidad que una compañía multinacional de seguros, que es dueña de una AFP, quiera regalarle plata a los empresarios chilenos. Hay mucha crítica que se basa en la ignorancia.

Pero la plata de las cotizaciones está invertida en la bolsa y en empresas.
-No, una parte chica de eso, como el 10%. Bueno, además el dueño de la AFP está obligado por ley a poner su capital en las mismas inversiones de las AFP, en los fondos. Es totalmente absurdo pensar que las AFP van a privilegiar a una empresa, porque estaría regalando su plata. Segundo, las AFP son libres de invertir una cantidad de plata en instrumentos de todo el mundo. Entonces lo que buscan las AFP, y lo buscan por su propio patrimonio, es la mejor rentabilidad, y eso lo puede dar una empresa dentro o fuera de Chile. En definitiva, cuando una AFP invierte en una empresa chilena es porque le está dando la opción a sus afiliados de tener una muy buena rentabilidad. Como resultado de eso, claro, las empresas chilenas tienen más capital pero también el crédito hipotecario es de los más bajos del mundo, por ejemplo. Para la economía como un todo, sí es cierto que la presencia de las AFP representa una acumulación de ahorro que es importante para el crecimiento. Lo que hay que hacer, es una negociación para que a partir del proyecto del gobierno se pueda llegar a un acuerdo rápido para una mejora en las pensiones, porque nuestros jubilados no pueden esperar a que los políticos se pongan de acuerdo. Y hay una base, porque entre el proyecto de gobierno y las propuestas de Guillier y Piñera hay bastante coincidencia. Desgracidamente el FA está en otra micro.

El sistema de AFP prometió un montón de cosas que no se cumplieron ¿No hay que pensar en otra fórmula?
-El principal error de las AFP fue crear expectativas. Crearon un aviso donde había un nieto con su abuelo pescando en un bote en el sur y resulta que la pensión no da ni para comprar el remo. Ahora, el punto es si eso es un problema del sistema de capitalización o de las cotizaciones. La realidad es que es un problema de las cotizaciones. Lo que pasa es que aquí hay un error en el sistema, que establece que todo es jubilación. Por ejemplo, una persona que cotizó cinco años y juntó poca plata, obviamente jubila con poca plata, y si no es del 60% más pobre, no tiene pilar solidario. Entonces, hay que zanjar que las personas que cotizaron menos de diez años tienen que sacar toda su plata al tiro. En los sistema de reparto, dependiendo del modelo, si cotizaste menos de quince o veinte años, tienes derecho a cero. La solución de esto es aumentar la cotización y que el pilar solidario se extienda para poder ayudar a más gente. El problema fundamental es que ni los políticos ni los técnicos se preocuparon de este tema a tiempo.

Y fue el movimiento “No más AFP” el que salió a la calle y puso el tema en agenda.
-Y yo lo he dicho siempre, hay que agradecerle que haya instalado el tema. Ahora, como los enfermos no son buenos para encontrar su propio tratamiento y tienen que ir a los doctores, la propuesta de ellos no es buena. Un error del programa de Bachelet fue no contemplar este tema desde el principio. Nos autoconvencimos que los universitarios eran los que más necesitaban ayuda. Hay muchas más prioridades antes, y eso es un problema del FA.

¿Se equivocó Piñera al anunciar que seguiría adelante con la gratuidad?
-Es lógico que las personas con bajos ingresos que no puedan pagar la universidad tengan un sistema de becas o de gratuidad para lograrlo. Lo que no estoy de acuerdo para nada, es que haya gratuidad para mis hijos, porque yo puedo pagar la educación de ellos. Y para otros debe haber un sistema de crédito blando que no lo pague la familia, sino cuando el estudiante ya sea profesional. Mantener un sistema de crédito, -no el CAE por cierto-, que cuando trabaje pague un 10% de su ingreso por quince años. Yo me resisto a pensar que un alumno que estudia ingeniería comercial en La Chile, que va a tener un buen desarrollo profesional, no le devuelva a la sociedad lo que invirtió en él. Más si al lado hay una señora que vive pensionada con $103 mil. El gran culpable del problema de las pensiones son los políticos y los técnicos que no vieron este problema a tiempo, como en tantos otros casos. Pero ahora, en la sociedad actual, están los ingredientes para plantear una buena solución. ¡Pero hay que hacerlo ya!

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