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Cultura

27 de Febrero de 2018

Wes Anderson y su film más político: Isla de Perros

Con el Oso de Plata de la Berlinale bajo el brazo, el cineasta estadounidense Wes Anderson ha presentado esta noche frente a unos pocos afortunados que han podido acceder al Cine Doré su noveno largometraje, “Isla de perros”, una cinta animada en “stop motion” que considera su película “más política”. Los más fanáticos del director […]

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Con el Oso de Plata de la Berlinale bajo el brazo, el cineasta estadounidense Wes Anderson ha presentado esta noche frente a unos pocos afortunados que han podido acceder al Cine Doré su noveno largometraje, “Isla de perros”, una cinta animada en “stop motion” que considera su película “más política”.

Los más fanáticos del director de “Life Aquatic” o “El gran hotel Budapest” ya hacían cola a primera hora de la mañana para poder conseguir una entrada para la proyección y coloquio, en el que también participaron sus coguionistas, Roman Coppola y Jason Schwartzman.

“Queríamos hablar de un gobierno criminal y para buscar inspiración buceamos en la Historia, pero el mundo cambiaba a medida que escribíamos y la película se fue haciendo cada vez más política”, ha asegurado Anderson ante su público.

Vestido como uno de sus personajes, con traje de pana de aires ‘retro’ y calcetines rojos, el director ha hecho gala constante de su sentido del humor y de la química existente con sus guionistas, con quienes lleva formando equipo desde sus inicios.

“Somos como una familia”, ha señalado sobre el escenario del cine Doré, que visitó por primera vez de forma privada hace tres o cuatro años y frente a un público que tampoco se resistió a hacer guiños estéticos a sus películas, con gorros rojos como el de Bill Murray en “Life Aquatic” o peinados a lo Gwyneth Paltrow en “Los Tenenbaums”.

Aunque en un principio el coloquio estaba previsto después de la proyección, finalmente se adelantó, lo que resultó un poco “extraño”, según él mismo admitió. Nada más empezar confesó que una de sus películas más emblemáticas, “Los Tenenbaums” la filmó muy influido por Almodóvar.

“Me encantaban sus películas y hubo cosas muy concretas que me sirvieron de inspiración”, ha señalado.

“Isla de perros” es su segundo filme de animación, después de aquel “Fantástico sr. Fox” (2009). Más allá de la parábola política y sobre la corrupción, los fieles de Anderson encontrarán en ella las señas de identidad de su cine: una aventura emocional y romántica, con personajes excéntricos y adorables (en esta ocasión perros), humor y una estética muy cuidada.

Ambientada en un Japón futurista, con un gobierno autoritario que ha expulsado a todos los perros -infectados por un virus- a la colindante Isla de la Basura, la cinta cuenta la historia de un niño de doce años, pupilo del alcalde corrupto, que emprende un viaje para recuperar a su perro guardián.

En su versión original cuenta con dobladores de lujo como Bryan Cranston, Edward Norton, Bill Murray, Greta Gerwig, Frances McDormand, Scarlett Johansson, Harvey Keitel o Ken Watanabe.

Anderson ha descartado que sea una película para niños, aunque haya en ella una reivindicación de la mirada infantil, además de una oda a la amistad y al compañerismo.

Sobre el uso de la animación ha confesado que hay algo “misterioso” en el proceso de dar vida a algo que no la tiene que le atrae irresistiblemente, pese a la gran complejidad técnica del proceso.

El filme se compone de más de 130.000 fotogramas, y en el proceso se crearon a mano alrededor de 1.000 marionetas, 500 perros y 500 humanos, ya que cada personaje exigía varios títeres de tamaños diferentes.

En cuanto al diseño, Anderson ha señalado que, a diferencia de otros trabajos previos con colores y aspectos más predeterminados, en esta ocasión lo fueron descubriendo “sobre la marcha”.

“Isla de Perros”, que llegará a los cines el 20 de abril, es además un tributo al cine japonés, con temas como la naturaleza, el honor o el heroísmo, y guiños concretos a grandes realizadores nipones como Yasujiro Ozu, Akira Kurosawa o Seijun Suzuki.

La música ha sido compuesta por el ganador de un Oscar Alexander Desplat, en la que supone ya su cuarta colaboración.

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