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Opinión

15 de Abril de 2018

Columna de Paula Vial y Lucía Dammert: “(In)seguridad Ciudadana”

"Enfrentamos un problema claro: los delitos llamados de mayor connotación social (DMCS) no alcanzan para explicar, y entender, la magnitud del problema. Este indicador, construido hace más de dos décadas para concentrarse en aquellos hechos que impactaban al ciudadano, ha devenido en insuficiente".

Lucía Dammert y Paula Vial
Lucía Dammert y Paula Vial
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Mucho dato y poca información, mucho ruido y pocas nueces. En los últimos 20 años los gobiernos han generado múltiples datos que permiten afirmar (y negar) que la seguridad ha mejorado. La disputa política ha pasado de la calidad de la información a la lectura de la misma, y si no, recordemos el gráfico hiperbólico del, en aquel entonces, candidato Piñera durante los debates electorales.

Seamos claros, los gobiernos invierten en sistemas de información, estudios, páginas web y varias otras herramientas que entregan información de forma poco articulada, contradictoria e incluso tendenciosa. Los esfuerzos por la sistematización de la información delictual se han centrado en el ya famoso BUD (Banco Unificado de Datos) que ha sido más veces inaugurado que efectivamente utilizado.

Los datos son múltiples y confunden a todos. Así, en un informe del ministerio del Interior se dice que los Delitos de Mayor Connotación en el 2017 bajaron un 11%, mientras otro informe de la misma fuente reconoce que la baja fue del 3,8%. No se refieren a lo mismo, ni corresponden a los mismos periodos ni contienen el mismo nivel de detalle. Y sin embargo, ambos sirvieron para múltiples salidas comunicacionales y generaron noticia sobre el estado de la seguridad.

Enfrentamos un problema claro: los delitos llamados de mayor connotación social (DMCS) no alcanzan para explicar, y entender, la magnitud del problema. Este indicador, construido hace más de dos décadas para concentrarse en aquellos hechos que impactaban al ciudadano, ha devenido en insuficiente. La sociedad evoluciona y con ello las formas delictivas, generalmente a un nivel mucho más vertiginoso que los cambios legislativos o las herramientas para estudiar y entenderlos. La ENUSC muestra crecimiento de victimización en estafas telefónicas, clonación de tarjetas y amenazas y cifras disponibles de Carabineros evidencian que menos de la mitad de las denuncias se vinculan con los DMCS. El problema es que, entonces, las políticas públicas se basan en la mitad de los fenómenos criminales, sumado a que menos del 40% de las víctimas denuncia los hechos. Muchos se sorprenden que el 85% de los chilenos crea que la delincuencia aumentó el último año. ¿temerosos sin sentido? ¿El impacto de los medios? Posiblemente estamos mirando un lago pensando que es el mar y por ende negamos la existencia de olas.

Las balaceras no se incluyen dentro de los delitos de mayor connotación, a pesar de que el 48% de los vecinos de La Pintana y el 35% en Lo Espejo dice percibirlas en sus barrios siempre. No son casos aislados, ni se pueden justificar por los ridículos grados de segregación socio espacial que vivimos. En Las Condes sólo el 1% dijo haberlas percibido, y paradojalmente este dato muestra más violencia de nuestra sociedad por su desigualdad que por la inseguridad.

En Chile, las drogas son consideradas el principal problema vinculado a la inseguridad. La información muestra que en el 2017 las incautaciones de cocaína incrementaron en 40% respecto al 2016 y se realizaron 37 mil procedimientos de drogas. Eso sí, el 78% fue en flagrancia, es decir “con las manos en la masa”, aunque sin capturar a los “peces gordos” ya que el 43% fueron detenidos por porte y 28% por microtráfico. El problema de las drogas tiene además un componente socioterritorial no evidenciado ni abordado cuando 28% de los ciudadanos de Valparaíso dicen ver siempre consumo de alcohol y drogas en la vía pública, situación que escala al 70% en Estación Central y 64% en La Pintana; mientras que en Las Condes sólo llega al 3%. ¿Estarán las fuerzas policiales o los programas de atención a consumidores focalizados correctamente?

Para que las cifras no nos confundan o ahoguen, la agenda de reforma de la seguridad requiere que el ministerio del Interior potencie una División Ministerial de información, que deje de pertenecer al ámbito de la prevención y que no compita con áreas de datos y estudios de la Subsecretaria de Interior. Este espacio gubernamental debe incluir todo el abanico delictual y dejar atrás la “mayor connotación” como indicador único, que sea dirigido y desarrollado por especialistas que nos permitan finalmente empezar a contar con información para el diseño de buenas políticas públicas.

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