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Opinión

30 de Mayo de 2018

Columna del diputado Marcelo Díaz: Superar el machismo

Ahora esta lleno de hombres subiéndose al carro del feminismo y tomando el micrófono con talante ultrafeminista. Y aunque es positivo que las posiciones feministas pasen a ser las correctas, también cabe una legítima sospecha de oportunismo. No es el momento de intentar conducir o liderar, es el momento del liderazgo femenino. Y a nosotros nos tocan dos cosas: por una parte, acompañar, colaborar y apoyar. Y por otra, hacernos cargo de nuestro machismo, en nuestras vidas, en nuestras acciones y en nuestra palabras, una tarea ardua y difícil, pero fundamental para un cambio real.

Marcelo Díaz
Marcelo Díaz
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La revuelta feminista en Chile y el mundo me ha hecho reflexionar profundamente. Soy padre de tres mujeres y compañero de una mujer maravillosa que me ha mostrado por años la perspectiva del feminismo desde la vivencia concreta y cotidiana de la realidad de las mujeres en Chile.

Por ello, lo primero que me nace decir es que quiero para mis hijas la más plena y total igualdad de género. No quiero que vivan en un mundo en el que tengan todo cuesta arriba solo por el hecho de ser mujeres, ni que caminen por la calle con miedo o incomodidad, ni menos aún que sean discriminadas.

Me he preguntado cuál es el rol que nosotros, los hombres, debemos jugar en esta lucha. Seguro que lo básico debe estar: luchar por la igualdad de derechos y oportunidades, igualdad salarial y no discriminación en el acceso al trabajo, terminar con la discriminación sexista, combatir con fuerza la violencia de género, el abuso y el acoso, y poner fin a la educación sexista, entre otras. Es lo mínimo y, sin embargo, con aquello aún estaremos muy lejos de meta de una plena igualdad.

En efecto, hay un desafío tanto o más relevante: superar el machismo. Aquello implica, de nuestra, parte realizar un esfuerzo genuino por aprender y desaprender. No será posible construir un nuevo mundo sino somos capaces de enfrentar la carga sexista en la que vivimos. Hacernos cargo de esto requiere no solo convicción, sino valentía y un difícil ejercicio de autopercepción.

¿Qué significa hacer esto?

Primero, debemos darnos cuenta que los hombres crecimos y vivimos en una situación de privilegio, que es injusta, que es inhumana. No relativizarlo, no minimizarlo. Ser capaces de empatizar con un rebelión de las mujeres luego de siglos de injusticias, abusos y discriminación.

Segundo, discernir qué parte de responsabilidad tenemos cada día, con cada acción o dicho, que finalmente ayuda a reproducir el estado actual de cosas. Sin este paso de reconocimiento, es difícil que podamos después buscar soluciones y cambio. Si el machismo perdura, es por nuestra propia complicidad.

Por último, tenemos el deber de declarar compromisos concretos, que no son solo políticos y formales, sino más profundos, de cambio consciente de los propios actos, para transformar definitivamente el status quo.

No quiero decir con esto que las transformaciones políticas, sociales, institucionales y normativas no sean relevantes. Lo son y debemos avanzar con fuerza y celeridad en ello.

Pero ahora esta lleno de hombres subiéndose al carro del feminismo y tomando el micrófono con talante ultrafeminista. Y aunque es positivo que las posiciones feministas pasen a ser las correctas, también cabe una legítima sospecha de oportunismo. No es el momento de intentar conducir o liderar, es el momento del liderazgo femenino. Y a nosotros nos tocan dos cosas: por una parte, acompañar, colaborar y apoyar. Y por otra, hacernos cargo de nuestro machismo, en nuestras vidas, en nuestras acciones y en nuestra palabras, una tarea ardua y difícil, pero fundamental para un cambio real.

El feminismo es una lucha por la igualdad, es el reconocimiento y respeto mutuos de la dignidad de cada cual. Es también una oportunidad de evolución de todos nosotros como seres humanos, especialmente para los hombres, que podemos, si queremos, desaprender y reaprender a vivir desde un ánimo de de justicia, misma que hemos pregonado durante tanto tiempo, sin consideración de más de la mitad de la humanidad.

Por eso, por mis hijas, porque es la causa justa, porque he tenido una compañera de vida que me ha permitido ver las cosas desde la perspectiva de quien vive la cotidianidad de la desigualdad entre géneros, reconozco mi propia mentalidad machista, asumo mis propias conductas machistas, y desde ese reconocimiento, espero llegar a tener algún día el honor de declararme feminista para dar, junto a tantas mujeres, esta batalla para que mujeres y hombres tengamos exactamente los mismos derechos y dignidad en todo momento y lugar.

Marcelo Díaz
Diputado de la República

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