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Deportes

19 de Junio de 2018

El desastre argentino en Rusia visto por Caparrós

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Jorge Sampaoli camina empitillado mientras Argentina juega su primer partido del Mundial frente a Islandia. No lo sabe, pero su equipo terminará igualando 1-1 y él será flanco de muchas críticas. Tampoco lo sabe, pero ese enjuto empate será lo único rescatable de una pléyade de técnicos trasandinos que se encuentran en Rusia.

Tal como recuenta Martín Caparrós en una crónica para The New York Times, hoy se cuentan cinco entrenadores oriundos de Argentina en la Copa del Mundo: Sampaoli con la albiceleste, Perú con Gareca, Arabia Saudita con Pizzi, Egipto con Cúper y Colombia con Pekerman. De todos, sólo el ex DT de la Roja rescató un punto en la primera fecha mundialera, el resto, derrotas.

“La Argentina cada vez importa menos, pero exporta mucho. Soja, claro, y yerba mate y carne y cuento, y en fútbol exporta sin parar. No solo los cantitos de la cancha y los insultos; es el país que tiene más futbolistas profesionales jugando en otras tierras, unos 2000 muchachos. Pero no solía exportar directores técnicos. Los futbolistas argentinos tenían que ser habilidosos o temperamentales o habilitales o temperamentosos; nadie creía que fueran especialmente inteligentes, así que no los buscaban para dirigir”, dice el escritor y periodista.

“También eso cambió en los últimos años. Y en este Mundial hay cinco técnicos argentinos manejando países más o menos chicos: Argentina, por supuesto, con Sampaoli; Perú con Gareca, Arabia Saudita con Pizzi, Egipto con Cúper y Colombia con Pékerman. Ningún otro país tiene siquiera tres técnicos en Rusia; ninguno de los cinco argentinos ganó su primer partido. Va de nuevo: ningún técnico argentino ganó su primer partido. En realidad, salvo Sampaoli, todos los perdieron, y tres no consiguieron hacer siquiera un gol”, agrega.

“No está claro qué pecado estaríamos expiando; tenemos colección. O quizá sea una maniobra sibilina para algo, un fin sinuoso o bobo. Aunque hay quienes dicen que los argentinos tienen tal ansia de protagonismo que, con tal de figurar, pueden incluso arrogarse los desastres que no les corresponden. Si prefieren pensar que es eso, todo bien, adelante, pasen por acá”, cierra.

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