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Mundo

26 de Agosto de 2018

Desnutrición de niños en el norte trasandino: “Dios es argentino pero atiende en Buenos Aires”

Junto a las familias vulnerables del norte argentino trabaja cada día Pata Pila, una asociación que atiende a 450 niños de comunidades originarias para luchar contra la desnutrición infantil, pues asegura que todavía hay muchos casos de menores en situación “límite”. “La realidad está estallada. Es una realidad que está podrida y en muchas situaciones […]

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Junto a las familias vulnerables del norte argentino trabaja cada día Pata Pila, una asociación que atiende a 450 niños de comunidades originarias para luchar contra la desnutrición infantil, pues asegura que todavía hay muchos casos de menores en situación “límite”.

“La realidad está estallada. Es una realidad que está podrida y en muchas situaciones demasiado ahorcada”, explicó a Efe Diego Bustamante, el fundador de esta ONG que opera en territorios “inhóspitos” de comunidades originarias del norte de la provincia de Salta, como los Wichí, Chané y Guaraní.

La organización centra sus esfuerzos en madres con niños de hasta 5 años en situación de riesgo para brindarles herramientas con las que sacar adelante a sus hijos.

“La punta del iceberg sería el niño, por el cual nosotros entramos a esa familia, y la familia entra a los espacios de Pata Pila. A raíz de eso empieza todo el trabajo que tiene foco en recuperar al niño, empoderando a la madre y haciendo mejor a la familia y, por añadidura, a la comunidad”, explicó Bustamante.

Él se crió en el acomodado barrio porteño de Recoleta pero fue como voluntario donde se dio “un cachetazo” con esa otra Argentina.

“Es un proceso de ir a incomodarte”, asegura cuatro años después de haber llegado con su mochila a una comunidad guaraní y dar los primeros pasos para crear Pata Pila.

Sobre el terreno les toca, primero, “romper la barrera de la desconfianza”, forjada tras años de promesas incumplidas por la “política berreta (mala)” local.

Después, con mucho “respeto” y voluntad de “aprendizaje” sobre una cultura diferente, abrirse a escuchar su “dolor” y necesidades.

Es la única vía, dice Bustamante, de generar un vínculo “transparente” con los habitantes de estos pueblos para que sientan que tienen en ellos una mano amiga.

Todavía encuentran casos de “chicos límite” en una Argentina que siempre trató la desnutrición “de manera paliativa”, a través de comedores que, aunque han tenido un impacto positivo, “no han dejado la capacidad instalada”.

“La desnutrición no es solo un plato de comida. La desnutrición es un plato de comida, estimulación, acceso a la educación, agua potable, cloacas, es un concepto desde donde trabajar la realidad”, señaló el joven.

Como reza el dicho,”Dios es argentino pero atiende en Buenos Aires”, en alusión al centralismo reinante en el país, y eso hace que provincias como las del noroeste padezcan especialmente la falta de infraestructuras y una extrema pobreza crónica.

Según un reciente informe de la Universidad Católica Argentina, casi la mitad de los niños (el 48,1 %) que residen en zonas urbanas de Argentina son pobres y, de ellos, un 10,2 % se encuentra en situación de indigencia.

En zonas de difícil acceso, como las que asiste esta ONG con sus programas de atención móvil, la situación es todavía más cruda.

Por eso Pata Pila realiza, según su fundador, “un trabajo de educación integral” donde le brindan a la madre un asesoramiento multidisciplinar, a fin de que, en un futuro, ella pueda resolver ciertas cuestiones de manera independiente.

Asegura que en los primeros 18 meses desde la concepción es mucho lo que se puede hacer por los más pequeños.

“Con poco puedes hacer mucho y si llegas después de eso llegas tarde y muchos niños terminan muriéndose por desnutriciones justificadas como bronquitis, o deshidratación justificada con una diarrea”, lamentó.

Se centran en “resolver lo urgente” pero saben que el suyo es un trabajo “full life”, insiste, “porque uno le tiene que poner toda la energía, toda la profesionalidad, toda la creatividad y, además, un poco más” por quienes más los necesitan.

De hecho, la entrega de Bustamante va más allá de un proyecto social y en diciembre se convertirá en padre adoptivo de siete hermanos abandonados.

“No quería que los separasen ni imaginármelos en manos de gente que no los cuidase”, contó el activista.

La “pobreza cero”, el gran lema del Gobierno de Mauricio Macri desde que ganara las elecciones en 2015, es -por ahora- una utopía para el fundador de Pata Pila.

“Para que haya pobreza cero tiene que ir la sociedad entera, con toda la estructura del Estado unificada a esas comunidades, villas y barrios sin corrupción, con buenas herramientas, y que pasen 20 años”, sostuvo.

La ONG cuenta con 35 profesionales y 30 voluntarios, el 80 % de su presupuesto proviene de ayudas estatales, pero su objetivo es crecer con ayuda de “padrinos particulares” para que su proyecto no dependa de la inestable salud económica y política del país austral.

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