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9 de Septiembre de 2018

Maradona vuelve al lugar del mejor beso de su vida

Meta profesional aparte, llegar a México para dirigir desde mañana a los Dorados de Sinaloa de la división de Ascenso del fútbol local, es para Diego Armando Maradona el regreso al sitio donde hace 32 años dio su mejor beso. “Este es el beso de mi vida”, reconoció el año pasado el argentino al referirse […]

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Meta profesional aparte, llegar a México para dirigir desde mañana a los Dorados de Sinaloa de la división de Ascenso del fútbol local, es para Diego Armando Maradona el regreso al sitio donde hace 32 años dio su mejor beso.

“Este es el beso de mi vida”, reconoció el año pasado el argentino al referirse a la foto en la que posó sus labios en la superficie del trofeo de la Copa Mundial luego de ganarle la final 3-2 a Alemania en el estadio Azteca el 29 de junio de 1986.

Fue el momento más hermoso de la carrera del “Pibe de oro”, que si bien marcó una época con goles artísticos en el Barcelona español y el Napoli de Italia, fue en México donde experimentó su mayor felicidad en compañía de sus compinches Valdano, Pumpido, Ruggeri, Brown y Burruchaga, el del gol decisivo en el minuto 84.

Como luego le pasó en varias relaciones con mujeres, aquel verano Diego empezó una relación de amor y de desprecio con México, un sitio donde una vez fue venerado, en otras ridiculizado y en unas terceras fue visto casi con odio.

Una de las historias de más color sucedió en el año 2002. El delantero mexicano Carlos Hermosillo invitó a Maradona a su partido de despedida como jugador. El “Pibe” llegó tarde y al pisar el estadio Azul pidió una pizza como condición para saltar a la cancha.

Esa vez hubo burlas de varios hinchas a la baja forma física del argentino y cuando los medios publicaron el cuento de la pizza, dijeron que a sus 41 años, su cuerpo parecía de 60.

Mucho tiempo antes, en 1990, Diego vivió uno de los momentos de más enojo en su vida y también tuvo que ver con México, o más bien con un naturalizado mexicano, el árbitro Edgardo Codesal, quien pitó el penalti con el que los alemanes le arrebataron el título a los argentinos en el Mundial de Italia.

Diego jamás le perdonó al oficial haber decretado la pena máxima y por muchos años sangró por la herida aunque ya no suele hablar de aquel revés, tan duro como el de cuatro años después cuando dio positivo de dopaje en el Mundial 1994.

Hace unas horas Maradona llegó al Dorados de la segunda división en un golpe publicitario de la directiva del equipo que al menos por unos días, gracias al “Pelusa” ha generado más noticias o por lo menos mejores que las de muchos de los principales clubes del mundo.

“El proyecto es subir a Primera y no se sube sin sacrificio”, dijo a los medios nada más llegar a Culiacán, sede de los Dorados, equipo nombrado a nivel mundial por última vez hace 12 años cuando en él se retiro el centrocampista español Jospeh Guardiola.

La llegada de Maradona coincide con par de exabruptos bipolares del argentino relacionados con México. Horas antes de arrancar el pasado Mundial de Rusia consideró injusto que le dieran a México la sede de Copa Mundial de 2026 porque no es un país protagonista, pero luego se congració con los hinchas del país y nombró al portero del “tri”, Guillermo Ochoa, como uno de los mejores del mundo.

Seguidor de las canciones del mexicano Marco Antonio Solís, en el 2008 se subió al escenario del Luna Park de Buenos Aires para cantar con ‘El Buki’ una pieza con la frase “no hay nada más difícil que vivir sin ti”, otro coqueteo con México.

De momento Diego Armando se ha burlado de la recomendación de su amigo poeta Joaquín Sabina, quien asegura que en Comala (la tierra donde transcurre la mejor novela escrita por un mexicano) aprendió que al lugar donde uno ha sido feliz no debiera tratar de volver.

“Me encanta el fútbol y estoy feliz”, dijo sin hacer caso a la superstición de su amigo español, confiado en demostrar que su llegada a México, donde dio su mejor beso, tiene más de fútbol que de circo.

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#DT#Maradona#México#Sinaloa

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