Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Mundo

31 de Octubre de 2018

Manuel Canelas, viceministro de Planificación de Bolivia: “Tenemos suerte de que Evo Morales haya erradicado a la Iglesia como voz paralela al Estado”

En entrevista con The Clinic, quien fuera también el primer candidato a diputado abiertamente homosexual en Bolivia comenta cómo se ha logrado frenar el ultraconservadurismo en ese país, por dónde se podría colar y además hace un llamado a que las tensiones entre los estados de Chile y Bolivia luego del juicio en la Corte internacional de La Haya no mermen en las relaciones de ambos pueblos.

Por

Siendo hijo en una familia de tradición política y luego compañero de estudios de los fundadores de Podemos en España, el viceministro de Planificación y Coordinación de Bolivia José Manuel Canelas difícilmente podría haber eludido seguir una carrera política.

Uno mama mucha política desde muy pequeño. En mi casa era normal ver a María Cristina Trigo, la viuda de Marcelo Quiroga Santa Cruz, líder histórico de la izquierda que mató la dictadura en los 80 – dice Canelas, quien estudió Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid.

Fue justamente en esa universidad donde, a inicios de la década de los 2000, conoció a los principales líderes de Podemos. Le llamó la atención el interés que mostraban por Bolivia: Pablo Iglesias había estado de observador en las elecciones de ese país en 2005 y luego escribiría un libro llamado “Bolivia en movimiento”; y, por otro lado, Íñigo Errejón hizo su tesis electoral sobre el proceso de hegemonía del Movimiento al Socialismo de ese país.

Ya han pasado varios años desde que viviera en primera persona todo el proceso fundador de Podemos -incluso conduciendo el programa La Tuerka durante un día de los inocentes-. Ahora, con la experiencia de haber sido el primer candidato a diputado abiertamente homosexual y de convertirse en viceministro de Planificación y Coordinación, Canelas se reencontró con algunos de sus viejos amigos durante el festival “A Toda Marcha”, organizado en Chile por Revolución Democrática.

Llegó al país a solo semanas de que la Corte de La Haya rechazara en totalidad la demanda marítima impulsada por el gobierno de Evo Morales. Sin embargo, el tema pareció ser un total tabú.

— He venido más veces a Chile y la verdad es que nunca he tenido como tema de conversación con mis colegas chilenos el tema del mar. A lo sumo algún comentario de los colegas de otros países, pero no fue mucho tema. No es un tema central en nuestra agenda, que yo creo que es más político partidaria.

¿Qué le pareció el fallo?

No cumplió nuestras expectativas, eso es evidente. Pero confiamos en que más allá de este tema jurídico, podamos seguir conversando. Ahora mismo es difícil, tendrá que pasar tiempo y además es necesaria una estrategia de bajar la tensión no solo a nivel de Estados, sino que a lo que es siempre más perjudicial y triste, que es la tensión a nivel de sociedad civil. Me preocupa menos la tensión entre estados que el hecho de que eso haya permeado a nivel de sociedades chilena y boliviana. Eso hay que evitarlo.

¿Hay una responsabilidad de parte de ambos estados en esa tensión que se ha producido entre los pueblos?

Sí. Ahora, nosotros estamos seguros de que lo de recurrir al tribunal fue la última opción. Era la base de la demanda boliviana, porque hemos asistido a muchos diálogos que nunca han llegado a buen puerto: el abrazo de Charaña en los 70, los documentos de los 50, la reunión en la OEA el ’79, hasta la agenda de 13 puntos con la Presidenta Bachelet. Obviamente el gobierno chileno no comparte esa lectura. Lamentablemente, tal como en casos de divorcios, después de acudir al tribunal es difícil tener un “buen rollo”. Uno quiere que primen las buenas maneras, pero es muy difícil. Ahora hay que recuperar terreno a nivel social civil, ya que el ambiente se ha crispado mucho de lado y lado.

¿Qué autocríticas hacen dentro del gobierno boliviano? Desde la oposición critican que la demanda se llevó a cabo con objetivos políticos.

Yo creo que es esa crítica, que viene de solo una parte de la oposición boliviana, la que tiene objetivos políticos. A un año de las elecciones, intentan politizar la derrota. Pero es difícil pensar que el objetivo era político cuando se planteó la demanda en 2013, ya que el Presidente Evo tenía un 64% de votos e incluso invitó a participar a opositores como el expresidente Carlos Mesa, que ahora probablemente es el principal rival en las elecciones. Lo que sí puede ser una autocrítica es que, a pesar de que en un juicio nunca hay buen rollo, podríamos haber calibrado mejor decisiones comunicacionales para que no se confunda un conflicto entre gobiernos con uno entre pueblos.

Independientemente de si el objetivo fue político o no, probablemente las consecuencias lo serán. ¿Cómo cree que afectará esto las próximas elecciones?

Justamente hay sectores poco representativos de la oposición boliviana, los que aparecen en las encuestas con menos de dos dígitos, que se están esforzando por interpretar esto políticamente. Yo creo que tanto el Presidente Evo como el expresidente y exvocero de la demanda boliviana en La Haya, Carlos Mesa, van a ser muy correctos en el manejo del tema en la campaña. No creo que sean irresponsables, intentando sacar tajadas políticas.

Luego del revuelo causado por el referéndum en 2016, ¿cómo ve el desafío de fortalecer nuevos liderazgos en el MAS?

Hay un desafío central con eso, todos los actores políticos relevantes lo saben. Esto no quiere decir que no haya otros liderazgos intermedios en el MAS, pero reconocemos que a veces, por ciertas condiciones específicas del surgimiento de algunos liderazgos, estos no se pueden emular. La tarea pendiente es la sucesión del Presidente. Si bien nadie va a llenar ese molde, no quiere decir que no tenga que construirse un liderazgo capaz de pilotear la nave que significa el Movimiento al Socialismo.  El liderazgo de Evo es nuestra principal virtud, si ves las elecciones, su peor votación es la del 49% del referéndum. Hay suficiente evidencia de que es un liderazgo excepcional, pero eso nos pone el reto del liderazgo alternativo.

¿Cuáles cree que serán las principales áreas a mejorar de Bolivia de cara al próximo periodo?

— En estos años, lo que ha hecho Morales parece sencillo, pero es el equivalente a hacer una revolución en Bolivia, hacerla pasar por la etapa de modernización que otros habían pasado hace 50 o 40 años. Previo a 2005, Bolivia era más bien una hacienda con poca presencia estatal y con unas condiciones de pobreza lacerantes. Una vez cumplidas esas tareas para ajustar el tiempo histórico a otros países vecinos, hay una nueva tarea. una de ellas es el empleo. Empleo, salud y justicia serán los principales desafíos.

¿Cómo ha sido para usted llevar también una agenda por la diversidad sexual? Sobre todo con los avances conservadores que se han registrado en el continente.

Nosotros tenemos suerte de que el Presidente Morales, y es algo que los izquierdistas que nos critican echarán de menos cuando ya no esté, haya erradicado a la Iglesia como voz paralela al Estado. Antes era una cosa frecuente que los presidentes fueran a los Te Deums, que la Iglesia vetara la ley de derechos sexuales y reproductivos que quería aprobar Carlos Mesa en 2004. El Presidente los ha convertido en un actor más. Eso permite una oxigenación y es una garantía no permanente de que difícilmente hoy en Bolivia cuelen los discursos de la ideología de género ni de insultar a las mujeres que piden la despenalización del aborto. Eso ha permitido que aprobemos la ley de identidad de género, en el nuevo Código Penal incorporamos el aborto para los dos primeros meses, aparte de los supuestos que ya estaban vigentes. Cuando le das a la Iglesia un lugar secundario en la discusión pública, por un lado tienes mejores condiciones para avanzar en estos temas y menos condiciones para que cuaje un discurso ultraconservador.

¿Y usted cómo ha vivido personalmente ese cambio?

Lo que pasa es que cuando pasa mucho tiempo, la gente lo naturaliza. Ahora la gente cree que la Iglesia siempre pintó eso, pero antes se metía en todo. Cuando yo fui candidato a diputado en 2014, el primer candidato abiertamente homosexual, curiosamente no fue tema, pero uno diría que fue un éxito. El gobierno tiene que aprovechar este momento y oportunidad de tener al Presidente y a los tres grandes opositores del país sin comprar un discurso conservador ni hablar de ideología de género. Yo llamaría a la calle y a las organizaciones a aprovechar esta oportunidad y seguir apretando, porque electoralmente es muy jugoso para un actor conservador hacer un discurso que apele al odio, a la discriminación. Algo que ha colado en Perú, en Colombia, y que también funciona en Chile.

¿En Bolivia hay alguna iniciativa de ese estilo?

Por donde se nos puede colar Bolsonaro, aunque va a costar porque tenemos un cordón sanitario para esas ideas, es por el partido que gobierna en Santa Cruz. Ellos son ultra, próximos a la Iglesia y más conservadores, pero no es un actor nacional, sino local. Ahora, son imprescindibles para que cuaje una alternativa opositora nacional, por lo que Mesa va a tener que pactar con ellos. Pero hay que ver y confiar en que sus ideas se mantengan contenidas.

¿Cómo ve la emergencia de procesos como el Frente Amplio de cara al momento político que está viviendo América Latina?

El Frente Amplio es una bocanada de aire fresco. Soy buen amigo de Podemos, también de Veronika Mendoza en Perú, y ver que hay una experiencia similar en Chile es muy emocionante. Tienen características parecidas: son jóvenes, irrumpen con un 20% en la primera elección, tienen el desafío de representar la diversidad pero de una manera efectiva, aunque creo que ese punto ninguno lo ha llevado muy bien. Desde que entró la “bancada estudiantil” he puesto un ojo en el trabajo de Giorgio, de Gabriel Boric, de Camila Vallejo, aunque yo sé que ella es del PC. Beatriz Sánchez fue una muy buena candidata, eso regenera y oxigena la democracia chilena y muestra que el discurso de fin de ciclo tiene los pies de barro. Ellos nos hablan del fin del ciclo progresista cuando sus alternativas han sido un desastre: Macri, Temer, están destruyendo esos países. Lo que te muestra esto es que el ciclo progresista en América Latina ya está teniendo un segundo tiempo. Como se ve en Chile, nosotros sí tenemos banquillo, suplentes que ya se han convertido en titulares.

Notas relacionadas