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Poder

13 de Diciembre de 2018

Dilma Rousseff: “El problema en Brasil no es la corrupción, el problema de Brasil es cómo la crisis nos afectó”

La ex jefa de Estado aseguró que el "antipetismo", la corriente que rechaza el Partido de los Trabajadores (PT), "tiene hoy componentes fantasmagóricos" que no se veían en Brasil desde la época de la dictadura. "Pero el carácter fundamental del Gobierno de Bolsonaro es un Gobierno neoliberal de desmonte, combinado con un Gobierno autoritario", sentenció Rousseff.

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La exmandataria brasileña Dilma Rousseff dijo en una entrevista con Efe que la desigualdad crea el “ambiente propicio” para el crecimiento de una extrema derecha, lo que en el caso de Brasil “estaba latente” antes de la ascensión del presidente electo, Jair Bolsonaro.

“Creo que lo que lleva a crear un ambiente propicio para que la extrema derecha crezca es la desigualdad, que es engendrada por una forma de desarrollo económico” que “tiene como aspecto prioritario el financiero”, afirmó la expresidenta (2011-2016).

Rousseff, que perdió las elecciones legislativas de octubre pasado en su intento por ser senadora, recibió a Efe en Sao Paulo después de participar en un seminario organizado por la Fundación Perseu Abramo, vinculada al Partido de los Trabajadores (PT).

La ex jefa de Estado explicó que la irrupción de la ultraderecha en Brasil, personificada en la figura de Bolsonaro, “estaba latente” porque ya existía “una base”, tras casi dos décadas de dictadura militar (1964-1985), en un país que tiene además “todo un rastro de la esclavitud”.

Brasil fue la última nación de América en abolir la esclavitud (1888).

Pero para Rousseff lo que terminó de impulsar a la extrema derecha fue su destitución en 2016 a manos del Congreso por irregularidades fiscales y el ingreso en prisión en abril pasado de su antecesor en el cargo y padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva, condenado por corrupción.

“El proceso de impeachment (juicio político) y la prisión de Lula limpió el centro” ideológico y “la extrema derecha se apropió de la base del centro y de la derecha (no radical)”, analizó.

A partir de ahí, se ha creado un ambiente en el que la corrupción ha dejado en un segundo plano otros problemas, como la concentración de riqueza,.

“Dicen que Petrobras quebró porque hubo corrupción dentro de Petrobras. La corrupción no quebró Petrobras. Petrobras continúa teniendo grandes beneficios. El problema en Brasil no es la corrupción, el problema de Brasil es cómo la crisis nos afectó”, indicó.

La petrolera estatal cerró con pérdidas los últimos cuatro años y parece que solo volverá a tener ganancias en este 2018, de acuerdo con los resultados trimestrales publicados hasta la fecha.

Preguntada sobre lo que más le preocupa del futuro Gobierno que presidirá Bolsonaro desde el 1 de enero, Rousseff dijo que desde el punto de vista político “es la destrucción del adversario” y desde el económico, su agenda “neoliberal” porque pasa por “vender las estatales”, entre otros proyectos que calificó de “muy nocivos” para el país.

“Una cosa es derrotar al adversario, otra es querer destruirlo físicamente. Él en varios momentos habló eso, ¿no?”, comentó, en alusión al capitán en la reserva del Ejército.

Rousseff aseguró que no serán los militares de las Fuerzas Armadas que integrarán el Gabinete los que “darán la nota grave” del próximo Gobierno de Bolsonaro.

De hecho, estos tendrán hasta “una nota un poco desarrollista”, aunque no por ello deja de ser “extremadamente preocupante” tener “esa cantidad de militares ejerciendo la actividad política”, dijo.

“Lo que preocupa del Gobierno de Bolsonaro es el carácter neofascista, ciertos vínculos que tiene no solo con los militares, sino sobre todo con las pautas de las milicias o del combate ‘antipetista’ que se convirtió en una especie de anticomunismo”, expuso.

El “antipetismo”, la corriente que rechaza el Partido de los Trabajadores (PT), formación a la que pertenecen Lula y ella, “tiene hoy componentes fantasmagóricos” que no se veían en Brasil desde la época de la dictadura.

“Pero el carácter fundamental del Gobierno de Bolsonaro es un Gobierno neoliberal de desmonte, combinado con un Gobierno… autoritario”, sentenció, si bien resaltó que hay ciertas “contradicciones” porque, a su juicio, hay miembros del futuro Ejecutivo que no están de acuerdo con el “neoliberalismo radical”.

En este punto, la expresidenta opinó que “es fundamental radicalizar la democracia” para combatir el aumento de la desigualdad y el deterioro de derechos como el acceso a una vivienda digna, educación de calidad y jubilación “decente”, que provoca, en su opinión, el neoliberalismo.

“Para nosotros, en Brasil es fundamental radicalizar la democracia, o sea, nosotros somos aquellos que defienden la democracia, que defienden las libertades y los derechos civiles fundamentales”, aseveró.

“Es una lucha que no puede agotarse solo en los partidos, tiene que envolver también los movimientos sociales”, concluyó

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