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Cultura

17 de Diciembre de 2018

Mónica Bello: “El Estado se tiene que sentir mucho más aquí que en Europa”

En su visita por Chile, la historiadora, curadora y directora del programa de arte y tecnología más grande del mundo habló sobre el escenario del arte chileno, la experiencia como nuevo método comunicativo y la democratización de la ciencia.

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En el marco del 14ª Bienal de Artes Mediales, organizado por la Corporación Chilena de Video (CChV) llegó a Chile CRIPTO, el 4º Encuentro de Arte, Ciencia y Cultura Digital, desarrollado en las dependencias del Museo de Artes Visuales de Chile MAVI, el pasado 19 y 20 de octubre. Esta iniciativa busca levantar diagnósticos y convocar a la reflexión para abrir el debate sobre las transformaciones y el cambio de paradigma producido por el cruce de las artes, la ciencia y la cultura digital.

Entre sus expositores figuraban el director del Instituto Milenio de Biomédica y el recién nombrado primer ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación del país, Andrés Couve; la especialista en análisis de grandes cantidades de datos, Susana Eyheramendy; la Doctora en Ciencias del cerebro, conducta y comportamiento de la Universidad Pierre et Marie Curie, Andrea Slachevsky; el especialista en neurología cognitiva y demencia y música, Uwe Schmidt.

Entrevistamos a Mónica Bello, invitada principal del encuentro, quien es curadora, historiadora y directora del programa Arts at CERN, organización europea con base en Suiza, dedicada a la investigación nuclear y el mayor laboratorio de investigación en física de partículas del mundo. Además es especializada en arte y tecnología, se desempeñó como directora artística de VIDA, Concurso Internacional Arte y Vida Artificial, creado por la Fundación Telefónica.

Primero me gustaría que me cuentes un poco de ti, tu trayectoria. Yo averigüé, pero sería más interesante que me hablaras de tu experiencia en el tema de las artes mediales y cómo se mezclan con física de partículas, que es el punto más fuerte del CERN.

Artes mediales es arte en comunicación con el paradigma tecno-científico, y cómo los artistas abordan los retos del trabajo con tecnología, con ciencia, pero también de la conciencia que se genera y la manera en que percibimos la realidad. Los artistas nacen dándole forma a un discurso, a través de artefactos o de sistemas, o de contextos y de marcos que nos permiten plantearnos preguntas en torno a la ciencia y la tecnología. Y en cuanto a la física, la física es una ciencia fundamental. Se pregunta lo más básico de la naturaleza. Se pregunta cómo cualquier cosa que nos rodea la puedes dividir en trocitos, hasta que llega a lo más fundamental. Y eso es una pregunta maravillosa para cualquier artista, el preguntarse: “vale, ¿hasta dónde puedo llegar? ¿Cuáles son las fronteras del conocimiento?” Esto es la base de mi trabajo en CERN. Los artistas parten de una pregunta tan básica sobre la realidad física de la naturaleza y de cómo la vemos, cómo la sentimos y cómo hablamos sobre estos conceptos fundamentales, lo cual añadido al trabajo en comunicación con los científicos, aporta un lenguaje distinto en un contexto científico que también es distinto al estudio del artista, que me aporta este marco de trabajo distinto.

Si bien es un problema, la sociedad no entiende realmente el peso total que tiene la física dentro de la naturaleza, un peso muy ligado a la filosofía también. Ahí se unen tres plataformas: el arte, la filosofía y la física. ¿Cómo crees tú que se podía buscar potenciar mucho más que la gente conozca lo elemental que son estas tres prácticas?

Bueno. La física no da respuestas a todo.

No, pero por lo menos genera preguntas que buscan ir respondiéndose.

La física genera marcos de trabajo a alcanzar. Y se alcanzan con logros muy concretos. En cambio, la filosofía y el arte el espacio de divagación y especulación es mucho más amplio, porque esa es la propia naturaleza de las ciencias: abrir puertas nuevas para que corra el aire, pero no es necesario que ese aire fluya por unos canales estables. Entonces, es dinámico y caótico, en muchos sentidos. Yo giraría esa pregunta a decir: “puede ser relevante esta conversación, ¿no?” Yo lo veo más como una invitación a experimentar, porque la ciencia y los científicos son los primeros en decir que ellos no tienen la verdad; que el conocimiento es mucho más amplio que la ciencia; que ellos producen parte del conocimiento, pero no el conocimiento; confirman en pequeños pasos aquellos avances que se han dado, pero porque es una ciencia muy sistematizada. En cambio, filosofía y arte no basan de esa manera y cualquiera de las tres se complementa, porque es lo que nos hace humanos: el pensar y el preguntarse. Yo creo que hay una urgencia para generar canales de conversación entre estas disciplinas.

¿Qué procesos se deben seguir para tomar una pasantía o una residencia en el CERN?

Hay convocatorias anuales de manera regular. Hay una internacional y después en colaboración con países, en el caso de Chile con Simetría. La convocatoria es abierta, porque creemos que tiene que favorecer a todo el mundo. Se elige un artista para venir en residencia al CERN y el jurado está formado por gente de ambos ámbitos: del arte y la ciencia. Ahí el jurado plantea la viabilidad del proyecto y después, entre todos, destaca uno de ellos. Una vez que el artista es seleccionado, hablamos con él o con ella, y decidimos la fecha de la residencia y viene durante ese periodo que es entre un mes y tres meses. Durante ese lapso trabaja en explorar ideas, desarrollar más su propuesta, confirmarla o descartarla y empezar con otra cuestión nueva.

¿Qué tipos de convocatorias existen?

Tenemos convocatorias de muchos tipos. Hay arquitectos, diseñadores, artistas visuales, músicos; y esto lo vamos renovando constantemente. Sin embargo, nuestra actividad primordial, a lo que le damos mayor cabida, por la naturaleza del laboratorio, es a los artistas que trabajan entre arte, ciencia y tecnología.

* * *

¿Cómo ves el panorama chileno dentro de este mundo del arte y la tecnología?

Yo tengo muchísimo trabajo en Latinoamérica, porque fui, antes de llegar al CERN, la directora de un programa con la fundación Telefónica y estuve un total de ocho años. Teníamos una línea de trabajo que eran incentivos a la producción iberoamericana, que incluía Portugal y España, y he visto mucho la evolución de algunos países. Es cierto que de Chile recibíamos muy poco, por alguna razón, que podía ser buena o mala. Podía ser que dentro de Chile tenían mucho apoyo y no nos necesitaban, o podía ser que se estuviera en un momento latente.
Yo ahora estoy impresionada con la cantidad de artistas que están trabajando de un modo más desapegado del canon, de aquello que se entiende por arte latinoamericano, y que miran otras disciplinas, ya sea urbanismo o arquitectura. Miran sobre todo el ámbito social y cómo impactan las tecnologías. Eso es una de las tendencias que veo aquí.

La diferencia entre el artista latinoamericano de artes mediales y el artista europeo de artes mediales. Por lo que yo veo, hay muchas diferencias, en Europa apuntan mucho más a la experiencia. El arte latinoamericano es mucho más político y precario. ¿Cuál crees tú que es la diferencia entre el artista medial europeo y el latinoamericano?

Yo creo que el latinoamericano es un artista con muchos recursos propios, es decir, trabaja con tecnologías asequibles y con reciclaje del lenguaje, que se puede adaptar a muchos contextos distintos. Estoy generalizando, pero me parece que es cultivado a un nivel de filosofía y de literatura. Hay mucho bagaje cultural. Se nota, porque los proyectos tienen muchas capas e intentan conectar como sociedad con la tecnología, pero también con referentes intelectuales fuertes. Eso es muy interesante, porque en el centro de Europa parece que se ha sintetizado esos discursos más intelectuales, en la forma, en el diseño del arte y en la cómo se escenifica.
Lo que sí es que en Europa se ha diversificado muchísimo, porque los canales de distribución del arte son muy diverso. En un momento, un artista está en la Serpentine Gallery, como también está haciendo unos talleres en una escuela de diseño o dando una conferencia sobre inteligencia artificial. Existen canales distintos cuando un artista está muy amparado por un sistema de distribución.

¿Crees de alguna forma que el artista latinoamericano va a tomar un poco ese camino o ya está tomando ese camino?

¿Tú qué crees?

Yo creo que sí.

Yo no lo sé.

Pero aún sigue con todo ese rol político muy marcado, porque hay una carga de temas de dictadura, que pasaron hace treinta años, cuarenta años. No son menores. En Chile no son menores. El factor político incide mucho aún en todas las decisiones.

Claro.

Entonces, ¿crees tú que va a saltar mucho más a la experimentación y va a dejar de lado el factor político o va a seguir?

No lo sé, porque ese poder del Estado se tiene que sentir mucho más aquí que en Europa. Yo no lo sé, porque el mundo está en un momento en donde se siente que algo va a pasar, esa es la sensación que tenemos todos. No me atrevería a hacer una previsión de lo que suceda.

* * *

Todos dicen “no, la gente no va a las galerías”, pero es el momento, quizás, más álgido del arte. Donde se ha democratizado mucho más, entendiendo que aún falta mucho por lograr una plena horizontalidad.

Sí, estoy de acuerdo. Y después, yo creo que está añadido a que muchos artistas tienen un lenguaje muy legible, muy cercano y, al mismo tiempo, el público general tenemos una cultura más actualizada.

¿No crees que el artista tecnológico medial ha complicado un poco más eso o lo ha acercado mucho más? Como la comprensión quizás desde la ignorancia del espectador.

Sí, bueno, es más fácil entender un mecanismo que se activa con vida, porque te genera una experiencia, que entender un cuadro abstracto que vale, te dicen que es Picasso y entonces tú por presión social piensas “me tiene que gustar, ¿no?”.

O es muy caro y todo eso.

Sin embargo, Picasso trabajaba con dilemas de la física de principios de siglo, y pues estaba muy influenciado por hipótesis científicas de aquella época. Sin embargo, hoy en día lo vemos como un icono y eso hace que la gente inmediatamente prefiera un Picasso a un mecanismo tecnológico. Aquello que cobra vida, produce participación inmediata.

¿Crees tú que el artista medial está llamado a ser vanguardia o a ser la punta de lanza de las artes?

Ya lo es.

¿Es la vanguardia del siglo XXI?

Sí, yo creo que sí. Yo creo que es, siempre y cuando su foco no sea la tecnología, sino que la tecnología sea el medio para llegar a algo. Yo creo que una sociedad como la nuestra, que es puramente científica y tecnológica, el artista tiene que trabajar con esas herramientas y con los discursos que generan esas herramientas. Yo creo que ahora si miramos a nuestro alrededor, difícilmente podemos empezar a ignorar una tendencia, que es que los artistas trabajan con tecnología y reflexionan sobre ella.

Entonces, ¿cómo crees que figura el mercado del arte en las instalaciones y en las artes mediales? ¿Cuál es el papel o el rol del artista? ¿Diversificarse?

Sí, diversificar, buscar fórmulas que permitan la conservación, exposición. Es lo mismo que sucedió a principios del siglo XX o del siglo XIX con el grabado y la pintura. Es un arte serial, un arte que tiene copias. ¿Qué valor tiene cada copia? ¿Qué valor tiene la producción inicial? O sea, está ya en unos términos muy de financiación del arte. Después hay otros términos que son más desafiantes, que son la preservación, pero la preservación es lo mismo que con arte povera. Es un arte que sucede durante un tiempo o un arte performático. Aquel coleccionista que quiera comprar ese tipo de obras es un aventurero, pero existen.

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