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Cultura

20 de Diciembre de 2018

Adrián Dárgelos, frontman babasónico: “Escribir y leer poesía en la actualidad, me parece casi un acto subversivo”

El elusivo vocalista de Babasónicos aceptó conversar con The Clinic, a pocos días de una fallida visita a Chile (el concierto se reagendó para 2019). Una charla que debía durar no más de 15 minutos, pero que se extendió por una hora en temas tan eclécticos como mundanos: la nueva vida de la música en el streaming, la importancia producir capital para el ocio y de sus escritores chilenos favoritos (Spoiler: no sabe pronunciar “Camanchaca”). Aquí Adrián Dárgelos, el último héroe de la música popular argentina, se pregunta: "¿de qué sirve gustarle a todo el mundo, si todo el mundo es falso?".

Por

El contexto: 15 minutos antes de hacer esta entrevista, el periodista se da cuenta que perdió todos los apuntes hechos luego de escuchas y escuchas de Discutible, el primer disco de estudio de Babasónicos en cuatro años (descontando Impuesto y Repuesto de Fe, ambos registros en vivo).

El precedente: En la semana previa a la realización de esta entrevista, fueron publicados una serie de artículos donde Dárgelos daba cuenta de su divulgada reputación de conchsumadre para con los periodistas.

Un ejemplo: “¿Qué clase de empleado sos vos?” le espetó a un crítico cultural de Clarín (¡…!) antes de cortar el teléfono por lo que consideró era una pregunta demasiado irrespetuosa.

El desarrollo: Con un punteo más bien pobre y hecho a última hora, The Clinic enfrentó esta entrevista con el frontman babasónico: un hombre casi indiscutiblemente feo pero incombustiblemente sexy. Esto es lo que salió.

Adrián, para empezar: En la entrevista que diste a la Rolling Stone, defines Discutible como un disco “transgénero”. ¿Por qué?

¿Dije que Discutible era un disco “transgénero”? —simula una voz de asco, y continúa— Debe ser una humorada, algo repentino de ese momento. No creo que los géneros definan el estilo o los perfiles de los discos como conjunto de canciones. ¿Género? No sé cuál sería, vaya saber uno cuál.

Bueno, pero…

—Interrumpe— Es decir, en la década del 90 estaban más marcados el pop, el rock, la música alternativa como ejemplos de género. Desde el 2000 ya no hay tanto género, toda la música se parecía a otra que ya existía, ¿no? Todas las bandas que empiezan en el 2000 son un rock traducido del rock que ya existía. “Meta rock”, o el rock influenciado de sí mismo.

Por eso llamó la atención el disco y el sonido particular que agarraron desde La pregunta, el primer tema.

Sí, es que en cierta forma, tratamos de no caminar por los mismos senderos que Babasónicos siempre anduvo. Como siempre, cuando nos proponemos hacer un disco nuevo, nos proponemos sorprender, ser actuales, y hacer el esfuerzo de generar una música nueva. Estar en ese nuevo contingente que discuta la música del presente, y que también hable de temáticas que se plantean en ese presente.

A partir de ahí, definimos que la temática de nuestras canciones era “discutible”. Porque si hay una tendencia muy grande, mainstream, que tira hacia un lado, y ese lado es aceptado sin discusión, nosotros vamos a ir un terreno donde las cosas no parecen estar tan bien, y son por lo menos discutibles. Donde no todo es aceptado sí porque sí ¿No?

Has dicho que desde el surgimiento de Spotify o herramientas de streaming, te venden todo con una etiqueta o género. “Esto es lo mejor del pop rock”, o “lo mejor del rock alternativo hecho con mandolinas”…

O del estilo ukelele. ¿Viste? Mirá, yo estuve en Spotify hace menos de 10 días, y yo no vi a la gente escuchando música, la vi mirando computadoras con gráficos. Quizás la música no se escuchará más. Vos vas a ver gráficos y sabrás qué estilo es.

Es el tema de los algoritmos…

Claro. Ha crecido tanto el número de oyentes de música, de una manera tan exponencial, y yo no estoy viendo que ese crecimiento haya especializado a la gente en lo que le gusta. Este crecimiento trajo un montón de escuchas nuevos, pero que aceptan lo que les dan. Y escucha playlists.

Playlists algorítmicamente preparadas para ellos.

Y ves cosas como “lo mejor latino de rock”, “lo mejor cantautor…” ¿me entendés? Y es gracioso porque si vos buscás nuestras canciones las encontrás en 50 playlists distintas. Puede ir desde lo mejor de techno alemán hasta lo mejor de pop latino reggaetón. En cualquier lista hay una canción nuestra. Pero al final, viste, qué me importa. Pensá que mis discos salieron en celulares, autos, en teléfonos, en CD’s, cassettes, vinilos, y ahora streaming otra vez. ¡Qué importa lo que viene! ¿No? Quizás en el futuro vas a poder sintonizar música con tus brackets.

 

TRANS, DISCURSO, OBRA

Previo a su último concierto en el Estadio Obras, la banda colocó flyers y afiches por las calles bonaerenses. Los volantes exhibían la leyenda: “Trans-algo. Un servicio 24 horas”, más un número de celular. Quienes llamaron esperando una atención prostibularia se llevaron una sorpresa: al otro lado de la línea sonaban acordes de guitarra y los estribillos de uno de los nuevos temas de la banda. Estoy a punto de mostrar/ Estoy a punto de enseñar a dios/ Algo de nosotros, algo de mi/ Tal vez ni yo sepa quién soy/ Y necesite una salida.

Una de las gracias de Discutible es que propone una combinación de letras, música, formato y discurso que intenta romper un poco esto de lo que hablas, la escucha sin mucho procesamiento.

Sí, sí. La escucha sin compromiso. Actualmente la música puede superar los tres o cuatro minutos porque ya no se escucha sólo en la radio: la mayoría de la gente la escucha caminando o haciendo otra cosa. Así que, la cápsula de tiempo tampoco los define.

Entonces ahora vos podés introducir ideas disruptivas dentro de la música, hacer que ese mensaje gane adeptos, despierte gente; música que trascienda. Porque de acá a dos años no se sabe qué se va a escuchar. Entonces, si vos podés hacer una música que sea inspiradora para vos, para los demás y que trascienda, ¡mejor! Hay que apuntar a que la música tenga cierta trascendencia. En eso más o menos se inspiró el disco.

También hablabas de las letras como unas pensadas para esta época. Discutible se traduce como incerteza. En el fondo, nadie puede defender algo, nada es fijo. ¿En eso pensabas cuando escribiste letras acá?

—Silencio largo—. ¿Sabés qué? Yo trato de que las letras hasta me sorprendan un poco a mí mientras escribo. Entiendo que quiero defender siempre un estado de poesía, cuando hago canciones. Y trato de cantar cosas que no se las escuché a nadie. En el disco aparece bastante de eso, ¿no? Y definir un poco por dónde deberían ir las letras de la música que tanto me gustó a mí que yo la consideraba pop, rock, música popular juvenil, ¡vaya a saber uno qué! Ahora ya no somos la música más popular juvenil, ¿no? Ahora es una música hecha en Puerto Rico y en Colombia, básicamente.

Es un peso menos, quizás. O quizás nunca fue un peso verdadero para Babasónicos

No fue nunca una presión. Siempre hicimos música que consideramos que era rock popular. Nada elitista. Pensá que nosotros llamamos música pop a cualquier cosa que salga de un disco y trate de aspirar al reconocimiento de un tercero desconocido, por fuera de tu circuito de amistad. Música pop, música popular. Y dentro de Latinoamérica, Babasónicos sí hizo música popular. Si bien provenía de una música rock, porque era provocadora, discutía el presente, y no tenía filtros, estaba producida directamente por nosotros, sin que nadie nos dijera qué teníamos que decir. Lo que buscamos con Babasónicos es preservar esa esencia de la música. Tratar que esa esencia sobreviva.

¿La esencia, digamos, de la obra no intervenida?

Aspirar a la calidad de obra. Que la música sea obra. No que sea simplemente una canción para que se use hoy y mañana no sabés. Que sea obra, en el mejor sentido de la palabra. Obra. Algo que perdura más allá del tiempo. Pero sola, sin explicarla.

Entiendo. Una duda personal: no sé cómo hicieron los discos anteriores pero, para este en particular, ¿cómo funcionó el proceso creativo?

Las composiciones siempre parten de pequeños grupos compositivos dentro de la banda. Nacen juntas entre la melodía y la letra, y se van desarrollando, teniendo un período de desarrollo durante los ensayos. Y la letra recién termina en el último período antes de grabarse, porque se va puliendo, se va dando más dimensión, más efecto, más alcance poético, más interlineado. A veces, también, se podan las letras para que tengan mayor vuelo, para decir más pero exponiendo menos. ¿No? La letra es un balance también de líneas que dicen y esconden. Porque, si estuviera todo dicho, sería algo muy manifiesto. Muy…

Muy obvio…

Sería un relato simple. Normalmente, acá hay como una esencia narrativa que flota sobre las cosas, y te hace ver, te transporta a un horizonte de idea. Y a partir de ahí, trata de trascender, de penetrar en vos, de una manera más sutil. Más profundamente, a la vez. Algo así. Dejar también que te atrape el misterio de lo que no dicen, y lo que sugieren. Lo que creés entender, o lo que está detrás de la línea.

 

CHILE, EL NOBEL Y EL LLAMADO DE LA TRIBU

La primera vez que Babasónicos pisó un escenario en Chile en 1993. Dárgelos tenía apenas 24 años, y recuerda haber coincidido con los Fiskales Ad-hoc –quienes les prestaron equipo para tocar en La Batuta- y con Pánico, antes de que sus integrantes emigraran a Francia.

Dice que ha recorrido varias veces Chile en combi, y se esfuerza sobrehumanamente para pronunciar el nombre de la novela debut de Diego Zúñiga, Camanchaca. “¿Cachamama? ¿Chanchama? No lo sé. Pero me gustó mucho la novela esa”.

— Tenemos una relación con el país y tenemos una relación bastante afectuosa—, concluye.

Las letras del disco ¿fueron influenciadas por algo que estuvieras leyendo en aquella época?

No lo sé. Leo tantos libros por semana que no te podría decir. No me acuerdo bien qué era exactamente lo que estaba viendo más allá de los últimos cinco o seis libros. Seguro he leído bastante literatura chilena, porque me encanta.

¿Sí? ¿Qué has leído de acá?

Me gusta mucho uno que se llama Álvaro Bisama, pero me gustan, no sé, miles. ¿Zambra, se llama otro?

Sí, Alejandro Zambra.

Me gustan Bolaño, Zúñiga, un montón. En la época que estaba escribiendo el disco, leí cinco o seis nuevos. No me animo a decírtelos, porque no quiero equivocarme. Pero para cuando vaya a Chile te los llevo escritos, porque los tengo acá en la biblioteca. Ahora, al momento en que estaba escribiendo las primeras canciones leí uno que se llama “Devoradores de flores” de László Darvasi.

¿Se parecen en algo los libros que lees con las letras de tus canciones?

No, probablemente no se parezcan en nada. No soy tan influenciable como cuando, no sé, tenía 16 años y leía Rimbaud. Lo que leo va influenciando, pero se mueve en pequeñas dimensiones. Me aportan más horizonte literario, semántico ¿Viste? Una distancia más grande.

Hubo una discusión relativamente fuerte cuando le dieron el Nobel a Dylan. Mucha gente cuestionó que la prosa en la música popular pudiera considerarse una literatura digna de un Nobel.

No, eso a mí me gusta. Bueno, se lo podrían haber dado a, no sé, a los Parra, y yo hubiese sido feliz. La escritura de canción es anterior a la prosa y quizás anterior a la poesía. Esa escritura, desarmada, cantada, pertenece a la era de los juglares, que es anterior, de donde sale el canto órfico. Como la escritura griega, que es la primera literatura occidental. Por ello no me parece mal que empiece a haber cierto reconocimiento a esa forma literaria.

Aunque no toda la literatura, no toda la obra pop escrita es literatura —se interrumpe y piensa por un instante—. O sí, es literatura, pero no buena.

La canción es un género en sí mismo, que no es poesía directa, ni es narrativa al estilo de la prosa, ni el cuento. Es un género en sí mismo, pero tiene otros códigos, otras leyes, otras formas. Está hecha más para ser escuchada y declamada que para ser leída.

Claro, tiene otra sensación.

Sí. La canción va dejando un espacio donde se luce y tiene que ser captada en el aire, ¿viste? Al final, hacer canciones es atrapar sentidos y dispararlos en el aire. Vos no sabes que tiene sentido hasta que lo rumeás, hasta que es dicho. Algo manipulado por vos, como compositor, se tira al aire, alguien lo recibe y ese sentido lo atraviesa, se hace en él. Entonces, yo creo la canción tiene sus propias reglas valorativas y constructivas. Por otro lado, ¿yo opiné algo en la época en que a Dylan le dieron un Nobel?

No que yo sepa…

No me acuerdo de haber opinado algo. Además, ¿qué me importa el Nobel? Porque viste, es sólo un premio. A mí no me lo van a dar nunca.

Bueno, quizás. Ya hay un Papa argentino.

Puede ser. Ahora decían que se lo iba a ganar Cartarescu, pero también había un argentino creo, César Aira. Ojalá se lo den, Aira es un escritor brillante, sin igual. Uno de los escritores argentinos vivos más notables. Además, siempre le sirve a un latinoamericano el dinero que le da el Nobel, ¿no?

Acá Neruda se compró algunas mansiones.

Y bueno, muy bien. Es genial que se lo hayan dado a Neruda. Como latinoamericanos, estando en un lugar tan lejos del centro de la cultura occidental donde se dictaminan el patrón del consumo y la cultura, es un triunfo enorme. Que Chile, con los habitantes que tendría en ese momento, no sé, cuatro o cinco millones de habitantes, ¿no? Es el poeta del mundo, un enorme galardón y, a la vez, me parece justo. Piensa que a Borges no se lo dieron. Y tampoco se lo dieron a Cortázar, lo que es peor. Porque Borges está bien, era un erudito y tenía alguna obra escrita.

Alguna.

Pero Cortázar es la revolución de la novela. Modifica los tiempos de la forma narrativa, esa estructura de la forma de los tiempos, preludio de las novelas modernas. Además puede escribir desde tantas partes. Borges sólo escribe desde Borges. En Cortázar, en cambio, cada obra pareciera tener un nuevo centro narrativo disparador. Y bueno, ojalá el Nobel lo ganen más latinoamericanos, porque es muy difícil vivir de la literatura y de la música, en mercados tan pequeños como los nuestros. Escribir poesía y leer poesía en la actualidad, me parece casi un acto subversivo, porque es utilizar el tiempo para hacer algo que no produce capital.

El tiempo de ocio.

El único capital, es tiempo de ocio relacionado con un capital imaginativo o aspiraciones de belleza que uno puede lograr. Pero la verdad es que eso no produce dinero. Y básicamente, en el mundo moderno, el tiempo que no se usa para la producción de dinero, es un tiempo mal visto.

Sí, es mal visto.

Uno puede ir a ver una banda de música, pero pierde una hora de su vida. Si lees unos libros, pierdes unas 20, 30 horas. Y escribir un libro, son años, quizás, de pérdida de tiempo. Bah, yo no lo considero una pérdida de tiempo, pero desde el punto de vista de producción occidental judeo- cristiana, es un tiempo discutible. Ahí tienes algo bastante discutible: ¿vas a producir tiempo de ocio o tiempo de capitalización?

Volviendo a lo que hablábamos al comienzo: Hay empresas que generan playlists para que no tengas que perder tiempo buscando una banda o un disco que te gusta.

Y entonces ya te están manipulan el gusto. Tu gusto no es un formato original. Sos, en realidad, un integrante de un subconjunto de la música entre 350 miles de playlist, las que son alimentadas por semanas por esto que decís. Por vos. ¿Tan poco hacés en la vida que ya no puedes decidir tu propia música?

Puta, así estamos po.

Sí, así estamos. Lo que pasa es que la música antes era de esto, de este grupo, en el cual vos y yo estamos incluidos, de las personas que nos interesaba y construíamos una música, a base de nuestra semejanza, donde podíamos entrar y usarla como trinchera de pensamiento, como resguardo. Y la literatura, la música y otros gustos, hacían al cartel personal tuyo, hacían a tu integridad personal y a tu personalidad. Tú ahí te diferenciabas con otros, ¿no?

Claro.

Bueno, ahora creo que hay una búsqueda de igualarnos. Estar dentro de conjuntos, con gente que no conoces, en redes sociales gigantes, para no sé, sentir empatía, pero la empatía la tienes que sentir adelante de la gente, no tienes que sentirla en tu casa solo.

Sí, hay algo muy heavy con eso. En Twitter uno puede identificar subconjuntos de gente, no sé, muy progre. Y cuando alguien va a una marcha feminista, sube una foto y todos le palmotean la espalda, con likes o comentarios del tipo: “uh, que bueno que bueno que fuiste a esta marcha. Somos bacanes”. Pero al final, a la hora de votar, por ejemplo, gana Trump, o gana Bolsonaro. ¿Me explico?

Te entiendo perfecto. Vos decís que la derecha no usa Twitter, directamente vota.

No. O sea, la usa, pero está en otro subconjunto.

Sí, hay mucha… Yo no sé si las redes sociales son una necesidad de. La gente tiene mucha necesidad de agradar, de gustar, pero de gustar en una escala más allá de lo que puede cosechar, ¿no? Porque tú le puedes gustar, ¿de qué sirve gustarle a todo el mundo, si es falso todo el mundo? Si no tiene una idea formada sobre vos. Son sólo un like.

Claro.

¿No sería mejor gustarle a ese pequeño porción de gente que te entiende, te comprende y realmente puede llegar a quererte al conocerte? “Discutible”, como disco, trata un poco de ese tema también. ¿Para qué ser? ¿Sirve en este momento esa popularidad media gigante que te pone a la altura de un artista vacuo, sin sentido, liviano, vacío? Y está bien, te sigue todo el mundo, pero entonces te tendrás que esconder porque no hay un lugar para vos y nadie se parece a vos. Creo que lo que sirve es sólo formar un mundo parecido a vos. Llamar a la gente que se parezca a vos.

Claro, entiendo.

Cuando nosotros lanzamos “Discutible”, fue un llamado, a través de un cuerno, en el medio de este mundo plagado de personas, avisándole a la gente de que acá está la manera de pensar, acá hay una mirada hacia la belleza. Acá hay una defensa de algunos principios. Esos principios quizás sean demasiado modernos o demasiado ambiguos, pero acá estamos parados nosotros. No sé dónde están parados ustedes, pero si ustedes están cerca de sentir este llamado, acérquense a nosotros.

El tema La pregunta, tiene un aire de techno tribal. Como un beat que, no sé, hace imaginar cavernas

Tiene algo primogénito, algo atávico de un canto en la tribu. Y es que para nosotros… ¿De dónde viene la música? ¿Por qué nos gusta tanto? ¿Y por qué nos hacía sentir? Cuando éramos tribus primogénitas, que no teníamos estructura social, nos reuníamos alrededor del fuego, porque tampoco teníamos casa y teníamos miedo de que los animales nos comieran a la noche. Y la noche daba miedo, porque no nos podíamos defender de la misma manera, era el momento de dormir y te podía comer cualquier animal. O venía otra tribu que te sorprendía y te mataba. Entonces, vagábamos por el mundo de esa manera. Pero a la noche, tocábamos música. Cantábamos y ese momento nos hacía olvidar del miedo.

Por eso la música nos gusta tanto, más que el libro. La gente se reúne a escuchar música y es un efecto catártico superador. Nosotros buscamos eso también, el llamado a nuestros semejantes, a los que se quieren parecer a nosotros, a los que discuten este mundo que no nos sirve. Y eso hace “Discutible”, es un llamado. El cuerno que llama a la grey dispersa por el mundo para decir, bueno, parémonos en esa vereda, seamos de esta forma

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