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Opinión

18 de Enero de 2019

Francisca Valenzuela: “No puedo ni quiero escribir lo mismo que hice hace diez años”

Francisca está orgullosa de su historia y cómo ella la llevó a ser la artista que es hoy. No desconoce sus privilegios y entiende que, gracias a ellos, pudo ser libre creativamente para convertirse en una de las cantantes chilenas más prolíficas de la última década. Aunque de esos calificativos ella no se hace cargo. De lo único que se hace cargo es de su carrera y la madurez que hoy la tienen trabajando de lleno en su nueva producción. Enérgica, con un ajustadísimo beatle blanco y labios rojos, se dispone a conversar con The Clinic. Aquí hablará del homenaje a Yoko Ono, de su nuevo disco, sus obsesiones y de su bien más preciado: ‘Ruidosa’, el proyecto que busca visibilizar el trabajo de las mujeres en la música.

Valentina Collao López
Valentina Collao López
Por

Francisca Valenzuela tiene un inicio de año convulsionado. Hace poco más de una semana arribó a Chile para preparar una extensa gira por el país que la tendrá recorriendo ciudades como Coquimbo, Viña del Mar y Chillán. Aunque no es lo único que esconde su abultada agenda. En marzo, previa participación en Lollapalooza Chile -agendada para el viernes 29 de marzo- viajará a Los Ángeles para ser parte de ‘Breathewatchlistentouch: The work and music of Yoko Ono’ un homenaje a la artista, donde compartirá escenario con otras mujeres como Shirley Manson de Garbage y Marisoul Hernández voz de La Santa Cecilia en el histórico edificio Walt Disney Concert Hall el próximo 22 de marzo.

-Toqué en un festival en Los Ángeles, el Girls School, donde participé como artista y con ‘Ruidosa’ haciendo paneles. Una de las curadoras del Walt Disney Concert Hall, me vio tocar, le gustó lo que estaba haciendo y me invitó- relata sobre esta experiencia que la tiene visiblemente emocionada.

¿Muchas expectativas con el homenaje a Yoko Ono?

Bacán, me parece demasiado entretenido. De hecho, voy como tres días y vuelvo. Voy a estar tocando en festivales todo marzo, me voy para allá y después vuelvo al Lollapalooza Chile. Y me encanta, toco en hartas cosas que son distintas a lo que hago. Así como invitaciones colaborativas, tributos, producción.

¿Le da aire a tu carrera?

-Sí, un respiro. Conoces otra gente, son otras oportunidades. Además, me pasa que lo enfrento de una manera súper distinta a cómo enfrento mi disco. Con la misma disciplina, pero es mucho más relajado.

Claro, mucha menos presión…

-Es un proyecto que te da la oportunidad de ejercitar la creatividad de la música sin ser yo “el producto”. Es muy entretenido, muy nutritivo y aparte, puedo hacer cosas que yo jamás en mi carrera puedo hacer, como tocar con una orquesta en el Walt Disney Concert Hall.  De hecho, estuve con esa misma gente trabajando en un coro, que hicieron para Shirley Manson y Fiona Apple en L.A, donde éramos 10 mujeres que participamos en un coro alucinante: puras mujeres con sus proyectos, cantando, haciendo arreglos vocales.

Espérate, ¿tuviste la oportunidad de conocer a Fiona Apple?

-Sí, fue bacán. Creo que muchas mujeres de mi generación estamos obsesionadas con ella. Es increíble, estuve con ella dos veces. La primera vez, ella estaba en el aeropuerto y estaba esperando su maleta, igual que yo con todos mis equipos. La mire y dije “no, no puede ser ella”. Estaba sola sentada y yo estaba con Vicente (Sanfuentes, su pareja), de hecho. Él me dijo que fuera a saludarla y le dije “no, ni cagando, cómo se te ocurre”. Tanto me insistió, que me dijo que si no iba yo, iba a ir él. Entonces fui, me acerqué y  me dijo “oh, gracias por acercarte, nunca nadie se acerca, jamás”. Le pasé mi disco y ella me respondió “Gracias, lo voy a escuchar”, o algo así. Ese fue mi acercamiento de fan/groupie.

La segunda vez, fue en este evento del coro que te contaba. Allí cantó con nosotras y Shirley Manson (vocalista de Garbage). Lo genial de estas experiencias y que se une con ‘Ruidosa’ de cierta manera, es que uno puede ver a personas que uno admira, tan diferentes entre ellas y haciendo sus carreras a su manera de manera tan auténtica. Eso es lo más refrescante e inspirador que hay. Que sean tan talentosas, generosas con sus talentos, es un recordatorio donde yo conecto con el querer hacer canciones.

¿Qué hizo que te convirtieras en una activista feminista? Porque una cosa es tener perspectiva de género en tus canciones y otra es hacer ‘Ruidosa’, una instancia concreta de trabajo feminista.

-Yo creo dos cosas: ‘Ruidosa’ nació como una inquietud concreta para crear una instancia de participación por y para mujeres. Era un sueño que tenía metido en la cabeza: un espacio donde se pudiera generar conciencia y visibilización de ciertas problemáticas de la industria, donde además aprendiéramos de los procesos creativos. Gran parte de mi inquietud como músico era cómo lo hacen los otros colegas. Yo quiero aprender de otra gente, quiero compartir experiencias y con la música como un envoltorio de cultura pop que fuera entretenido.

La decisión concreta de hacerlo fue porque ya tenía suficiente experiencia, y crecí, y me di cuenta que quería hacer algo con el espacio y los recursos que yo tenía, que además me hacía lógica en el mundo de la música, que es el que yo conozco.

¿Se volvía coherente con lo que estabas buscando como artista?

-A mi me hace total sentido. Cuando empecé a hacer partícipe a otra gente fue como, esta iniciativa es súper coherente y necesaria. Y fue ocurriendo de manera orgánica. De alguna manera, yo estaba con otras colegas en diferentes países de Latinoamérica y conversábamos de ciertos temas de manera arbitraria y casual, donde pensaba cómo no tenemos un espacio para abordar realmente estos temas de manera más frontal. Eran tan ricos esos 15 minutos que nos encontrábamos en una premiación y era bacán tener una oportunidad para compartir y encontrar el valor de aprender al ver a otras mujeres haciendo diferentes tipo de cosas. Eso me parecía importante explicitarlo, compartirlo y pasarle el micrófono a más mujeres demostrando que no hay una manera de ser mujer y de ser exitosa. Es enriquecedor y necesario aprender de diferentes perspectivas, historias y biografías.

Igual, no lo pensé tanto. No fue como que dije “voy a hacer esto porque es importante porque quiero ser una activista feminista”. Realmente fue mucho más espontáneo y compartí mi idea con otras tres personas que se sumaron. Así empecé a hacer un esquema y un plan de lo que quería hacer de la A-Z y empecé a buscar en el celular qué contactos de músicos tenía y empecé a llamarlas.

¿Así de estructurada?

No, no estructurada, pero si obsesiva. Con ‘Ruidosa’, después  armamos un equipo chiquitito con el que vimos todas las cosas. De alguna manera yo estaba obsesionada con cómo iba a ser esta experiencia, cuál era el objetivo, en qué espacio nos estábamos moviendo, que estábamos construyendo, cuáles eran los puntos ciegos y fortalecer y explicitar que era una experiencia en crecimiento y además, colaborativa.  Fue increíble ver cómo se hizo factible. La primera vez que lo hicimos fue una experiencia transformadora, tanto como partícipe y como espectadora.

Ahí dijimos que hay que replicarlo, hay que hacerlo a nivel latinoamericano, hay que estar ahí al servicio de otras artistas o profesionales creativas que lo quieran usar y hacer investigación paralelamente para poder decir que existen problemáticas que tienen que ver con participación, con valores de acceso, estereotipos, discriminación, abuso, comportamiento y ésta, que se puede pensar que es algo subjetivo, está respaldado en una investigación objetiva,

En ‘Somos Ruidosa’ han levantado algunos temas de investigación, como por ejemplo cómo ha evolucionado la brecha de género en los escenarios de América Latina. ¿El proyecto siempre se pensó de esa manera?

-Sí, de hecho, para el primer ‘Ruidosa’ busqué cifras de participación de mujeres en festivales y no las encontré.  Entonces había que generar las datas que comprobaran que nuestras experiencias no eran algo puramente testimonial.

Desde tu experiencia como artista, ¿cómo te has enfrentado al machismo en la industria?

-Yo creo que a lo largo del tiempo han pasado muchas cosas que tienen un bagaje machista y no me daba cuenta o no hacía nada. Diría que hay cosas tan sutiles como que se burlen de ti por lo que llevas puesto en una entrevista o que te digan “tú no eres rockera porque no estás vestida de equis manera”. Varias conversaciones sobre música se volvieron acerca de mi aspecto físico.

Comparaciones donde un productor podía decir ‘”tenemos una o dos mujeres, no queremos más porque se parecen mucho entre ellas”. Cosas que, generalmente, se vinculan con las personas que manejan las oportunidades.  Entonces sí, pasaban muchas cosas que me hacían sentir muy incómoda e inadecuada en la industria. Siempre estaba en juego la deseabilidad de la mujer; si soy rica, mina, o no.  Eso era un factor más allá de mi contenido como artista. 

Y sobre todas las cosas, la unidimensionalidad de la industria con las mujeres. Acá la lucha es decir hay tantas maneras de ser mujer como hay personas en el mundo, y es injusto que lo que lo válido, bien visto o premiado, sea solo “un tipo de mujer”.

¿Cuál ha sido tu forma de combatir esos temas?

-Obviamente, había cosas que tenían que ver con la madurez y el tiempo de ponerse uno en la posición de autoridad. De no hacer caso porque hay que hacer caso, porque culturalmente las mujeres estamos acostumbradas a ser postergadas al decir “debe saber más que yo, si alza más fuerte la voz”. Esta cosa de que hay que hacer caso y ser como buena, y esta lógica de “obviamente esa persona va a saber más porque yo no soy experta nunca”. Hay un ninguneo constante.

También se combate al hacer las cosas como uno quiere, nada más. Hay varios niveles de combate, uno es hacerlo explícito y conversar al respecto, como lo hacemos ahora. Otro es lo que hacemos en ‘Ruidosa’, donde se conversa con montones de mujeres que están iniciando su carrera que me piden ayuda con un contrato discográfico o me hablan de que hay músicos que las jotean. Es decir, se trata de visibilizar las problemáticas: Si te sientes incómoda, es posible no sentirse así y buscar los espacios que te hagan mejor.

EL FUTURO

“Tómame” y “Ya no se trata de ti” son singles súper diferentes y al mismo tiempo, súper valientes y atrevidos. ¿Esa será la tónica de tu  nuevo disco?

-Si los adjetivos son valientes y atrevidos, yo creo que sí. El material que está saliendo ahora es interesante. Cuando escribí “Tómame” ponte tú, lo hice medio en chiste, era una canción chistosa para mi. Coquetona y todo, pero no la pensé así cómo: voy a escribir una oda al sexo oral. Sí tenía claro que sería una canción más hablada que cantada, como susurrada y después, eventualmente, la dejé como single. Y respondiéndote, yo creo que sí, el grueso de las canciones trata sobre las distintas dimensiones de uno.

“Ya no se trata de ti”, apunta a otra cosa. Creo que el factor común es la sinceridad, espontaneidad y fuerza, eso de todas maneras está puesto en mis canciones. Todavía estoy armando el disco, no está 100% cerrado. Lo que los une tiene que ver con el viaje de conocerse y demostrarse en diferentes espacios.

Ya que lo mencionaste, ¿cuán dinámica ha sido la transformación de este nuevo trabajo?

-Componer y armar la estrategia para este disco, siendo independiente, es largo. Hay que dejar todo muy bien alineado y no apresurarlo porque sino es una lata estar, desde el lado artístico y de la gestión, sintiendo que  uno está urgido, apurado, haciendo las cosas mal.

Entonces me estoy tomando el tiempo para dejar todo muy bien planeado y disfrutar el proceso. Poder armar una obra que sea la mejor que puedo hacer en este momento. Dicho eso, el disco está bastante avanzado, es decir, hay mucho material escrito, escribo mucho en general para cada disco, intento hacer una selección acorde a un concepto. Además, sigo componiendo, mezclando algunas otras y preparando el siguiente sencillo.

También estoy pensando en cómo quiero que sea esta etapa musical, como este disco se va a relacionar con el show en vivo, con los videos y con el relato que tiene.

¿Cuáles son los temas que te llaman la atención hoy? 

-Va a sonar tan genérico y cliché pero, yo creo que es el vivir. Lo que quiero decir con eso son las impresiones, reflexiones y emociones de una mujer que vive una vida hoy. Entonces, los temas que me interesan y que siempre están vigentes, quiéranlo o no, son el quien uno es, la multidimensionalidad del amor, ya no solo en el “te amo”, “me gustas o “te deseo”, sino todo lo que significa crecer con alguien, ver cómo evolucionan las relaciones. También las relaciones en general y como las otras personas te definen a ti, qué sentido tiene la vida de uno, etcétera. También me interesa abordar mucho del mundo interior: la presión que uno siente de afuera; la culpa, justicia social, qué significa ser valiente y ser consecuente al camino de uno.

Otro tema que me interesa es la perspectiva de la mujer. Hacer música con perspectiva de género: celebrar, visibilizar y poner en una canción, ya sea de manera confesional o manera externa el tema feminista. También hay canciones que son más livianas, sin un mensaje reflexivo social evidente, que hablan de disfrutar y gozar.

¿Y la propuesta estética? Eso ha sido muy característico en tu performance, cada disco “luce” distinto.

-Es verdad eso. Creo que es netamente por mi búsqueda. Han pasado diez años de mi primer disco, si bien siempre he trabajado con la misma intensidad y compromiso, creo que la conciencia del proceso creativo ha ido cambiando y eso es súper interesante. También,  tomar en cuenta eso, de qué se trata en realidad. Cómo he crecido, cómo muestro lo que quiero mostrar. Este es mi oficio, mi trabajo. No me siento limitada por lo que hice al inicio de mi carrera, no puedo ni quiero escribir lo mismo que hice hace diez años, uno va avanzando y evolucionando.

¿En que ves esos cambios?

-Es difícil igual. Yo creo que hay cosas en las que uno siente diferencias evidentes porque uno crece y, evidentemente, hay una madurez, tranquilidad y seguridad distintas. Trabajando a los 20 años tenía una sensación de inseguridad mucho más grande; de sentirse inadecuada constantemente y de también sentirse insuficiente en todos los aspectos. Yo creo que eso fue gran parte de mi búsqueda artística y natural, el impulso a hablar desde ese lugar.

Esa inseguridad y miedo que describes,  ¿es algo que continúa en ti?

-Creo que sí, pero está más dominado, no acapara mi vida. También hay una mayor aceptación y conciencia de quien uno es, quizá uno se conoce mejor. A nivel artístico y profesional, ha habido un crecimiento heavy, como cualquier persona que ha trabajado una equis cantidad de tiempo en su oficio o labor. Entonces ha sido muy interesante cómo puede uno evolucionar o crecer del aspecto netamente artístico y creativo, o personal, pero también en las herramientas laborales que uno tiene en la comprensión de una industria, en el interés de esa industria. Ha sido una adquisición de conocimiento y entendimiento que no me doy cuenta cómo pasó. Uno opera de otra manera, antes había desafíos que eran más chicos y uno se sentía súper angustiado: primer show, el primer disco, habían cosas que te exigían un montón, que hoy en día ya no inciden tanto, se va moviendo la meta.

EL EGO

En varias entrevistas Mon Laferte ha contado cómo se fue topando con el clasismo a lo largo de su carrera. ¿Te ha tocado lo mismo quizá desde el otro lado, del privilegio?

-Creo que en Chile nos pasa a todos, independiente de la biografía. Importa mucho y eso es como medio colonial. Los perjuicios son tan fuertes, que en mi caso yo siempre me he mostrado como soy y tengo orgullo de dónde vengo. No sería nadie sin la familia que tengo: Mis papás han trabajado más que nadie, son científicos, son personas que me inspiraron, son creativos y me dieron las mejores oportunidades. Eso lo agradezco infinitamente, porque me permitió dedicarme a la música en la manera en que lo he hecho.

Tengo mucha conciencia, a los 20 años yo no tenía que estar rindiéndole a mi familia, ni manteniéndome a nadie más que a mí misma. Sé que es un lujo poder dedicarme a mi búsqueda, por eso siempre he sido muy consciente, agradecida y explícita.

Los prejuicios, según yo, me pasaban por ser mujer y por ser chica. Por ejemplo, me decían “no será que tú eres un producto y no de verdad”. Existía la amenaza de que lo que yo estaba haciendo no era música de verdad, porque no era tradicional como el Rock and Roll.

Vicente Sanfuentes, en una entrevista en revista Capital, decía que “Llegas a Los Angeles y eres uno de los malos entre los mismos que están intentando ser buenos. Entonces, te das cuenta que tu ego es una construcción propia que no tiene fondo en el banco de la realidad”. Eso me hizo pensar, ¿cómo te llevas con tu ego en un medio donde la competencia es tan grande?

 -Por una parte no sé si yo tengo la idea de que soy tan bacán. Agacho el moño y trabajo hasta que realmente siento que puedo levantarlo y decir que “estoy lista”.Nunca me he sentido claramente músico, yo tenía dos discos y no me consideraba músico, y me excusaba en que era una casualidad, que no era tan buena. Esa era una batalla constante.

¿Síndrome del impostor?

-¡Todo el rato! Y es que lo que dice Vicente es muy asertivo. Lo que uno se da cuenta y pone en perspectiva, es cuánto le falta a uno realmente para ser “bueno”, cuantas herramientas he adquirido para hacer este oficio. Uno se da cuenta de lo lejos que pueden estar ciertas cosas. Te prometo que llegué a L.A. con la chilenidad encima. Decía como “no es que Chile es chaquetero”,” Toqué en un bar y me dijeron esto”, “Que el Rock acá y que el Rock allá” y llegué con toda esta mirada en donde me achicaba constantemente. Jamás soñando en grande. Hay una cita en un documental de Quincy Jones que dice “cómo va a existir el ego si las metas se van cambiando”. Y eso es muy cierto también, porque cuando llegué a L.A., obviamente se activó la envidia, frustración, la auto vergüenza, la autocrítica y se encienden todas esas alarmas. Pero igual, no ando por la vida así como “oh, mi ego”, solamente fluye.

Lo preguntaba porque, al ser de los artistas de primera línea en Chile, quizá al llegar allá, no es lo mismo. 

-Es que no me pasa, porque nunca fue nada que estaba buscando ni me esperé. No y me parece lógico que haya que partir de cero. No he hecho mi carrera allá, por lo que no me esperaría otra cosa. Además, yo lo miro de la perspectiva del trabajo, acá ya he hecho una carrera de diez años, ya he estado tocando por todo el país, haciendo música, colaboraciones y picando piedras de Arica a Punta Arenas diez años. Y en Estados Unidos, yo llegué, husmeé y fue así como “Oh, esto es ser productor, esto es tener un gran estudio gran, esto es un sello, un manager” Así, prendiendo desde la base.  Además aprendí que no hay solo una forma de hacer una carrera, hay distintos caminos. Y ese un epicentro. Hay gente de todo el mundo haciendo sus carreras: desde los más súper mega exitosos hasta gente que hace un show de títeres en la calle.  

CONTINGENCIA

¿De qué forma temas como el de Camilo Catrillanca te afectan como ciudadana y artista?

-Lo de Catrillanca obviamente me enoja, es una vergüenza y un horror. Obviamente tengo una postura frente a esos temas. Algunas son muy verbales y activas, otras no tanto. Pero sí, me considero alguien totalmente humanista. En lo que respecta al caso Catrillanca, no logro entender cómo sigue funcionando el mundo después de eso.

¿Esos temas se transforman en algo artístico? ¿Cruzan hacia tu música?

-Si, cruzan y siempre han cruzado. La cosa son las canciones menos conocidas, yo pienso en “Crónica” de mi segundo disco “Buen Soldado”, una canción que es acerca de la pobreza y injusticia social.

Entran todo el rato. Llega a un punto en que se vuelve verbal al respecto, y hoy en día uno debe ser selectivo de las cosas que le importan, porque si no, uno es inoperante. Si no todo lo demás suena frívolo e innecesario, trayéndolo constantemente a la realidad. Uno vive constantemente en esa disonancia, sabiendo que pasan cosas así. Por eso es interesante cómo uno lo incorpora, cómo lo promociona como artista, como está vigente o no en ciertos temas.

¿Eres de los artistas que creen que los músicos deben tener un discurso político explícita?

-Yo creo que no, cada uno puede hacer lo que quiere. No hay ninguna obligación en nada, ni artista ni ciudadano. Mi carrera no es generar políticas públicas, pero si me siento  vinculada con la sociedad, me afecta e interesa ser partícipe. Pero no significa, que no pueda hacer una canción que no tenga una explícita postura de una manera.

Por ejemplo, pienso en canciones como “Catedral”, que es una evidente crítica a la doctrina católica y me acuerdo que cuando vino el Papa me preguntaron “¿Y vas a hacer algo porque viene a Chile?” Y yo así como “¿no has visto mis canciones?”. No entiendo qué tengo que hacer para mostrarte que no. Hay una crítica explícita, pero no creo que sea obligatorio. Si existe, buenísimo.

Pero tú eres de las que manifiesta su posición

-Mi posición es que todos hagan lo que quieran. Si me siento aludida y me siento llamada a participar como ciudadana, mujer y artista, voy a manifestarla. Básicamente porque siento un vínculo con mi alrededor y gran parte de la música que quiero hacer es discursiva, tiene sentido y conexión con la realidad.

Por otra parte me fascina el tema de las canciones y productos culturales como un vehículo de transformación para contar historias. El factor de contar historias como el cine, música y libros es de las herramientas más increíbles y me fascina y me obsesiona la habilidad humana para  creer las historias, así como la religión, o el Estado. El jugar a ser personaje y activar a través de eso, es una oportunidad que a mí me interesa seguir explotando.

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