Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Deportes

15 de Febrero de 2019

Columna de Patricio Hidalgo: Como siempre, más que nunca

Venimos de dos meses de amistosos, chequeos médicos, pretemporadas en doble turno, adaptaciones al grupo, puestas a punto, minucias contractuales, cualquier cosa menos los puntos en juego. Los planteles se van nutriendo de talentosos en veda, jóvenes que nunca crecieron, brasileños con trenzas, argentinos cancheros, paraguayos de mirada esquiva, uruguayos cebadores de mate, algún centroamericano de pergaminos incomprobables, veteranos pidiendo su penúltima oportunidad.

Patricio Hidalgo
Patricio Hidalgo
Por

Si Julio Martínez estuviese vivo, este fin de semana habría abierto el noticiero diciendo, como cada año a estas alturas: “Y ahora, a lo nuestro”. Habría demorado las sílabas mientras buscaba sus anteojos, dando cuenta de la serena conformidad que nos otorga el año nuevo deportivo, que suele suceder por días al chino y que también abre la incógnita del animal que se apropiará de la temporada: ¿Será el año del chuncho? ¿Ascenderán los zorros del desierto? ¿Los pumas de Antofagasta pintan para revelación? ¿Serán figuras los apodados “Mono”, “Pollo”, “Gato” o “Pájaro”? Imposible saberlo. Apenas especulamos, con más voluntad que datos, que no queremos equipos ratones.

Venimos de dos meses de amistosos, chequeos médicos, pretemporadas en doble turno, adaptaciones al grupo, puestas a punto, minucias contractuales, cualquier cosa menos los puntos en juego. Los planteles se van nutriendo de talentosos en veda, jóvenes que nunca crecieron, brasileños con trenzas, argentinos cancheros, paraguayos de mirada esquiva, uruguayos cebadores de mate, algún centroamericano de pergaminos incomprobables, veteranos pidiendo su penúltima oportunidad. No queremos ilusionarnos, pero la ansiedad de tantos domingos sin fútbol nos termina ganando. Por una sola vez en todo el año, cada equipo tiene las mismas posibilidades de ser campeón. El hincha asistirá, en algunos casos, a una verdadera cita a ciegas. Emblemático es el caso de Coquimbo Unido: 16 nuevos jugadores, desde Mauricio Pinilla hasta un muchacho llegado desde Lituania. Un poco más al norte, en Iquique, anotamos 13 futbolistas, entre ellos un tal Kouffati, que viene desde China. En La Calera, 15 muchachos llegaron a “aportar su granito de arena”. Uno de ellos jugó en un equipo llamado Brommapojkama, apenas más fácil de pronunciar que el Tulsa Roughnecks FC, desde donde llega quien promete ponerle un candado al arco de Palestino, y que seguramente ya ha declarado haberse encontrado a su llegada a La Cisterna con “un grupo bárbaro”, que está “más unido que nunca”. En total son más de 80 extranjeros o repatriados (atento, Ubilla) que llegan a nuestra primera división afirmando que “esto no es un retroceso”, y que “cuando me hablaron de Chile no lo dudé ni un segundo”. Sobre la mayoría de ellos no tendremos mayores noticias durante el año, y en unos pocos meses más se irán a otra latitud convencidos de que “ahora sí que se nos darán las cosas”.

Con todo, muchas veces la retina del hincha se ensaña con ellos, y pasan a ocupar un lugar en nuestra memoria colectiva. Clásico es el refuerzo inolvidable por lo malo. Cada club tiene su emblema, Caruchas y Pícaros que nos han hecho preguntarnos por la profesión de representante y su relación con la magia. No hace mucho, en la U hubo uno al que los propios compañeros molestaban por lo discreto. Se llama Hugo Notario, pero en la interna le decían Cristiano Notario. Otras veces es sencillamente un apellido que nos gusta recordar, porque nos hace reír hasta en los semáforos. Juan Pajuelo, Walter Pajón, Juan Pichulmán y Walter Pico entre ellos, que por cierto tienen sus parientes en el fútbol europeo, siendo Ludoslav Penev y Simone Vergassola los principales. A veces se mezclan ambas cosas, mal desempeño y apellido chistoso: Este año llegó a San Luis, en su segundo intento en Chile (el 2014 estuvo en Unión Española) el ariete Ramón Lentini, destacable precisamente por su falta de velocidad en la cancha. 88 kilos en un metro 82 que se fueron de Santa Laura con un score imposible de superar: cero gol.

Ocurre sin embargo que unos pocos, siempre insuficientes, sí serán figura. Muchas veces son de los que menos se habla. Famoso es el caso de Edward Bello, un venezolano igual a Freddy Turbina que terminó pidiendo matrimonio en plena celebración de un gol. Cuando llegó a Chile, hace doce meses, ningún periodista lo esperaba en el aeropuerto. Hoy se dice que maneja ofertas de Europa y que este podría ser el año de su consagración. Se trata de una senda infinita, con antecedentes ilustres como Marcelo Barticciotto, que fue recomendado a un dirigente chileno por un taxista en Mendoza y terminó siendo campeón de América y Emiliano Vecchio, que llegó a Unión Española con un físico más parecido a un presidente de directorio de empresa de combustible que a un futbolista profesional, pero bajó rápidamente de peso, se transformó en figura y fue vendido a Colo- Colo. Se trata de pegarle el palo al gato, de comprar barato y vender caro, de achuntarle.

Mañana viernes, en La Calera, cementeros y tricolores le darán vida al año 103 de nuestro fútbol, 2697 en el calendario chino. Volveremos a lo nuestro: maní, charqui, árbitros saqueros, poca gente en las tribunas. Comprobaremos que no ha sido reparado ningún lavatorio de ningún baño de las decenas de estadios que nos cobijan. Las camisetas tendrán más y más publicidad, desbordándose en los shorts y las calcetas. Cada foul será una oportunidad para la simulación, la pausa y el alegato destemplado. Será todo igual o un poco peor pero no nos importa, porque estaremos volviendo a lo nuestro. Y así es como nos gusta.

Notas relacionadas