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Mundo

26 de Febrero de 2019

¿Muevan las industrias?: La reconocida ciudad de Sudamérica que se resiste a ser un nuevo Detroit

A pesar del recién anunciado cierre de la fábrica de Ford en la región metropolitana de Sao Paulo, el cinturón industrial lleva más de una década reinventándose y sigue concentrando entre el 25 y el 30 % de la producción nacional de automóviles, una joya para la economía brasileña. Con una producción superior a la […]

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A pesar del recién anunciado cierre de la fábrica de Ford en la región metropolitana de Sao Paulo, el cinturón industrial lleva más de una década reinventándose y sigue concentrando entre el 25 y el 30 % de la producción nacional de automóviles, una joya para la economía brasileña.

Con una producción superior a la de toda Argentina, la región conocida como el “gran ABC Paulista” vivió sus años dorados en los setenta, cuando se hizo famosa por ser la cuna del movimiento sindical, liderado por el ahora expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, y desde entonces, ha sobrevivido con éxito al fenómeno de la deslocalización.

Según aclara en una entrevista con Efe el presidente del Sindicato de Metalúrgicos del ABC, Wagner Santana, hace dos décadas que “se viene hablando de la nueva Detroit” y, sin embargo, el destino de la capital del motor estadounidense, que lleva en caída libre desde la década de 1990, no acaba de reproducirse en el caso brasileño.

El pasado martes, la fábrica de Ford -una de las cinco que conforman el cinturón industrial junto a Scania, Volkswagen, Mercedes y Toyota- anunció que cerraría su fábrica en Sao Bernardo do Campo, uno de los siete municipios de la zona, como parte de una decisión que dejará sin empleo a, por lo menos, 4.500 personas a partir de noviembre.

Tal y como especificó la compañía durante el anuncio, el cierre se debe a una decisión estratégica, ya que la empresa dejará de producir y vender camionetas en Suramérica y la fábrica en cuestión sólo se dedica a estos productos y un modelo de turismo, el Ford Fiesta.

No obstante, para el presidente del sindicato, este cierre no es una tendencia en la región: “Somos una base que todavía tiene 70.000 trabajadores metalúrgicos”, justifica Santana, quien añade que el tejido industrial concentra entre el 25 y el 30 % de la producción nacional brasileña de automóviles, el 50 % de camiones y el 90 % de los autobuses.

El complejo nació durante los años sesenta con la llegada de grandes empresas internacionales del sector automovilístico, en una época, explica Santana, en la que no existía más concurrencia en el mercado automovilístico brasileño, por lo que las ganancias eran “astronómicas”.

En aquella época, la fábrica no podía permitirse el lujo de parar su producción ni un solo día, lo que fortaleció a los sindicatos e hizo de la región la cuna de la lucha obrera, con el entonces tornero mecánico Lula da Silva al frente de las movilizaciones.

Las históricas conquistas por derechos laborales, junto a la antigüedad en plantilla de la mayoría de los trabajadores, convierten a Sao Bernardo do Campo en la ciudad con los mejores salarios del sector, con una media de 6.300 reales (unos 1.680 dólares) para un montador.

En los años noventa, junto a la guerra fiscal llegó la deslocalización, fruto de los incentivos que diferentes regiones de Sao Paulo y otros estados ofrecían para atraer a las empresas y, a día de hoy, esta sigue siendo la principal amenaza de la región metropolitana, según Santana.

En medio del escenario desafiante, el polo industrial lleva años tratando de reinventarse para seguir en pie a través de la producción especializada de piezas de automóviles y explorando nuevos nichos de mercado: “Aquí ya hay fábricas que producen radares o equipamiento para la prospección de petróleo”, explica.

En este escenario de constantes desafíos, el anuncio de Ford ha sido recibido como un fuerte varapalo, pero desde el sindicato aún esperan revertir la decisión.

Aunque no se declaran “oficialmente” en huelga, los trabajadores no han vuelto a la fábrica desde que recibieron la noticia el pasado martes y lo harán por primera vez mañana para asistir a una reunión en la que decidirán sus próximos pasos.

A los 2.800 trabajadores de Ford cabe sumar otros 1.700 tercerizados (como personal de limpieza o mantenimiento) y el sindicato calcula que el cierre de la fábrica podría perjudicar a un total de 27.000 personas, teniendo en cuenta la cadena productiva que llega hasta los pequeños comercios ubicados alrededor de la fábrica y que se sustentan en ella.

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