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Opinión

27 de Mayo de 2019

Magdalena Pérez y un proyecto inédito: Piensa en grandes

Ha hecho voluntariado en Adopta un Hermano y en la Cruz Roja, es ingeniero y veterinaria, y ahora está a punto de debutar en un proyecto que busca solucionar la soledad de los mayores de 70 años, dentro de su ambiente de siempre. Magdalena liderará el primer emprendimiento social beneficiado por el fondo de innovación Piensa en grandes.

Ximena Torres Cautivo
Ximena Torres Cautivo
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¡SíSenior! fue el resultado de la primera vez que la ingeniera en bioprocesos y veterinaria Magdalena Pérez (35) pensó en grandes. Entendiendo “grandes”, como lo usan los argentinos, como sinónimo de gente mayor, de adultos mayores, de miembros de la tercera edad. Allende los Andes no dicen “viejos”, dicen “grandes”, lo que resulta harto más inclusivo y estimulante para la tercera y cuarta edad.

¡SíSenior!, idea que desarrolló en conjunto con su papá y un hermano, se convirtió en el portal de empleos para mayores de 60 años más grande de Chile, y logró conectar a personas que ya estaban jubiladas con el mundo del trabajo. Aunque la empresa finalmente se acabó, da cuenta de su temprano interés por el bienestar de los mayores. Cuenta que su primera conexión con el tema se produjo cuando tenía 19 y su abuelo, entonces de 94, fue ingresado en una residencia que por esos años era la más top del mercado.

“Mi abuelo era un hombre activo, que había trabajado hasta los 89, pero estaba solo en su departamento y llamaba a Help una vez a la semana. Pensando que era la mejor solución para él, la familia lo instaló en ese hogar, pero su deterioro fue increíblemente rápido. Algunos familiares y amigos dejaron de ir a verlo, empezó a aislarse. En teoría, debería haber estado mucho mejor, pero envejeció en dos años lo que no había pasado en diez. Murió a los 96. Creo que hay una enorme desinformación sobre lo crucial que es mantener a nuestros adultos mayores en sus ambientes de siempre, en sus familias, en sus casas. Esto no sólo es clave en lo afectivo y en lo sicológico, sino también en lo económico. No se trata de llegar y delegar el cuidado de alguien como mi abuelo, por muy buena que sea la calidad de la atención. Es crucial demorar lo más posible esa opción y, ojalá, no recurrir a ella nunca”.

Magdalena, que tiene una biografía marcada por la inquietud social, ahora definitivamente piensa en grandes, porque desde hace un mes es la emprendedora líder del primer proyecto piloto beneficiario de un fondo de innovación social concursable que se llama precisamente Piensa en Grandes, y que impulsará programas de alto impacto para la calidad de vida de los adultos mayores. El fondo, que es financiado por AFP Habitat y cuenta con el Hogar de Cristo como socio técnico, será presentado este 29 de mayo en el Centro Cultural de Providencia, comuna con un alto porcentaje de adultos mayores, muchos de los cuales viven solos.

-¿En qué consiste el piloto que liderarás y que ganó el primer fondo de Piensa en Grandes?

-Una necesidad de estos tiempos y que va creciendo año a año es la de acompañamiento para los adultos mayores. Hoy no hay quién los atienda. Las familias se achican, las mujeres trabajamos, las ciudades son grandes y los tiempos de desplazamiento cada vez más largos, todo esto redunda en que hay poco tiempo para acompañar a los mayores. Nuestro proyecto ofrece acompañamiento y contención: será un servicio por horas de compañía estimulante para personas de más de 70 años, autovalentes, que viven solas y cuyos hijos o familiares cercanos están dispuestos a pagar.

 

Es compañía para pasear por el barrio, ir al médico, salir a hacerse exámenes o trámites, comprar medicamentos, ropa o lo que requieran, jugar ajedrez o simplemente conversar. “Son muchos los hijos que sienten que sus padres están muy solos y ellos no tienen cómo estar más presentes. La idea original es que los acompañantes sean jóvenes universitarios de carreras afines -medicina, enfermería, sicología, trabajo social, sociología- que necesiten ingresos con un trabajo part time, pero también estamos evaluando que puedan ser adultos, donde quizás se pueda encontrar mayor afinidad”.

-¿No hay preferencia por uno u otro tipo de cuidador?

-No, ambos tienen ventajas. Las relaciones intergeneracionales están llenas de valores y los mayores pueden sentirse transmitiendo su experiencia de vida a los jóvenes, lo que es un tremendo patrimonio, un regalo además para quien los cuida. Pero los adultos, al estar más cerca histórica y culturalmente, pueden lograr más afinidad y mayor comprensión. La conclusión es que para ser cuidador, más que la pertenencia a un segmento etario, se requiere de una sensibilidad, de un perfil especial. Hay que ser un buen interlocutor, saber escuchar, ser entretenido, atento al otro, tener cierto nivel de cultura general. Por eso, si tiene 60 o 20 años, no es lo más relevante y, en ambos casos, humanamente, el cuidador obtiene una ganancia social, además de la remuneración por el trabajo.

Aunque aún no está afinada ciento por ciento, la tarifa se estima que tendrá un costo de unos 14 mil pesos la hora, lo que da cuenta de que es un servicio para un pequeño segmento de esta población, los que pueden pagar.

NO A LA INSTITUCIONALIZACIÓN

De acuerdo al estudio de mercado hecho previamente, habría unas 14 mil personas en las regiones Metropolitana y de Valparaíso, que podrían acceder a este servicio. Son en un más del 70% mujeres mayores de 70 años, autovalentes, que viven solas y cuyos hijos o familiares sienten que están al debe en materia de acompañamiento y estarían dispuestos a solventar el servicio de compañía.

-¿Qué tiene que ver el Hogar de Cristo con un proyecto que sale de su ámbito de trabajo central: atender a los más pobres entre los pobres?

La pregunta la responde el director ejecutivo del Hogar de Cristo, Juan Cristóbal Romero, quien conoce el proyecto desde que se empezó a gestar, hace más de dos años. Dice:

-Lo que nos hace participar de esta alianza es desarrollar emprendimientos innovadores, lo que se está convirtiendo en una estrategia del Hogar de Cristo. Es lo que hemos hecho con la Funeraria Hogar de Cristo, que funciona como empresa B, buscando dar soluciones concretas a problemas sociales, con altos estándares técnicos, ambientales y de transparencia, considerando no sólo intereses financieros, sino también objetivos de largo plazo, que beneficien a empleados, proveedores y clientes, y, sobre todo, a la comunidad. Si este proyecto de acompañamiento prospera, las utilidades que genere irán todas a financiar nuestros programas orientados a los adultos mayores más pobres y vulnerables del país, que es nuestra población objetivo como fundación.

Magdalena Pérez agrega: “Estamos motivados a pensar en grande por los más grandes de nuestro país, nuestros adultos mayores, grupo cada vez más longevo y más numeroso, que requiere de nosotros. Y, dentro del cual, en dos pestañeos más, porque así de rápido pasa la vida, estaremos incluidos. Hay que pensar en cuál es el Chile en el que uno mismo va a ser viejo y situarnos en él. La necesidad de compañía va en aumento y la mano de obra escasea, por eso este programa de acompañamiento tiene tanto sentido.

-¿Cómo “venderías” las ventajas del servicio que estás por poner en marcha?

-Hasta hace pocos años había sólo un par de empresas orientadas al acompañamiento de los adultos mayores autovalentes que podían pagar estos servicios, hoy son varias, con distintos niveles de especialización; muchas de ellas, residencias con características de hotel-clínica. Nosotros, de alguna manera, somos una alternativa a esa opción, porque estamos convencidos de que hay que retardar lo más que se pueda la institucionalización de los ancianos. Está ultra demostrado que los adultos mayores que son sacados de su ambiente de siempre, se deterioran más rápido. Además se desintegra la familia, se pierde la sabiduría que ellos aportan y ciertamente aumentan los costos. Nosotros apuntamos a prolongar al máximo la estancia de los mayores en su ambiente, aportando compañía. Sabemos que la soledad de los padres mayores afecta a sus hijos, que a veces, por desconocimiento y con la mejor voluntad, se deciden por una opción que puede ser más perjudicial y muy onerosa. Para ayudar a ese grupo, estamos nosotros.

Hasta hace poco, Magdalena trabajaba en una empresa agrícola multinacional y dedicaba su tiempo libre al voluntariado. Desde hacía tres años, era subdirectora nacional de las voluntarias de la Cruz Roja, donde además ha hecho clases de alimentación saludable para los donantes de sangre, ha sido instructora de primeros auxilios y de bio seguridad. Además tiene experiencia en el trabajo con inmigranes, ya que participó del programa Adopta a un hermano. Cuando dejó la multinacional agrícola, entró al diplomado de emprendimiento social de la Universidad Católica. Por eso, cuando a través de Linkedin supo que Hogar de Cristo buscaba a alguien para trabajar directamente en un emprendimiento por el bienestar de los adultos mayores, no dudó en postular.

Ahora ella misma está dedicada gratuitamente al acompañamiento de personas grandes que podrían llegar a ser sus clientes. “No había trabajado directamente en el tema de la tercera edad, pero lo sucedido con mi abuelo me marcó y estoy completamente convencida de la necesidad de nuestro servicio”.

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