Entrevista a la directora de Ceniza Negra, Sofía Quiroz, en Cannes: Trabajar con actores naturales se vuelve como una visión de vida

Cuéntame como llegaste a esta historia? La escribiste tu y la dirigiste, ¿Cómo surge la historia?

Yo empecé a escribir un poco hace 5 años, una historia, quería hablar sobre cómo una niña pequeña que está entre la transición de la niñez y la adultez se enfrenta a la muerte. De alguna manera yo venía, por experiencia personales, viviendo y viendo como los niños se acercaban a muertos, se enfrentaban a la muerte de una manera tan natural, tan orgánica, a través del juego, de un lugar mucho más sanador y no tan desde la tristeza o la victimización o el dolor. Entonces quería contar una historia donde esta niña atravesara dos duelos, o duelos que, a pesar de que le doliera ella los atravesaba con cierta fortaleza, por esa decisión de contar la muerte de los ojos de alguien que está en esa edad, que entiende la muerte como una especie de transformación y no tanto como algo tan doloroso y tan desgarrador. A partir de ahí empecé a escribir, y empezaron a entrar otros elementos, como la cenizas, las sombras, las serpientes. Empecé a desarrollar la historia en el Limón, en el caribe de Costa Rica, ya involucrando todos los elementos de la naturaleza, trabajando la naturaleza como un personaje más también en la historia, el mar por ejemplo es super importante. Contando eso, la historia del duelo de esta niña, cómo se queda sola al final, rodeada de todos estos elementos naturales.

Le pregunté a Maschleen cómo había llegado a la película y dijo que había estado en “Selva”, tu corto anterior, que la habían descubierto en la verdulería.

Nosotros estábamos, como te dije, hace 5 años estábamos escribiendo el guion y en el medio del proceso, salió un corto, salió el cortometraje “Selva” para yo quería tener la experiencia de filmar en Costa Rica, porque siempre había firmado en Argentina o en Chile. Quería trabajar con actores naturales adolescentes para ver cómo se sentía. Llegamos a Tortuguero que es un pueblo en el norte de Costa Rica, en el Limón, y ahí estaba como Francisca, mi directora de fotografía, que es chilena, y que ha trabajado conmigo, siempre hemos trabajado juntas, y llegamos a la verdulería a comprar bananas. Me dijo: Ahí está Selva! y la vimos y bueno, le pregunté dónde estudiaba y hicimos un casting, y así fue como de alguna manera llegó a nosotros y nosotros a ella. Hicimos un casting después de 600 niñas pero después decidimos volver a la primera opciones, que era Macshleen

Increíble su actuación, súper expresiva, y llena la pantalla, muy linda y carismática.

La verdad que no la suelta nunca. Siempre está dando la talla.

Tiene todos los rangos, pasa por todo, le pregunté sobre la escena del llano y dijo que no le había costado tanto. Dijo que le costó más lo de las serpientes. ¿Cuál fue el mayor desafío para ti durante el rodaje?

Varios pero el mayor creo que fue encontrar al resto de los actores porque son actores naturales, y bueno el otro protagonista, el adulto mayor, entonces eso fue un gran gran reto porque hicimos muchos castings. No encontrábamos a nadie hasta que finalmente después de hacer varios casting a adultos mayores, decidimos ir a un hogar de ancianos, y lo encontramos ahí al señor. El vive en un hogar de ancianos en Ceneguita, en el Limón. Lo vimos ahí jugando ajedrez, estaba pintando, como si fuera un niño de 5 años. Ni bien lo vimos, yo estaba con Florencia, que es la directora de a casting y continuista, y lo vimos y fue como con Maschleen y fue como amor a primera vista, fue como haber escrito un personaje para alguien que existía sin saberlo, alguien que existía en carne y hueso. Ese fue un proceso muy duro porque tuvimos que hacer toda esta, ese transito para poder sacarlo del hogar de ancianos, que entendiera lo que es una película, poco a poco ensayar. El al principio se sentía muy cansado entonces tuvimos que primero hacer ensayos de 5 minutos, media hora, dos horas hasta que el día entero, poco a poco casi que cuenta gotas irlo introduciendo a él en la dinámica del rodaje. Para nosotros fue en algún punto no sé si duro o difícil pero de mucha responsabilidad el rodaje, porque yo estaba junto con Mariana, la productora a cargo de una nina de 13 años y de un adulto adulto mayor de 83 años. Ambos estaban sin familia, Maschleen vino sola al rodaje. Así que de alguna manera nosotros teníamos que hacer una película sino que también hacernos cargo de cuidar, contenerlos, que no se sintieran solo, que se sintieran acompañados.

Debe ser bien complejo trabajar con no actores. ¿Siempre fue la idea cierto?

Si. La idea fue siempre trabajar con actores naturales. Yo siempre he trabajado con actores naturales. Nunca con actores reales, reales no, actores profesionales. Me gusta mucho, siento que hay como una naturalidad, y también como que el trabajo se vuelve, no sólo un trabajo sino como una visión de vida un poco. Hacer la peli para actores naturales implica un cambio de vida tan fuerte que el compromiso y la entrega es maravillosa, y a la vez ellos, por lo menos en mi experiencia, aportan algo muy espontáneo al rodaje. En el caso de Maschleen y Humberto, fue eso, mucha espontaneidad, no tener conciencia realmente sobre qué estaban haciendo. Yo nunca les conté de la historia de la película, nunca les conté mucho del personaje, era como todo en el día a día, bueno vas a hacer esto, yo les explicaba un poco, ellos proponían, jugaban y grabábamos, pero sin esta lógica de la curva de tu personaje, entonces la historia, y venimos de esta escena y vamos a la otra, no, era muy sencillo, muy práctico, cotidiano, esto así, y lo hacíamos. Eso me gustó porque ellos no racionalizan el proceso sino que el asunto es más grande de alguna manera, sin menospreciar el trabajo de los actores profesionales que es maravilloso. Pero para esta película en específico con con un rango tan amplio de edad.

Esta película como que bordea el documental

Hay muchas cosas documentales, por ejemplo lo del mar, el sueño del mar fue porque, es una historia muy bonita, en un momento en el rodaje el se fue, se escapó y se metió al mar como un chiquito y yo le dije ¿que te pasa? Es que soné que era la ultima vez que venía al mar y me tuve que meter. Viste que eso está en la película. Lo que hicimos fue que ficcionalizamos a partir de lo que el nos contaba. Eso pasaba mucho. De repente a él le gustaba el zorro, veía todo el tiempo al zorro, entonces era medio documental esa escena del zorro. Cuando del habla de la muerte, esa pregunta surge espontánea ahí en la película. No es un guión que él se aprendió, es su visión de la muerte. Cuando dice al final, el morir es un eterno dormir, un dormir profundo, un no despertar nunca. Eso es como el plotline de la plotiline, como el logline de la peli, y es algo que surge de él de manera documental casi en el rodaje. Como que sus experiencias las plasmaron ahí. Jugamos mucho, bailamos mucho, todo el tiempo nos divertimos mucho, tratando de que fuera menos rígido, más espontáneo y flexible.

Que expectativas tienes con Cannes, con presentar tu película en la Semana de la Crítica

Trato de no tener expectativas, porque ya está sucediendo ahora, como que la expectativa ya está sucediendo, por lo que trato de no compensar demasiado. Estamos muy felices porque es la primera película coproducción Argentina, Costa Rica, Chile, Francia y es la primera película largometraje costarricense que queda en Cannes, en la historia, entonces de alguna manera ya estar acá y presentar, además que sea una película tan independiente, hecha con amigos, tan íntima, con un equipo casi completamente femenino hace que no sólo sea la primera película sino que tupo de película es, abre mucho camino. Felices de estar participando por el premio de la Cámara de oro, muy contentos, pero tranquila, sabiendo que ya estar acá con todo el equipo, con la actriz presente, el día de ayer fue muy emocionante.

Este artículo fue publicado originalmente en Culturizarte, un blog chileno especializado en cultura. Si quieres ver contenidos culturales, visita www.culturizarte.cl.

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