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Deportes

5 de Septiembre de 2019

Andrés Campos: “Cuando llegué al Centro de Alto Rendimiento me decían Cisarro”

Emilia Rothen

Es el único boxeador del circuito que tiene barrabrava. Cada vez que entra al ring, es recibido por el estruendo de un bombo y una galería que se llena de lienzos albos, donde lo reconocen como uno de los suyos. Son todos de Lo Barnechea, quienes vieron crecer a este peso mosca hasta los 161 centímetros que mide actualmente. En sólo un año como profesional, marcha invicto y se convirtió en el campeón chileno más joven de toda la escena. En conversación con el podcast “Quiebre de Camarín” de The Clinic, Andrés Campos habla de su infancia, la pobreza, la Garra Blanca, el consumo de drogas y el suicidio de su padre. También pide que le cambien el apodo, porque lo estigmatiza.

Por

Han pasado apenas ocho años desde que Andrés Campos (22) tuvo que abandonar su hogar. Pasaron de vivir con su madre en el campamento Las Lomas de Lo Barnechea a la casa de su abuela en Cerro 18. Hace algunos días ha vuelto a cambiar de residencia. Cruzó el océano Pacífico rumbo a Australia con el título chileno bajo el brazo, tras arrebatárselo al quellonino Ramón Velásquez en una maciza victoria. El chilote, conocido por su dureza y con fama de innoqueable, no quiso salir de su esquina al sexto round y declaró su rendición. 

Esa noche en el Club México de Santiago, el ring fue invadido por una turba de personas, incluidos niños y adultos mayores, quienes lo abrazaban y querían sacarse una foto con el campeón. Encima de ellos se alzaba un lienzo con el rostro de Campos, el escudo de Colo Colo y la leyenda “Orgullo del barrio”.

Fuente: Instagram Tony Tolj.

– ¿Cómo era el niño Andrés Campos?

Yo generalmente me portaba mal (se ríe). Antes de meterme al boxeo era muy peleador. Peleaba en la calle, peleaba en el colegio. De hecho, me echaron de cinco colegios. También en el barrio estaba metido en la droga.

– ¿Tú consumías?

Sí. Bueno, para mí era algo normal, que se daba con facilidad. De hecho, hasta el día de hoy se puede dar con facilidad. Pero decidí cambiar. El boxeo me educó. Pude estudiar gratis y terminé mi carrera. Cuando llegué al Centro de Alto Rendimiento (CAR) me decían “Cisarro”. Pero después aprendí a hablar mejor, me di cuenta que en este mundo no podía ser como era. Son cosas que fui aprendiendo en el camino. 

– La disciplina es algo importante…

Claro, hay que ser muy disciplinado con la alimentación, las horas de sueño, un conjunto de cosas que requiere este deporte. Porque sino no se pueden lograr las metas que uno se fija.

– ¿Cómo caíste en la droga?

Generalmente, los niños caen fácil. Es cosa de ver a los demás y querer probar. Se daba con facilidad. En todos los barrios es fácil de conseguir. 

– Y decías que el boxeo te sacó de ahí, ¿cómo fue eso? 

Yo conocí el boxeo por medio de unos amigos en Lo Barnechea. En ese tiempo, a mí me formó Carlos Celedón en un gimnasio donde entrenaban tres veces a la semana. Además, siempre me voy a acordar que un día estaba viendo tele y estaban dando una pelea de boxeo. No me acuerdo qué canal fue, pero era Óscar de la Hoya. Me llamó mucho la atención. Me gustó y quise ir a probar. Tenía 14 años más o menos.

– Eras juvenil en ese tiempo…

Sí, poh. Yo era súper motivado, siempre me gustó harto entrenar. Llegaba una hora antes. Salía a correr 40 minutos, saltaba 40 minutos la cuerda y cuando ya estaba entrenando en la Federación, el profe Jesús (Martínez) me vio que era súper constante y no faltaba nunca.

– Pero, ¿en qué momento cambiaste? 

Al principio me costó dejar las drogas. Lo principal es alejarse del mundo al que uno está sometido. 

– ¿Tuviste que pasar por algún tipo de rehabilitación?

No, no. Fue solo. El primer paso fue salir campeón de Chile en cadetes. Ese fue el plus que me impulsó a decir que esto es lo mío; “quiero dejar todo”, pero me costó. Recaí después de un tiempo, algunas veces. Después, el 2013 me llamaron a la selección. En la Federación me acuerdo que la selección calentaba arriba del ring y los que no eran seleccionados calentaban abajo. Yo los miraba para arriba a los muchachos y pensaba que algún quería estar ahí. 

– ¿Y tu vida familiar?

Ha sido súper compartida. Hubo un tiempo que viví con mi mamá, después me fui a vivir con mi abuela. Los tres hermanos mayores nos criamos con mi abuela, somos seis en total. Tres hombres y tres mujeres. Tengo buena relación con todos, harto apoyo de ellos.

– ¿Y tu papá?

Mi papá falleció hace como cinco años. Él se suicidó, pero nunca fue un papá presente, así que…

– ¿Nunca tuviste un vínculo mayor con él?

No, nada. Cuando yo me enteré no me afectó la noticia. Nada. Era como una persona más.

– ¿Sabes si él sufría algún tipo de depresión o algo?

Creo que sí. Una depresión por su expareja. Es lo que me contaba mi mamá. Pero a mí nunca me afectó en nada. Eso sí, cuando sea papá, nunca voy a ser como él. Quiero darle lo mejor a mi hijo y que no se repita la historia. A mí me han inculcado buenos valores en la casa, entonces, no voy a repetir el mismo patrón que él.

– ¿Tuviste alguna figura paterna, tus hermanos mayores o tu propia mamá?   

Mi mamá, mi abuela y la pareja de mi mamá. Él ha estado con ella desde que yo era guagua. También lo veo como una figura paterna. Pero el hecho de vivir alejado de mi mamá un tiempo con mi abuela…

– ¿Y eso por qué se dio? ¿por qué se alejaron?

No sé, los hermanos mayores nos fuimos a criar con ella. 

– ¿Fue como una decisión que tomaron?

Puede ser, porque siempre mi mamá ha estado ahí. Vivimos relativamente cerca, caminando eran como 10 minutos. Mi mamá siempre ha estado pendiente de que no nos falte nada, así que no tengo nada que decir de ella. Un siete.

– En Lo Barnechea vivieron en campamento…

Sí, aunque ahora gracias a Dios llevamos dos años viviendo en viviendas sociales que nos da el Estado. Mi mamá estuvo esperando su casa 20 años. Pero los recuerdos son únicos. Sobre todo para el invierno, me acuerdo que la pasábamos mal. El frío, el barro. Pese a todo, tengo buenos recuerdos de mi infancia.

– Había harta vida de barrio, me imagino…

De hecho, los chiquillos del barrio me van siempre a ver cuando peleo. Es buena la barra que tengo (risas).

– ¿Qué fue lo más duro que te tocó vivir en tu infancia?

El frío (se queda pensando) Ayudar a mi mamá, también. Eran otros tiempos, había más pobreza que ahora. Nunca me ha faltado el plato de comida, mi mamá siempre se las ha rebuscado. Pero tampoco nunca hemos tenido nada de sobra. Siempre hemos tenido que luchar. Desde chico he sido bien independiente en lo mío. He trabajado de pelotero, caddie de golf, en pizzería, en jardines, en muchas cosas. Traté de que nunca pedirle nada a mi mamá para que ella no me tuviera que decir que no, porque me iba a dar pena si me decía que no tenía plata. Entonces, un día probé, salí a trabajar y me quedó gustando la plata (se ríe) Yo creo que a cualquiera. Me puse a trabajar, siempre he sido bien independiente. En lo que puedo ayudar a mi mamá, lo hago, siempre.

– ¿Tu mamá a qué se dedica?

Ella trabaja como asesora del hogar, pero este año se decidió a estudiar. Está estudiando arsenalería en instrumental quirúrgico. Estoy contento por ella, porque pese a la edad (tiene 47), nunca es tarde. La felicito, porque trabajar, estudiar y ser dueña de casa es difícil. Ella me dice que quiere tener otra calidad de vida.

EL GARRERO

– ¿En esos tiempos empezó tu relación con la Garra Blanca? 

Sí, poh. Cuando era más chico viajaba harto a ver al Colo. Me gustaba mucho ir al estadio. Hasta el día de hoy, cuando tengo tiempo voy con mi polola. Pero antes era vándalo también.

– Tenías un piño…

Lo Barnealbos (se ríe). Los chiquillos me han apoyado harto, no fallan en mis peleas. Se siente el cariño de la gente de Lo Barnechea. Cuando era más chico pasaba en todos lados carreteando y la mayoría conoce la vida que yo llevaba antes. Tener un cambio del cielo a la tierra se ha notado. Cualquiera podría decir que, cuando era mi otro yo, no tenía futuro para nada.

– ¿Qué te dijo tu familia cuando les contaste que te hiciste boxeador?

A nadie le gusta al principio, porque vas a recibir golpes y la vida del boxeador es dura. Mi familia siempre ve que estoy pasando hambre, haciendo dieta, limitándome todo. No es una vida normal. Vieron que estaba dedicado, empezaron a ver resultados y cada vez me han ido apoyando más. Es fundamental eso igual.

– Y la primera vez, ¿qué te dijeron?

Que estaba loco (risas) pero siempre me ha gustado harto. Siempre he sido bien apasionado en el boxeo. 

– Te empieza a comer tiempo el boxeo…

Estoy más dedicado a entrenar en vez de hacer otras cosas de joven. Ya pasé la etapa de carretear, pasé todo eso. Para mí no es algo que necesite conocer. Ya pasé por eso. Tengo que sacrificarme no más. Si quiero ganar cosas, tengo que luchar por ellas y dejar cosas de lado. El descanso es fundamental. El domingo, que generalmente juega el Colo, iría al estadio, pero no voy por lo mismo.    

EL BOXEADOR

– La primera vez que practicaste boxeo, ¿cuál fue tu sensación?

Me gustó. Me gusta pegarle a la gente (risas)… No dañarla, en el sentido de maldad, sino me gusta castigar a la gente. Es raro. Me siento bien. La primera vez dije “esto es lo mío”. Yo siempre he sido bien deportista. Siempre he jugado a la pelota, tenis. Generalmente en el barrio se juega mucho a la pelota y el sueño de todo niño es ser futbolista. Pero nada me llena como el boxeo. Yo vivo del boxeo, respiro boxeo, hago clases de boxeo, paso todo el día tirando golpes.

– Te tocó ser campeón nacional en amateur, y no sólo una vez, cinco veces…

En cadete, juvenil y adultos. Eduardo Zuleta de Copiapó y yo somos los únicos chilenos que hemos ganado en las tres categorías. Tengo que felicitarlo a él, porque logró el hexacampeonato y me pasó.

– Les tocó compartir una generación dorada en la selección.

Me llevo muy buenos recuerdos de todos mis compañeros. En los viajes lo pasábamos bien, se armó un buen grupo. Ahora estamos entrenando casi los mismos en profesional. Falta que debute Miguel Veliz. Yo aprendí harto de él, era un deportista que entrenaba distinto a los demás. Era el mayor, tenía la experiencia, era el capitán del equipo. Nosotros éramos más jóvenes y más buenos pal leseo. 

– ¿Qué es lo más duro de ser boxeador?

Dar el peso. A cualquier boxeador le va a costar siempre dar el peso. Tení que ser disciplinado.

– Hay que tener harta cabeza también…

Cuando era más joven estuve a punto de tirar la toalla, me quería retirar. Pero son momentos de angustia que pasan. Puede ser por muchas cosas. Si fuera por entrenar, cualquiera puede entrenar. Pero para hacer el peso hay que pasar hambre. Independiente si haces dieta, igual vas a pasar hambre y sed. 

– Hubo un tiempo que estuviste representando a Iquique como boxeador.

El profe Charly (Villarroel) me contactó. Que en paz descanse. Estoy muy agradecido de él, me ayudó mucho. 

– Cuando salieron campeones, lo fueron a ver al cementerio.

Estábamos todos decididos. Primero, todos nos teñimos el pelo rucio y cada uno pudo salir campeón en su categoría. Le llevamos la copa al profe, a él le gustaba que saliéramos campeones por equipo. 

– ¿Cómo recibiste la noticia de su suicidio?

Me afectó. Por la relación que teníamos de entrenador-alumno. A pesar de que yo no estaba siempre con él, siempre manteníamos un buen contacto. Fue una decisión de él. Son decisiones de cada uno. Ahora está en un lugar mejor no más.

– ¿Qué le falta al boxeo olímpico?

Más que nada apoyo económico. Para todos los deportistas de alto rendimiento es muy difícil ganarse una beca Proddar y es muy fácil que te la quiten. No es fácil. Ojalá que al equipo de ahora le den más posibilidad de viajar afuera, para que se puedan desarrollar mejor. Esa es la única forma. Yo estuve harto tiempo sin un sparring, eso nos jugó en contra. Mi mejor momento fue porque tuve buenas concentraciones en Cuba con campeones mundiales y olímpicos. Eso me dio mucha experiencia.

EL PROFESIONAL

– También aprovechaste ese tiempo para estudiar y sacar una carrera como preparador físico.

Para mí esa etapa fue súper difícil. Yo entrenaba en la mañana, estudiaba en la tarde y a las seis volvía a entrenar. No podía rendir en las dos cosas. El profe Jesús vio que bajé mi nivel y me dejó fuera de viajes. Pero son decisiones que tuve que aceptar no más. Pero nunca paré, me dediqué a entrenar doble jornada siempre. 

– ¿En qué momento se dio la posibilidad de irse a profesional?

Me retiré y me dieron la posibilidad de debutar con el profesor de Iván Corral. Fuimos a prepararnos a Quellón con Pancora Velásquez, los hermanos Huaman y salió todo de la mejor manera. Pude ganar mi primer combate profesional y ya ha pasado un año desde entonces. 

– ¿Cuáles son las grandes diferencias entre ser amateur y profesional?

Me costó al principio hacer esa transición, por la intensidad. Salía en los tres primeros rounds tirando mucho y me cansaba. Es un tema de dosificar más, aguantar más los rounds. Ahora voy a 10 rounds. Hay que aprender para sobrevivir. 

Video: TKO BOX Quellón

– Los campeones de tu categoría son los dos mejores boxeadores chilenos de la actualidad: Aguja González en los súper mosca y Pancora Velásquez en gallo. ¿Los ves con mucha distancia o te gustaría enfrentarlos?

Si se va a dar en algún momento, yo feliz. Pero ellos tienen más experiencia. Quiero foguearme un poco más con peleas a más rounds. Después ver qué viene en el futuro. Por ahora estamos enfocados en el título mosca. Tal vez me puedo quedar en esa categoría o puedo subir. Para mí pelear con los mejores es un reto.

– Se ha gestado cierta rivalidad con Claudio Laviñanza de Osorno, que se arrastra desde el mundo amateur.

Ellos quieren que yo vaya para allá y no voy a ir. Todos saben que en el boxeo profesional pesa la localía. Yo he peleado con Claudio dos veces en amateur y una en profesional. He ganado las tres. Él es un buen boxeador si, siempre han sido peleas duras.

– De hecho, te mandó a la lona con un contragolpe en el primer round de la última pelea.

Estaba conectándole y me descuidé. Pero mi preparación me permitió recuperarme bien. Yo creo que gané bien mi pelea. Hay gente que cree que ese round fue muy condicionante para el resultado final, pero Laviñanza no propuso nada. Peleó para atrás, me esperó todo el rato, apostó siempre a la misma mano. Yo salí a buscar la pelea, sabía que estaba perdiendo. 

– Ya firmaste con Dragon Fire, la promotora australiana de Andrew Moloney. A ti te tocó hacer sesiones de sparring con él, ¿cómo fue esa experiencia?

Estuvieron intensos. El equipo de ellos se sorprendió, pensaron que yo iba a estar en un nivel más bajo. El mánager me dijo que yo boxeaba bonito. Después empezaron a seguir mi carrera profesional y se dio la oportunidad de firmar con ellos. Estoy motivado, enfocado en lo que quiero. Quiero ser el primer campeón mundial que tenga Chile.

– ¿Te gustaría hacer una carrera en el Asia-Pacífico? Los filipinos, los tailandeses, los japoneses, son boxeadores muy duros en tu categoría.

Todas las peleas son difíciles. La diferencia está en quien se prepara mejor y creo que con el equipo de Moloney voy a aprender mucho. Solo me voy a dedicar a entrenar. Me siento completo. 

– ¿Crees que tienes que cambiar tu apodo? Cisarro te decían en el amateur…

Cisarro no me gusta (se ríe). Me gusta tener alguno relacionado a lo rápido, porque mi fuerte es la velocidad. Va a salir en algún momento. 

PING-PONG

– Ídolo deportivo.

Manny Pacquiao.

– Cábala.

Sólo entrenar harto.

– Boxeador chileno favorito.

Miguel Véliz.

– Lo Barnechea.

Grande Lo Barne.

– Iquique.

Tierra de Campeones.

– La U.

No existe.

– Esteban Paredes.

Un ídolo. Un referente.

– ¿Votas?

Nunca he ido a votar.

– Comida favorita.

Sushi.

– Dibujo animado.

Dragon Ball.

– Matrimonio homosexual.

No estoy a favor, pero tampoco en contra. Solo que no apoyo ese movimiento.

– Persona más importante de tu vida.

Son dos. Mi mamá y mi abuela.

– El boxeo.

Todo.

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