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Entrevistas

20 de Octubre de 2019

Bessy Gallardo: “Cuando violentas a los Carabineros cometes un grave error porque antes de ser paco, el paco es persona, gana tan poco como tú y tiene tu misma clase social”

El viernes apareció en un despacho en vivo con el Matinal del canal 13 y explicó la situación que vivíamos con tal claridad, que dejó a los panelistas del programa mudos. Bessy Gallardo, mamá, feminista y futura abogada aquí cuenta su historia, por qué es tan puntuda e informada y hace un análisis en profundidad de las raíces que provocaron este malestar ciudadano. “La gente le está pasando la factura al modelo”, dice.

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Por Pepa Valenzuela

La historia es así: Bessy Gallardo, madres de tres hijos, vecina de Maipú, separada pero con pololo, feminista, futura abogada (solo le falta su examen de grado), con una pachorra que ya se la quisiera cualquiera, viene arriba de un colectivo de Maipú hasta su casa el viernes 18 de octubre a las 10 de mañana. Las principales líneas del Metro ya están cerradas y afuera de las estaciones ya hay algunas protestas, pero aún nadie sabe que solo está comenzando uno de los días más emblemáticos de movilización social en nuestro país. Adentro del colectivo un señor viene despotricando por las protestas. Dice que no es culpa de Piñera, que Bachelet también había robado y otras cosas más.

Bessy, ya lo sabemos – futura abogada, informada, feminista y puntuda – siente que se le sube un poco temperatura y le contesta: “A ver, caballero. La responsabilidad penal es personal: su hijo robó, no ella. En cambio Piñera evadió impuestos durante treinta años”. En eso van, discutiendo en el colectivo, cuando a través de la ventana, Bessy ve que, cerquita de su casa en Maipú, hay un móvil de prensa del matinal de canal 13 entrevistando a los vecinos.

Entonces, ya entibiada por la discusión del colectivo, se dice a sí misma: “Tengo que ir a hablar. Voy a decir lo que me venga en gana, pero sin rabia porque si lo digo con rabia no me van a escuchar. Lo diré en un tono tan solemne y tranquilo que no se van a dar ni cuenta de lo que estoy diciendo”. Y cuando llega a su casa, parte en dirección al móvil de prensa y escucha lo que están diciendo: que los revolucionarios, que los destrozos, que el vandalismo. Entonces se acerca al periodista Leo Castillo y le dice: “Yo quiero hablar”.

  • ¿Sí?
  • Si.
  • -¿Y tú qué hacís? – le pregunta el camarógrafo.
  • Estudié derecho – le dice ella.

El camarógrafo le sonríe y le dice: “Dale”.

Entonces enfoca a Bessy Gallardo y ella, de labios bien pintados de rojo y aros ídem, mira a la cámara y comienza un discurso que deja a Martín Cárcamo y compañía mudos en el estudio del matinal del 13.

A su alrededor, la gente comienza a aplaudirla espontáneamente. Leo Castillo le pide el teléfono. La dejan invitada al programa el lunes. Ese mismo día, mientras está en Victoria comprando un pedazo de cuero para hacer una cartera – Bessy teje a trapillo – Leo la llama y la entrevista en un café. La empiezan a llamar de distintos canales y radios. Las redes sociales de Bessy estallan con nuevos seguidores, comentarios y felicitaciones. En un solo día sube a 5 mil seguidores en Instagram. Sus amigos la linkean por todas partes.

Ella dice: “Nunca quise lanzarme a la fama ni nada de eso. Yo quería que la gente se diera cuenta de que la causa de lo que estaba pasando no eran los 30 pesos del metro. Pero no imaginé lo que iba a pasar después. Parece que saber derechos básicos en este país es extraño porque por lo general dice: “Para qué voy a opinar de esto si total tengo que ir a trabajar. Para qué me voy a meter”. Es complejo porque si no sabe sus derechos, ¿cómo exige? Piñera salió porque la gente no fue a votar. Pero yo no siento que la culpa sea de Piñera, sino del sistema. Es un modelo extractivista, no solo con los recursos naturales, sino que también con las personas. Nos dijeron: “Ráscate con tus propias uñas” y no nos dieron herramientas para hacerlo.

No puede ser que una familia de ingresos bajos vivan 10 personas en 50 metros cuadrados. La gente se levanta muy temprano y llegan muy tarde a casa y hay una clase acomodada a la que no le pasa nada. Anda a robar un chocolate en un supermercado: los guardias hacen un operativo tipo Gope. En cambio a los tipos que evadieron que un montón de millones los mandaron a la Adolfo Ibáñez a tomar clases de ética. ¿De qué estamos hablando? La gente se aburrió”, dice mientras fuma un cigarrillo en su casa en Maipú.

Con 500 pesos ni para una bebida alcanza

“Toda la culpa es de mi abuelita Mireya, una señora pecho de paloma, casada con mi abuelo Juan Guillermo”, dice. Bessy creció en una casa en Quinta Normal con ellos, sus abuelos maternos, papá de izquierda y contador, mamá de derecha y educadora de párvulos y dos hermanos más. Y con esta abuela que aunque era una “facha recalcitrante”, como dice ella, era una adelantada para su época y le enseñó que votar era una obligación porque ella no había tenido el derecho de hacerlo. Una abuela que le decía cosas como: “Si un día tu marido te pega, le das nomás con el sartén”, “Las mujeres tenemos que tener plata” y “Jamás te pelees con una amiga por un hombre porque hay muchos dando vueltas”. A los 17 años, Bessy le contó que de grande quería ser carabinera. Su abuela le respondió: “Perdón, no sabes hacer ni tu cama ¿y vas a ser carabinera? No te gusta que yo te mande ¿y que un tipo te mande después?”. Así desistió de la idea.

Justo por esa época, un poco antes de salir del colegio y cuando Bessy tenía 17 años, descubrió un secreto familiar que cambió su visión del mundo. Bessy fue a dejar unos papeles al Ministerio de Educación para postular a una beca. La mujer que la atendió miró sus documentos y reconoció el nombre de su papá. “¡Está vivo!”, le dijo, feliz y sorprendida. Entonces le contó algo que Bessy no sabía: que su padre había sido detenido y torturado por la dictadura. Que ellos habían sido amigos, que ella se había tenido que ir al exilio y como nunca más supo de su amigo, pensaba que había muerto. Bessy jamás había escuchado esa historia. Entonces se dirigió hasta el Municipio de Lo Barnechea donde su papá trabajaba como contador. Entró a su oficina, le pidió a la secretaria que nadie los molestara, hizo dos cafés, encendió un cigarro y le dijo: “Así es que fuiste de izquierda y te torturaron”.

  • ¿Cómo sabes?- le preguntó él. Bessy le contó lo sucedido en el Ministerio.
  • Cuéntame la verdad ahora – le pidió.

“Hasta ese momento yo era de derecha porque eso era lo que había escuchado en la casa. Pero desde ese día mi papá se transformó en un superhéroe. Él no me quiso contar muchos detalles, pero supe que había sido dirigente sindical, que había estado en un centro de detención y que fue rescatado de ahí por su papá. Mi viejo no está en los registros oficiales de tortura, es parte de una lista negra de gente que fue torturada y que fue obligada a firmar que eximía al Estado de Chile de toda responsabilidad. Hace pocos días mi papá me dijo que sentía que con este sistema tan egoísta que teníamos no habíamos aprendido nada de la dictadura”.

Desde ese descubrimiento, Bessy se hizo de izquierda y cuando tuvo que entrar a estudiar a la universidad: eligió derecho en la Universidad Bolivariana. Allá conoció a profesores que la fueron guiando por el tema de la protección de los derechos humanos como Mónica Araya y Carlos López. Su pareja actual también es en gran parte otro de los inspiradores de este interés por los derechos de las personas. En la universidad Bessy pudo conversar con familiares de detenidos desaparecidos y estudió bien lo que verdaderamente había pasado en el país. “Los primeros bandos de la dictadura son espantosos; Avenida La Paz era un charco de sangre después del golpe, porque pusieron allí los cuerpos y no los entraron al Servicio Médico Legal porque iba a parecer Auschwitz. Leer el manifiesto comunista para mí fue como: ‘esta cuestión es pura lógica’”, recuerda.

El 2004 suspendió sus estudios por un tiempo porque se casó y tuvo hijos. Son tres: Matías, Ignacio y Guillermo. El 2007 retomó derecho pero en la Universidad de las Américas y en una modalidad para gente que trabajaba y se puso a trabajar como jefa de ventas en retail. “Ahí empecé a cachar que tenías que estar en la universidad para ser jefe, si no, con suerte tenías que esperar 15 años para ascender a una jefatura. Mi sueldo era más alto que el de las vendedoras porque había estado en la universidad, tenía conocimiento, mis pruebas eran orales y hablar con un jefe no me daba susto. Tenía herramientas”.

En el retail trabajó 10 años. A veces tenía turnos eternos en los que entraba a las 4 de la tarde y salía a las 8 de la mañana del día siguiente. Y entendió cómo se movía el sistema por dentro. De la vez que un gerente contaba orgulloso durante una campaña de venta de calcetines que si cada cajera vendía 10 pares al día, podían ganar 5 mil pesos extra porque le pagarían 500 pesos por cada par vendido en caja. Entonces Bessy levantó la mano y dijo: “Pero con 500 pesos no se compra ni una bebida, caballero. Pero como usted recorta 4 millones, qué le importa. Mejor les ponemos un tarrito para que pidan limosna”. Todas las caras se desfiguraron. A los pocos días la mandó a llamar el dueño del negocio, un chino. Lejos de quedarse callada, Bessy lo increpó. “Usted viene de la República Popular China, es comunista. ¿Por qué no les cambia las condiciones a sus cajeras? ¿Por qué no les baja las horas de trabajo y les mantiene el sueldo? ¿O les paga luca por cada par de calcetines que venden? Tenga bien a sus trabajadores porque van a estar contentos y no le van a robar”. Bessy renunció a ese trabajo al poco tiempo.

También se acuerda de otro trabajo en el que una vez llegó un cargamento de relojes con correa de cuero que venían con hongos. La jefa determinó que las vendedoras tenían que limpiar los relojes con escobillas y jabón neutro. Bessy imprimió el Código del Trabajo, el reglamento interno de la empresa, subrayó con destacador ciertas partes y amenazó a la mujer con denunciarla a la Inspección del Trabajo si se le ocurría hacer algo así. De allí la despidieron, pero sacó un buen finiquito. “Estos gallos optimizan el negocio. El capitalismo, el poder genera dopamina, adrenalina, te haces adicto. Yo siempre fui contestataria, chúcara, terrible, espantosa. A las únicas personas que les he hecho caso en mi vida a ojos cerrados fue a mi abuelo y a mi abuela. Nunca los cuestioné. La palabra de ellos era ley”.

Feministas en el poder

A fines de 2014, recién separada de su marido y con el finiquito de ese trabajo, Bessy retomó sus estudios de derecho: iba con sus hijos a clases. Les llevaba cuadernos, lápices y su Tablet para que se entretuvieran y ellos la dejaban estudiar. “No quiero hacer carrera política, no me interesa”, dice ahora porque se lo han preguntado mucho desde que apareció en la tele. “Quiero ser defensora penal adolescente. Me gustaría defender a los cabros que delinquen porque entiendo que no tienen oportunidades. Creo en la inocencia de las personas hasta que no se demuestre lo contrario. Según el Sename, el 70 % de los niños en Chile recibe un tipo de violencia: psicológica, física o sexual”, afirma.

A comienzos de 2015 Bessy también empezó a familiarizarse con el feminismo viendo los videos de Irantzu Varela, una española que explicaba el tema en Youtube. “Era tan claro el mensaje, tan preciso, que dije oye, esto es lógico, guau. Tuve una etapa de rabia, de desearles la muerte a todos los hombres, pero después entendí que podía cambiar eso. Puedo cambiarlo con mis hijos primero. En mi casa entonces están prohibidas ciertas palabras como puta, maraca, que las mujeres no pueden, que tienen que limpiar. Mis hijos hacen sus labores en la casa, limpian, cocinan, no porque ayuden, sino porque es su obligación, porque ellos también viven en la casa”, cuenta.

En 2018 se empezó a juntar con otras feministas, a organizar actos públicos, las marchas del 8 de marzo. A mediados de ese año, con una amiga, empezaron a hacer el programa Femi&Nazis en el canal comunal El Vecino Normal. “Hacer ese programa ha sido salir del clóset, me hace muy feliz ser feminista. Me da esperanza de que todo puede ser distinto, que las mujeres sí podemos. Que puedes ser linda, feliz, que uno puede amar sin restricciones, sin violencia. No se trata que haya mujeres en el poder, sino que haya feministas en el poder para darle poder a otras mujeres. No el poder patricarcal, sino el poder colectivo de apoyar a la que trabaja, si tengo una vecina que le pegan, ir a defenderla, y si a alguna le falta, le doy lo mío. La sororidad no tiene que ver con que ella es o no, me pongo en el lugar de las otras, las conozca o no, porque me reflejo en la otra. No permito que la violenten y que hablen mal de ella”.

¿Ahora cuál es el análisis que haces de todo lo que está pasando?

Que la gente se cansó y están pasando la factura. Haberle quitado la gratuidad a miles, está pasando la cuenta. Su desprecio por los seres humanos, les está pasando la cuenta. No es la figura de Piñera, sino lo que él representa, a una elite que sí quiere todo gratis. Esto es contra todo un sistema que nos viene explotando desde hace décadas. Se han dedicado a decirnos que el esfuerzo personal es lo mejor y la gente se saca la mugre y al final de su vida con suerte tiene pensiones de 120 lucas.

Esta revuelta es porque la gente pide a gritos Estado, porque eso de haz lo que quieres y sálvate como puedas, no resultó. El Estado es el que debe proveer a la gente. No la clínica Las Condes. Por qué no hacen mejores a los hospitales públicos. Llegan médicos extranjeros, ¿por qué no los capacitan? Es que los cabros son delincuentes, dicen. Si el papá está preso y la mamá vende droga y al colegio al que va está para la cagada, ¿qué esperas? ¿Que sea un pan de Dios? Finlandia eliminó la desigualdad, invirtieron en salud, educación, viviendas dignas. No digo que la gente viva en palacetes, pero que sean dignas. Ya es el colmo. Los únicos que quieren todo gratis, son los empresarios. Les hacen exención. Cómo pretenden que su gente sea buena si sus niños y sus viejos sufren. La tasa de suicidio de tercera edad es la más alta de Latinoamérica. ¿Que están esperando? ¿Que se suiciden más viejitos?

¿Tienes temores sobre lo que pueda pasar? ¿Que aumente la represión por ejemplo?

No me da miedo que la gente sea violenta porque la gente no tiene poder de fuego, no tiene armas. No puedes comparar una piedra con una metralleta. La revolución en Ucrania empezó parecido a esto. Cuando querían volver a Rusia, quedó la cagada. Tuvieron que contratar a delincuentes para dispararles a la gente. Duró un par de meses hasta que el presidente tuvo que renunciar. Y los ucranianos se unieron, se dieron cuenta de que si destruían la ciudad, si aplicaban violencia entre ellos, perdían porque se dieron cuenta de que todo eso era su patrimonio.

¿Qué aconsejarías para esta movilización?

Hay que enseñar que los bienes públicos no son de Piñera, son de las personas, de todas las personas. Si destruimos los bienes públicos, nos destruimos a nosotros mismos. Cuando violentas a los Carabineros cometes un grave error porque antes de ser paco, el paco es persona, gana tan poco como tú y tiene tu misma clase social. Movilízate, exige con argumento, la elite puede temblar, pero con argumentos. Si vas a comprar, anda al almacén de la esquina, no sigas perpetuando este sistema. Que el sistema no se siga sirviendo de ti. Formen sindicatos fuertes. En la medida que haya gente que sepa derechos, se fortalecen. Hay que dejar de destruir el metro.

La gente que tiene auto y que vive en periferia, ayude a sus vecinos: pónganse de acuerdo, paguen entre todos la bencina y el tag. Hay que dejar de servirle al sistema porque vivimos para pagar la deuda de no sé qué cosa. Vuelvan a la esencia, si tiene patio, plante, vaya a la feria, pague lo justo por su comida, deje de comprar esa carne tan re cara, cuídese y cuide a los demás. Si sabe de algo, infórmelo a los demás.

¿Y qué piensas de esta represión de parte del gobierno?

Bueno, tienen la escuela de la dictadura, lo que ellos no saben es que los cabros perdieron el miedo porque no la conocieron y eso me da más temor porque a los más chicos, no le va a importar nada. Si en esto hay un solo muerto, la oposición debiera acusar constitucionalmente al Presidente. Usar las mismas armas que les da la constitución. Hay que reformar la Constitución o bien eliminarla. Hacer una nueva mirada a los derechos humanos.

¿Cómo crees que podemos salir de esto?

La base para cambiar este sistema es educación gratuita, de excelente calidad, que todos los colegios sean como los emblemáticos, hasta llegar a la universidad. Que sea educación laica, no sexista y con enfoque de género y se les permita bien a las mujeres criar bien a sus hijos, sin presiones del género y del patriarcado, que los padres puedan estar más tiempo con sus hijos. Los niños necesitan de sus padres, no puede ser que trabajen 12 horas diarias, el celular no puede educar a los niños. Y lo más importante: no podemos violentarnos entre nosotros.

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