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Reportajes

22 de Octubre de 2019

Esperar sin saber nada en el Estado de Emergencia: La angustia de los familiares de heridos y fallecidos en servicios de salud y el SML

Algunos llevan días esperando afuera del Servicio Médico legal, los hospitales, servicios de salud y Registro Civil. No todos tienen afectados relacionados con las protestas, pero todos se han visto sobrepasados por lo que ocurre y un factor en común es el que marca el descontento: “No nos dicen nada, ¿por qué no nos dicen nada?”.

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Este lunes en la tarde, más de cien personas esperaban afuera del Servicio Médico Legal ubicado en Avenida La Paz. Les habían dicho que llegaran al mediodía para recibir información de sus familiares fallecidos, pero a las 2 de la tarde, los trabajadores del Servicio, fueron enviados a sus hogares para resguardar su seguridad: ese día no se alcanzó a entregar un solo cuerpo en horario tarde por falta de fiscales que autoricen la entrega y reconocimiento de los fallecidos.

Este Servicio Médico Legal recibió a todos los fallecidos en incendios desde el viernes 18 de octubre en adelante, cuerpos que aún no han podido ser reconocidos por falta de personal para poder llevar adelante el proceso de identificación en cuerpos irreconocibles, que no tienen huellas digitales, registros dentales, o ropa, con la cual puedan ser reconocidos. Esto fuerza a que sean expertos en ADN los que pueden y deben realizar este reconocimiento, pero no dan abasto e incluso en situaciones normales tardarían 3 días. Aún no hay nombres de los fallecidos, y no los tendrán hasta que puedan hacer los exámenes de ADN con tiempo y comparen datos con las denuncias de presunta desgracia.

“Ayer, estábamos acá esperando por horas”; nos dice un hombre que prefiere no ser identificado, pero que estaba esperando a su pareja, Valeska, que falleció ayer de un disparo en Conchalí, “no nos dieron información, no sabíamos nada. En un momento vimos que venía la marcha por Avenida La Paz y levantamos los brazos, los llamamos y pedimos que nos ayudaran, que nadie nos decía nada. Entonces la turba se sumó a nosotros, y entramos todos al Servicio Médico Legal exigiendo que alguien saliera a hablar con nosotros, ahí nos dieron calma y nos prometieron que hoy (martes) a las nueve de la mañana nos iban a dar información. Son las 11, aún nada”.

Valeska falleció en Conchalí de un disparo, los familiares no tienen seguridad de que haya sido ocasionado por las protestas, creen que no tiene nada que ver, “pero no importa eso, tenemos derecho a saber algo. No nos han dicho nada, imagínate la gente a la que sí se le murió un familiar por esto, no saben nada, a ellos tampoco les dicen nada”. Su pareja se quiebra y dice “con todo esto que está pasando ni siquiera he tenido tiempo de pensar qué voy a hacer. Tengo 4 hijos, pero no sé cómo lo voy a enfrentar porque he pasado el luto acá, parado, esperando”.

Desde el Servicio Médico Legal explican que el problema va en tecnología inaccesible para ellos, y la falta de fiscales. “Nos dijeron que no hay fiscales que puedan certificar la muerte de nuestros familiares”, nos cuenta Francisca, su hijo, Rodrigo, de 23 días murió de asfixia durante la noche, no saben aún qué generó esta asfixia, y lleva 48 horas esperando que le entreguen a su bebé. “Nos dijeron que no es culpa de ellos, que no hay fiscales porque las policías los están mandando a los saqueos, y a otras partes y vienen pocos para acá. No he visto que alguien se haya ido con un cuerpo en todas estas horas”.

El Hospital San José

En medio de la decena de futuros padres que esperan en el ala de maternidad más grande de Chile, hay rostros de angustia. Personas sentadas en el suelo (porque no hay sillas disponibles al interior), esperando tener noticias de sus familiares heridos en las manifestaciones de las últimas noches. Una de ellas es Rosa, su hijo, Jorge López recibió un impacto de bala directo al pecho en la comuna de Conchalí, “venía de su trabajo, llegando y le dispararon. No sé quién ni por qué, pero me llamaron para decirme que mi hijo estaba en el hospital”. Jorge trabaja en una constructora, tiene 44 años y 2 hijos, que ese día (lunes en la noche) estaban al cuidado de Rosa. “Solamente sé que va a entrar a pabellón, y no pude verlo antes de que entrara, los doctores me dijeron que el disparo estaba directo al centro de su pecho”, dice, el hombre que espera al lado de ella la mira, y niega con la cabeza, no la conoce, pero da su opinión; “si fue al centro del pecho fue apuntado”.

“Lo único que pido es que esto termine, que se acabe. Hasta cuándo. Se les salió de las manos y estamos pagando nosotros nos vamos a quedar sin nada que comer”, dice que no es política, que prefiere no salir a la calle a protestar por miedo. “Le dije que no saliera, que se alejara de las marchas, no sé si habrá pasado muy cerca del cacerolazo, él venía del trabajo, es papá soltero, la mamá lo dejó con los niños, yo soy jubilada, no sé qué haría si se me va”. Cuando le preguntamos cuántas horas lleva esperando, nos dice “es que ni siquiera sé qué día y qué hora es ahora”.

Ojo por ojo

La Unidad de Trauma Ocultar del Hospital Salvador, o “la UTO”, tiene una sala de espera más llena de lo normal. A ese lugar han transportado a todos los heridos por perdigones y lesiones relacionadas con lacrimógenas de casi toda la capital, sobre todo del centro de Santiago. Uno de sus paramédicos nos dice que ha visto llegar a gente hasta con globos oculares colgando.

“Carabineros a diestra y siniestra ocupó la escopeta, no veían nada, solamente le tiraron a los patos, como dicen. Toda la gente que está acá tiene heridas de la cintura para arriba, somos como 15 acá con heridas en los ojos. Tengo un perdigón incrustado acá en la nariz”, relata un paciente, nos interrumpe el paramédico que lo llevaba en su silla de ruedas y nos dice “está grave él, capaz que pierda el ojo”. Llegó el lunes a las 5 de la tarde después de recibir un impacto de perdigón en Plaza Italia, “estaba protestando como todos, llegaron y vi cómo le tiraban a toda la gente. A mi me trajo un alumno en práctica de medicina de la Universidad Católica”.

“Yo estaba filmando la protesta en el metro Maipú. Vi a un carabinero que estaba tratando de romper un dispensador de galletas y bebidas con la culata del arma. Yo lo estaba grabando desde arriba, y aparece otro al lado mío, levanta el cañón y me apunta directo en la cara, me pegó en la frente. Yo venía del trabajo”, dice otro paciente, “mi teléfono saltó lejos y perdí la grabación. Entre varios me llevaron de emergencias”. Tiene un parche que le cubre toda la cara, tiene una fractura de cráneo y uno de sus ojos más comprometido que el otro. “Da impotencia, me remonta a otra época, es un abuso de poder. Estas cosas tienen que pasar, tiene que haber igualdad, pero no entiendo esta violencia”.

Kevin tiene 19 años, estaba en Plaza Italia el lunes a las 2 de la tarde, a rostro descubierto y sosteniendo un cartel. “Yo vi que los milicos dispararon a una chica en la entrada de la Alameda, y corrí a ayudarla porque ella quedó en el suelo. Vi que tenía sangre en una de sus piernas y me agaché al lado de ella a ver cómo podía ayudarla. En eso miro hacia arriba, y veo a unos 100 metros de mí a un milico, apuntándome directo la escopeta. Lo vi, me estaba apuntando directo a la cara, se demoró en apuntar y disparó”. Kevin está en una camilla en el pasillo de la UTO, su ojo izquierdo tiene una protuberancia grande, pero los paramédicos me dicen que es de los que está menos grave, que dejaron su operación para el jueves, porque tienen una larga lista de personas en riesgo de perder el ojo.

“No quiero decir su nombre, pero le decimos Isis, estaba armando una barricada para que los pacos no entraran a Plaza Italia por el Parque Forestal, no queríamos que atacaran a la gente que se manifiesta pacíficamente, entonces ella me dijo que iba a ir a cortar el paso. Pero los pacos apagaron la barricada y pasaron. Yo vi que le dispararon y que inmediatamente muchos estudiantes de medicina se le acercaron para ayudarla, tratar de curarla. Venimos acá ayer mismo, pero estaba colapsado, y después cerraron. Volvimos hoy, pero aún no sé nada de cómo está ni qué le pasará a su ojo”.

“Nadie ha venido acá, la televisión no ha llegado acá, y muestran solamente los disturbios, yo solamente hoy he visto llegar 6”, llegan a la UTO traídos por amigos, familiares y también PDI y derivados desde otros consultorios. “En otras protestas no pasaba esto, no llegaba tanta gente. Se les fue a la cresta esta cuestión, que corte el tandeo ya ¡que le den una solución a la gente! Saquen las AFP y mejoren los sueldos. Llevo 36 años trabajando, me quedan 6 para jubilar, y voy a jubilar con 150 mil pesos. Si la juventud no lucha por sus derechos, estamos cagaos”.

El paro

Hoy los y las trabajadoras de Salud de todos los hospitales en Chile están en paro, una huelga anunciada previo al estallido de la crisis el viernes 18 de octubre, pero sus consignas se han sumado a las que ha levantado el movimiento social. Saliendo del Hospital Salvador, un cartel dice “Piñera, la salud está en crisis, no en guerra”.

“Nuestros turnos éticos, bajo estas circunstancias son más reforzados que los que haríamos en una situación más normalizada. Pero esto mismo nos demuestra que no damos abasto. Algunos llevamos años en el servicio público de Salud, pero hoy, los hospitales están recibiendo a mucha más gente de lo normal. Es demasiado, aquí se evidencia que están sobrepasados”, comenta un doctor de la Unidad Coronaria saliendo a marchar con sus compañeros por Avenida Salvador hacia Plaza Italia. Todos vestidos con sus delantales y cacerolas se iban a unir con los colegas de la Posta Central, que también se manifestaban en paralelo.

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#fallecidos#Salud#Servicios

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