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Reportajes

25 de Noviembre de 2019

El extraño procedimiento que ronda a la detención de Tomás Morales

El joven de 20 años cumple prisión preventiva en el penal Santiago 1. La noche del 6 de noviembre, Tomás Morales se dirigía hacia un cabildo, pero se topó con manifestaciones y en ese contexto fue detenido por carabineros. Se le acusa de homicidio frustrado contra un efectivo y portación de artefacto explosivo, pero tanto su familia como su defensa descartan ambas imputaciones. El estudiante, en su relato a abogadas del INDH, señaló que antes de llegar a la comisaría fue violentamente golpeado por carabineros, y que uno de ellos sacó su pistola, la apuntó hacia su cuerpo y le dijo: “Vamos a jugar a la ruleta rusa”.

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La noche del 6 de noviembre pasado los vecinos de la villa Sótero del Río de Puente Alto empezaron a escuchar balazos. Evelyn Galleguillos se inquietó: los disparos se escuchaban muy cerca de su casa. Se levantó de la cama y llamó al celular de su hijo menor, pero no respondió. Tomás Morales Galleguillos, estudiante de Técnico en Construcción de Duoc UC de 20 años, no respondió la llamada de su madre porque estaba siendo detenido por carabineros, a solo dos cuadras de su casa. De todo eso se enteraría Evelyn Galleguillos minutos después, cuando amigos llegaron hasta su casa para decirle que a su hijo se lo habían llevado a la comisaría 38 de Puente Alto. Una vez en el lugar sabría que Tomás Morales estaba acusado por dos delitos graves: intento de homicidio contra un efectivo de Carabineros con un arma blanca y porte de artefacto explosivo

La detención

Tomás Morales pasó a buscar a su amigo Patricio Cepeda para ir a un cabildo ciudadano que se realizaría cerca de la estación de metro Protectora de la infancia. Eran las 21.30 de la noche. En el camino de ida, pasaron por una botillería y se quedaron conversando. No sabían si ir, pero se encontraron con una amiga que los animó y siguieron la ruta. Fue en la calle Luis Matte Larraín con Vicuña Mackenna donde se toparon con barricadas y una manifestación. Había unas 60 personas. Se quedaron ahí. Llegó Carabineros para dispersar a los manifestantes, con bombas lacrimógenas, carro lanza agua y balines. De pronto, un manifestante lanzó una bomba molotov que llegó muy cerca de los efectivos policiales. De ahí en adelante todo se volvió más caótico y la gente se puso a correr por distintas direcciones.

“Nos percatamos que carabineros venían atrás de nosotros. Éramos unas 15 personas corriendo”, recuerda Patricio Cepeda. “Yo corrí con Tomás y otro cabro y nos metimos por pasajes porque conocemos el sector. Me escondí detrás de unos matorrales y carabineros siguen hacia la dirección de Tomás. Después vi pasar la patrulla y él estaba adentro”. 

Cepeda se acercó a unos vecinos que reconoció para preguntarles si efectivamente era su amigo el que iba dentro de la patrulla. Le dijeron que sí, que habían visto la detención, que el auto policial lo atropelló y una vez en el suelo se le acercaron cuatro carabineros para reducirlo violentamente. Tomás Morales solo portaba un banano y adentro de él dos celulares y sus documentos.

La versión de Carabineros es otra. En la audiencia de formalización en el Juzgado de Garantía de Puente Alto, se indicó que Tomás Morales se encontraba con otras personas impidiendo el normal desplazamiento de los vehículos y de las personas, perturbando la tranquilidad pública en las cercanías de la estación Protectora de la Infancia

“Al llegar funcionarios policiales, entre los que se encontraba el subteniente Fernández Toledo, se le divisó en el momento en que Morales Galleguillos procedió a manipular un artefacto incendiario estacional del tipo molotov, el cual arrojó contra el personal policial impactando al sector trasero del dispositivo policial sin generar lesiones, para posteriormente huir del lugar”, se señaló en la audiencia. “Al momento de proceder su detención por parte del subteniente Fernández Toledo, el imputado procede a sustraer un arma cortopunzante, del tipo cuchillo, con el cual agrede al funcionario policial, se le va encima, efectuando dos cortes del chaleco antibalas, uno de 17 cm de largo y 13 cm de largo, siendo posteriormente detenido”, termina.

Patricio Cepeda no vio la detención de su amigo, pero recuerda claramente que sus vecinos le contaron que la detención fue violenta. “Entonces no creo que haya tenido tiempo para defenderse. A mí eso no me calza. Hay un video  que grabó una vecina que vive justo al frente de donde lo detuvieron y no se ve ninguna resistencia”, dice. 

Largas horas en la comisaría

Evelyn Galleguillos llegó sola a la comisaría 38 de Puente Alto, cerca de medianoche. Cuando preguntó por su hijo, la llevaron al patio trasero del lugar y ahí lo pudo ver. “Estaba todo golpeado, su cara hinchada por todos lados, sus labios rotos, sus brazos, sus piernas, su espalda, su guatita, todo golpeado. Yo les dije a Carabineros que le iba a sacar fotos a él para que sepan cómo me lo tenían”, relata. Luego de eso le indicaron que llevarían a Tomás a constatar lesiones al SAPU Cardenal Raúl Silva Henríquez, como parte del procedimiento. Asustado, el joven le pidió a su madre que por favor no dejara que se lo llevaran, porque si no no iba a volver. 

Según consta en el documento de atención del servicio de salud, el estudiante fue ingresado a constatar lesiones a las 00:50 de la madrugada del 7 de noviembre. Sin embargo, recién pasadas las 03:00 regresó a la comisaría. Esa noche, en el recinto de Carabineros había abogadas del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) con el objetivo de verificar el estado en que se encontraban las personas detenidas. De hecho, horas antes, ese mismo día y en esa misma comisaría, entre las personas detenidas habían dos menores de edad, que días después se sabría, a través de medios de comunicación, que uno de ellos fue víctima de violencia sexual por parte de un efectivo de Carabineros, quien golpeó sus genitales con una escopeta, mientras que el otro fue encerrado al interior del carro policial con un gas químico irritante por cerca de cinco minutos.

La abogada Francisca Figueroa fue una de las profesionales que conoció ambos casos y que después se enteró de la detención de Tomás Morales. “Recibimos denuncias que indicaban que él había sido golpeado por funcionarios de Carabineros, y que aún no lo llevaban a la unidad. Por tal motivo decidimos esperarlo en el lugar, para ver cuál era su situación al momento del ingreso”, señala la profesional del INDH. Al pasar las horas, preguntaron dónde estaba y la respuesta fue que estaban constatando lesiones. Pero el paso del tiempo solo hacía aumentar las dudas de las abogadas y la angustia de Evelyn Galleguillos y Pedro Morales, padre de Tomás Morales que llegó al lugar al poco rato.

Cuando el estudiante regresó a la comisaría lo esperaban las abogadas del instituto.  “Lo vimos muy afectado al momento del ingreso y con su ropa ensangrentada, por tal motivo, aplicamos estándares de entrevista a persona privada de libertad para levantar el relato”, cuenta Figueroa. Sin la presencia de funcionarios de Carabineros, Tomás Morales les relató los episodios que ocurrieron entre el momento de su detención hasta que llegó por primera vez a la comisaría 38.

La ruleta rusa de Carabineros

En el auto policial iban tres funcionarios, una funcionaria y Tomás Morales, única persona detenida en la manifestación que ocurrió en Villa Sótero del Río en Puente Alto. No lo llevaron inmediatamente a la comisaría como él pensaba, sino que dieron un par de vueltas por la ciudad. Finalmente, el funcionario a cargo del procedimiento, identificado como A. Fernández Toledo, determinó estacionar el auto en un mirador cerca del Mall Plaza Tobalaba, señala en su testimonio el joven. Ahí, los carabineros ordenaron a otros autos que estaban estacionados retirarse del lugar, diciéndoles que andaban robando por el sector. 

Una vez solos, los funcionarios lo sacaron del auto, lo tiraron al suelo, a la tierra, y le pegaron con sus puños en diferentes partes del cuerpo, tomaron los dos celulares que el joven portaba en su banano y los destruyeron por completo. Luego uno de ellos sacó su pistola, la apuntó hacia su cuerpo y le dijo: “Vamos a jugar a la ruleta rusa”. Tomás Morales sabía de qué se trataba: sacar todas las balas del revólver, dejar solo una, apretar el gatillo y que su vida dependiera del azar. En ese momento solo pensaba en su muerte, hasta que la funcionaria frenó a su compañero y le pidió que parara, que por favor no lo hiciera. Esa noche en el mirador del Mall Plaza Tobalaba no se produjo ningún disparo. Finalmente lo llevaron a la comisaría, donde Tomás se encontró con su madre. Posteriormente fue a constatar lesiones y antes de regresar a la comisaría también fue amenazado. “Sabemos dónde vives, te vamos a andar buscando”, le decían.

Cuando el estudiante terminó de relatar su versión a las abogadas del INDH, se tomó la decisión de trasladarlo a otro recinto, dado que no había garantías de resguardo. Esa noche, en la comisaría 38 de Puente Alto se encontraba la jueza María Carolina Martin, del Juzgado de Garantía de la comuna. Fue ella quien ordenó el traslado. En su declaración indicó: “Debido a lo anterior y en virtud de la situación en que se encontraba el imputado, tanto física como emocionalmente, se considera que se encuentra vulnerado en su integridad física y psíquica, por lo que se ordena modificar la custodia del detenido, pasando ésta a funcionarios de la Policía de Investigaciones de Chile”.

Tras escuchar el testimonio de Tomás Morales, las abogadas del INDH presentaron una querella por tortura y apremio ilegítimo, acción judicial que está alojada en el Juzgado de Garantía y la Fiscalía de Puente Alto.

Santiago 1

El estudiante de 20 años se encuentra en prisión preventiva en el penal Santiago 1, luego de ser trasladado el jueves pasado desde la cárcel de Puente Alto por ser considerado un peligro para la sociedad según los tribunales. En una primera instancia, el Juzgado de Garantía de Puente Alto desestimó la prisión preventiva, pero luego la Corte de Apelaciones de San Miguel revocó dicha medida y extendió la medida cautelar por 90 días, que es el periodo que se determinó para investigar los delitos que se le acusan.

El abogado de Tomás Morales es Umberto Montiglio, de la Defensoría Penal Pública, quien intenta obtener una medida cautelar menor. El lunes pasado se pidió una audiencia para pedir la libertad del estudiante, lo que se podría fijar para esta semana. “En su versión, lo que él me contó es que efectivamente alguien tiró una bomba molotov, pero él niega estar manipulando el arma. Carabineros al que logró detener esa noche fue a él y le dijo ‘tú fuiste’”, dice el profesional.

Hasta ahora, Carabineros no ha presentado pruebas visuales que avalen su acusación. Al respecto, Montiglio hace ver que ellos cuentan con dispositivos tecnológicos para este tipo de situaciones: “Acá hay un tema de debate público, porque Carabineros no está usando las grabaciones GoPro, entonces todo lo que digan es fruto de su precisión o imprecisión. Pero en este caso no hay una evidencia fuerte que diga ‘acá está la grabación donde me ataca’, en circunstancias que Carabineros tiene todo el aparataje técnico para dotar a su personal”, afirma. De hecho, el ataque con bombas molotov a dos funcionarias de Fuerzas Especiales en Plaza Italia ocurrió dos días antes que la detención de Tomás. Ese hecho fue registrado con las cámaras GoPro de Carabineros. “Entonces, las usan a veces y otras veces no”, indica el abogado defensor.

Los Morales Galleguillos

Pedro Morales y Evelyn Galleguillos han visto a su hijo solo dos veces desde que está en prisión preventiva. Le piden que esté tranquilo, que lea y haga ejercicios. Evitan hablar del tema. Pero para Tomás Morales es difícil pensar en otra cosa que no sea su situación actual. Duerme mal, y la escena de los golpes y de la pistola apuntando hacia su cuerpo se repite con frecuencia en su cabeza. 

A lo largo de su historia familiar, los Morales Galleguillos se han abstenido de participar en política y aseguran no ser de ninguna tendencia. Con esfuerzo han podido darle educación a sus tres hijas y a Tomás, el menor. Él tampoco participa en ningún movimiento o colectivo político, aseguran sus padres, solo en la pastoral de su universidad cuando entró a estudiar. Desde que comenzaron las movilizaciones, el joven de 20 años asistió a un par de manifestaciones con algunos amigos. En ninguna de ellas se habían producido disturbios como los de esa noche del 6 de noviembre.

Por estos días, que dicen que ha sido como un calvario, la familia solo se ha aferrado a su fe. “Es terrible para uno sentir esta inseguridad, no poder dormir, despertar con una sensación de que todo está perdido porque no sabes qué va a pasar, porque lo han tenido todos estos días en la cárcel sin ninguna prueba”, dice Pedro Morales. Su esposa siente algo similar: “Yo sinceramente tengo mucho miedo en la justicia del ser humano, porque veo que están siendo injustos con mi hijo. Si él me hubiese dicho ‘sí, mamá, yo fui’, lo habría aceptado, nos hacemos cargo, pero no fue así”.

El sábado pasado hubo una marcha cultural en Puente Alto. El recorrido fue desde la estación Elisa Correa hasta la plaza Matte. Los Morales Galleguillos adhirieron a dicha manifestación, cuyo ambiente era familiar y pacífico. Nunca antes habían participado en una. Caminaron usando poleras blancas con una foto de Tomás Morales, en la que piden justicia y libertad. Caminaron junto a vecinos, amigos del colegio, de la universidad, junto a otros familiares. Ese día Evelyn Galleguillos se sintió acompañada y tuvo algo de esperanza: “Marché por primera vez en mi vida, por mi hijo, y por todos los Tomás que puedan estar sufriendo injustamente”.

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