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Opinión

24 de Diciembre de 2019

Raquel Olea de La Morada por Las Tesis: la emergencia de los feminismos

Agencia UNO
Raquel Olea
Raquel Olea
Por

Por Raquel Olea*

Recopilado por Romina Reyes

Las Tesis pone el acento en el cuerpo de la mujer como escenario político de la violación, algo cultural, patriarcal e histórico. Conjugan la violencia del Estado con la violencia contra las mujeres en la articulación de ritmo, cuerpo y discurso, produciendo con el texto una operación liberadora, y logrando penetrar en el inconsciente colectivo.

Pero hay algo paradojal en la performance. Habla de nuestros triunfos, y a la vez el que todavía las mujeres sean violadas, acosadas sexualmente, que tengan bajos salarios, que sean sujetos de segunda clase, después de tanto, tanto trabajo, habla de nuestras derrotas.

La violencia es el tema actual del feminismo. Todas las violencias se sitúan en el cuerpo de la mujer, y la performance de Las Tesis entra en la intimidad. Hay una naturalización de esa violencia, que es política, sexual, se vive en las casas, en las calles, además de las violaciones a los DDHH que se ejercen sobre el cuerpo de las mujeres con la forma de la violación.

El “abuso” es un significante prolífero, igual que “violencia”. ¿Qué mujer no ha sentido miedo a ser violada? Vivimos con la culpa, la culpa de ser mala madre, de cómo vestimos… Las Tesis nos liberan de la culpa, la culpa no era mía ni dónde andaba ni cómo vestía. “Te pasó porque eres provocativa, andas mostrando las tetas, andabas a solas, te tomaste unos tragos de más”, ¡nada! El violador eres tú, no hay culpa de las mujeres.

Cuando Las Tesis dice el Estado opresor es un macho violador… da señas de un imaginario cultural, casi arcaico: la permisividad que se da el cuerpo del hombre, y el hombre identificado con el Estado, con la violencia; todo tiene su centro en una violencia estructural de la superioridad de lo masculino por sobre lo femenino. Esto no es una cosa contra el hombre, es una cosa cultural que acusa y denuncia la legitimidad que el hombre tiene para posicionarse y posesionarse del cuerpo de la mujer, tu cuerpo es mío, y contra eso es que las mujeres nos hemos revuelto.

Lo que copan Las Tesis de alguna manera es la propiedad del cuerpo de las mujeres, el derecho a decidir el aborto, decidir mi identidad, si quiero soy trans, y también soy mujer. Hay además una demanda importante a la justicia, por cómo la trata la violencia de las mujeres.

Todo eso está en el pensamiento feminista. El tema es que en Chile se piensa el feminismo solo como activismo, y ya desde los 80, hay género en las universidades, hay crítica feminista, antropología feminista, hay mujeres feministas en la política, en la producción de pensamiento. Pero siempre se ha ninguneado. Se ha ninguneado porque los hombres copan los espacios y por alguna razón miran a las mujeres en menos.

Pese a que el feminismo ha estado estigmatizado en este país, hay grandes feministas: Elena Caffarena, Julieta Kirkwood, Olga Grau, Diamela Eltit, todo su trabajo es una crítica y una producción de lo femenino como un lugar otro. Soledad Larraín, quien hizo un trabajo interesante en los ’80, que demostró que los hombres le pegaban a las mujeres en todas partes, no solamente en las poblaciones. Vicky Quevedo, exdirectora de Radio Tierra, que nació en dictadura para que en democracia hubiera un espacio para escuchar nuestras voces.

Margarita Pizano, una mujer radical; Anamuri, mujeres que preservan las semillas. Soledad Fariña, Carmen Berenguer, poetas cuyo trabajo es elaborar símbolos culturales a partir de una posición política feminista, y han nombrado el cuerpo. Además de compañeras feministas de La Morada: Verónica  Matus, Margarita Humphreys, Pamela Paredes y Francisca Pérez, directora de La Morada hoy.

Entre 1983 y el 2019 veo el recorrido político del feminismo. El gran foco del feminismo en Dictadura era político, era la recuperación de la democracia. Lo que hicieron las feministas, y Julieta Kirkwood especialmente, fue identificar la figura del dictador como el patriarca. “Usted, patriarca ridículo”, le dice. Y Kirkwood, lo que más pensó, fue la relación de las mujeres y la política institucional, cómo las mujeres participaron o fueron excluidas, o cómo hacer política feminista en un mundo masculino, al interior de los partidos.

Hay una gran diversidad de feminismos, lesbianas, trans, trabajadoras, académicas, jóvenes, radicales, etc. Esa es la gran diferencia. Hoy hay una gran recepción de mujeres, hay un movimiento de mujeres genial, activo y prolífero. Ya no es correcto hablar de feminismo, sino de feminismos. Y esta gran recepción que tiene Las Tesis ocurre porque hay un movimiento de mujeres grande y muy activo, no hay que perderse: esto no es generación espontánea, hay un recorrido político.

La Morada era la idea de una casa, un lugar donde morar, donde acogerse, y ahora Las Tesis salen directamente a la calle empoderadas, salen con un texto, un himno, una canción. Salen desfachatadamente, y eso muestra que los lugares han cambiado, y que las mujeres estamos en todas partes.

*Ella es miembro histórico de La Morada, agrupación feminista nacida en 1983, que se propuso politizar la lucha de las mujeres en la demanda por la democracia.

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