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Coronavirus

28 de Abril de 2020

Creadores del Atlas de Vulnerabilidad frente al Covid-19: “La gente no se enferma por ser migrante, sino por ser pobre”

Desinfección en cité de Santiago. Foto: Agencia UNO

Desde que se registró el primer caso de coronavirus en Chile, la enfermedad se ha estado moviendo poco a poco desde los sectores más acomodados hasta los más vulnerables. De hecho, en la última semana la capital fue sacudida por dos brotes en cités habitados por familias hacinadas, algunas de ellas extranjeras. En conversación con The Clinic, un grupo de urbanistas del Centro de Producción del Espacio (CPE) explica cómo la pandemia ha desnudado la desigualdad de las principales ciudades de Chile y advierten que los riesgos frente a la pandemia es algo mucho más complejo que la nacionalidad o el lugar de origen.

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Un brote de coronavirus en un cité de Quilicura encendió las alarmas durante la semana pasada. Las condiciones de hacinamiento en la que vivían personas de origen haitiano pusieron el foco nuevamente en el peligro que corren los sectores más vulnerables frente a la pandemia. Días después, otros ocho contagiados fueron detectados en un cité de Estación Central, donde viven hacinadas cerca de 100 personas en total.

Varias semanas antes, este tema ya había sido parte de la conversación de los investigadores del Centro de la Producción del Espacio (CPE) de la  Universidad de Las Américas, que agrupa a académicos de las facultades de Arquitectura, Diseño y Construcción. 

Durante el mes de enero, cuando el virus registraba un importante número de casos en la localidad de Wuhan, China, “dijimos que si esta cuestión llega a Chile, lo importante será impedir que llegue a los sectores de menores ingresos. Lamentablemente, pasó lo que temíamos”, relata a The Clinic el arquitecto y director del centro, Francisco Vergara Perucich. 

Movidos por esa preocupación, lanzaron el Atlas de Indicadores Espaciales de Vulnerabilidad ante el Covid-19 en Chile, en el que se analizan siete variables que permiten identificar las zonas urbanas de mayor riesgo de contagio y aquellas donde la población es más vulnerable. 

LA CIUDAD Y LA PANDEMIA

Francisco Vergara explica que la ciudad se ha ido construyendo en Latinoamérica a través de las crisis sanitarias. “Fueron los médicos los que impulsaron las reformas urbanas de principios de siglo. Santiago era insalubre hasta 1925, con habitaciones que acumulaban humedad, sin ventanas, sin ventilación, donde proliferaban enfermedades como el cólera”, detalla.

Sin embargo, “desde 1945, el poder económico empieza cambiar la morfología de las ciudades. Se descontrola su crecimiento y comienza a ser dominado por el capital. Hoy es mucho más difícil el control higiénico de las ciudades, porque el poder económico es mucho más poderoso que el poder sanitario en Chile”.

Dicha realidad, asegura otro de los autores, ha quedado en evidencia por el Covid-19. En diálogo con The Clinic, el geógrafo Juan Correa expone que “la desigualdad de las ciudades es explotada por este virus. En Estados Unidos está más que analizado que la enfermedad es dos veces más letal en población afroamericana y latina, porque son más vulnerables y tienen menos recursos. En Chile, este virus ha desnudado la desigualdades que estaban debajo de la mesa”.   

Trabajo de sanitización en cité de Santiago. Foto: Agencia UNO

El atlas reordena datos obtenidos del Censo 2017 sobre Santiago y las otras 15 capitales regionales del país, pudiendo identificar los lugares donde hay mayor concentración de adultos mayores (población de riesgo), precariedad de las viviendas, hacinamiento y vulnerabilidad socioeconómica. Con estos datos, lograron crear un índice de vulnerabilidad de los hogares frente al Covid-19.

Además, a partir de los datos disponibles en el Servicio de Impuestos Internos (SII) lograron determinar cuáles son los principales atractores de la ciudad, esto es, lugares que concentran actividades como la educación, el comercio y el empleo que facilitan la propagación del virus. Finalmente, incluyeron mapas generales de las regiones con aquellas zonas que tienen acceso deficiente al agua potable. 

Con todos estos datos, los investigadores consideran que el coronavirus es un “elemento de análisis interesante” porque permite evaluar cuestiones como la segregación, el acceso y las características de las viviendas. Para el constructor civil y participante del estudio, Carlos Aguirre, el hecho de que “el principal vector son los seres humanos permite mapear todo lo que está ocurriendo. Si bien el entorno físico es importante, también lo es el entorno social”.

LOS MIGRANTES FRENTE AL COVID-19

Uno de los primeros estudios que puso al hacinamiento y la densidad demográfica como un factor clave en la propagación del coronavirus en Chile lo publicó la oficina de urbanismo Atisba, encabezado por el arquitecto Iván Poduje. El pasado jueves, el urbanista reflotó dicha investigación a partir de la explosión de casos en Singapur, que en 22 días pasaron de tener mil a 10 mil contagiados.

La causa fue un brote masivo del virus entre trabajadores inmigrantes -provenientes principalmente de la India y Bangladesh- que vivían hacinados en precarios dormitorios. En su cuenta de Twitter, Poduje aseguró que dicho riesgo “también existe en Santiago”.

Sin embargo, para los investigadores del CPE la medición de la vulnerabilidad es algo más complejo y va más allá de la nacionalidad o lugar de origen de los contagiados. De hecho, el constructor civil Carlos Aguirre subraya que “los migrantes tienen una mayor probabilidad de contagio porque son pobres, no porque son migrantes”

Según la encuesta Casen 2017, en Chile hay alrededor de 154.780 núcleos familiares en condición de hacinamiento. De ellos, se estima que 21.342 corresponden a familias migrantes, equivalente a un 13,8% del total. La proporción es similar si se recogen únicamente los datos del Censo de ese mismo año: De las 77.526 familias que viven en condición de hacinamiento, sólo 10.733 corresponden a familias migrantes (13,9%).  

Para el geógrafo Juan Correa, con estas cifras, atribuir el contagio a la población extranjera constituye “un sesgo, porque la gente no se enferma por ser migrante, sino por ser más vulnerable, por tener una vida más precaria. Las familias migrantes se enferman igual que las familias nacionales”. Sin embargo, no desconoce que hay situaciones particulares que podrían volver más complicado el tratamiento de la infección, como la barrera del idioma o el no acudir a servicios médicos por temor a ser detenidos o deportados.

Trabajadores migrantes en Singapur. Foto: Agencia EFE

EL CASO DE LAS REGIONES

Uno de los fenómenos que más ha llamado la atención en la propagación del Covid-19 se desarrolla en las regiones. En lugar de que el virus se expandiera en las dos ciudades más populosas después de Santiago, es decir, Concepción y Valparaíso, lo hizo de manera más acelerada en Temuco y Chillán.

Desde el punto de vista urbanístico, el arquitecto Francisco Vergara ofrece una hipótesis: “Temuco y Chillán tienen una alta complejidad porque hay pocos atractores, que son estos espacios que concentran comercio, trabajo, educación y salud. Esos puntos no son tantos para ser ciudades con tantas personas. La posibilidad de encontrarse con una persona contagiada asintomática es bastante alto porque no se diversifican estadísticamente la cantidad de puntos de encuentro”.

De hecho, la situación empeora porque desde las comunas colindantes y localidades aledañas también deben dirigirse a estas dos ciudades para realizar trámites de todo tipo, no así “en el Gran Concepción y el Gran Valparaíso, donde existe una mayor diversidad de puntos atractores, hay más posibilidades de no encontrarte con algún contagiado, porque los espacios de interacción están mejor repartidos por el territorio”.

Para el arquitecto Juan Correa, “todas las ciudades tienen el mismo paradigma de centro-periferia o clase alta-clase baja. La diferencia está en cómo llegaron los primeros casos a estas ciudades y cuáles fueron los aceleradores, tales como los cultos religiosos o el medio de transporte público. En Temuco y en Chillán es fundamental, por ejemplo, el uso del colectivo”.

Respecto a por qué en las ciudades del norte se sigue con números muy bajos de contagiados, los investigadores apuntan a la efectividad de medidas como la restricción del espacio aéreo, la suspensión de faenas mineras y la poca migración interna. Sin embargo, llaman a no cantar victoria. Correa lo ejemplifica con el caso de Antofagasta, donde “hay un factor extra que también afecta a Santiago, que son los campamentos. En esa ciudad hay más de cuatro mil familias que no tienen acceso al agua potable. Si le virus llega a esos sectores, va a ser caótico”.

También han revisado con preocupación la situación de las islas, donde el contagio rápidamente se multiplica. En palabras de Correa: “Se contagia uno, se contagian todos”. Esta situación se ha logrado contener hasta ahora en Isla de Pascua, pero Chiloé y Puerto Williams se han visto fuertemente afectados. 

Pese a no ser una isla, Punta Arenas también ofrece un caso singular. Para Francisco Vergara, “la escala de esa ciudad es muy pequeña, está contenida en lo que sería la mitad de la comuna de Santiago. La posibilidad de encontrarte con personas contagiadas es bastante mayor. Cuando la gente está más apretada, aumenta la posibilidad de transmisión del virus”. La Región de Magallanes actualmente registra el quinto mayor número de casos a nivel país, pese a ser una de las regiones con menor cantidad de habitantes. 

Contagios en la Región de Magallanes. Fuente: Informe Epidemiológico, Ministerio de Salud

EJE POLÉMICO

Según el último informe epidemiológico del Ministerio de Salud, la Región Metropolitana registra una de las tasas de incidencia más altas de todo el país, con 83,2 por cada 100 mil habitantes. Para enfrentar esta situación, la autoridad sanitaria ha decretado cuarentenas parceladas por comunas que, a través del tiempo, se han ido trasladando desde el sector centro-oriente de la capital a la periferia.

El geógrafo Juan Correa asegura que “es casi un misterio cómo el Ministerio de Salud está definiendo las cuarentenas. La metodología no es clara, son solamente rumores los que están dando vueltas y hemos visto algunas contradicciones entre ministros y subsecretarios. Eso igual es grave, porque esa falta de transparencia mina la confianza de la sociedad civil y de la academia hacia el Minsal”.

Diferencias en el número de casos entre el 31 de marzo y el 23 de abril. Fuente: Informe Epidemiológico, Ministerio de Salud

El constructor civil, Carlos Aguirre, puntualiza que efectivamente los informes del Minsal “tienen una precisión espacial bastante gruesa”, pero ofrece un contrapunto y aclara que no es extraño diseccionar las comunas en partes. “Por ejemplo, San Bernardo tiene cuatro San Bernardos dentro. Está por un lado el sector alrededor del Hospital El Pino, todo lo que está pegado a El Bosque, está el San Bernardo antiguo y está el sector más al sur, cerca de Paine. No es una realidad única y los viajes de la gente que vive en la comuna no se podrían tomar como una sola unidad”, precisa.   

Más allá de la polémica por la metodología, el arquitecto Francisco Vergara explica que en Santiago “hay un eje espacial muy marcado donde se concentra la mayor cantidad de interacciones sociales, que está entre Estación Central y Manquehue. En ese espacio hay colegios, universidades, trabajos, centros de servicio público, el metro mismo y el eje Alameda-Providencia. Todo ese espacio es el más crítico de la ciudad, es el lugar donde con mayor facilidad se puede propagar el virus, y permanece abierto”.

Fuente: Centro de Producción del Espacio

Según Juan Correa, la “explicación más lógica” de este fenómeno está en los datos de la Encuesta Origen Destino (EOD) del año 2012. Dicho sondeo revela que en la capital se realizan más de 18 millones de viajes diarios en un día hábil promedio. Cada hogar realiza nueve viajes al día y casi un tercio de estos traslados son en transporte público. Un porcentaje cercano al 20% del total son viajes de la periferia al centro y otro porcentaje cercano al 15% son desde la periferia al sector oriente. 

Finalmente, Correa señala que el caso de Santiago se asemeja bastante a lo que ocurrió en Nueva York. Un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) determinó que el metro de la metrópolis estadounidense fue “el principal vehículo de transmisión” del coronavirus, esparciendo la enfermedad de Manhattan, principal área de actividad de la ciudad, a los barrios residenciales más vulnerables como el Bronx, Queens, Brooklyn y Staten Island.

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