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Entrevistas

5 de Junio de 2020

María Emilia Tijoux, doctora en Sociología: “El racismo nos ha condenado a tratar muy mal a los seres humanos”

Crédito: Álbum personal

El 25 de mayo el norteamericano George Floyd fue asesinado a manos de un policía en Mineápolis, después de asfixiarlo por ocho minutos. Floyd era negro. El episodio revivió una lucha histórica en Estados Unidos en contra del racismo y tuvo eco en el mundo. A la socióloga de la Universidad de Chile, María Emilia Tijoux, le urge traer esa discusión a territorio local. Ella sabe que no estamos libres de esto: el racismo en Chile es histórico, sistemático y tan brutal como cualquier otro.

Por

Pese a las reuniones, clases por videollamada y exámenes de grado que debe tomar, María Emilia Tijoux llega puntual a nuestra reunión a las 20:30. Se ve de buen ánimo, cansada, un poco despeinada incluso, pero está dispuesta a hablar; a sacar afuera lo que lleva estudiando años, casi una vida entera. Sus análisis y reflexiones, que la convierten en una de las voces autorizadas en Chile para hablar de migración y racismo, hoy podrían tener más eco que otras veces. 

El asesinato del activista negro George Floyd a manos de un policía en Mineápolis desató una ola de movilizaciones en todo Estados Unidos contra el racismo histórico de ese país. La rabia traspasó fronteras, pues Francia, Canadá, Alemania y Londres, entre otros países, se sumaron a la revuelta. 

Aunque también está conmovida por esa violencia, Tijoux no puede dejar de pensar en los migrantes que hoy habitan Chile. Por eso no pierde la oportunidad para hablar de la campaña “Humanidad somos todes”, que organizó junto a la Cátedra de Racismos y Migraciones de la Universidad de Chile, la Universidad Abierta de Recoleta, Radio JGM y la Red Nacional de Organizaciones Migrantes y Pro Migrantes. Iniciativa que pretende, a través de distintas acciones de carácter informativo, sensibilizar acerca de la falta de derechos de los migrantes. Realidad que hoy, tras la pandemia y la inevitable crisis económica, ha quedado más expuesta que nunca.  

El día de esta conversación miles de personas en sus redes sociales difundieron una imagen negra con el mensaje “Black lives matter”.

María Emilia Tijoux – Crédito: Alejandra Fuenzalida

¿Por qué parece más fácil solidarizar con un episodio de violencia como el de George Floyd, que con una experiencia de racismo ocurrida en Chile?

-Siempre cuando hay un hecho terrible y se opina sin pensar demasiado, es mucho más fácil buscar la paja en el ojo ajeno. Es mucho más sencillo sentirse solidarios, valientes y buenos seres humanos, si un episodio de violencia ocurre en otro lugar. Eso saca de encima una parte de la responsabilidad que tiene que ver con los hechos que ocurren en el país donde uno vive. 

¿Se puede identificar un punto de partida del racismo en Chile?

-No es que el racismo haya partido en Chile cuando llegaron los migrantes, no. El racismo es un sistema de poder que contiene una ideología terrible y que también tiene que ver con la modernidad, con el lugar y el rol del sujeto en la modernidad. Pensemos en las consecuencias que tuvo la Segunda Guerra Mundial y lo que ocurrió con los millones de muertos. En el año 1978 la Unesco señalaba que ya no se podía hablar de “razas”, sin embargo, el racismo se desplegó por todos lados y la “raza” siguió siendo un marcador de diferencias. El racismo en nuestro continente se ha manifestado duramente contra los pueblos indígenas ¿Qué es lo que se ha hecho con el pueblo mapuche? ¿Por qué no reaccionamos con furia cuando vemos que se rodea al Wallmapu, que se encarcela a la gente, que se organizan montajes, que se destruyen sus casas y se hiere a sus niños? Hoy están muriendo personas en el Wallmapu por Covid-19. Antes se exterminaron pueblos completos y lo que estaba detrás también era esta idea la “raza”.

Es mucho más sencillo sentirse solidarios, valientes y buenos seres humanos, si un episodio de violencia ocurre en otro lugar. Eso te saca de encima una parte de la responsabilidad que tiene que ver con los hechos que ocurren en el país donde uno vive“.

¿Qué características tiene nuestro racismo?

-El racismo se despliega de dos maneras: en prácticas y en discursos. Las prácticas son múltiples, pueden ir desde el halago amable que es racista hasta el asesinato. En los 90 llegan comunidades migrantes a Chile y comienza a desplegarse el racismo cuando se hace una diferencia marcada entre migrantes y extranjeros. Cuando se le dice migrante a un peruano, pero no al europeo. Hay africanos que llegaron a Chile, que defendieron el país en la guerra, en la primera línea en esa época y que además fueron perseguidos y asesinados. La historia de los negros de La Laguna de Concepción implicó mucha violencia con esclavos senegaleses. ¿Y qué sabemos de eso? ¿Cuándo lo estudió usted en clases de Historia? ¿Cuándo lo estudié yo? Jamás. ¿Qué sabemos nosotros de procesos como la chilenización en el norte? ¿Dónde fuimos a estudiar lo que había pasado con los asesinatos de peruanos y bolivianos después de la guerra? 

SIN DERECHOS

Decías que en nuestro país hacemos una diferencia marcada entre migrantes y extranjeros. ¿Qué características tienen los migrantes para nosotros?

-Cuando hablamos de migración en Chile, nos referimos a siete países. Hablamos de Perú, Bolivia, Ecuador, República Dominicana, Colombia, Haití y, ahora, Venezuela. Cuando le decimos “migrante” a alguien ya estamos indicando negativamente a una persona, porque la migración de la manera en que la vemos contiene al racismo. ¿Qué pasó con la muerte de Joane Florvil? ¿Qué pasó con Monise Joseph? ¿Qué pasó con el hombre haitiano que asesinaron hace tres semanas porque no había pagado el alquiler? Pareciera que esos hechos no conmueven porque son demasiado nuestros, es nuestro racismo brutal. Pero la indiferencia y la impunidad también son prácticas violentas. Yo no digo que haya que hacer una diferencia entre qué es mejor o qué es peor, si lo que pasa allá o lo que ocurre acá. Estos asesinatos son terribles en todos lados.

Cuando le decimos “migrante” a alguien ya estamos indicando negativamente a una persona, porque la migración de la manera en que la vemos contiene al racismo. ¿Qué pasó con la muerte de Joane Florvil? ¿Qué pasó con Monise Joseph? ¿Qué pasó con el hombre haitiano que asesinaron hace tres semanas porque no había pagado el alquiler? Eso no conmueve porque es demasiado nuestro, es nuestro racismo brutal“.

Claro, finamente se trata de mirar nuestras conductas…

-Claro, y me voy a aprovechar que hoy se descubre de nuevo que el racismo existe para recordarle a la sociedad que también somos racistas en Chile. Que miramos mal, que los hombres han manoseado a las mujeres afrodescendientes en la micro y en el metro, que hay sexualización racializada de las mujeres y que por eso se les solicita para trabajar en jornadas exigentes en un café con piernas. Porque suponen en este imaginario chileno que las mujeres que tienen esos cuerpos o esos colores tienen más “capacidad amatoria”. Y lo mismo pasa con los hombres: porque también son esos hombres a quienes se les busca para despedidas de soltera. El mulato y el negro también construyen un imaginario erótico sexual.

Foto referencial: Cerca de 200 ciudadanos Peruanos acampan en las afuera del Consulado de Peru, para exigir ayuda para retornar a su país. Crédito: Agencia Uno.

Nos debería indignar todo.

-Exacto, me tengo que emocionar con todo. Que asesinen allá, que asesinen acá es igual de brutal. Lo que pasa es que lo que ocurre en EE.UU. es la consecuencia, casi lógica, de un apartheid que no se terminó, de una segregación brutal que siempre ha mantenido a las personas negras en lugar inferior a las demás, porque el racismo no se terminó nunca. Incluso las ciencias sociales aseguraban que un negro era más propenso al crimen, a la delincuencia y a la violación. Y bueno, pensemos: ¿Qué es lo primero que se asocia en Chile cuándo hablamos de “colombianos”, por ejemplo?

Comercio ilegal, narcotráfico…

-Y hay delincuentes en todas partes del mundo. Que nos digan en el extranjero que los chilenos somos hábiles para el robo en los metros, es común en España o Francia. Eso no quiere decir que todos los chilenos seamos delincuentes. Resulta muy fácil focalizar cuando la persona es pobre, cuando la persona es negra. Imagínate una mujer haitiana, sola, que no habla la lengua castellana. Superpone todo eso y se construye inmediatamente una enemiga a la que hay que liquidar. Hay una responsabilidad que es nuestra, claro que sí, pero también es del Estado y de este gobierno y de todos los gobiernos anteriores; porque yo no me olvido que ninguno de los otros hizo nada por los migrantes.

Imagínate una mujer haitiana, sola, que no habla la lengua castellana. Superpone todo eso y se construye inmediatamente una enemiga a la que hay que liquidar. Hay una responsabilidad que es nuestra, claro que sí, pero también es del Estado y de este gobierno y de todos los gobiernos anteriores; porque yo no me olvido que ninguno de los otros hizo nada por los migrantes“.

Hay que mirar de cerca. Es cosa de ver las imágenes de comunidades peruanas, venezolanas, bolivianas afuera de las embajadas desesperadas por volver a sus países.

-No queremos ver lo que construimos. Sí oye, eso lo construimos nosotros, no puede ser que habiendo casi un millón 500 mil migrantes en nuestro país, muchos estén queriendo volver. Eso no se dice, porque el gobierno ha construido todo un imaginario en que cuando Chile salga de la pandemia va haber una invasión de inmigrantes, pero muchas personas se están yendo desde el estallido en adelante. Hay buses de haitianos que partieron en viajes del terror, gente que murió, gente que secuestraron, gente a la que le robaron. Algunos lograron llegar pero otros no. No nos olvidemos que las personas que están hoy día en las puertas de sus embajadas estaban trabajando en Chile y de un día para otro quedaron sin trabajo, como muchos, pero sin ninguna red de apoyo ni lugar dónde vivir. 

 “No nos olvidemos que las personas que están hoy día en las puertas de sus embajadas estaban trabajando en Chile y de un día para otro quedaron sin trabajo, como muchos, pero sin ninguna red de apoyo ni lugar dónde vivir“.

En otras entrevistas planteabas que la realidad local de los migrantes considera hace rato los hacinamientos, aranceles abusivos, precarización. Mientras que esta pandemia hace visible que no tienen derechos ni a salud, cultura, trabajo o educación. Finalmente a ser reconocido como a un igual.

-¿Qué edad tienen los hijos de los migrantes que llegaron en los 90? Faltando días para el cierre del padrón electoral de cara al plebiscito nos encontramos con un problema serio. La Red Nacional de Migraciones denuncia que el Departamento de Extranjería y Migraciones mantiene estancado el proceso de validación de los datos que requiere el Servel para proceder al registro automático de las y los migrantes que cumplen con los requisitos establecidos por la ley para ejercer el derecho a la participación del voto. Ingenuamente pensé que cuando se planteó que podían votar, los partidos saldrían corriendo a buscar migrantes para engrosar sus filas. Y resulta que ni para eso se les considera.Nos educaron con canciones como “Y verás cómo quieren en Chile al amigo…”, pero no es cierto. Chile se ha construido como un país que se siente seguro económica y políticamente, un país que va dejando todos sus lazos con América Latina para establecer lazos con Europa, EE.UU., que se instala dentro de la bandera norteamericana. 

Chile se ha construido como un país que se siente seguro económica y políticamente, un país que va dejando todos sus lazos con América Latina para establecer lazos con Europa, EE.UU., que se instala dentro de la bandera norteamericana“.

El estallido y después la pandemia mostraron la fragilidad de esa economía, de esa estabilidad en que se basaba nuestra “superioridad”.

-Hoy empiezan a supurar las heridas por todos lados. Quienes se encontraban seguros en un país que parecía proporcionarlo todo ya no lo están, quienes pensaban que tenían la vida lista porque tenían un excelente salario hoy están sin trabajo. Todo ese derrumbe de la seguridad en la vida nos deja muy perdidos. 

Foto referencial: Un cité de la comunidad haitiana en la población Parinacota de Quilicura. Crédito: Agencia Uno.

Y con eso vuelve el miedo a la pobreza. 

-Esa es la fragilidad del capitalismo: la suerte de la gran promesa, la meritocracia y el lograr llegar a esa meta, conseguir el jarrón de oro. Además el capitalismo en Chile tiene características muy particulares, porque es neoliberal. Uno iba a la Argentina y te decían “oye pero que bien están ustedes en Chile”. Entonces un país que se supone “rico”, al que le iba tan bien, obviamente atrae migrantes, que por distintas razones como la pobreza, la crisis política, guerras o desastres naturales, salen de su país para mejorar su vida. ¿Qué viene a hacer acá la gente? A trabajar. Pero resulta que hoy día, el racismo institucional es brutal y no tienen derechos en igualdad. Hay una ley que selecciona, y cuando se habla de inmigración, se habla de frontera: ¿A quién dejo entrar y a quién no? 

NOS PERMITEN LA VIDA

 ¿Es el racismo un instrumento para gobernar? 

-Sí, porque mantiene a la gente dividida por abajo. El sistema económico ve con buenos ojos las migraciones porque tenemos mano de obra barata. Del total de migrantes en Chile el 70% vive en condiciones precarias, incluyendo profesionales que podrían estar hoy día contribuyendo a distintos ámbitos de la producción. Pero no, porque la mano de obra barata nos permite la vida. Nos traen las cosas a la casa, sanitizan las calles, son recolectores de la basura, son los que cuidan a los viejos, a los niños, a los perros, los que limpian los hospitales, los mall, las calles. Los migrantes hoy están trabajando en Chile, hacen parte de la misma clase trabajadora precarizada que hoy día sale a la calle a trabajar y arriesgar la vida. Ocurre por ejemplo que en el sector agrícola se prefiere tomar a cinco personas migrantes en lugar de dos chilenos. La persona que queda fuera de esa posibilidad va a decir que los migrantes tienen la culpa. Estamos frente una súper explotación laboral que tiene ribetes ilegales, y por otro lado, las personas migrantes no denuncian porque temen la persecución o expulsión. Esta forma de ganar dinero a costa de las personas es funcional al sistema.

Los migrantes hoy están trabajando en Chile, hacen parte de la misma clase trabajadora precarizada que hoy día sale a la calle a trabajar y arriesgar la vida.

Culturalmente, ¿qué es lo que nos instala en un lugar de superioridad?

Es un lugar político, voy a pensar en Chile solamente. Cuando se configura el Estado y nación, ¿dónde va a buscar Chile el desarrollo? ¿A Latinoamérica? No, va al desarrollo europeo, porque supone que es el mejor que puede existir. Vemos a Vicente Pérez Rosales, quien escribe el “Ensayo sobre Chile” y va a Europa y presenta a Chile como el país que más se parece a Europa. Fue a buscar migrantes alemanes para que vinieran a poblar los territorios del Sur y a mejorar la raza. La idea de “blanco” que tenemos en Chile es una idea que viene de mucho antes. Por eso nadie quiere ser indígena o negro, siempre nos hemos querido alejar de eso. Piensa que cuando nace un niño siempre se busca que se parezca a la tía de ojos azules: “lástima que no sacó tu color” o “es mi negrito lindo, pero igual lo quiero”. Desde el principio estamos estableciendo que hay una superioridad de la raza blanca.

Foto referencial: “Venezuela Libre” al interior del templo de un refugio de acogida para venezolanos en la comuna de Puente Alto. Crédito: Agencia Uno.

¿Cuál es nuestro problema con el color de piel? 

-Es que hay una cuestión con el color, con los rasgos, con la manera de caminar, de hablar, de bailar y de pensar. Porque el cuerpo negro, mulato, se le supone como un cuerpo que solamente es cuerpo: para el deporte, para el erotismo, es un cuerpo racializado y sexualizado. Como si la persona no pudiera pensar. Pensemos el lugar que se le da a las personas afrodescendientes en el deporte, siempre se dice que son mejores por su color de piel o su origen. Hay algo con el cuerpo que todavía no podemos sacarnos de encima, esa diferencia entre lo blanco y lo negro es una configuración muy potente que es muy difícil desarmar.

Es que hay una cuestión con el color, con los rasgos, con la manera de caminar, de hablar, de bailar y de pensar. Porque el cuerpo negro, mulato, se le supone como un cuerpo que solamente es cuerpo: para el deporte, para el erotismo, es un cuerpo racializado y sexualizado. Como si la persona no pudiera pensar“.

Pero una experiencia de crisis como la que atravesamos, sumado a lo que está ocurriendo en EE.UU., ¿no es una oportunidad para repensar nuestra forma de relacionarnos?

-En un contexto de sufrimiento social, considerar al otro como a un igual, ver lo que están atravesando otros y pensar que me puede pasar a mí o a alguien a quien amo puede ayudarnos.  Nuestras caras tienen que ver con nuestros rasgos indígenas. Tenemos como de un 40 a un 60% de ancestría mapuche en nuestras venas y cerca de un 5% de ancestría negra. Entonces sí, podemos tener este color pálido pero mirémonos bien, mírate tú, tus rasgos, tus pómulos, mis pómulos. Tenemos que buscar nuestro origen y decir orgullosas que tenemos sangre indígena. Pero inevitablemente tenemos esa aspiración social, que busca que ojalá tengamos ojos claros. En Chile funciona de esa manera y tiene que ver con la historia de América Latina. 

Quería detenerme en la idea del clasismo y pobreza que deslizaste. ¿Cómo estos conceptos se cruzan con el racismo? 

-Efectivamente se cruzan, por eso creo que es tan interesante acudir a las propuestas de la interseccionalidad, que proviene del feminismo crítico. Pero hay que saber mirar qué se cruza con qué, porque la cuestión del color de piel es muy fuerte, es muy potente. Entonces sí, si una persona es pobre y migrante su situación es mucho más complicada que persona que puede ser pobre y no migrante. Pero piensa en una mujer pobre, migrante, afrodescendiente y sin papeles: esa persona tiene muy pocas posibilidades. Y eso último es muy jodido porque sin carnet de identidad en periodo de pandemia, en cuarentena y en estado de excepción, la persona básicamente no puede circular: no puede comprar, no puede ir a una farmacia, no puede ir a un centro de salud. Queda completamente a la intemperie, abandonada.

CRUELDAD

El episodio de Floyd es brutal, pero replicable a situaciones en Chile como tú dices. ¿De dónde viene esa crueldad? ¿Es intrínseca a nosotros? 

Creo que este sistema capitalista vinculado al neoliberalismo construye a un individuo que es el antisujeto, alguien que puede ser capaz de cometer actos de extrema crueldad sin que le importe absolutamente nada. Por una parte se puede entender a través de la obediencia y, por otro lado, con la impunidad. Los crímenes contra mi generación consistían en torturar, violar y matar, y eran actos normalizados porque “se cumplían órdenes” en contra del marxismo “que venía a destruir el país”. Ahora es lo mismo, la lógica instalada es que estos migrantes “vienen a destruir el país”, “son enemigos”, “invasores”, “malvados”, “gente que roba trabajos”, “que roba maridos”, entonces se les puede matar, se les puede instrumentalizar, precarizar. Hay algo con este individuo terrible que se convierte en un ser humano feroz, y para mí la ferocidad no está solamente en el acto, sino en el hecho de que ese ser humano cometa ese acto sin importarle nada, que le dé lo mismo. 

María Emilia Tijoux – Crédito: Alejandra Fuenzalida

¿Hay alguna forma de darle una vuelta a todo esto?

-Pienso que el racismo nos ha condenado a tratar muy mal a los seres humanos, y probablemente educar a nuestros hijos y nietos de otra manera es una de las mejores cosas que uno puede hacer. Las generaciones seguirán cantando “El perro judío” hasta que alguien los pare. Entonces el racismo viene de todos lados: muchas veces lo que creemos por sentido común reproduce imaginarios, las palabras y los discursos crean realidad, se repiten y se banalizan. Los niños hasta los cuatro años no diferencian por color de piel, alguien se los enseña. Hay escuelas en el mundo donde los compañeros son de todos colores, y no se les ocurre hacer una diferencia a menos que alguien se lo diga. Para mí una de las mejores recetas es educar a los niños con mucho cuidado: pararlos cuando digan cosas que uno considere insultos, enseñar que uno puede hacer sufrir a otra persona, que burlarse de alguien por sus características corporales o económicas está mal. Creo que si uno va afinando eso es muy difícil que los niños del futuro tengan propósitos racistas. 

“La lógica instalada es que estos migrantes “vienen a destruir el país”, “son enemigos”, “invasores”, “malvados”, “gente que roba trabajos”, “que roba maridos”, entonces se les puede matar, se les puede instrumentalizar, precarizar”.

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