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Entrevistas

4 de Agosto de 2020

Lidia Casas: “Cuando denunciamos un abuso, las mujeres somos tratadas como sujetas altamente sospechosas”

El debate sobre si debe o no haber perspectiva de género en casos judiciales de abuso sexual está hace años en una puerta giratoria. Según la académica e investigadora Lidia Casas, el problema principal de que no exista una mirada de género en este tipo de casos es que habitualmente “se desplaza la responsabilidad del agresor hacia ella, y entonces se arma la idea de que ‘ella se buscó el abuso’".

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“¿Por qué se prefiere la perspectiva de género y no la justicia y el equilibrio?”. Esa fue una de las interrogantes con la que respondió el abogado Gaspar Calderón, defensor de Martín Pradenas -imputado por abuso sexual-, al fiscal a cargo del caso, Miguel Rojas. El fiscal, minutos antes, dijo en plena audiencia de formalización de Pradenas, donde había cientos de personas siguiendo la transmisión en línea, que la persecusión penal debía, idealmente, encaminarse hacia la perspectiva de género.

El mismo día de la formalización, el pasado 21 de julio, hubo un cacerolazo en distintos puntos del país porque Pradenas quedó con arresto docmiciliario. Las agrupaciones feministas encendieron el tema de género en investigaciones de abuso sexual en las redes sociales y una semana más tarde, tras una apelación de la Fiscalía Regional de La Araucanía, la Corte de Apelaciones de Temuco ordenó la prisión preventiva de Pradenas.

El tema sobre la perspectiva en que se abordan los casos de abuso sexual no es nuevo. Casos como el de Nabila Rifo y actualmente el de Antonia Barra -por el que está formaliazdo Pradenas-, han hecho resurgir esta conversación que desde hace años – desde que explotaron los casos de abuso sexual en Chile y con más fuerza cuando ocurrió el #MeToo-, según la abogada y directora del Centro de Derechos Humanos UDP, Lidia Casas, ha ido permeando y tomando protagonismo no sólo en la ciudadanía, sino que también en Fiscalía, en la Defensoría Penal Pública y el Poder Judicial. “Van lento, pero han tomado cartas en el asunto”, dice ella.

PDI traslada a Martín Pradenas desde su casa hasta la cárcel. Créditos: Agencia Uno

-Sobre cómo se ha desarrollado en términos judiciales el caso de Antonia Barra, ¿qué diagnóstico hace usted sobre el sesgo de género en las causas judiciales de abuso sexual?

-Este no es un problema que aqueja sólo al sistema penal. Uno puede mirar materias de género en materia de familia, en materia laboral, en justicia constitucional -claramente- y penal. En la penal se agudiza por el tipo de agravio y de situaciones en que mayormente las mujeres somos víctimas; ya se de violencia doméstica por parte de una pareja o bien de delitos sexuales, donde hay una unidireccionalidad. Es decir, normalmente de hombres hacia mujeres, sino que también respecto de la prevalencia donde la mayor parte de estas víctimas son del sexo femenino. Ahí yo creo que primero hay que identificar este primer foco que escapa del sistema penal. Eso es parte del diagnóstico. Cuando se considera que hay una falla sólo en el sistema penal se pierde una clara perspectiva de un problema harto más estructural.

“Este no es un problema que aqueja sólo al sistema penal. Uno puede mirar materias de género en materia de familia, en materia laboral, en justicia constitucional -claramente- y penal. En la penal se agudiza por el tipo de agravio y de situaciones en que mayormente las mujeres somos víctimas; ya se de violencia doméstica por parte de una pareja o bien de delitos sexuales, donde hay una unidireccionalidad”

-¿La perspectiva de género entonces debiese ser extendida a diversas materias, no sólo cuando llega a la justicia?

-Exactamente. O sea, uno puede mirar desde cómo se investigan las denuncias por acoso psicológico o acoso moral, acoso sexual al interior de la Inspección del Trabajo como un ejemplo de ello. Incluso las instancias administrativas. Tendemos a pensar sólo en jueces. El punto es que el sistema judicial está constituido por un conjunto de actores. En ese conjunto de actores están los fiscales, el Ministerio Público, la Defensoría Penal Pública (DPP), que cumple un rol fundamental, pero también los litigantes, los abogados privados. El Ministerio Público creó una unidad específica y la DPP se metió con una perspectiva de género fundamentalmente en la atención a sus usuarias. Es decir, mujeres que están en conflicto con la ley. Entonces ellos también han articulado una mirada de género cuando les toca defender a mujeres al interior del sistema. Pero les cuesta esa dualidad cuando a su vez ellos tienen que recurrir a la defensa de imputados en violencia de género. En el caso de Nabila Rifo y de Antonia Barra está pasando eso. Son cosas que internamente están generando mucho debate.

-Eso se acerca a lo que dijo el fiscal del caso de Antonia Barra: que es necesario que hubiese una perspectiva de género preponderante a la hora de analizar los hechos. En la práctica y en lo inmedito, ¿cómo puede aplicarse aquello?

-El punto aquí es que en este tipo de delitos de alguna manera se invierte a quien se enjuicia. Calderón, el abogado de Pradenas, fue súper claro en eso: él dijo que aquí no tiene nada que ver la perspectiva de género, que ésta es una mirada sesgada, que no otorga equilibrio y que el sentido de la justicia, en cambio, es la verdad. Lo que el abogado Calderón está diciendo con eso es que para él nunca ha sido problemática la forma en que se han investigado o cómo se desarrolla la justicia en cierto tipo de temas. Y por lo tanto, como no se lo cuestiona, cualquier cambio del status quo él los rechaza. Él, en el fondo, no es capaz de ver la discriminación que tiene el propio sistema.

Cómo el paso a paso desde que se denuncia un abuso sexual o violación hasta el desarrollo y fin del caso es un tema cíclico que cada cierto tiempo, con casos como el caso Karadima, el caso de Lisette, la niña que murió en un Sename, con Nabila Riffo y ahora con Antonia, vuelven a tocarse y siempre es desde el punto de vista de cómo se trata a las víctimas. ¿Cree usted que el sistema expone a las víctimas o es simplemente parte del proceso?

-Esta discusión no es de ahora. Si uno mira incluso antes de la instalación del sistema procesal penal, buena parte de las normas penales estaban pensadas en poner atención en las características de la víctima. Es decir, una víctima tiene que ser lo que yo he denominado “una víctima ideal para el sistema”.

“Esta discusión no es de ahora. Si uno mira incluso antes de la instalación del sistema procesal penal, buena parte de las normas penales estaban pensadas en poner atención en las características de la víctima. Es decir, una víctima tiene que ser lo que yo he denominado “una víctima ideal para el sistema”

-¿Cómo es la “víctima ideal” para el sistema?

-Esa víctima es lo que se llamaba antes “la doncella”. Es decir, una mujer recatada, que no viste de forma provocadora, que no anda a deshoras en la calle y que tiene cierto tipo de comportamiento del que alguien hablaría como “decoro”. Ser doncella es ser “una señorita”, hacerse respetar y tener una conducta sexual en donde se espera de un cierto deber ser de la mujer. En la medida, y estoy hablando históricamente, ése es el patrón moral que se le exige a la mujer para que su relato pueda tal vez llegar a ser creíble. Cuando yo hablo del sesgo de género es que el género, de alguna manera, se construye a partir de guiones de conducta de un “deber ser”. Si la mujer se desvía de ese “deber ser” se desplaza la responsabilidad del agresor hacia ella y entonces, se arma la idea de que “ella se buscó el abuso”.

-La defensa de Pradenas se apoya, y expone como antecedente, que Antonia esa noche estaba borracha. ¿Eso apoya esta teoría de “la doncella”?

-Totalmente. Y esa idea está muy anclada culturalmente. Estaba anclada en nuestras propias normas penales que fueron modificadas en el año 98 cuando se referían a “la doncella”. Allí hay un núcleo de creencias culturales que uno puede incentivar a través de normas legales para realizar ciertos cambios. Pero los cambios culturales son mucho más profundos. Por ejemplo, hoy vivimos en una época de festín de los matinales donde no es solamente absurdo lo que hacen, sino que en algunos momentos es hasta obsceno. Hay una lógica de exhibicionismo donde la dignidad de los sujetos no es lo relevante y, por lo mismo, termina siendo un circo romano donde se expone a la víctima y al victimario.

“Cuando yo hablo del sesgo de género es que el género, de alguna manera, se construye a partir de guiones de conducta de un “deber ser”. Si la mujer se desvía de ese “deber ser” se desplaza la responsabilidad del agresor hacia ella y entonces, se arma la idea de que ‘ella se buscó el abuso'”

-¿Eso quiere decir que los medios de comunicación también son parte del problema?

-O sea, Calderón no se cuestiona el rol de los medios en este caso, y ha sido preponderante. El mantener ese tipo de exhibición tanto de víctimas como de victimarios es complejo en los casos, y sobre todo por cómo se abordan acá. Hoy estamos en un momento en donde cada una de las instituciones de este país está profundamente cuestionada y por lo mismo la gente lo que busca es justicia por las propias manos.

-Bueno, quizá el que, según Fiscalía, sólo un 10% de las denuncias llega a sentencia es bencina para que la justicia social y moral se posicione como válida. La funa, finalmente, es querer darle muerte pública a alguien que podría no ser condenado por el delito que cometió. ¿Llegar a ese punto no es irresponsable?

-La funa es muy básica, pero se hace porque de alguna manera renunciaste a la utilización del derecho como un mecanismo de resolución de conflictos. Y eso es problemático en cualquier sociedad. Por eso hay quienes están dispuestos a que si entra alguien a sus casas no le pegarán un tiro, sino que le pegarán tres. Porque entienden que la justicia no será justicia. 

-¿Y cuál es la autocrítica que se hace desde el derecho?

-Cuando estamos frente a delitos cometidos por varones relacionados con la sexualidad, colocamos al centro del debate la conducta de la mujer, pero insisto en que esto no es propio solo del sistema penal. Cuando se instala la idea y se discute la idea del acoso sexual en nuestra ley laboral, por ejemplo, toda la discusión giró en que las mujeres iban a usar esa ley como una forma de vendeta. Fue impresionante. Cuando vino la ley sobre investigación de paternidad, pasó lo mismo. Las mujeres, cuando denunciamos un abuso, somos tratadas como sujetas altamente sospechosas, cuya motivación está pensada desde la venganza. En acoso sexual la cantidad de denuncias es mínima. Es un contínuo. 

“La funa es muy básica, pero se hace porque de alguna manera renunciaste a la utilización del derecho como un mecanismo de resolución de conflictos. Y eso es problemático en cualquier sociedad”

“EL PROBLEMA ES ESTRUCTURAL”

-Un grupo de diputados, que ya tiene la venia del gobierno, busca a través de un proyecto de ley -“ley Antonia”-, entre otras consideraciones, agregar a las víctimas que se quitaron la vida por una agresión sexual y aumentar el período para declarar un caso como prescrito. ¿Es un avance o es un “desde”?

-Yo soy bien crítica del proyecto de ley que se presentó. Aquí lo que hay es una respuesta, de esas típicas que se producen en este país en las que ante un hecho la importancia de legislar se hace en forma casi mecánica. Quiero decir que el hecho noticioso que impacta te genera inmediatamente un proyecto de ley. Y como que estás condicionado a una respuesta legislativa.

-Lo describe como si fuera una medida populista, ¿no?

-Uno podría decir que es populismo legislativo. Hay todo un entramado de red de atención a víctimas y de capacitación al mundo penal, pero es insuficiente. Esto permea y va más allá de la justicia penal, insisto. Las otras medidas sobre el resguardo de las víctimas ya está regulado como normas generales en el Código Procesal Penal. 

-¿Cómo lo es no encontrarse con el victimario y dar el testimonio una sola vez? Eso es prácticamente nuevo, considerando los últimos diez años.

-Exactamente.

Formalización de Martín Pradenas vía Zoom. Créditos: Agencia Uno

-Respecto a la investigación de estos casos, ¿cuál podría una medida que se pueda tomar de manera rápida?

-Un mayor plazo de prescripción, que eso sí lo aborda el proyecto de Ley Antonia. Aunque los mayores plazos de prescripción son muy importantes en esta materia, hay que reconocer que dan a la gente la ilusión de poder, eventualmente, tener justicia. Los estudios dicen que entre mayor cantidad de tiempo ha transcurrido desde el abuso, la persecusión penal siempre se hace más difícil porque tu memoria ya no es igual, porque pierdes detalles, porque no pueden construir un relato de forma inmediata. Ya no existen huellas que no sean, seguramente, tu propia memoria. No es que sea una publicidad engañosa lo de la prescripción, pero arma unas expectativas que el sistema judicial no puede cubrir.

“No es que sea una publicidad engañosa lo de la prescripción, pero arma unas expectativas que el sistema judicial no puede cubrir”

-Sobre la prescripción y sus expectativas: si a una mujer que hoy tiene 29 años la abusaron a los 7 y decide ahora denunciar a su abusador, si se amplía el periodo de prescripción, como no es retroactivo, el delito calificará como prescrito, ¿o no?

-Esas mujeres no van a poder denunciar. Muchas veces, como dicen los expertos que atienden a víctimas, las mujeres hoy pueden estar haciendo terapia respecto de sus relaciones violentas de pareja y en el marco de esas terapias sale el abuso sexual de niños. Y les llega un portazo a la hora de hacer la denuncia. De hecho, hay un estudio de la Subsecretaría de Prevención del Delito en el que se pregunta si es que en caso de haber sido abusada sexualmente había denunciado o no, y en caso de que no, que explicara el motivo. La primera respuesta de las mujeres fue que no denunciaban por vergüenza y la segunda era el “porque no me van a creer”. ¿Por qué me voy a exponer a contar algo donde yo salgo cuestionada?

-Como dijo usted, de eso se alimenta la funa por redes sociales: de la no justicia. La justicia moral y matar socialmente al abusador pareciera ser más efectivo.

-Hay un costo importante ahí. Las mismas palabras de Calderón cuando dice que no quiere manchar la reputación de nadie (refiriéndose a Antonia), pero aclara que Pradenas esa noche no estaba ebrio y ella sí. A ella la hace ver a ella como imprudente. Y perdón, pero precisamente porque él no está ebrio es que él está en mejores condiciones de determinar que hay personas que no están en condiciones de consentir nada. 

-¿Qué intervención puede ser efectiva en el sistema para que tenga perspectiva de género no sólo como un ideal, sino que algo concreto?

-Esto es algo que yo me he venido preguntando hace tiempo. Yo trabajo en una facultad que es súper innovadora y he considerado que el tema no está en el post universitario, sino que durante el pregrado: hay que formar a estudiantes que tengan esta mirada y esta perspectiva de género. Cuando yo hablo con mis estudiantes los empujo a problematizar todo, incluso la funa y sus implicancias.

Yo trabajo en una facultad que es súper innovadora y he considerado que el tema no está en el post universitario, sino que durante el pregrado: hay que formar a estudiantes que tengan esta mirada y esta perspectiva de género. Cuando yo hablo con mis estudiantes los empujo a problematizar todo, incluso la funa y sus implicancias.

-Como miembro de la Red latinoamericana de profesores de derecho, género y sexualidades discriminadas, Red-Alas, ¿tiene conocimiento sobre algún país en que el sistema esté funcionando?

-Hay grados. Países que tienen una mirada un poco más clara y desarrrollada, con policías más competentes. Nosotros, en cambio, hemos dado pasos lentos, pero se han hecho; la creación de un oficina de género dentro de la Corte Suprema que es muy importante; los protocolos que han hecho las normas internas sobre acoso sexual. En el Poder Judicial se ha trabajado el tema incluso sabiendo que estamos al debe. Acá no tenemos buenas policías investigativas; Carabineros no es una policía investigativa, sino que la PDI, pero Carabineros es nuestra primera fuerza con la cual se enfrenta la ciudadanía y ésa es una fuerza poco capacitada; de muchas utilización de fuerza física más que de inteligencia. El problema es estructural y así es difícil dar grandes pasos en esta materia.

“Acá no tenemos buenas policías investigativas; Carabineros no es una policía investigativa, sino que la PDI, pero Carabineros es nuestra primera fuerza con la cual se enfrenta la ciudadanía y ésa es una fuerza poco capacitada; de muchas utilización de fuerza física más que de inteligencia. El problema es estructural y así es difícil dar grandes pasos en esta materia”

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