Selección Nacional
4 de Agosto de 2020Valentina Ramos, la ex Masterchef que hoy vende colaciones en Lolol
Tras diez años viviendo en Santiago, la cocinera del programa de Canal 13 agarró sus cosas y se fue. Volvió a su natal Lolol, esa comuna de la sexta región que lució con orgullo en el reality de comida. Dejó su emprendimiento “Master mechada”, los arriendos caros y se fue con su pareja. Ahora prepara almuerzos y piensa instalarse con un local. No le interesa volver.
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El 1 de mayo Valentina Ramos (31) volvió a su natal Lolol, en la sexta región. Vivió por diez años en Santiago, conoció la fama, inició una pyme y logró independizarse, pero el cierre del comercio y el inicio de la cuarentena en algunas comunas de la ciudad le pegó fuerte. Como a todos. Tratar de trabajar y vivir en una ciudad cada vez más restringida no le salía a cuenta.
Antes de la crisis, trabajaba en “Master mechada”, el emprendimiento de comida rápida que creó tras participar en el reality Masterchef: un carrito de sánguches y frituras que movía en cumpleaños y eventos, y donde preparaba la carne en su modalidad favorita. “Pero por esta cuestión de la pandemia se paró todo. No me entraban ingresos, nada”, cuenta.
Tenía varios eventos agendados para marzo y abril, además trabajaba su carrito en la calle Lira, esquina Jofré. En la calle todavía la recordaban por su participación en televisión. Pero cuando el virus se asentó en el país y vinieron las cancelaciones, tuvo que ponerse creativa. “A mis contactos y amigos empecé a hacerle las compras, iba a la Vega, compraba cosas y repartía frutas y verduras. A veces detergente, alcohol gel, guantes, mascarillas, lo que fuera y las revendía”, dice. Con esas compras aprovechaba para ir a Lolol y vender allá.
Un día, en un trayecto de vuelta a la capital, lo pensó bien y se dio cuenta que en Santiago, a esa altura, sólo tenía gastos: arriendo de casa y estacionamiento, sin considerar que vivir aquí es también mucho más caro. Lo conversó con su pareja y lo decidió: terminó el contrato de arriendo y se vino de vuelta a la comuna donde vivió toda su vida y que lució con orgullo en el reality.
“No me estaba saliendo a cuenta pagar arriendo ni nada, estaba yéndome pa’ tras. Tampoco quería gastar mis ahorros pagando la vida en Santiago, era muy caro. Ni siquiera estaba tanto allá porque a veces me venía hasta dos semanas de corrido a Lolol. Acá me quedaba en la casa de mi mamá, entonces también me ahorraba el hospedaje”, cuenta.
Agarró sus cosas, las montó en el camión de un tío y ella se vino en camioneta con su pareja y su gato. “Tuve que hacer los trámites para sacar las cosas porque estábamos en plena cuarentena en Santiago. Me lo traje todo”, dice.
Instalada allá, vivió unos días donde su madre, pero rápidamente se buscó un espacio. Necesitaba asentarse. Mientras tanto, y para subsistir, hizo lo que mejor sabe hacer: comida. De martes a domingo prepara colaciones a 3 mil pesos, opciones distintas según el día: pollo arvejado, ñoquis, lasaña, asado alemán, carne mechada con arroz… Hace un stock de comida y, por lo general, se termina todo. Cierra su jornada a las 15 horas y durante la tarde retoma preparando pizzas, empanadas o chorrillanas. Trabaja en la cocina a leña de su madre y que, según Valentina, aporta otro sabor. “Todo queda mucho mejor”, advierte.
Suena súper bien…
-Sí, le ponemos un poco de talento igual, aplicamos todo lo aprendido en el programa y lo vamos ejecutando en nuestros platos.
Pese a los cambios, parece que la pandemia no te ha tratado tan mal.
-Principalmente fue el tema de la economía. Vivir acá es mucho más conveniente. Visto así, a mí me ha servido bastante la pandemia, no fue tan terrible. O sea, claro que el cambio igual fue duro, porque uno se acostumbra a Santiago y todo lo que hay allá.
¿Cómo te proyectas?
-Ahora estoy buscando un local acá en Lolol, porque ya tenemos harta clientela. Acá es chico, entonces se mueve bien. Nos queremos quedar acá, es mucho más barato. Lo que pago acá ni se compara con Santiago. Por ejemplo, por el arriendo de una casa con dos piezas y un baño pago 80 mil pesos, imagínate, no hay por donde perderse. Acá veo mucha más plata, me cunde más.
¿Tomas alguna precaución con la sanitización en pandemia?
-Tomamos todos los resguardos para sanitizar los productos. Además usamos mascarillas en la cocina y guantes en la entrega. Y a la cocina sólo entramos nosotras. Cuando nos quedamos sin colaciones, tenemos que hacer comida aparte para la familia, porque no dejo ni entrar a mi mamá ahora.
“Acá es chico, entonces se mueve bien. Nos queremos quedar acá, es mucho más barato. Lo que pago acá ni se compara con Santiago. Por ejemplo, por el arriendo de una casa con dos piezas y un baño pago 80 mil pesos, imagínate, no hay por donde perderse. Acá veo mucha más plata, me cunde más”.
HAY QUE PEGARLE, QUIERO PEGARLE
“Hay que pegarle, quiero pegarle”. Esas palabras acaloradas, en medio de una competencia grupal del programa Masterchef, superaron el contexto y se convirtieron en distintos memes de internet. Aunque de su participación en ese reality ya han pasado tres años, en las redes sociales todavía la recuerdan.
Cada cierto tiempo ese pantallazo del programa donde dices “hay que pegarle, quiero pegarle” se viraliza, ¿te gusta ser protagonista de un meme?
-Sí, me gusta. De hecho lo tengo como sticker en el teléfono, mis amigos siempre me mandan pantallazos cuando lo pillan por ahí. Es bacán porque igual eso me hace seguir vigente de alguna manera para la gente. Casi ya no me reconocen por Masterchef, si no por el “hay que pegarle”, por el meme. Me siento orgullosa de esa frase.