Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

26 de Agosto de 2020

Columna de Marcelo Mena: Gente poco razonable y la revolución cero emisión

La revolución energética que vive el país no partió ni por normas, ni impuestos, ni subastas energéticas que fomentaron la competencia. Todo eso claro que contribuyó, pero la revolución energética parte de la gente y su incapacidad de resignarse a que su territorio se transforme en una nueva zona de sacrificio, o que sus tierras quedaran inundadas bajo un embalse.

Marcelo Mena
Marcelo Mena
Por

“Una persona razonable se adapta al mundo. Una persona poco razonable persiste en tratar al mundo a sí mismo. El progreso, por tanto, depende de gente poco razonable”. Esta frase de George Bernard Shaw describe bien la revolución energética que vive el país, que no partió ni por normas, ni impuestos, ni subastas energéticas que fomentaron la competencia. Todo eso claro que contribuyó, pero la revolución energética parte de la gente y su incapacidad de resignarse a que su territorio se transforme en una nueva zona de sacrificio, o que sus tierras quedaran inundadas bajo un embalse.

La carbonización de la matriz energética, que tuvo su explicación en el cierre del gas natural, no se materializó frente a lo que los hombres de negro tenían planeado. Hoy el carbón representa 4600MW de la capacidad instalada del Sistema Energético Nacional. La ciudadanía frenó más de 6800MW de energía a carbón entre el 2009 a 2014. Se inició en Barrancones con Chao Pescao. Un tweet de esta ingeniosa agrupación el 24 de agosto del 2010 convoca a una marcha a las 7pm en el Paseo Ahumada, encendió una mecha. Al día siguiente Felipe Camiroaga emplaza al ministro Hinzpeter a parar el proyecto, y al día siguiente el presidente Piñera anuncia que el proyecto no va, y que será relocalizado, cosa que nunca ocurrió. Pronto después se anuncia que Farellones y Cruz Grande también desisten, y el Archipiélago de Humboldt se mantiene a salvo por unos años más. 

“Si nuestra huella de carbono fuera nuestro peso, con Castilla engordábamos 15 kilos. Cada chileno. La Corte Suprema marcó un hito, rechazando un proyecto a todas vistas irregular en su aprobación, y Hacienda Castilla no se transformó en una nueva zona de sacrificio”.

Luego vendría Castilla, una monstruosidad de proyecto, un peligro a la salud de la gente. Si bien era más limpia que la mayoría de las carboneras que Chile había visto, emitía por sí mismo el doble de material particulado que toda la industria de Santiago en un punto, y generaba por sí mismo casi 17 millones de toneladas de CO2. Si nuestra huella de carbono fuera nuestro peso, con Castilla engordábamos 15 kilos. Cada chileno. La Corte Suprema marcó un hito, rechazando un proyecto a todas vistas irregular en su aprobación, y Hacienda Castilla no se transformó en una nueva zona de sacrificio. 

Pero Atacama seguía bajo riesgo. Punta Alcalde traería 740MW más de generación en Huasco, la que ya contaba con 4 termoeléctricas. El alcalde Loyola y la comunidad se pararon frente a este proyecto, el que terminó aprobado por la Corte Suprema, pero con requerimientos que lo hacían inviable. Las señales eran claras. El carbón no era bienvenido, y así cayeron Energía Minera (planificado por Codelco en la zona de Puchuncaví), Los Robles (Constitución), Kélar (Mejillones), los que fueron desistidos por el titular.  En total evitamos 6800MW de energía a carbón, que hubieran emitido 56 millones de toneladas de CO2, emitiendo 11 mil toneladas de material particulado en nuevas y antiguas zonas de sacrificio. Entendiendo que Chile aspira la carbono neutralidad, esto hubiera sido imposible con un 60% extra de emisiones. 

La hidroelectricidad en el sur tuvo un camino similar, con el fin de Hidroaysen, Rio Cuervo, Mediterráneo, entre otras, ya sea por comité de ministros, o decisiones de tribunales, 3600MW de hidroelectricidad en la Patagonia no serán más. La creación de la Red de Parques de la Patagonia, que suman 45.000 km2, fue una lápida que ratifica que el país eligió otro camino. Enhorabuena, entendiendo el calvario que ha sido para todos los actores instalar proyectos como Alto Maipo, cuya envergadura y complejidad ha causado sobrecostos enormes.

La revolución energética se inició hace una década y, desde entonces, le abrimos la puerta a las renovables no convencionales, con en más de 15 mil millones de dólares de inversión entre el 2010 y 2019. Winston Churchill una vez dijo que los americanos terminaban haciendo lo correcto, luego de haber agotado todas las otras opciones. Eso pasó en la energía eléctrica también. Y no fueron los expertos energéticos los que forjaron ese camino. Al contrario, nos decían que habría apagones y que se encarecería la energía. Hoy las empresas mineras ven lo contrario, al firmar contratos 100% renovables a costos muy menores a lo que pagaban por el carbón. Fue la gente poco razonable que no cedió a las explicaciones del establishment económico y técnico del país. 

“La hidroelectricidad en el sur tuvo un camino similar, con el fin de Hidroaysen, Rio Cuervo, Mediterráneo, entre otras, ya sea por comité de ministros, o decisiones de tribunales, 3600MW de hidroelectricidad en la Patagonia no serán más. La creación de la Red de Parques de la Patagonia, que suman 45.000 km2, fue una lápida que ratifica que el país eligió otro camino. Enhorabuena, entendiendo el calvario que ha sido para todos los actores instalar proyectos como Alto Maipo, cuya envergadura y complejidad ha causado sobrecostos enormes”.

Fue esa gente poco razonable que cambió al país e inició una transición que hoy nos llena de orgullo. Y por lo mismo, sigamos escuchando a esa gente poco razonable que dice que podemos acelerar la revolución cerrando las termoeléctricas a carbón antes del 2030, y así recuperar zonas como Huasco, Coronel, Mejillones, Tocopilla, o Puchuncaví.  Y la forma es usando las mismas herramientas del mercado, incorporando el precio de la contaminación como corresponde, ajustando el impuesto verde que impulsamos con la presidenta Bachelet el 2014. Resolviendo distorsiones que causa que existan formas de energía que transfieren sus externalidades a la sociedad en la forma de contaminación y cambio climático.  

Continuemos esta revolución expandiendo la energía renovable barata en nuestros sistemas de transporte y calefacción. Transformemos nuestra energía solar en hidrógeno verde para producir minerales bajos en emisión.  En estas dos décadas transformemos a Chile en la Arabia Saudita de combustibles limpios. Hagámoslo no en la medida de lo posible, sino en la medida de lo necesario.  Porque nuestra lucha hoy pasa no de decir lo que no queremos, sino permitir que nuestro sol ilumine nuestro futuro, en una transición del extractivismo a un futuro 100% renovable para Chile y  para el mundo. 

*Marcelo Mena es director del Centro de Acción Climática PUCV.

Notas relacionadas

Deja tu comentario