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Entrevistas

8 de Octubre de 2020

Claudio Castro, alcalde de Renca: “Todo indica que vamos a tener un nuevo gobierno de derecha”

Molesto, dice que la centro izquierda debe buscar sus mínimos comunes para enfrentar a una derecha que no hará los cambios que pide la gente. Sostiene que aunque Lavín está leyendo bien el país, “yo no le creo”. Y sobre Daniel Jadue afirma: “Si quiere representar a un conglomerado más amplio, tiene que moderar desde la forma hasta el fondo de lo que expresa”.

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Tiene 37 años. Está a la cabeza de una de las comunas más golpeadas por la pandemia. Hoy, después de 5 meses de cuarentena, el alcalde de Renca dice que sus vecinos viven entre la angustia y la desesperación. En los peores momentos, llegaron a funcionar 107 ollas comunas para poder hacer frente a la crisis económica que desató el coronavirus. “Aquí falló el Estado”, sostiene desde su oficina municipal. 

Claudio Castro es hijo de la clase media. Nació en La Florida. Estudió en el Instituto Nacional. Luego, entró a la Universidad Católica a estudiar ingeniería civil. Apenas terminó sus estudios, asumió como director social para América Latina y el Caribe para Techo (el ex Techo para Chile) y allí enfocó su trabajo en las familias que viven en campamentos.

Con la vivencia de la pobreza y de la precariedad, partió a Inglaterra para estudiar Políticas Públicas en el prestigioso The London School of Economics (LSE). Castro entendió, tempranamente, que las soluciones a la desigualdad, no se resuelven sólo con buena voluntad, sino que con diseños y estrategias. 

La política le late en la sangre. Y aunque meses después del estallido social, renunció a su militancia en la DC, hoy va a la reelección en calidad de independiente. Lo logró generando un acuerdo político transversal en torno a su nombre. El alcalde cree en la importancia de la política, en el rol gravitante del Estado y en la urgente necesidad de reformas estructurales para el país. 

-Renca tuvo una de las cuarentenas más largas del país. ¿Cuál ha sido el costo que han pagado?

-Ha sido un costo muy, muy alto. Al comienzo, cuando el virus sólo había llegado al sector Oriente de Santiago, y se discutía si ellos pasarían la cuarentena en sus casas de la capital o de la playa, nosotros pedimos cuarentena. Pero eso suponía un plan de fiscalización sanitaria y un plan social importante. El gobierno llegó tarde.  

-Al comienzo pidieron cuarentena y luego no sabían cómo sacarse la cuarentena de encima. ¿Quedaron como prisioneros de la situación? 

-Es que fueron dos momentos. Primero, era evidente que este virus impactaba distinto a las personas, según su situación socioeconómica. Nuevamente, aparecía el tema de la desigualdad. Y si bien al comienzo, pedimos la cuarentena, en estos 5 meses constatamos un Estado que falló a la hora de ofrecer la posibilidad de que nuestras vecinas y vecinos se pudieran quedar en su casas. Es un Estado que falló de manera rotunda. El mejor ejemplo fue el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que era muy difícil de entender y de postular. Era un caos.

-¿El retiro del 10 por ciento de las AFP ayudó a descomprimir?

-Ese es el ejemplo más concreto del fracaso de la política social del Estado. Reflejó toda nuestra precariedad. Lo que hemos vivido nosotros, producto de la falta de un Estado que pudiera garantizar condiciones mínimas, ha sido muy duro. Tenemos gente que lo ha pasado realmente mal. Lo que define el sentir de nuestros vecinos es angustia y frustración. Angustia por un virus tremendo que se ha llevado a mucha gente y frustración porque el Estado brilló por su ausencia.

-El propio ministro Ignacio Briones ha reconocido que el Estado hizo agua…

-Claro, pero a la ausencia del Estado, súmale que hubo un diseño que era humillante para la gente. Las personas tenían que demostrar su pobreza para poder acceder a los beneficios. Fue desastroso. Y otro símbolo, de ese Estado que falló en su política social de emergencia, fueron las cajas de los alimentos. En vez de elegir un diseño institucional contundente, que garantizara la posibilidad de quedarte en casa, se optó por montar un show, una escena, un peor es nada, que no alcanzó para maquillar ese abandono en el que quedaron las familias.

Los recursos están empezando a llegar. Santiago ya se abrió. ¿Confías en que vamos bien encaminados o estás con los dientes apretados? 

-Desde la perspectiva sanitaria, estamos con los dientes apretados. El tema de la trazabilidad y el testeo es clave. En Renca, hicimos una opción estratégica por tener nuestro propio sistema, pero lo hicimos rascándonos con nuestras propias uñas. Acá no hay un diseño nacional de testeo que garantice o nos dé seguridad de la apertura que estamos teniendo. 

“Otro símbolo de ese Estado que falló en su política social de emergencia, fueron las cajas de los alimentos. En vez de optar por un diseño institucional contundente, se optó por montar un show, un peor es nada, que no alcanzó para maquillar ese abandono en el que quedaron las familias”.

¿SALIR DEL NICHO?

-De la mano del desconfinamiento, llegó octubre. ¿Temes un nuevo estallido social? 

-El estallido social se originó por la desigualdad. Hoy tenemos pobreza. La pandemia nos reveló un Estado ausente, pero también nos mostró un Estado que está construido de espaldas a las personas. Este proceso constituyente abre la oportunidad de que las personas puedan tener injerencia en la construcción de ese nuevo Estado.

-Algunos dicen que poner tanta expectativa en una Nueva Constitución podría generar rabia y frustración… 

-La frustración y la rabia ya existen. Son el resultado de la desigualdad que tenemos. Por eso es tan importante que la ciudadanía pueda participar y ser parte de esta conversación. Este es un proceso para distribuir el poder y para que vuelva a relevar la experiencia más comunitaria de la política. 

-¿Y qué rol debiera jugar ahí el sistema político? 

-Tiene un desafío enorme. Porque si esta ciudadanía más empoderada, se construye a partir de la idea de que todos los políticos son malos y que da lo mismo el partido político, entonces nos arriesgamos a un quiebre profundo entre política y ciudadanía.

-En ese sentido, ¿cómo ves el quiebre entre el Frente Amplio y el resto de las fuerzas de izquierda?

-Mi diagnóstico es que tenemos un gobierno que fracasó en ofrecer un sistema de salud y protección social contundente. En ese sentido, el fracaso en las negociaciones de la centro izquierda representan la desconexión completa y absoluta de la ciudadanía. 

-¿Por qué?

-Porque si  yo aspiro a representar a la ciudadanía y quiero ser una alternativa distinta a la que hemos visto en este gobierno de derecha, el fracaso de la oposición para ponerse de acuerdo, fue un portazo en la cara de todos esos ciudadanos que se han movilizado en este tiempo. 

-¿Quién es el responsable de esa fractura? Muchos apuntan al Frente Amplio…

-El Frente Amplio no es el único responsable. Lo es toda la oposición. La pregunta de fondo es ¿qué le dice la centro izquierda a ese vecino de Renca que estuvo 5 meses encerrado, que perdió su pega, que está frustrado porque el gobierno no lo asistió y lo dejó solo? ¿Qué alternativa le ofrecemos? Lo único que estamos ofreciendo es desorden. Y frente a la ortodoxia de la derecha, uno esperaría que existiera una alternativa. Pero no la veo. Toda la oposición está en una búsqueda identitaria por fortalecer a su nicho.

JADUE-LAVIN

-¿Será sólo un problema de falta de unidad? ¿No falta un proyecto común? 

-Es que no es verdad que no exista un proyecto común en el mundo de la centroizquierda. 

-¿No?

-No. Yo estoy convencido de que podemos ponernos de acuerdo en un proyecto a cuatro años plazo. Tenemos coincidencia sobre los cambios que se deben hacer. El problema es que no ha existido la disposición para sentarse a la mesa y escribir nuestro ideario común. Pero este fracaso, ad portas de un proceso constituyente, habla de una irresponsabilidad tremenda.

-¿De quiénes? ¿O los responsabilizas a todos?

-A todos. Yo veo con mucha preocupación que si no se rectifica el camino, vamos a fracasar también en el proceso constituyente. Si bien el resultado pareciera estar claro en favor del Apruebo y la Convención Constituyente, todo indica que vamos a tener un nuevo gobierno de derecha. 

-¿Es remontable la situación?

-¿Sabes lo que pasa? Que si no somos capaces de ponernos de acuerdo, la derecha va a tener un porcentaje importante en la Convención que le va a permitir vetar aquellas cosas que nos urge cambiar. O sea, la nueva Constitución va a terminar siendo muy parecida a la actual. Lo que se está jugando aquí es muy grande. Tenemos la obligación de acordar los elementos básicos para una nueva Constitución que represente este nuevo ciclo histórico. Y eso no lo veo.

Pero lograr acuerdos circunstanciales, ¿será suficiente para gobernar? 

-Si dejamos de lado lo que nos divide y nos concentramos en construir un programa de gobierno para los próximos 4 años, claro que sí. Tenemos unidad programática para hacerlo. 

– ¿Al Partido Comunista lo incluyes en ese horizonte común? ¿O el PC está enfocado en hablarle a su gente?

-El PC ha hecho exactamente lo mismo que los otros partidos: girar hacia su nicho. Y aunque ellos tienen una doctrina que todos conocemos, estoy seguro que podemos tener acuerdo y redactar un programa de gobierno común. Claro, no tenemos acuerdo sobre lo que pasa en Venezuela, pero acá estamos hablando de ofrecer una alternativa distinta a lo que son los gobiernos de derecha.  Se trata de enfrentar la desigualdad que dio origen a la crisis social. 

“Si no somos capaces de ponernos de acuerdo, la derecha va a tener un porcentaje importante en la Convención Constitucional que le va a permitir vetar aquellas cosas que nos urge cambiar. O sea, la nueva Constitución va a terminar siendo muy parecida a la actual”.

El liderazgo de Daniel Jadue, un alcalde igual que tú, ¿te representa?

-Mientras no haya una candidatura clara desde el mundo socialdemócrata, no se puede ver el panorama completo. Es una situación circunstancial. Daniel es un excelente dirigente político. De verdad, impresiona. Su formación y su trayectoria como arquitecto y sociólogo, las ha traducido en un programa comunal muy contundente y del que muchas municipalidades hemos aprendido. 

-¿Y como carta presidencial?

-Creo que si Daniel Jadue aspira a ser el candidato que lidere a un conglomerado que va desde el centro hasta la izquierda, tiene que cambiar las formas; dejar de apostar a una estrategia de nicho y promover un diálogo honesto, con respeto por las identidades y la historia de cada uno.

¿Te parece un poco rudo? 

-No, pero si Daniel quiere representar a un conglomerado más amplio y que vaya más allá de los que piensan exactamente igual a él, tiene que moderar desde la forma hasta el fondo de lo que expresa. 

El argumento de que la izquierda y el centro deben unirse para que no siga gobernando la derecha, ¿no es un poco pequeño?

-Es un pésimo argumento. Si nos unimos sólo para ganarle a la derecha, ese proyecto va a fracasar al poco tiempo. Por eso insisto tanto en que identifiquemos y acordemos los mínimos comunes que existen en la centro-izquierda. Los hay.

“Si Daniel Jadue aspira a ser el candidato que lidere a un conglomerado que va desde el centro hasta la izquierda, tiene que cambiar las formas; dejar de apostar a una estrategia de nicho y promover un diálogo honesto, con respeto por las identidades y la historia de cada uno”.

-Pero hay una desconfianza instalada y, además, hay un quiebre generacional entre lo que fue la Concertación y el Frente Amplio…

-Lo lamento. Los gobiernos de la Concertación hicieron lo que se pudo en ese momento político. Tuvimos una cantidad de amarres que venían desde la dictadura y se ofreció una alternativa dentro de lo que fue posible. Seguir insistiendo en los “pecados” de la Concertación, sólo imposibilita acuerdos. A esta altura, deberíamos enfocarnos en lo que van a ser los próximos 30 años y dejar de hablar de lo que fueron los últimos 30 años. Al menos a mí, me interesa construir y hacerlo con una mirada amplia, sin vetos a ningún sector. 

-¿Dirías que la centro izquierda ha entendido en qué consiste un nuevo pacto social?

-Las ideas de la centro-izquierda son las que mejor pueden representar la demanda social que hoy existe. Sin embargo, estamos en deuda. La oposición no ha sido capaz de generar las condiciones para que la ciudadanía movilizada vea en nosotros una alternativa. Esa es una deuda tremenda. Tenemos que hacer una autocrítica, una reflexión profunda.

¿No será que han perdido pie en la realidad? 

-Un proyecto de centro izquierda no se entiende si no es en conexión profunda con la realidad. Cada vez que ese proyecto se difumina, tenemos que volver a los barrios, a las villas, a las poblaciones. 

 -Pareciera que Joaquín Lavín está haciendo una lectura más aguda de la sociedad, ¿o no? 

-Puede ser que Lavín sea quien mejor está leyendo el escenario político y lo que espera la ciudadanía. Pero yo no le creo a Lavín. Él ha sido parte de un proyecto de derecha toda su vida. No creo que desde ese mundo vaya a construir lo que ha venido diciendo estos últimos meses.

Pero Lavín ha cruzado la frontera… 

-Pero esto no depende de que una sola persona cruce una frontera. Un proyecto de país se construye con un conglomerado político y Lavín es miembro de Chile Vamos, de una derecha que ha fallado rotundamente en generar las condiciones para ser un país más igualitario. Por lo tanto, a pesar de tener una buena impresión del “nuevo Lavín”, me parece que de ahí no va a salir nada nuevo. 

La derecha tiene un candidato instalado. La centro izquierda no tiene ni unidad ni candidato… 

-Es verdad. Es un problema que se vuelve más urgente cada día. Ya sabemos que la derecha no va a articular el nuevo pacto social que demanda la ciudadanía. No lo van a hacer, porque está fuera de su forma de comprender el mundo. La desigualdad es un punto ciego para la derecha. Ellos no van a hacer esa transformación.

“Lavín es miembro de Chile Vamos; de una derecha que ha fallado rotundamente en generar las condiciones para ser un país más igualitario. Por lo tanto, a pesar de tener una buena impresión del “nuevo Lavín”, me parece que de ahí no va a salir nada nuevo”. 

-¿Y cuál es el punto ciego de la centro izquierda?

-Nuestro punto ciego es entender con urgencia que lo colectivo es fundamental. Ninguno de nosotros va a ganar por sí solo. No es momento de proyectos identitarios individuales. Hoy, más que nunca,  se pone a prueba nuestra capacidad para articular un proyecto común. Lamentablemente, eso es algo que históricamente la izquierda no ha entendido. 

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