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Foto: Gentileza Valeria Flores

Entrevistas

28 de Enero de 2021

Valeria Flores, primera chilena en dirigir un equipo de balonmano en Europa: “En muchas partes, todavía no creen que las mujeres podamos liderar por miedo a que lo hagamos mejor”

Hace 11 años, decidió tomar su mochila e irse a vivir a España. ¿La motivación? Ganar experiencia jugando en distintos equipos del país ibérico. Ha tenido tal éxito, que hace unos meses firmó como DT del Club Palencia Turismo y enfrenta el desafío de sacar adelante al equipo en plena pandemia. Su gran sueño, dice, es llegar a ser entrenadora de la selección femenina de Balonmano de Chile.

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“Hay una carta que les mandé a mis papás cuando tenía unos ocho años. La escribí en el colegio y recuerdo que decía que yo iba a representar a mi país en un deporte, que ese era mi futuro y a lo que me iba a dedicar. Poco después llegó el balonmano a mi vida y me trastocó todo…”.

Valeria Flores (36) recuerda bien sus inicios en el balonmano. Comenzó a jugar de niña en el colegio junto a un grupo de compañeras, que luego se transformó en una selección escolar. A medida que pasaban los años, la pasión iba creciendo. Entró a la selección de la Universidad de Chile y luego formó parte de la selección femenina de Balonmano, de la cual es capitana. 

Su carrera estaba en ascenso cuando decidió ponerle pausa a su trayectoria nacional y buscar nuevos caminos en el extranjero. Dejó su hogar, su familia y sus estudios de kinesiología para perseguir su sueño de competir en torneos de alto nivel para ganar mayor experiencia deportiva, que le permita aportar al balonmano femenino chileno a futuro.

Así fue como llegó a España, país donde aún reside. Su salto al balonmano profesional fue en el club Salud Tenerife, donde jugó durante dos temporadas. Desde entonces, ha pasado por varios clubes femeninos de primera y segunda división que juegan en las competiciones más importantes de balonmano del país y también a nivel europeo. Algunos de ellos fueron el Itxako, Adesal la Fuensanta y San Adrián Eskubaloia. Ahora, enfrenta el desafío de ser DT del Club Palencia Turismo, donde busca compatibilizar su rol de entrenadora con el de jugadora de su nuevo club. 

Foto: Gentileza Valeria Flores

¿Cómo fue la llegada al Palencia Turismo?

-Recién había terminado mi contrato con el Club San Adrián y estaba libre, buscando un nuevo equipo. En el intertanto, me llamó el club y me dijeron que estaban buscando un perfil de mujer para dirigir al equipo y que otros entrenadores le habían hablado muy bien de mí. Dirigir es a lo que me quiero dedicar, pero no esperaba que iba a llegar una oportunidad como esta ahora. Al principio, me dio miedo porque yo había entrenado sólo categorías menores, además que hay muy pocas entrenadoras mujeres en España que lleven categorías profesionales y en América menos. Pero al final llegamos a un acuerdo y acepté.

Entiendo que tienes doble rol en el club, de jugadora-entrenadora, ¿por qué?

-Yo no quería dejar de jugar, porque me quiero retirar jugando por la selección y el club me dio como alternativa ser entrenadora y jugadora. Eso sí todavía no puedo hacer efectivo, pero en teoría a principios de febrero ya voy a jugar y haré las labores estando dentro de la pista para poder compatibilizar ambos roles. De todas formas, yo entreno normal entreno con ellas.

Su salto al balonmano profesional fue en el club Salud Tenerife, donde jugó durante dos temporadas. Desde entonces, ha pasado por varios clubes femeninos de primera y segunda división que juegan en las competiciones más importantes de balonmano del país y también a nivel europeo.

¿Cómo se tomaron tu llegada las jugadoras del equipo?

-Al principio pensé que iba a ser más difícil, porque el entrenador anterior había estado 20 años. Antes de mi llegada, muchas jugadoras habían dejado el club por conflictos con él, pero ahora se han ido sumando más al punto que hoy hay alrededor de 15 jugadoras. Pero me lo han puesto fácil, porque todas son súper comprometidas y disciplinadas. Ha sido la mejor primera experiencia que podría tener en cuanto a grupo humano.

Empezar a trabajar con las jugadoras en pandemia debe haber sido todo un desafío, ¿qué sentiste al aceptar este desafío de entrenarlas en medio de la pandemia?

-Estaba muy preocupada de protegerlas, porque llevaban mucho tiempo sin jugar por el confinamiento, entonces había que tener cuidado. El preparador físico del club, Javier, me ayuda un montón en ese sentido y se ha encargado de ver cómo protegerlas de lesiones y a la vez darles harto trabajo, la idea es intentar llevarlas al límite pero también cuidando que no se lesionen.

¿De qué forma enfrentaron esta dificultad como equipo?

-Palencia pertenece a la región de Castilla y León que generalmente es una de las que está más complicada con el tema del Covid. Entonces, al principio no podíamos juntarnos, por lo que hubo una parte del entrenamiento que ocurrió a distancia por videollamada. Javier ideó varias cosas que pudieran hacer desde la casa con lo que se podía. Luego nos permitieron empezar a entrenar juntas, pero sin contacto lo que es todo un desafío. En el balonmano hay mucho contacto y nos pegamos un montón, así que es complejo planear un entrenamiento sin que te toquen o que las otras jugadoras estén cerca.

Flores dirigiendo al Palencia Turismo. Foto: Gentileza Valeria Flores

¿Y cómo entrenan ahora?

Estamos jugando una liga que comenzó en septiembre y terminará a fines de abril. Al principio, hubo un positivo en el equipo y nos tuvimos que confinar y ahí el entrenamiento fue absolutamente telemático, físico y de análisis de video, que era lo único que se podía hacer. Ahora estamos en plena competición, así que estamos en un período más de preparación para los partidos que vienen en un mes más. Entrenamos con mascarilla, que no es muy fácil y que al final terminan todas ahogadas, pero al final eso nos ha protegido. Sólo los partidos se juegan sin mascarilla, pero todo lo demás todo con mascarilla. Igual es raro jugar en estadio vacío, pero hay que seguir no más.

¿Qué se siente ser la primera chilena en dirigir un equipo de balonmano en las grandes ligas?

-Al principio no lo dimensioné, pero luego pensé que es toda una responsabilidad. Intentaré que las cosas salgan bien y la gente pueda decir que en Chile también se juega balonmano, que las chilenas son buenas y son capaces de dirigir equipos. Somos pocas en este mundo, porque está gobernado por hombres. Hay pocas entrenadoras, preparadoras físicas y árbitros. Es un poco machista en el sentido de que cuesta que respeten a una mujer y la crean capaz de liderar algo. En muchas partes, todavía no creen que las mujeres podamos liderar por miedo a que lo hagamos mejor, creo yo.  

“Intentaré que las cosas salgan bien y la gente pueda decir que en Chile también se juega balonmano, que las chilenas son buenas y son capaces de dirigir equipos. Somos pocas en este mundo, porque está gobernado por hombres. Hay pocas entrenadoras, preparadoras físicas y árbitros”.

“Nadie es profeta en su tierra”

Cuando Valeria tenía 17 años, le ocurrió algo que gatilló su decisión de irse de Chile. Fueron las palabras de un entrenador español con el que tuvo la oportunidad de conversar cuando todavía jugaba en la selección y a quien acudió para que le ayudara a irse a jugar fuera de Chile: “Valeria, eres súper buena, tienes muchas cualidades… pero eres muy baja y tampoco tienes pasaporte europeo. Mejor entra a estudiar”. 

“Ahí yo me dije a mí misma: ni cagando. Me la voy a buscar por mí misma y me voy. Más ganas me dieron de esforzarme y luego pegarle el pelotazo en la cara”, recuerda. A pesar de que estuvo estudiando en la universidad cuatro años, finalmente notó que sus ganas de jugar balonmano a nivel profesional pesaban más que cualquier otra cosa.

¿Fue difícil tomar la decisión de irte?

-Fue algo que empecé a pensar desde chica. Cuando entré a la selección, pronto mi sueño fue irme a jugar a Europa como fuese. Empecé a prepararme poco a poco, entrenaba un montón y sola a veces. Como había dicho ese entrenador español, yo tenía muchas cosas en contra: mido 1.59, juego en una posición que es la última que fichan y no tengo pasaporte europeo. Para compensarlo, traté de potenciar mi fuerza haciendo más pesas y corriendo mucho. Así estuve hasta que llegó la oportunidad. Costó, porque vienes de una idiosincrasia en la cual tienes que estudiar y eso tiraba mucho. Además, vengo de una familia súper unida y fue duro dejarla en Chile, pero como mi mamá siempre me decía “los logros se miden en torno a lo que tienes que dejar” y así fue.

Juegos ODESUR Cochabamba, 2018. Foto: Play Handball

Ya llevas 11 años de carrera en España, ¿cómo evalúas esa experiencia?

-Bien, la he disfrutado. Ha sido difícil porque las cosas que tenía en contra, pero aun así me he podido mantener y he tenido opciones donde elegir. Mi experiencia aquí ha tenido cosas buenas y malas, pero al final aprendí de mis entrenadores y compañeras, cosas distintas a lo que acostumbraba. Venía de Chile, donde si metes 15 goles, eres la mejor y acá si metes 3 o 4 goles ya eres la mejor porque eres parte de un equipo que se preocupa por triunfar en conjunto. Estoy orgullosa de lo que he hecho y me queda mucho todavía por delante, como jugadora menos pero como entrenadora mucho todavía.

“Empecé a prepararme poco a poco, entrenaba un montón y sola a veces. Como había dicho ese entrenador español, yo tenía muchas cosas en contra: mido 1.59, juego en una posición que es la última que fichan y no tengo pasaporte europeo. Para compensarlo, traté de potenciar mi fuerza haciendo más pesas y corriendo mucho. Así estuve hasta que llegó la oportunidad”.

¿Qué te ha parecido tu buena recepción allá?

-Acá me han premiado y he ganado harta experiencia, mientras que allá en Chile nunca me han dicho nada. Pero como se dice, nunca se es profeta en su tierra. Igual molesta un poco, porque los hombres tienen un montón de beneficios y tribuna que nosotras no tenemos. Varias chilenas hemos tenido logros, por ejemplo ahora hay una jugando en Italia y que jugó competición europea hace poco y eso nadie lo sabe. Hay otra que ha jugado Champions, eso tampoco se sabe. Pero sí se sabe qué los hombres han jugado esto y que lo otro, entonces eso da lata. 

¿Qué cosas de Europa sientes que hacen falta en Chile tanto en el balonmano como en el deporte en general?

-Un montón. Lamentablemente, Chile es un país resultadista, o sea que si tú tienes resultados te ayudan y si no los tienes, eres uno más. Es importante trabajar en conjunto, porque en Chile cada uno tira para un lado y eso dificulta que crezca el balonmano y el deporte en general. Hay que buscar una estructura que nos ayude a crear jugadores y no ganar campeonatos, que permita apoyarlos desde abajo, porque eso es lo que permite llegar a tener resultados en el futuro. 

Juegos ODESUR Cochabamba, 2018. Foto: Playhandball

¿Qué le recomendarías a otras mujeres que también quieren surgir en el balonmano profesional?

-Que hay que atreverse. Por ejemplo, en el curso que hice para ser entrenadora éramos cinco mujeres frente a 30 hombres y los profesores nos decían que esa diferencia era habitual. Se ve que las mujeres suelen dedicarse más a las bases, como infantil por ejemplo, en lugar de intentar llegar más arriba. Deberíamos tener la voluntad de hacerlo, espero ser una inspiración y que alguien que quiera dedicarse a esto sepa que sí se puede. Desde siempre me han escrito niñas y jóvenes para ver si se pueden venir y las trato de ayudar y aconsejar. Somos varias las que jugamos acá y todas tenemos que ir ayudándonos para que cada vez seamos más. 

“Además, en Chile hay mucha materia prima que se pierde. La idea es no dejar que eso ocurra. Las primeras que nos vinimos a Europa hemos abierto el camino y ahora, con orgullo, decimos que hay un montón de chilenas aquí y espero que sigan llegando más, que alguna más quiera dedicarse a esto, ya sea para jugar o entrenar a un equipo”.

¿Planeas volver a Chile?

-Me encantaría. Tengo el sueño de que en unos cuantos años más, porque tengo que ganar experiencia acá afuera y mejorar, llegar a dirigir yo la selección femenina. Espero poder lograrlo en algún momento. Siento que ahí podría volver en gloria y majestad, pero para cumplirlo tengo que seguir trabajando. 

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