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Entrevistas

10 de Noviembre de 2021

Hermann Heim, el rostro de Caco TV: “Después de la entrevista a Kast, solo queda autoexiliarme”

Aprovechando sus ínfulas germánicas, el nombre de Hermann Heim poco a poco se ha abierto paso en el mundo de la comedia. Por estos días, en su late CACOnociéndonos están desfilando los distintos candidatos presidenciales, los que se someten a un cuestionario procaz, cargado de humor negro. En una distendida conversación con The Clinic, el comediante ahonda en el bullying que sufrió en su etapa escolar, desmenuza el estereotipo de los "ñuñoínos" y reflexiona sobre el polémico chiste sobre los detenidos desaparecidos que hizo reír a Lorena Fries.

Por

Hermann Heim no duda en fijar el momento en que empezó todo. Tenía 16 años y decidió entrar a un programa de talentos para futuros comediantes: Coliseo Romano de Mega, en el que llegó a semifinales. “A mí me cambiaron mucho de colegio cuando pasé por la pubertad. Era de Maipú, pero después me fui a Macul. Y entre séptimo y octavo básico, sufrí mucho bullying. Era un colegio donde no lo pasé bien”, cuenta.

Alcanzó a estar un año, cuando otra vez se tuvo que adaptar. Pero ahí la historia fue diferente: “Yo era esa persona tímida, callada. Era chistoso, pero nunca payaso. Sabía que tenía cierto humor. Y cuando me cambié de colegio, contaba las historias de bullying y me salían chistosas. Era casi como una rutina. Los profesores hasta se sentían mal de reírse. Eso lo pulí, lo elaboré y lo llevé a la tele”.

En Coliseo Romano hizo sus primeros contactos con el mundo de la comedia. Tuvo un paso por el stand-up, pero se retiró cuando entró al programa de College de la Universidad Católica: “Yo estaba empezando a actuar en bares, a telonear a otros comediantes, hasta que me pasó la cuenta el cansancio. Tenía que actuar un miércoles, llegar a mi casa a las 4 de la mañana y luego clases a las 8. No me daba el cuero”.

¿Humor político?

Ese mismo 2015, en una noche de borrachera, se le ocurrió junto a algunos de sus compañeros un proyecto audiovisual al que bautizaron CACO TV -llamado así por la sigla formal del Centro de Alumnos de College-. Así partió todo, entrevistando primero a candidatos locales, luego a los aspirantes a la FEUC, después al rector. Todos sometidos a un humor sarcástico e insolente, que generaba momentos de incomodidad, pero también de mucha risa.

Años después, volvió a la tele. Se coronó como ganador del programa “La Huincha” de TVN y se presentó en el Festival Viva Dichato del 2020. También incursionó en la política, encabezando una lista jugo para ganar la FEUC: N-Nulo. En su campaña contaron con la asesoría de Andrea Chignoli, montajista de la película NO, quien les ayudó con un video de parodia donde Hermann Heim imita a Patricio Aylwin.

Su discurso portaliano se parece mucho a una de sus rutinas en La Huincha: “Yo me crié en democracia y no creo en ella. Cuando uno se da cuenta que el votante promedio deja harto que desear, hay que recordar que hay una mitad peor que esa. Hemos vivido quiebres de democracia, deberíamos vivir más. Sólo creo en una: La democracia universitaria, puesto que esa tiene puntaje de corte”.

– ¿Hay una reflexión política propia detrás de ese discurso, o es pura forma?

Mi humor no es anarco, pero es autodestructivo. No hay que tomarse en serio al personaje de Hermann, porque no está de acuerdo consigo mismo. Es un relato que está hecho sobre que todo está mal, y me encanta, así que está bien. Yo decía que me gusta la democracia universitaria porque tiene puntaje de corte. Con eso estoy haciendo una terrible alegoría sobre que no todos deberían votar. Yo estoy súper en contra de eso, pero es divertido decirlo.

– ¿En qué sentido?

En que, al final, todo mi humor gira en torno a las constantes contradicciones de Chile. El ser humano es hipócrita por naturaleza, aunque no lo quiera. Eso se ve en el humor negro, que es algo muy incorrecto, pero por algo te da risa, porque sabes lo erróneo que es.

– ¿Cómo defines tu estilo para hacer humor?

No sé si lo nuestro humor es político. Nuestro humor es de temática política. Hacemos humor con los políticos. A mí me gusta más irme por la veta del humor absurdo, e inevitablemente, un poco negro. Pero no me gustaría si yo fuera alguien que dice las verdades porque sí. Yo soy muy contrario a la comedia del clap, el chiste por el aplauso. Nunca me ha gustado que, por decir que el político roba, yo soy el mejor comediante que hay. No me acuerdo si fue George Carlin el que dijo que si hay más aplausos que risas al final de tu rutina, no fue comedia, fue un discurso.

“Mi humor no es anarco, pero es autodestructivo. No hay que tomarse en serio al personaje de Hermann, porque no está de acuerdo consigo mismo”.
– Hermann Heim, comediante

– ¿Lo tuyo es más comedia que discurso?

Nosotros funcionamos porque somos una comedia expositiva. Mostramos algo, pero no hacemos un llamado a la acción. Nuestra responsabilidad es reírnos de algo, evidenciarlo y demostrar sus contradicciones. En Dichato, por ejemplo, hablé de las contradicciones de la homosexualidad, de los errores de la deconstrucción. Yo hablaba de lo complicado que puede ser para una mamá ser mamá de un homosexual que ya tiene 20 años. Al final, es un humor humanizante.

– Pero ha habido un cambio en el humor, desde los clásicos cuentachistes, tipo Coco Legrand o Dinamita Show, hasta el stand-up, que actualmente domina la escena. ¿Te sientes parte de esa nueva generación o reniegas de ella?

Yo soy standapero. Pero cada standapero es un punto de vista. Los cuentachistes también, pero eran más unidimensionales. Estaba El Tufo que tenía todos los chistes de borracho que se te podían ocurrir en la vida. Tenías a Dino Gordillo, que eran todos los chistes de pareja del mundo. Dinamita Show eran las contradicciones del amigo con problemas con la justicia y el bullying. Pero después, todo eso se va complejizando, porque ya todos esos chistes fueron contados. Los comediantes que se arriesgan solo a contar chistes son pocos. El público ha evolucionado y la comedia siempre se trata de pillar al público.

https://www.theclinic.cl/2021/11/08/intento-ponerle-un-condon-a-un-platano-y-se-lo-comio-asi-fueron-los-dos-minutos-de-educacion-sexual-con-kast/

El caso de Lorena Fries

– A tu juicio, ¿cuáles son los límites del humor?

El humor siempre va a depender de un contexto. Mi opinión, que es sumamente personal, es que el límite del humor es ser chistoso. Si uno elabora un chiste, y algo produce, saca una risa en alguien, aunque esté incorrecto, es porque algo ocurrió ahí. Hay una reflexión. Reconoces lo malo, lo bueno y lo que pasa cuando se junta, que es lo que produce risa. Si nos ponemos serios, yo no debería hacer la mitad de los chistes que hice en Dichato. Habían chistes que trataban sobre homofobia, y no nos podemos reír de la homofobia. La clave con el humor es encontrar que sea chistoso. Si tú haces un chiste súper desubicado, y nadie se ríe, y te defiendes diciendo ‘ah, es que no entiendes mi humor’. No, es que es fome. El chiste es gracioso porque tiene una dosis de sentido.

– Pero, por ejemplo, tú le tiraste un chiste a Lorena Fries sobre los detenidos desaparecidos y eso ofendió a mucha gente. ¿Se traspasó el límite de que lo gracioso no es tan gracioso al final?

Definitivamente. Nosotros nos pasamos ahí. Uno siempre se pasa. No es que lo busquemos, pero ocurre. Para nosotros, el primer gran filtro es que el entrevistado se ría. En el caso de Lorena, ocurrió. Tiramos un chiste pasado, ella se rió y pensamos que íbamos por buen camino y que probablemente estaba bien. Pero nos dimos cuenta que herimos sensibilidades y pedimos disculpas en el capítulo siguiente. De todas maneras, después llegó gente, incluso familiares de detenidos desaparecidos, que están en su pleno derecho de condenar el chiste, que nos dijeron ‘pucha, me reí igual, sé que no me quieren faltar el respeto, hicieron una observación de algo y me produjo risa. Es macabra la observación, pero tiene un punto’. Esas son las mixturas de los chistes.

– Se suele decir que en estos tiempos todo, incluido el humor, debe estar circunscrito en eso que se denomina “lo políticamente correcto”. ¿Crees que es una misión del humor correr el cerco de lo qué reírse y qué no?

No puedo hablar en nombre de todos los comediantes, pero el humor siempre va a tener víctimas. Onda, mi víctima puede ser el Presidente, la homofobia o yo mismo. Pero siempre hay una víctima. Al final, la comedia tiene una suerte de matemática, uno toma las definiciones que la gente tiene de un concepto y las da vuelta sabiendo el efecto que va a provocar. Los chistes son siempre quiebres. El punto es dónde poner tu quiebre. Felipe Avello, cuando hace el chiste de su madre, hace una pausa y dice “vieja est´´upida”. Eso es pasarse, es faltarle el respeto a la mamá. Siempre para hacer una tortilla hay que quebrar huevos. Eso no justifica entrar al supermercado y romper todos los huevos. Hay que ir pasito a pasito, y un chiste a la vez. En efecto, el humor implica tomar riesgos. Hay algunos que van más lejos. Violento Parra, el personaje del Mauro Palma, se arriesga absolutamente, pero es el nicho donde él decidió meterse.

¿Y Hermann Heim?

Es un personaje desubicado. Y su límite es desubicarse. No es que busquemos hacer chistes de los detenidos desaparecidos, sino que ver qué ocurre en ese contexto. El que no se moja no cruza el río. Cada vez que pasan estas cosas y un comediante llega a la palestra por pasarse con un chiste, se hace un ejercicio entre todos los comediantes. Nos hablamos entre nosotros. Algunos han dicho del chiste: “Me reí”. ¿Está incorrecto? “Sí”. ¿Se va a enojar gente? “También”. Pero te reíste. Ese es el problema, la risa es involuntaria. Es un acto reflejo. Si ocurre es porque algo pasó ahí.

– ¿Tienes que ver con esta idea de que detrás de cada comedia se esconde una tragedia?

Había un comediante gringo que decía que la comedia usualmente viene de lugares muy oscuros, y es una luz para iluminar ese mismo lugar. Estoy pensando en Nanette de Hannah Gadsby, que habla de un crimen de odio que sufrió en la calle. También tienes a Dave Chappelle, que es un objeto de investigación hasta el día de hoy, su comedia está en la palestra porque compara la causa homosexual con la lucha racial. Yo, como persona homosexual, veo eso y tiene un punto. Porque a la hora que discute un gay y un negro, el gay sí puede llamar a los pacos. Y adivinen a quién le van a disparar. Uno se desarma de risa.

“El humor siempre va a tener víctimas (…) Felipe Avello, cuando hace el chiste de su madre, hace una pausa y dice “vieja est´´upida”. Eso es pasarse, es faltarle el respeto a la mamá. Siempre para hacer una tortilla hay que quebrar huevos”
– Hermann Heim, comediante

Los ñuñoínos

– ¿Cuánto crees que influye el humorista en la sociedad?

No quiero que suene soberbio, pero ocurre en Chile que a la comedia se le ha atribuido mucha responsabilidad que deberían tener otros. Si miras hacia atrás, grandes hitos nacionales están marcados por el Festival de Viña de ese año. Natalia Valdebenito, después de muchos años sin mujeres, la rompe y pone el feminismo en un lenguaje masivo, que es el humor, y ese mismo año se viene la marea feminista. El 2019, Jorge Alís hace toda una crítica de los abusos del país. ¿Y qué ocurre ese año, en octubre? El estallido social.

– Podríamos decir, hasta cierto punto, que los comediantes son mejores que la Cadem…

Jajajaja… Definitivamente. La comedia es una instantánea de nuestro tiempo. Los comediantes te sacan la mejor foto de cómo está el país. Mejor que una encuesta. El problema es que, luego de eso, hay gente en Twitter -el maldito Twitter- que le pide peras al olmo, y le exige más a los comediantes.

– ¿Cuál es tu posición en términos políticos? ¿Tienes candidato?

Pa’ qué po… (se ríe y se queda pensando) El manifiesto está hecho en el capítulo con José Antonio Kast. Yo dejo en claro que nunca votaría por él. Yo soy progre, pero no soy militante. Mis ideas son de algún lado, pero no le pertenezco a un sector político. No le debo favores a nadie. Mis videos tienen una tendencia algo inclinada hacia la izquierda, pero no estoy obligado a ello. Yo tengo mis pensamientos propios, tengo una postura desde donde escribo, pero sé que para bailar se necesitan dos. ¿Qué sacaría yo de hacer una entrevista con Kast, con quien no comulgo en absolutamente en nada? Tengo que huevearlo, decirle que si sales presidente vas a ser el único feliz con eso. La comedia tiene un punto de vista, no existe el humor objetivo. Pero nunca haré un llamado a la acción, no me corresponde. Yo nunca saldré en la campaña de nadie.

Ahora que dices eres “progre”. ¿Te sientes interpelado con este estereotipo del “ñuñoíno”?

Yo vivo en Macul y tengo CAE, así que me desentiendo absolutamente. A mí me han catalogado de todo. Como el personaje es una caricatura, me dicen: “Miren ese zorrón entrevistando a Artés”. Después me dicen: “Miren a ese ñuñoíno entrevistando a Kast”. Yo todavía tengo el alma de maipucino, donde nací.

– Pero más allá del lugar donde vives, ser ñuñoíno va más allá de Ñuñoa. Es un concepto. Hay un meme, por ejemplo, donde aparecen varios humoristas en ese saco: Edo Caroe, Ignacio Socías y Claudio Michaux…

Michaux era de Puente Alto y ahora está en Las Condes. ¡Que se sepa!

Jajaja pegó el salto…

Jajaja… Y Socías es de Santiago Centro, pero vive en el Parque Bustamente. Está en el borde con Providencia. ¡Ninguno de los comediantes que denominan como ñuñoínos vive en Ñuñoa!

¡Viste!

Pero es verdad, el ñuñoíno finalmente es RD. Digámoslo, es un subproducto de la parte de élite del Frente Amplio. A mí me carga la hamburguesa de soya, no me gustan las batucadas, seré gay, pero todavía no me sale natural el lenguaje inclusivo. No tengo la estatura progre, porque no intento llenar esos checks. Vamos menguando, un día el Frente Amplio me ama, y al otro día soy el que destruyó la carrera de Lorena Fries… Perdón, Lorena. Voy a votar por ella, pero con culpa jajaja.

– Entonces, no te sientes parte de ese mundo…

No, me veo más cuico porque tengo nombre de campo de concentración. La gente piensa que entrevisto a esta gente por mi papá, pero mi papá vive en El Abrazo de Maipú, en una casa de un piso. Me dieron este nombre para que yo tuviera más posibilidades en la vida.

– Brígido…

Aprovecharon que mi papá se apellidaba Heim y dijeron “no le vamos a poner Alonso, pongámosle Hermann”.

“Me veo más cuico porque tengo nombre de campo de concentración (…) Me dieron este nombre para que yo tuviera más posibilidades en la vida”.
– Hermann Heim, comediante

– ¿Y tienes algún vínculo con la comunidad alemana en Chile?

A Chile llegaron dos camadas de Heim. Los colonos de Valdivia, que tienen plata, y nosotros. Mi bisabuelo se escapó durante la Guerra Mundial, tuvo hijos y fue un papá pésimo. Después tuvo otro hijo. Hace poco conocí a un guionista, Patricio Heim, y cachamos que hay dos corrientes de Heim: los católicos y los luteranos. Pero yo tengo cero ascendencia para allá. Tengo a mi papá y para de contar, porque son súper fríos y hay mucha historia de abandonar familias. Mi gran familia es Peña Morales.

– ¿Te ha traído problemas ser Heim?

Estuvimos bajo la lupa. Una vez cuando chico llegó un caza nazis a mi casa. Conversó con mi papá como por una hora y pensó que nosotros éramos nazis, pero cachó que no. Yo hago chistes de eso.

– Oye ya, me tengo que ir. Cuéntame qué se viene ahora para ti.

Después de la entrevista a Kast solo queda autoexiliarme. Ya fui a sacar pasaporte.

– ¿Y no vas a entrevistar a más candidatos presidenciales?

Nosotros le escribimos a los comandos de todos los candidatos en septiembre. Recién ahora, en noviembre, logramos grabar con Artés y Kast. El comando de Boric nos dijo que no. Primero nos dijo: “Hablemos en octubre”. Pasó octubre y nos dijeron: “Hablemos en segunda vuelta”. Yo ya me conozco esa, me han hecho harto ghosting en Tinder. Yasna y ME-O nos dijeron que sí, pero no nos dieron fecha. Las puertas siguen abiertas.

Hermann Heim


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