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Kathya Araujo
Fotos: Felipe Figueroa

Entrevistas

2 de Junio de 2024

Kathya Araujo y el Presidente Boric: “No conozco algún caso de alguien que haya llegado al poder y que se haya mantenido sin cambiar”

La académica del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago afirma que pese a la relectura que hoy prima sobre el estallido social, el malestar sigue patente. "Es muy problemático continuar con la insistencia de negar que el estallido mostró que algo del camino que habíamos seguido históricamente producía mucha rabia", afirma. Araujo, referente dentro de la nueva izquierda cuando de analistas se habla, defiende que esta generación política no ha experimentado en el poder. "Está dentro de los márgenes institucionales, democráticos y cautelando la responsabilidad fiscal", dice.

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Hace un año atrás, la psicóloga Kathya Araujo afirmó que pese al repliegue de la protesta más visceral, el estallido seguía presente. Es una postura que hoy reafirma. La académica del Instituto de Estudios Avanzados de la Usach y directora del Núcleo Milenio se ha posicionado como una de las analistas de referencia para la generación que hoy gobierna.

Araujo afirma que no es conducente preguntarse si ocurrirá una nueva ola de protestas, sino que hoy la expresión del descontento es otra y se ha expresado “debilitando el vínculo de civilidad” en la sociedad. Sobre el Ejecutivo y la nueva generación que gobierna, afirma que “esta no es una generación que experimente en el poder”.

—Hace casi un año atrás, planteaba que el estallido social seguía “frente a nuestros ojos”. En octubre próximo se cumplen cinco años de las protestas, y con dos procesos constitucionales fallidos, hay una relectura del proceso mucho más distante de las primeras impresiones. ¿Cuál es la interpretación que hoy sostiene?

—Los hechos históricos están hechos para disputar su interpretación. Y lo que estamos viendo es precisamente una disputa de esa interpretación… Lo que me parece peligroso es cuando la interpretación del evento que se quiere imponer es una que no ayuda a resolver los problemas que están ahí, que no es productiva ni positiva para la construcción del futuro.

En esa perspectiva, hay una relectura de un conjunto de actores sociales que es como si hubiese sido un puro hecho de violencia delictual. No ayuda, porque la verdad es que no fue un puro hecho de violencia y delictual. Hubo violencia, hubo hechos delictuales, pero la misma sociedad aprobó —y en altos porcentajes— esas movilizaciones y eso no era aprobar la violencia, sino que las demandas que estaban detrás. 

—Pero hoy también una idea peregrina de romper con todo lo alcanzado tras el retorno a la democracia.

—Fue un error también pensar que eso (el estallido) era la expresión de que la gente no quería nada de lo que tenía, que era una expresión de malestar y rechazo generalizado (…). Ninguna de las dos interpretaciones coinciden con lo que aconteció en ese momento. Pero es muy problemático continuar con la insistencia de negar que el estallido mostró que algo del camino que habíamos seguido históricamente producía mucha rabia, mucha indignación.

Kathya Araujo

—Esa rabia, ¿persiste? Pareciera ser que ha migrado pero a otros frentes, como la seguridad.

—La verdad es que no conozco nada que no muestre que el malestar de las personas persiste. No hay ningún trabajo académico o investigación que te muestre algo distinto a eso. Y para resolver todas esas demandas que estaban en juego, hay que resolver algunas cuestiones que pasan, por supuesto, por reformas, pero hay cosas que no se van a cambiar solamente con reformas, sino con entre los diferentes actores sociales: la academia, los empresarios, las agrupaciones. ¿Por qué? Porque una de las cosas más serias que está ocurriendo es que nuestra convivencia, nuestra coexistencia social está puesta en cuestión, se ha debilita, se ha erosionado.

—¿En qué lo ve?

—Tenemos una sociedad que tiene grados de complejidad cada vez más altos y con problemas cada vez más altos. Te voy a dar un ejemplo: hay actores que tratan de simplificar los problemas, como si los problemas fueran simples de resolver. Que la criminalidad la vas a resolver reintroduciendo la pena de muerte, metiendo más gente en la cárcel o aumentando la dotación policial, pero en realidad eso no es tan simple. 

El problema de seguridad es muy complejo y si tú no logras que la población adhiera a las normas, no tienes muchas opciones. Es evidentemente un problema que te asalten y los crímenes violentos, pero el problema principal es que el crimen organizado que se está enfrentando hoy lo que hace es ir horadando el tejido social. 

—¿Hay un reemplazo del Estado por el crimen organizado?

—Reemplaza al Estado en muchas ocasiones, corrompe principios morales de las personas. Tenemos muchos ejemplos de eso, pero el último es el de los incendios: se ha insistido en tomarlo como si fuera un problema psicológico. Esto no es un problema psicológico, es un problema sociológico, es el problema de por qué el dinero se ha convertido en algo capaz de hacer pasar la aplanadora por los valores que fundan nuestra convivencia.

—Ese malestar que afirma que está aún presente, ¿puede derivar en una nueva ola de movilización?

—A ciertos sectores de la sociedad lo único que les interesa es si va a haber un nuevo estallido y es una mala fórmula plantearlo así. Ese malestar está ahí, pero se expresa de diferentes maneras: debilitando el vínculo de civilidad, tus deberes cívicos o a aumentar la distancia con las normas comunes en la vida social.

—Al Presidente Boric se le ha emplazado por virajes en sus posturas. ¿Ha faltado explicar mejor sus cambios de parecer?

—No conozco algún caso de alguien que haya llegado al poder y que se haya mantenido sin cambiar, a menos que sean gobiernos dictatoriales en el cual no tienes contrapesos, pero en la democracia hay contrapesos y necesitas negociar. Creo que exigir ponerse en la posición de que alguien que sube con promesas de gobierno tiene que cumplirlas todas al 100% y exactamente como las planteó es una exigencia algo utópica y es una triquiñuela en el debate político (…). 

Hay una cultura política que cada vez que llegan a las elecciones, se hacen “ofertones”. Y se entra en una dinámica en la cual las ofertas siempre son muy altas y lo único que te garantizas es el desencanto al no poder avanzar porque —y esto le ha pasado a gobiernos de centroizquierda y centroderecha en el caso de Sebastián Piñera— tienen una oposición que no los deja. Eso tiene que desaparecer y la buena voluntad tiene que venir del gobierno y de la oposición. Esto no es un problema de este gobierno en particular, son problemas de las dinámicas. Y cuando son las dinámicas, no basta que un actor o un partido quiera salir de ese bloqueo. Eso es muy erosivo.

Kathya Araujo

“Esta no es una generación que experimente en el poder”

—Se habla de que esta generación política que hoy gobierna ha “experimentado” en el poder, que este período les ha servido para ganar experiencia y que si bien lo más probable es que el futuro gobierno sea de otro signo, Gabriel Boric u otro líder puede volver a la presidencia más adelante, ¿Comparte esa tesis?

—Va a depender probablemente del Presidente Boric, si él tiene interés en volver a hacerlo. Y en particular con esta generación, es una que tiene mucho tiempo para adelante y hay muchos liderazgos formándose. Ahora, yo discrepo: esta no es una generación que experimente en el poder.

—¿Por qué?

—No, porque nuestro país tiene grados de estabilidad económica relativamente altos, tenemos un problema de crecimiento, quizás, pero las instituciones se mantienen, la separación de poderes está. A mí me causa mucha gracia que llamen al Frente Amplio una izquierda radical. Será una nueva izquierda, pero radical no es. El Frente Amplio ha defendido principios democráticos. Tenemos un gobierno de centroizquierda que no ha experimentado en el sentido de hacer experimentaciones locas, sino que está dentro de los márgenes institucionales, democráticos y cautelando la responsabilidad fiscal.

Ahora, tú puedes creer que lo que hacen, las políticas públicas que promueven, no son las correctas y eso se puede discutir, de eso se trata la política, bienvenido sea. Pero este gobierno no es una experimentación loca. Y para decirlo de alguna manera, las propias bases, ese grupo que lo apoya —el 30% famoso que siempre está respondiendo— es un grupo que soporta incluso los movimientos. Es un grupo que soporta un grado de responsabilidad bastante alto para el país, porque no lo está sancionando (al Presidente y al gobierno) por sus cambios.

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