Opinión
25 de Agosto de 2024El riesgo de presidencialización de las elecciones regionales y municipales
El columnista Marco Moreno advierte que "la presidencialización tiende a simplificar los debates políticos, reduciéndolos a una lucha entre dos grandes bloques o figuras nacionales. Este enfoque desvía la atención de las necesidades específicas de las comunidades locales y regionales".
Compartir
A medida que nos acercamos a las elecciones municipales y regionales de octubre, emerge una tendencia preocupante: la presidencialización de las campañas.
Durante estas últimas semanas, y luego de cerrado el proceso de inscripción de candidaturas para gobernadores y alcaldes, la conversación política ha girado en torno al tema presidencial. Se discute si o no la ex presienta Bachelet será nuevamente candidata. Y de cómo las figuras presidenciales de la oposición, Evelyn Matthei y Jose Antonio Kast, toman posición respecto de ese eventual escenario.
El despliegue de Bachelet —a pesar de sus reiteradas negativas cada vez que ha sido consultada por el tema— preocupa a la derecha cuyas cartas presidenciales parecían correr con ventajas. La estrategia de Matthei ha sido un repliegue táctico criticando la intervención del Ejecutivo. Pero sin atacar explícitamente a Bachelet para evitar presidencializar las elecciones de octubre.
El diseño de Kast ha sido mas confrontacional, emplazando a Bachelet sobre su opción presidencial y sobre los resultados de la gestión como presidenta en dos oportunidades. Kast busca presidencializar la disputa para mejorar su alicaída performance electoral.
Este fenómeno, donde las figuras nacionales eclipsan las problemáticas locales, puede tener consecuencias negativas para la gobernanza a nivel municipal y regional.
La presidencialización tiende a simplificar los debates políticos, reduciéndolos a una lucha entre dos grandes bloques o figuras nacionales. Este enfoque desvía la atención de las necesidades específicas de las comunidades locales y regionales, cuyos temas pueden ser muy distintos a los que dominan la agenda nacional. Al centrar la campaña en figuras nacionales, se corre el riesgo de que los candidatos locales se vean obligados a alinearse con posiciones y promesas que no necesariamente responden a las necesidades de sus electores.
Otro riesgo significativo es la homogeneización de las políticas públicas. Las propuestas innovadoras y ajustadas a las realidades locales pueden perderse en un mar de estrategias genéricas diseñadas para ganar votos a nivel nacional, pero que son ineficaces para resolver problemas específicos de las comunidades. Esto puede llevar a un desencanto con los políticos locales, percibidos como meros peones de los intereses nacionales.
La dependencia de figuras presidenciales también puede desvirtuar la autonomía del poder local. Los alcaldes y gobernadores, en vez de ser líderes proactivos con visiones propias para sus regiones, pueden terminar actuando como subordinados de los líderes nacionales. Limitando así su capacidad para negociar y tomar decisiones que beneficien a sus localidades.
En un momento en que la descentralización es más necesaria que nunca para abordar desigualdades regionales y promover un desarrollo equilibrado, presidencializar las elecciones locales puede ser un paso atrás. Necesitamos fortalecer la política local, dando espacio para que surjan liderazgos genuinos que entiendan y puedan actuar sobre las dinámicas particulares de sus comunidades.
De esta forma parece estar quedando claro que la presidencialización de las elecciones regionales y locales de octubre próximo puede conllevar riesgos significativos para el destino de los gobiernos subnacionales.
Entre estos esta la polarización política, donde la dinámica electoral podría concentrarse en temas nacionales —como pasa con la discusión acerca de la posibilidad de que Michelle Bachelet sea candidata y sus efectos en los bloques del oficialismo y oposición— eclipsando las problemáticas locales y regionales. Lo que podría desviar la atención de las necesidades y demandas específicas de esas comunidades.
Además, la presidencialización puede aumentar la tensión entre los diferentes niveles de gobierno, generando conflictos de competencias y dificultando la cooperación interinstitucional. Este fenómeno también podría reducir la autonomía y la capacidad de los gobiernos regionales y locales para desarrollar políticas públicas que respondan a sus realidades particulares. Ya que estarían más sujetos a la agenda y las estrategias políticas del ámbito nacional.
Es esencial que los votantes estén conscientes de estos riesgos. De cara a las urnas el próximo 26 y 27 de octubre, es crucial que los electores evalúen a los candidatos no solo por su lealtad a líderes o partidos nacionales, sino por su capacidad y planificación para abordar las necesidades de los territorios subnacionales en la construcción de un Chile más justo y equitativo.