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26 de Agosto de 2024Las perritas border collie que están reforestando los bosques del Maule quemados por los mega-incendios
Cinco perritas siguen reforestando los bosques de la Región del Maule después de los incendios del 2017. Aquí, su historia hasta el día de hoy, donde la mayor, Das (12), sigue corriendo junto a sus cuatro amigas por los cerros cercanos a San Javier y Constitución para esparcir semillas de árboles nativos.
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Pareciera que pasó hace una eternidad, pero antes de los incendios forestales que afectaron a la Región de Valparaíso este año, en 2017, el Maule sufrió lo que hasta entonces se consideraba como la catástrofe más devastadora de la región. El Ministerio de Agricultura, estimó que el “Tornado de Fuego” quemó casi 500 mil hectáreas entre las tres regiones de la zona centro-sur de Chile. La Región del Maule, fue la más afectada. 280 mil hectáreas se quemaron con el fuego. El 14% de la superficie total de la región.
Ese día, Francisca (39), Constanza Torres (42) y su perra border collie Daszilla (12) lo vieron todo desde su casa en Colín, uno de los sectores de la comuna Maule que da inicio a la Cordillera de la Costa.
El lugar conecta directamente con Constitución hacia el poniente y con San Javier hacia el sur. Es una zona rodeada de cerros y poca urbanización, dedicada principalmente a la agricultura y ganadería. Por eso, lo primero en lo que pensaron las hermanas Torres, fue qué iba a pasar con los caballos y ovejas del sector después de estos incendios. Desde el 18 de enero hasta el 5 de febrero, mientras el fuego seguía consumiendo hectáreas, estuvieron gestionando donaciones de fardos de comida para los animales.
Y cuando el fuego paró, las tres salieron a caminar. Querían recuperar la tradición de salir a pasear por los cerros con Das. La border collie había llegado hace unos años a Chile desde España con Francisca Torres, que es entrenadora de perros de asistencia hace 15 años.
“Los cerros estaban todos quemados, no había nada de nada, puro silencio, ni si quiera un mosquito vivo”, cuenta Constanza Torres. “Fue dantesco. Mientras caminábamos, tratamos de pensar cómo podíamos ayudar a recuperar esos cerros que eran nuestro hogar”.
Salir a plantar semillas en las cenizas
En la casa de Colín, las Torres tenían árboles nativos como el peumo y el quillay. Cuando llegaron, encontraron que muchas de las semillas que producen los frutos de esos árboles se habían caído. Y ahí se les ocurrió. “Agarramos una bolsa llena de las semillas de nuestros árboles y fuimos al cerro a tratar de esparcirlas. Inmediatamente nos dimos cuenta de lo poco eficiente que sería hacer algo así entre las dos. Éramos muy lentas”, recuerda.
A su lado, Das, como llaman a la border collie, corría por los cerros quemados como siempre lo había hecho. Ya conocía los recorridos y senderos, por lo que bastaba con una llamada o silbido para que volviera al lado de sus dueñas. Las hermanas pensaron que si Das podía correr a esa velocidad con una ruta estructurada, su velocidad sería mucho más ideal para esparcir semillas nuevas en grandes territorios.
“Le cocimos una mochila con hoyitos pequeños para que ella pudiese correr y las semillas fueran cayendo de a poco, no todas juntas. Al principio, goteaba una semilla cada cierto recorrido, entonces se nos ocurrió ponerle una malla para que fueran cayendo más”, relata Constanza Torres.
Luego nacieron Olivia y Summer (8), las hijas de Das. Desde 2020, las cinco recorren cerros del sector de Colín, Nirivilo y hoy, van en Laguna Querquel. “Cuando veíamos que iba a llover, nos preparábamos uno o dos días antes con las perritas, porque no es llegar y tirar todas las semillas. Algunas incluso requieren tratamientos térmicos. Nos hicimos asesorar por ingenieros agrónomos y así, concluimos que teníamos que salir tres a cuatro veces por temporada”, dice hoy.
Es que depende del nivel de lluvia que caiga en la región. Si llueve mucho, las semillas empiezan a escurrir junto al agua y no se quedan en los cerros. En cambio si no llueven, los brotes tardan en crecer.
A siete años de los primeros brotes, la reforestación continúa
Hoy, a Das, Olivia, Summer se sumaron Kala (4 años) y Lemon (3), la hija de Summer. Las dos perritas nuevas, están siendo entrenadas para aprender los recorridos y la manera de esparcir las semillas sin perderse o, sin pasar a llevar a la fauna nativa que ha empezado a volver a los cerros. Entre las cinco, han recorrido más de 100 hectáreas reforestando. Incluso, llegaron hasta Constitución.
“Ver renacer este lugar ha sido mágico”, dice Constanza Torres. “Lo más impactante fue que el primer mes, empezamos a ver los primeros brotes. Eran infinitos brotes entre medio de las cenizas. Cuando sentimos las primeras aves y lagartijas volviendo, fue lo mejor”.
Mientras que los árboles tardan mucho más en crecer. Hoy, a siete años de su primer brote, los árboles aún miden menos de un metro. “Lo bueno, es que todos son árboles resistentes a la sequía que afecta a la zona desde hace años”, agrega Torres.
Al ser consultada si podrían llevar a sus perritas a reforestar otros sectores del país que han sido afectados por los incendios, Constanza responde que no, porque “no es la gracia para ellas estar viajando muchas horas. Por eso nos hemos quedado siempre en la Región del Maule, para cuidarlas a ellas que fueron la inspiración de este proyecto”.
Hasta el día de hoy, no han recibido aporte de ninguna institución pública ni privada para el proyecto. Constanza Torres dice que lo prefieren así, pequeño y de ellas. Eso sí, han visto que otras personas han replicado el sistema en otros países. En California, Estados Unidos, vieron un reportaje que el medio AFP les hizo y desidieron empezar a hacer lo mismo. Ese sector, al igual que Chile un poco más abajo en el Pacífico, también ha sufrido muchos incendios en los últimos años.
“Están haciendo brigadas para hacer pequeñas reforestaciones. Son movimientos super chiquititos y particulares, igual que nosotras”.
Sobre el poder de las border collie para realizar esta tarea. Partió como un paseo, sí, pero las hermanas Torres creen que la inteligencia de esta raza es superior y que por eso, “saben cuál es su misión. Ellas van, hacen el recorrido que conocen y luego vuelven a nuestro lado. Basta con decirles “go” y luego llamarlas de vuelta con un silbido especial”.
Actualmente, están realizando lugares más pequeños y especializados, porque Francisca y Constanza Torres también emprendieron un nuevo proyecto de alimentación para canes llamado BugMe. “Pero la reforestación seguirá hasta que podamos. Ver la vida resurgir de las cenizas ha sido impagable”, concluye Constanza Torres.