Los sub 30 enfrentados al fracaso: cómo una generación de chilenos que creció entre éxitos aprende a lidiar con lo que vivieron sus padres
El histórico triunfo de Bolivia contra Chile no solo supuso una derrota en lo deportivo. En este artículo, un exjugador de La Roja, un Premio Nacional de Humanidades y un sociólogo -que además es director técnico- analizan cómo los malos resultados de la selección, sumados a un deterioro de la autopercepción país -sacudido por los últimos escándalos de corrupción como el Caso Audios- trascienden en el sentido del éxito en la sociedad e intentan responder la pregunta: ¿Cómo una generación que vio levantar dos Copas América, dos premios Oscar, experimentó el progreso económico y creció en el país más seguro de Latinoamérica aprende a lidiar con las frustraciones?
Por Sebastián PalmaCompartir
En Ovalle, Rodrigo Figueroa creció con el sueño de ser futbolista. Desde pequeño, el fútbol era una constante en su vida. Se unió a las divisiones inferiores de Club Deportes Ovalle, entrenando con disciplina para cumplir su sueño de ser profesional. Durante años, madrugó para asistir a los entrenamientos, consciente de que solo el trabajo duro podría acercarlo a su meta. Sin embargo, tras superar la adolescencia y alcanzar los 20 años, ese sueño comenzó a desvanecerse.
A esa edad, Figueroa entendió que, por mucho que lo intentara, su camino no sería el del fútbol profesional. El sabor a derrota apareció.
Como suelen hacer los hombres y mujeres cuyos sueños se rompen, decidió cambiar el rumbo. Resetearse. Comenzar de cero. Dejó Ovalle y se trasladó a Santiago, donde ingresó a estudiar sociología.
Con el paso del tiempo leyó libros, entendió de estadísticas, métodos cuantitativos y cualitativos, se tituló, escribió papers, se dedicó a comprender y explicar fenómenos sociales. Se convirtió en profesor. Todo eso pasó, pero el fútbol seguía allí, en su cabeza.
En un punto de su carrera decidió entrelazar su pasión por el deporte con su profesión. Entró a estudiar y se tituló como director técnico en el Inaf, trabajó en varios clubes, dirigiendo selecciones menores. Actualmente, es el entrenador del equipo femenino de Palestino, cargo que desempeña durante las mañanas, antes de dictar clases de sociología por las tardes en la Universidad de Chile.
Para Figueroa, los procesos deportivos, especialmente los ligados al fútbol, funcionan como un espejo de lo que ha ocurrido en Chile, desde los años sesenta en adelante. Cuando habla proyecta una línea de tiempo imaginaria.
Al final de esa línea está la actualidad, la histórica derrota por 1-2 ante Bolivia en el Estadio Nacional, un resultado trágico que se da en el contexto de un país conmocionado por los casos de corrupción destapados en el Caso Audios, con una sociedad que cada vez cree menos en sus instituciones y que pierde el orgullo respecto a sus referentes patrios.
En la otra parte, al principio de la línea, están lo años sesenta estuvieron marcados por el Mundial de Chile y los clásicos universitarios, los que reflejaban la pugna social y política entre lo cristiano y lo laico, proyectos que a fines de esa década “dejaron de contener el relato social”. Agrega que durante la dictadura, el deporte también vivió momentos oscuros, como la derrota de Colo Colo en la final de la Libertadores de 1973, las caídas de Unión Española en 1975 y Cobreloa en 1981 y 1982, y el penal fallado por Caszely.
Figueroa explica que con la llegada de la democracia, todo cambió, y este éxito se reflejó en el deporte, con Colo Colo ganando la Libertadores y la selección chilena clasificando al Mundial de 1998, consolidando el éxito democrático en el ámbito deportivo.
Figueroa añade que los deportistas que crecieron en democracia, como es el caso de Bravo, Vidal y Sánchez, líderes de la generación dorada, son los que trajeron los únicos triunfos en la historia de la selección precisamente por ese contexto.
“Son chicos que vivieron su vida en democracia, tienen otros valores, otros elementos, otra forma de ver el mundo. Se quieren comer al mundo. Después llega Sulantay y Bielsa y esos dos líderes canalizan esa energía increíble”, comenta el sociólogo y DT.
“Y eso también se refleja en lo social, esa generación de chilenos se diversificó mucho, vivió muchas experiencias desde el punto de vista cultural, fue una generación, que su clase media pudo viajar por el mundo con mayor facilidad, hubo una ampliación de la cobertura universitaria. Era una sociedad mucho más cercana a los procesos de éxitos que de fracasos y eso se mantuvo así hasta el 2019 más o menos”, agrega.
Un país “reblandecido” tras el fracaso
Los sub 30 crecieron en un país boyante. No solo por el fútbol, desde los 2000 en adelante Chile lideró los rankings de crecimiento económico en la región, las cifras de seguridad se mantuvieron por años como las mejores de Latinoamérica, dos producciones cinematográficas ganaron premios Oscar. El éxito, el mismo que escaseó para la generación de sus padres, no parecía una casualidad, sino que una constante.
La situación del país cambió diametralmente en una década. Si bien en lo deportivo este año Francisca Crovetto y Yasmani Acosta hicieron historia, al alzar una medalla de oro y una de plata, en los Juegos Olímpicos, la sensación del “país ganador” se ha ido diluyendo.
Datos de la encuesta Ámbitos que generan orgullo revelados hoy por Cadem dan cuenta de aquello el orgullo por la selección chilena, por ejemplo, disminuyó de un 74% a un 40% en los últimos cinco años. Los motivos de orgullo, una sensación muy ligada al triunfo, no solo cayeron en relación al deporte.
Según el sondeo, el orgullo de ser chileno cayó de un 85% en 2018 a un 73% este año. El orgullo por las tradiciones folclóricas descendió de un 88% a un 74% en el mismo período de tiempo. Incluso descendió el orgullo por la comida chilena, de un 92% a un 81% en los últimos seis años.
Otro aspecto que generaba orgullo en el país era la seguridad. Durante el 2015, por ejemplo, Chile figuraba dentro de los 30 países más seguros del mundo, según el índice de Paz Global. Hoy ocupa el lugar 58, debajo de otros países de Latinoamérica como Costa Rica, Uruguay y Argentina.
El Premio Nacional de Humanidades de 2015, Tomás Moulian, tiene un afán futbolero, se declara hincha de la Universidad Católica y desde Punta Arenas, la ciudad en la que vive sigue atento sus partidos y los de la selección.
Moulian define el actual estado de la sociedad chilena como uno “reblandecido”. Para el Premio Nacional, la derrota con Bolivia y Argentina tienen que ver con esta sensación, pero hay elementos que potencian aún más este estado y tienen que ver con los casos de corrupción destapados luego del Caso Audios.
“Hoy Chile está reblandecido, se puede decir, blandengue. Es que la corrupción tiene un efecto muy corrosivo sobre la sociedad”, indica.
Para Moulian, la sensación de fracaso también tiene que ver con un liderazgo político que no desarrolla reformas acordes a lo que la sociedad exige. “Tenemos un gobierno de pocas reformas. Entonces tenemos una sociedad salpicada por la corrupción, salpicada por la derrota deportiva y por un gobierno que no realiza todo lo que se espera de él(…) que como la selección, no mete todos los goles que debería”, indica.
No saber gestionar el triunfo
Uno que vivió periodos de sacar la calculadora en la selección chilena fue el exfutbolista Jorge “Coke” Contreras. El exseleccionado considera que los grandes triunfos de la “Generación Dorada” en el fútbol crearon una falsa sensación de triunfo a un segmento etario.
“Eso nos llevó un poquito a un engaño, sobre todo a los más jóvenes, porque los más jóvenes que vieron todo esto pensaron que Chile era eso, y esto fue una circunstancia, una casualidad. El trabajo de un par de técnicos muy importantes que nos llegaron a dirigir”, reflexiona.
Contreras reconoce que en su época, al menos en un plano deportivo, el chileno no se concebía a si mismo, ni era concebido por el resto como un jugador con confianza. Recuerda una escena.
“A nosotros siempre nos faltó. Nosotros, en comparación sobre todo con los argentinos, siempre hemos sido mucho callados, más sumisos. Por ejemplo, yo viví en España un tiempo y a ellos les llamaba mucho la atención los términos nuestros. Decíamos ‘oye, me das un poquito de esto’, ‘me das un pedacito de esto’, todos lo hacíamos en pequeñito. Eso les llamaba mucho la atención. Entonces ahí hay una diferencia con el argentino, él en cualquier parte del mundo se va a comportar de la misma manera. A nosotros nos faltaba mucha personalidad”.
Contreras considera que la generación de futbolistas que se alzó con las Copas América si tenía una actitud distinta, una personalidad más decidida, la que se refleja, por ejemplo, en las declaraciones de Arturo Vidal.
“Yo estoy con la idea de Vidal, recuerdo que en una selección joven empezó a mostrar eso que nos faltaba a nosotros los mayores. Pero creo que esa forma se puede expresar sin la necesidad de tener que perder el respeto. Uno tiene que creer más en lo que hace en nuestro trabajo, en nuestra forma de ser. Decir si podemos, ese es un tema de disciplina que espero no se pierda”, reflexiona Contreras.
Desde su oficina en Juan Gómez Milla, el sociólogo Rodrigo Figueroa analiza el actual panorama de la selección, para él esta etapa, también refleja un sentimiento de derrota, una sociedad reblandecida como explicó Moulian.
“A los jóvenes les está costando muchísimo, así como a los nuevos jóvenes de la selección les está costando. Hoy es muy difícil tener un departamento, por ejemplo, y hay una serie de procesos que se están dando a nivel social que tienen que ver con una cosa muy relevante: reconstruirse en el éxito. Eso no se consolidó ni en el fútbol, ni en la sociedad. No se consolidó institucionalmente, culturalmente, económicamente”.
El sociólogo, que como buen futbolero asocia los conceptos de su profesión con los del juego, redondea su idea. La que para él, nos llevó a perder luego de un oasis de victorias sociales y deportivas.
“Me quedé con la sensación de que no aprendimos a ganar. O sea, que no sabíamos gestionar el triunfo o el éxito”, explica.
“La sociedad chilena sabía gestionar la derrota y el fracaso. Eso se ve bien con los terremotos, con las tragedias, esa práctica social, cultural que tiene la sociedad chilena de enfrentar esos eventos de una manera muy particular, que otras comunidades, otros países, otras nacionalidades no lo entienden. Pero el caso del triunfo es distinto. No estamos acostumbrados a ganar”, redondea.
La derrota para Rodrigo Figueroa no solo se evidencia en el fútbol: “Ya no somos potencia exportadora, ya no estamos como esos chilenos en el mundo con grandes empresarios en los rankings. Hay una serie de procesos que se han ido erosionando. Creo que esta bandera tan pomposa del triunfo se ha ido deshilachando poco a poco y no hay remendero que la pueda surcir nuevamente, porque para eso tienes que tener nuevos líderes”, concluye.