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Opinión

8 de Marzo de 2025

La política esperando marzo, la realidad no

Foto autor Marco Moreno Por Marco Moreno

"Marzo pasó, abril y junio llegarán, agosto se convertirá en un nuevo hito. Pero los problemas de la gente no se resuelven con fechas en el calendario. Se resuelven con acción política real, algo que, por ahora, sigue ausente del debate público", escribe Marco Moreno en su columna de hoy, analizando los tiempos de los partidos políticos en un año de elecciones.

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“Despreocúpense, en marzo se empieza a ordenar todo”. Este mantra ha sido repetido hasta el cansancio por el oficialismo y la oposición, como si el solo paso del calendario fuese capaz de resolver las tensiones políticas y despejar la incertidumbre que domina el país. La promesa implícita es que, con el regreso de la actividad legislativa y política tras el receso estival, los acuerdos comenzarán a tomar forma y las certezas reemplazarán a la incertidumbre. Pero la confianza en esta afirmación se desvanece rápidamente cuando se enfrenta a una pregunta clave: ¿Los tiempos de la realidad se van a ajustar a los tiempos de la política?

El problema es que mientras la clase política espera que marzo traiga claridad, la realidad sigue su curso sin pedir permiso. La crisis de seguridad no se detiene, la inflación golpea los bolsillos, el empleo sigue inestable y la confianza en las instituciones continúa erosionándose. No hay tregua para la vida cotidiana de las personas, aunque sí la haya para el debate político. Sin embargo, y a pesar de las definiciones de Carolina Tohá y Michelle Bachelet en el bloque oficialista, ya no fue marzo el punto de inflexión y ahora se han fijado nuevas fechas en el horizonte.

El desfase entre la política y la ciudadanía

De partida a lo que resuelva el FA y PC en sus instancias partidarias el próximo 15 de marzo y a los resultados de las internas del PS el 16 de marzo el hito al que ahora se encomienda la política es el 30 de abril, fecha límite para la inscripción de primarias presidenciales. Hasta entonces, la incertidumbre electoral seguirá marcando el debate público, pues los partidos aún no definen con claridad sus cartas y estrategias. Sin embargo, la política no se juega solo en la elección presidencial, y los problemas del país no pueden esperar a que los pactos electorales se ordenen.

Si el 30 de abril es el primer punto de referencia, el 29 de junio será el siguiente momento clave. Ese día se conocerán los resultados de las primarias presidenciales, y, con ello, el panorama electoral comenzará a tomar forma. Pero una vez más, esto es solo un peldaño en una escalera que sigue postergando las definiciones. Aún quedará esperar hasta el 18 de agosto, fecha final para la inscripción de candidaturas presidenciales. Solo entonces se conocerán los nombres definitivos de quienes competirán en la elección de noviembre.

Es decir, el mismo sistema político que aseguraba que “en marzo todo se ordena” ahora pide paciencia hasta abril, luego hasta junio y, finalmente, hasta agosto. Y la razón detrás de este aplazamiento es clara: en un escenario de incertidumbre y alta fragmentación política, todo puede pasar. La ausencia de liderazgos consolidados, la fragilidad de los partidos y la volatilidad del electorado han convertido la carrera presidencial en un proceso impredecible, donde nadie quiere moverse demasiado rápido por miedo a cometer errores estratégicos.

Los tiempos desacompasados de las urgencias sociales

Este calendario de postergaciones confirma una vez más que los tiempos de la política están totalmente desacompasados de las urgencias sociales. Mientras el sistema político opera en función de sus propios ritmos y necesidades –esperando que el escenario electoral se aclare antes de tomar decisiones de fondo–, la ciudadanía sigue enfrentando problemas cotidianos que requieren respuestas inmediatas.

Los debates sobre seguridad, crecimiento económico y reformas estructurales han quedado subordinados a la agenda electoral. En lugar de discutir soluciones concretas para la delincuencia, la precarización del empleo o el acceso a la salud, la política se ha enfrascado en cálculos de corto plazo, esperando que el escenario se ordene solo. Pero la realidad no funciona así.

La gran pregunta es hasta cuándo el país podrá seguir soportando esta desconexión entre la política y la ciudadanía. La respuesta no está en las fechas del calendario electoral, sino en la capacidad de los liderazgos políticos de salir de su lógica interna y empezar a responder a las urgencias reales del país. Porque si seguimos esperando el “momento adecuado” para actuar, la política seguirá perdiendo su capacidad de representar y gobernar. Y cuando eso ocurre, el riesgo es que el vacío sea llenado por respuestas simplistas, populismos o una profundización del desencanto democrático.

Marzo pasó, abril y junio llegarán, agosto se convertirá en un nuevo hito. Pero los problemas de la gente no se resuelven con fechas en el calendario. Se resuelven con acción política real, algo que, por ahora, sigue ausente del debate público.

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