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Opinión

6 de Junio de 2025

Los People in The Dragon: de éxitos, fracasos y las risas que necesitamos

Foto autor Cristián Briones Por Cristián Briones

"La cuña simple sería que Los People In The Dragon es una comedia muy graciosa, y lo es, de eso no hay duda", comenta Cristián Briones en esta columna que aborda la primera película del director chileno Pablo Greene. En formato documental, la película aborda la historia de una banda promesa de rock chileno que consigue hacerse un espacio en la escena nacional.

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Probablemente no debiera partir por esto, pero lo cierto es que es un gusto poder comentar más de una película chilena por semestre. Y no es que al cine nacional le falte calidad, o diversidad temática, por mucho que la gente con serias reticencias a la estadística insista que el cine en Chile tiene un sólo motivante.

La realidad es que con la escasa industria que tenemos, el nivel de rendimiento es altísimo. Y eso se ha hecho notar en este último lustro especialmente. Porque los embates socioculturales con los que ha lidiado nuestro país, han hecho que las artes, incluídas las visuales, estén en ebullición.

Pero el tema es que las películas logren esa sintonía fina indispensable para cruzar esa barrera de audiencia y por fin pasen a ser comentadas fuera de sus nichos. Y este año pasó. Tenemos ya, al menos tres largometrajes, que están instalándose incluso más allá de sus resultado de taquilla: Oro Amargo de Juan Francisco Olea, Denominación de Origen de Tomás Alzamora, que es una sombra que se cierne sobre la que nos atañe en este texto: Los People in The Dragon del debutante Pablo Greene.

La historia de una banda promesa del rock chileno, que ha conseguido hacerse un espacio en la escena de la música nacional de principios de este siglo y escalar hasta llegar a lo que será su trampolín internacional: el Festival de Viña Del Mar. Pero una noche antes, pierden a su vocalista en un accidente y de ahí en más, todo es cuesta abajo.

Narrado en clave de documental de rock, y entregado totalmente a la comedia, es el guión del mismo Greene y de la talentosa Claudia Huaiquimilla el que destila algunas capas extras.

“Pensaba que iba a ser la típica de sexo, drogas y rock and roll…”

La cuña simple sería que Los People in The Dragon es una comedia muy graciosa, y lo es, de eso no hay duda. Catalina Saavedra como la manager, la groupie que consigue en parte su objetivo, y cada uno de los miembros de la banda tienen su momento en que pasan la incomodidad y lo absurdo para que las sonrisas lleguen a la butaca.

El chiste continuo de ‘Maná’ es una pequeña perlita. Pero lo cierto es que se atisba aquello que hace a una buena comedia algo que se queda un poco más allá del estruendo de las carcajadas. Su factor humano. No sé si atribuir esto a lo que ya conozco de la filmografía de su guionista, pero es una característica de sus personajes que, independiente del entorno, se sientan particularmente vivos.

Personas comunes y corrientes en situaciones francamente delirantes y que no dejan de apreciarse reales. Y es mérito de Greene también el hacer que esta banda de rockeros desadaptados, parezca realmente una banda de la historia de nuestro pop. Desde el aspecto físico de sus integrantes, hasta conseguir que las letras de las canciones, aporte de Abel y Camilo Zicavo, se escuchen como un hit radial de algún punto de nuestro pasado reciente.

Esta es una película sobre el éxito, la fama, sobre “hacerla” en Chile. Sobre estar cerca de triunfar y ver que quizás no era eso lo que buscábamos. De ser partícipe del arte, como una expresión personal, como un nexo social.

Pero el asunto es que lo primero es lo que prima sobre el resto. El éxito es la clave que define Chile desde hace varias décadas ya. No el artístico, o deportivo o ninguno similar. El éxito. A secas. Triunfar y sobrepasar al resto es todo lo que importa. No es destacar por algo, es destacar, y nada más. Los People in The Dragon llegan ahí. Tienen la fama suficiente para dejar el resto atrás. Casi “la hacen”. Y luego ya no. Y ese sendero no es sobre tus propias huellas. Es uno siempre incierto. Porque la vida no espera a nadie.

El personaje de Catalina Saavedra es quien mejor logra definir eso. Su viaje es el más nítido en el encuentro del arte como algo satisfactorio en esa vida. Algo que vale la pena contemplar y ver partir, a no tenerlo nunca. Ella encuentra su lugar en el mundo, siendo parte de algo.

Los People in The Dragon, la película, tiene los mismos tropiezos que Los People in The Dragon, la banda. Se pierde en el camino. Aunque nunca deja de ser una comedia, a veces le falta ese compromiso con el ‘mockumentary’ que tan bien funcionó en esa otra representación longanicera reciente. Muchas veces necesita salir de ese lugar para mantener su trama y no termina por cuajar en sus momentos más dramáticos.

Curiosamente, en el disparate, el recurso de registro funciona mucho mejor. Pero ninguno de los giros de la película se desperdician. La aparición de Natzo es un momentazo que recupera el ritmo no una, sino dos veces. Cada clip, cada escasa pasada por sobre un éxito de antaño. Es una película que lucha por que sus acordes desafinados sean parte de la canción. Y eso también es el rock.

Los People in The Dragon es el mito, más de uno de hecho, del rockero. De lo que se pierde en el camino a la cima. Una que quizás no es imprescindible, porque lo que se necesitaba era estar con los amigos haciendo aquello que te llena. Siendo raros.

Quizás es necesario que tu voz “muera” para realmente encontrarla. O pasar una década en ese limbo que es dejar tus sueños porque la vida te alcanzó y sobrepasó. O tal vez, lo que más nos hacía falta es reír de buena gana, con la gente que fuimos juntando entre canción y canción. Parece que así es como mejor puede continuar el show.

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