Opinión
20 de Junio de 2025

El estreno de “Elio”, la nueva película de Pixar: la soledad de lo original

En un panorama dominado por secuelas, marcas conocidas y fórmulas probadas, Pixar se atreve con "Elio", una apuesta original que retoma sus grandes temas —la pertenencia, la soledad, el vínculo humano—, pero en un tiempo donde lo nuevo ya no garantiza atención ni impacto. El columnista Cristián Briones ("Fílmico") escribe sobre el estreno de esta semana,
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Este fin de semana se estrena en las salas de cine del mundo algo que se está volviendo una rareza en los grandes estudios hollywoodenses: una película original. Ni basada en una marca previamente establecida, ni adaptada de otro medio, ni una secuela o precuela ni nada similar. Original, en ese estricto sentido.
Me encantaría decir que esto es suficiente para hacer indispensable la invitación a una sala de cine, pero quizás es justo todo lo contrario. No sé si estamos en los tiempos de apreciar realmente lo que una historia original, y lo suficientemente bien contada, tiene para entregarnos. Y Elio tiene más de algo para dar.
Elio tiene en su equipo de directores a unos de los co-autores de Coco y una de las co-creadoras de Turning Red. Es regla general que las películas de Pixar tengan equipos de dirección, suelen ser un esfuerzo conjunto y en base a lineamientos casi editoriales, pero acá hay otra coincidencia: ambas películas son parte del empeño de crear material nuevo por parte de Pixar.
Un afán en el que han venido tropezando justamente desde Coco. Ocho largos años en que, entre la pandemia y el cambio en las formas de consumo de las audiencias han hecho el espacio para estas obras notoriamente cada vez más escaso: Unidos (Onward), Soul, Luca, Red (Turning Red), Elementos (Elemental), son material por sobre la media, pero con pobrísimo impacto cultural. Ni hablar de taquilla. Y mucho menos comparar con los resultados de aquellas secuelas de menor calidad, pero resultados avasalladores. Lo mínimo con esto es empezar a reflexionar si estas historias tan característica del estudio líder de animación, tienen ya cabida en las carteleras y en la recepción de la audiencia.
Elio es uno de esos productos que tiene todo aquello que le podríamos pedir a una película familiar: aventuras, humor, ese colorido de fantasía que tan bien ha sabido depurar Pixar. La historia de un huérfano que se siente sólo en el mundo, más allá del cuidado de su tía Olga. Y que descubre la posibilidad de que en el espacio haya un lugar para él. Con alienígenas.
Pixar vuelve a firmar con el corazón, como lo ha hecho tantas veces, incluso en esas que fallan en ser apreciadas. Porque la historia de Elio pareciera que no va a resonar en la audiencia, pero hay poco que haga más sentido que su relato en un tiempo en que podemos comunicarnos casi con cualquier persona en el planeta, y sin embargo, estamos sintiendo la soledad más que nunca antes. Hablar sobre ello, acerca de los quiebres generacionales y adentrarse en pequeños temas sobre encontrar nuestro lugar en el mundo y con quienes nos conectamos en el camino. Temas que trascienden edades, porque un ataque de ansiedad hoy en día le puede suceder a Tony Soprano y a un príncipe de la guerra alienígena en animación digital.
Una buena narración supone que todo aquello esté puesto en imágenes. Y en el caso de Elio, eso está logrado, pero aparentemente, no es suficiente. Las grandes películas del estudio de la lamparita siempre han sido ambiciosas en todo sentido. Empujar la animación hasta convertirse en un referente obligatorio fue una pieza de ello. Desde Bichos (A Bug’s Life) y Toy Story. Pero la otra mitad de la apuesta estaba en este otro lugar mucho más complejo de acceder. Hablar sobre la familia, el duelo, la paternidad, el dejar partir para madurar, y un hermosísimo etc. fue siempre una marca de fábrica. Una que la familia entera podía dimensionar y llevar a su hogar. Así nos pasó con Up, con Wall-e, Coco, e incluso con una tercera parte en ese final de Woody despidiéndose del vaquero.

¿Qué pasó que aunque Pixar siga destacando en ambos frentes, dejó de importar?
Postularé dos acercamientos, ambos bastante desmoralizantes, pero no poco cavilados:
El primero es un tanto evidente. Nos hemos vuelto consumidores que se van a la segura y cada vez arriesgamos menos en apreciar obras que pretendan mirar el mundo. Por eso nos cuesta que un personaje que conocemos toda la vida tenga una aproximación distinta, que el videojuego favorito sea adaptado a otra narrativa y con otros puntos de vista y un rocoso etc. Y a la par, hemos ido moldeando la industria. Todo debe ser un evento, reconocible, re-hecho a imagen y semejanza de aquello que ya hemos consumido con avidez. Hemos segmentado nuestro mercado al nivel en que cualquier cosa que no cuadre completamente, es mirada de forma tangencial y se va a acumular espacio en el streaming en un par de meses.
El segundo va a requerir el paso del tiempo para decantar: y es que la fórmula de Pixar está agotada. Parece ominoso siquiera equiparar a Pixar con algo similar a una fórmula, pero lo cierto es que aquellos lineamientos editoriales antes mencionados, han terminado por hacerse evidentes. Y eso, más allá de apreciar el esfuerzo, han hecho que se parta de una base que siempre va a estar. Es un mínimo exigible que la historia del personaje marginal que encuentra su propio espacio y aprende a caminar en él, esté bien contada.

Si no excede eso, si no resuena en niveles que trascienden a la cultura popular, como fue el caso de Coco, entonces es lo que damos por sentado y lo juzgamos en menor cuantía. Pixar hizo tan bien las cosas por tantos años, que hoy le exigimos mucho más que al resto. Lo cual es paradojal, porque si nos ponen una sexta película con unas figuras amarillas hablando un idioma inentendible, allí estaremos.
O quizás es una mezcla de ambas cosas o ninguna de ellas. Estos son fenómenos que vemos en vivo y en directo, pero que pasan años y compañías enteras tambalean en el camino antes de poder asegurar lo que en realidad ocurrió. Pero sabemos que esto ya pasó a ser una certeza, el apreciar a un personaje único y conmovedor, en una obra con ideas sobre el mundo que rodea a sus creadores y audiencia se está volviendo cada vez más complejo de entregar y ser apreciado.
Ojalá esta película encuentre sus audiencias. Ojalá el hecho de que no sea un evento o una secuela o ninguna de esas cosas, no le impida encontrar su público. Porque estas películas, tan originales nunca como entrañables nunca están realmente agotadas y se extrañan cada vez más.