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Mundo

3 de Marzo de 2009

McMansions: las nuevas ciudades perdidas

Por

Rodrígo Díaz, arquitecto chileno residente en México, escribió este artículo a fines del año pasado, donde describe la decadencia y abandono de los barrios suburbanos norteamericanos producto de la crisis. Algo similar comienza a suceder en comunas como Huechuraba y Maipú.

Cuando llegaron todo era felicidad: una casa en los suburbios con suficiente jardín para que jueguen los niños, corran los perros y los amigos puedan gozar de una parrillada y una Miller Lite helada mientras ven un partido de béisbol en el televisor de pantalla plana de 51 pulgadas. Nada podía ser mejor. Sin embargo, la felicidad comenzó a irse cuando John, el vecino y amigo, tuvo que dejar su casa al no poder seguir pagando su préstamo hipotecario. Al mes siguiente fueron los vecinos de enfrente los que hicieron abandono del barrio en un camión de mudanzas – al parecer el préstamo también les había quedado grande – mientras en la que era la casa de John un aviso de “For Sale” se bamboleaba con el viento. A los pocos meses las casas que lucían estos letreros ya no eran dos, sino diez, veinte, treinta, y los únicos ocupantes que llegaban eran ratas, vagabundos, prostitutas y narcomenudistas, quienes empezaron a aprovechar la soledad de las casas desocupadas para desarrollar sus negocios particulares.
Esta historia es la que están viviendo miles de estadounidenses que hoy son víctimas de la crisis de las hipotecas subprime, préstamos de alto riesgo otorgados por la banca a personas que en gran parte no cumplían los requisitos mínimos para solventar un esfuerzo económico de esta magnitud, y que como era de esperar, rápidamente dejaron de cumplir con sus obligaciones financieras ahogados por un compromiso que sobrepasaba largamente sus reales capacidades de pago. Es más, muchos de ellos prefirieron abandonar sus casas y dejar que el banco ejecutara la hipoteca al ver que el monto de lo adeudado sobrepasaba con creces el disminuido valor comercial de sus propiedades. Y es que la tasación de estas viviendas se desplomó en cosa de meses, y lo que ayer costaba medio millón de dólares hoy con suerte encuentra un comprador por ciento cincuenta mil. Tal como lo indica un reporte de la empresa inmobiliaria Zillow, se estima que sólo durante 2008 las viviendas en Estados Unidos registraron una pérdida en su valor cercana a los 2 billones de dólares (trillones en términos norteamericanos)¹

Auge y caída de las McMansions

Los barrios suburbanos, aquellos de amplios jardines y casas ostentosas hechas de materiales no tan ostentosos, están viviendo su peor momento desde que se convirtieron en la representación habitacional del sueño americano. Cientos de miles de las llamadas McMansions, versión residencial de los McDonald´s, hoy se caen a pedazos, habitadas por fantasmas que nada pueden hacer para detener los destrozos de los vándalos que hacen fiesta en la soledad de los suburbios. Vidrios quebrados, graffitis, jeringas y preservativos en el suelo, plantas muertas, basura por todos lados, autos abandonados, ese es el espectáculo que hoy ofrecen las ayer flamantes comunidades suburbanas. ¿Qué va a pasar con ellas? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Se calcula que son más de dos millones las viviendas sin vender o hipotecadas que hoy día existen en el mercado inmobiliario norteamericano. Mientras no se vendan, la amenaza de rápido deterioro seguirá estando vigente sobre ellas. En este sentido, quienes más están sufriendo esta situación son aquellas familias que con gran esfuerzo terminaron de pagar sus viviendas y no solamente ven su inversión altamente desvalorizada, sino que además deben soportar vivir en un barrio que de la noche a la mañana se transformó en un lugar peligroso, y cuyo futuro no se ve para nada esplendoroso. Como crudamente señaló uno de estos compradores, “no pagué medio millón de dólares para terminar viviendo en un barrio de vivienda social”. Y es que hoy en día los únicos que están dispuestos a vivir allí son precisamente aquellos de más bajos recursos, los que jamás imaginaron que los condominios suburbanos serían de su propiedad.
Ya mucho se ha hablado de las enseñanzas económicas de esta crisis, pero me gustaría apuntar a un aspecto que los planificadores urbanos suelen omitir. Los planes de desarrollo urbano dependen de muchísimos factores que van más allá de la decisión de zonificar un área para determinado uso de suelo. La experiencia norteamericana ha demostrado que el sistema de financiamiento habitacional tiene un rol fundamental en la generación de ciudad. La conducta irresponsable de la banca al asignar créditos hipotecarios a millones de familias que eran incapaces de cumplir con sus compromisos financieros dejará secuelas por muchas décadas en las ciudades norteamericanas. La culpa no es de la gente, que mal que mal aprovecha las ventajas que se le ofrecen, sino de quienes diseñaron un sistema que era una perfecta burbuja carente de contenido en su interior. ¿Quién va a vivir en las miles de casas abandonadas? ¿Qué clase de vida se va a dar en esos barrios? Sólo el tiempo lo dirá, pero el panorama no se ve en absoluto alentador

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