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Opinión

29 de Agosto de 2010

Amistad a poto pelado

Juan Pablo Abalo
Juan Pablo Abalo
Por

ÉRAMOS UNOS NIÑOS
Patti Smith
Lumen, 2010, 294 páginas.

Conocidísima por su primer álbum “Horses”, por la canción “Gloria” y, sobre todo, por su éxito “Because the night”, escrita en colaboración con el sumamente norteamericano Bruce Springsteen, Patti Smith, compositora y poeta también sumamente norteamericana, paladín de la subversión punk dentro del rock de la década de los setenta, recorre en su último libro, las memorias tituladas “Éramos unos niños” (Just kids), con la intensidad que es posible encontrar en sus poemas reunidos en el libro “Babel”, lo inquebrantable de su relación de amistad con el fotógrafo Robert Mapplethorpe.

Dibujante y fotógrafa y últimamente autora de notables versiones de temas como “Smells Like Teen Spirit” de Nirvana, Patti Smith da cuenta en este nuevo libro de la estricta y paradójica educación religiosa que recibió de niña, de los estados de conciencia que alcanzaba después de cada enfermedad de la que fue víctima, de su voracidad lectora (Rimbaud y sus “Iluminaciones” particularmente: “Había encontrado consuelo en Rimbaud, con quien me topé en un quiosco enfrente de la terminal…”), de su encuentro cara a cara con el arte de Modigliani y Picasso en los museos de EEUU (todo lo cual provocó en ella la firme convicción de que su existencia sólo se justificaría al convertirse en una auténtica artista), de su solitario y temprano embarazo, de su visión del rock, de la música, de la ebullición de una Nueva York que para ella y para muchos nunca volverá, de cómo las muertes de su marido Fred Sonic Smith y de su hermano Todd la obligaron a poner en marcha una creatividad movediza. Todos estos son sólo parte de los asuntos tratados en este relato lleno de vitalidad, de ironía y de risa soterrada, a la vez que conmovedor y emotivo.

Pero es la muerte de su gran amigo, el fotógrafo Mapplethorpe, la columna vertebral de este libro que, como si se tratara de un caleidoscopio, muestra perspectivas tan insólitas como necesarias en las relaciones amorosas y de amistad, y en verdad, en toda clase de relaciones de tipo humano.

Para Smith, su amistad con Mapplethorpe es también su modo de vincularse con el arte, su experiencia artística, su vida como artista. “Éramos unos niños” –generosamente ilustrado con fotografías y dibujos- nos muestra a una poeta y cantante que antes que cualquier categoría decidió vivir la vida desde la más simple de las filosofías, es decir: vivirla como la única vida que tenemos a mano.

El relato da cuenta también de los elementos rabiosos que motivan a Smith a crear: el resentimiento será el principal de ellos, así como da cuenta de su amistad y admiración por escritores como Gregory Corso o William Burroughs. Se trata de un libro de lectura rápida pero no por eso menos interesante ni olvidable, donde casi podría decirse que al leer oímos la voz de la Smith, esa voz que cuando canta entona desde el murmullo, desde el habla, desde una declamación poética a poto pelado; así mismo su prosa relata una vida de entrañable amistad con Mapplethorpe, una amistad que muchas veces fue también a poto pelado.

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