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Cultura

26 de Mayo de 2011

Presidente de la SCD firmó como suyo libro de Luis Advis

Hace poco cayó una grave denuncia en el correo de la SCD: una carta del musicólogo Juan Pablo González criticaba duramente la omisión del fallecido compositor Luis Advis como editor del libro “Clásicos de la música popular chilena”. En su lugar, aparece el presidente de la SCD. Esa es la obertura de un conflicto que incluye un libro perdido, un heredero único, discípulos afrentados y la disputa por la última obra firmada en vida por el autor de la “Cantata Popular Santa María de Iquique”.

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Gloria Simonetti ya se había acostumbrado a caminar por el Paseo Ahumada, ir hasta Agustinas con San Martín, subir al quinto piso, tocar el timbre y ahí en el umbral encontrarse con el maestro Luis Advis, sus perros y sus lecciones de profe estricto. Era 2003 y juntos ensayaban una reposición de la sinfonía “Los Tres Tiempos de América”.

Un día la puerta la abrió un desconocido, contra toda costumbre. Estaba claro en dos segundos: el compositor ya no estaba ahí, fulminado por un cáncer gástrico y una insuficiencia renal que cargó por dos años. Tras suyo quedaba un legado que incluye obras cumbres de la música chilena como la cantata “Santa María de Iquique” y “Canto para una semilla”.

Y a sus 69 años, el músico de Iquique dejó un proyecto inconcluso. Uno que sus colaboradores finales -entre ellos, la propia Simonetti- describen como el trabajo más querido para Advis. Se trata de “Clásicos de la música popular chilena”, en el cual el compositor y la Comisión de Publicaciones de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) se plantearon una ambiciosa antología: en varias entregas, Advis y sus colaboradores iban a seleccionar las canciones chilenas más representativas del siglo XX, las presentarían en sus contextos a través de escritos introductorios e incluirían una partitura para cada tema con el objetivo de que las nuevas generaciones pudiesen estudiar la estructura musical de los himnos populares.

Juan Pablo González supo del proyecto desde el día cero. Retornado a Chile tras hacer su doctorado en Musicología en la Universidad de California, buscaba formar contactos y publicar. Conoció a Luis Advis a principio de los años ’90 durante un concurso de composición que organizó la Universidad de Chile. Desde ahí tomó conocimiento del proyecto “Clásicos de la música popular chilena” y al poco tiempo estaba recorriendo los persas en busca de esos antiguos cancioneros con partituras que aún circulan entre libros usados.

González navegó junto a Advis en dos volúmenes. El primero incluyó un período entre 1910 y 1960 y salió publicado en 1994. El segundo volumen (aparecido en 1998) se ocuparía de la música de raíz folklórica y la Nueva Canción Chilena entre 1960 y 1973, mientras que el tercero incluiría a la Nueva Ola y la balada, dentro del mismo período.

Ese tercer volumen apareció en noviembre de 2010, pero con un detalle que hoy tiene a González defendiendo una denuncia por grave falta a la ética contra el presidente de la SCD, Alejandro Guarello: Luis Advis, creador del proyecto, no figura como editor. En ese lugar están el propio Guarello y el musicólogo Rodrigo Torres.

Silencio en la partitura

González recibió su copia durante el acto de inauguración de la Feria Pulsar, en noviembre de 2010, el mismo mes en que se le comunicó el cese de sus funciones al interior de la Comisión de Publicaciones de la SCD. Desde que Guarello asumió como presidente de la SCD en 2009, González creía que la Comisión ya ni siquiera sesionaba.

El académico retuvo el libro en sus manos, mientras por el escenario pasaban cantando los antologados: el Pollo Fuentes, Luis Dimas, Cecilia, entre otros. Y cuando se le ocurrió abrir su copia de “Clásicos de la música popular chilena. Tercer volumen: Canciones y Balada”, quedó dislocado. Bajo el título del libro, la portadilla de los créditos ponía como editores a Alejandro Guarello y Rodrigo Torres. Más abajo, créditos para la Comisión de Publicaciones, con su nombre incluido. Ninguna seña de Advis en la portadilla donde se nombran los antologadores. Su nombre recién aparece en el prólogo y también en un ficha bibliográfica.

Era suficiente para dirigir una carta a la SCD exigiendo una explicación a lo que considera “un atropello a la memoria de Luis Advis”. “Aparezco nombrado bajo los editores, como miembro de la Comisión de Publicaciones, avalando esas condiciones. Por eso me quejo de que mi nombre ha sido utilizado en algo no sólo de lo que no tenía conocimiento, sino que también lo encuentro reprobable”, cuenta González.

La Directiva de la SCD respondió mediante una carta, firmada por el Secretario de la entidad, el maestro Valentín Trujillo. Ahí exponen distintos argumentos para explicar la omisión de Advis como editor. Entre ellos, que es una obra colectiva de carácter corporativo, por lo tanto, es responsabilidad de la SCD y no de las personas que aparecen señaladas como editores.

Así explican que la inscripción de este tercer volumen en el Registro de Propiedad Intelectual está hecha a nombre de la SCD. González les recordó que el segundo volumen está inscrito a nombre suyo y de Luis Advis. La sociedad de gestión respondió que se debe “a un lamentable error” y que corregirán esa inscripción hecha hace más de 12 años.

Y luego la SCD relata que desde 2006, a partir de la entrada de Guarello a la Comisión de Publicaciones “se modificó substancialmente la naturaleza del tercer volumen, cambiando radicalmente su carácter meramente antológico, para darle un nuevo rasgo a la publicación: hacer de esta antología una experiencia musical práctica y vívida”.

En el prólogo se hace explícito que el texto deriva del trabajo de Advis realizado entre 1998 y 2004, “siguiendo estrictamente los criterios e indicaciones que en vida el propio maestro Advis determinó y aplicó para la antología”. Según González, “no se trataba de ‘criterios’. Era el libro terminado”.

La nota alta

Entre quienes se enteraron de la denuncia está Fernando Ubiergo, vicepresidente de la SCD durante el mandato de Advis (1993-2004) y su sucesor en esa institución. El músico está desligado de la sociedad de gestión desde 2009, cuando renunció tras una polémica por utilizar software ilegal durante una presentación en Antofagasta. Cuando Ubiergo recibió la carta, no podía dar crédito.

El autor de “Un café para Platón” era otro de los invitados frecuentes al departamento del maestro, hasta su muerte. Ahí entraba en trance escuchando lecciones de “una figura más cercana a la idea que tenemos de los griegos”, describe. Esas visitas lo dejaron con la convicción de que Luis Advis y el tercer volumen de “Clásicos de la música popular chilena” son dos cosas indisociables.

“Nadie nos va a decir a nosotros que este trabajo no tiene que ver con Lucho. Casi quiero entender que el nombre se quedó atrapado en los engranajes de la imprenta, porque si no parece una broma”, subraya Ubiergo que hasta el momento no conoce las explicaciones de la directiva que antes integró.

“A nadie de los que estábamos a su lado se nos hubiera pasado por la cabeza omitir el nombre de Lucho”, cuenta Ubiergo, recordando además la defensa explícita que hizo el ex Director General de la SCD, Santiago Schuster, para considerar este tercer volumen como la última publicación de Advis.

“El hecho de que no aparezca como editor es una cuestión que violenta la memoria, especialmente de los que estuvimos muy cerca y lo vimos trabajar en esto afanosamente”, agrega.

Tras compartir los últimos años de vida de Advis, la cantante Gloria Simonetti tuvo una reacción similar: “Él estaba inmerso al cien por ciento en este texto. Por eso me parece raro todo. Esta es de la clase de obra que no se realizan de un año para otro; menos cuando hablamos de alguien que era extraordinariamente estricto con su trabajo”.

Entre el trabajo que realizaba Advis junto a Juan Pablo González había que llamar a los intérpretes de la Nueva Ola para consultarles por arreglos musicales o detalles que debían llevar a partituras. El teléfono de Miguel Zabaleta, integrante de los Red Juniors, sonó más de una vez por esta causa. Ahora quedó marcando ocupado tras enterarse de su omisión en el libro: “No sólo es una falta de respeto con Luis Advis, sino que no sé lo que pretenden. ¿Figurar como autores de esta obra? No entiendo”.

Zabaleta entrega información sobre otro argumento de la SCD para postular que esta es una obra distinta: las partituras encargadas por Advis fueron rehechas, con el objetivo de hacer las partituras más simples, para que todo el mundo pudiese leerlas. “Pero ese fue el objetivo desde siempre”, dice el intérprete de “Al pasar esa edad”. “Me consta que desde el principio estaban simplificadas. Además que no son canciones complejas, de por sí”.

González también apunta a esa función repetida: “Las transcripciones las hizo el maestro Pedro Mesías tal como las hacía en sus largos años de trabajo para editoriales en Nueva York: dentro de un nivel de tercer año de piano. (…) De este modo, la SCD tuvo que gastar más dinero para re-transcribir, re-copiar y re-editar algo que ya estaba hecho por un conocedor absoluto del tema, como era el maestro Mesías”.

La semilla

Pedro Advis es juez y también la única sucesión del músico de Iquique en este mundo. En la carta en que Juan Pablo González denuncia la falta ética a la SCD, Pedro Advis aparece apoyando los argumentos del musicólogo. “Era una denuncia verosímil, en el sentido de que aparecía hecha por quien había tenido contacto y conocimiento directo en esta situación, en la cual yo no advertí que hubiera otro tipo de interés más que reestablecer lo que a su juicio era la verdad de los hechos”, recuerda el sobrino de Luis Advis.

Tras escuchar los argumentos de la SCD, su postura varió: “Me parece que la SCD ha desvirtuado razonablemente lo expresado por González en su carta, explicitando cuáles fueron las condiciones concretas en que se generó, se produjo y editó el tercer volumen de esta serie. Fue replanteado y rehecho por la SCD”, explicó a The Clinic Online.

Sin embargo, González afirma que las únicas modificaciones tienen que ver con la eliminación de uno de los textos encargados, la retranscripción de las partituras y la supresión de una de las canciones seleccionadas por Advis: “Mira niñita” de Los Jaivas. Con eso, quedaron en 56 canciones de las 57 visadas por el músico.

“Cualquiera sea el alcance de las correcciones, creo que en la SCD no ha existido la intención de hacer aparecer una obra o de olvidar a Luis Advis como el autor, o de menospreciarlo o preferirlo”, responde el heredero.

El Consejo Chileno de la Música reprodujo la carta de González íntegramente; y ante las consultas, la Asociación Chilena de Estudios en Música Popular (Asempch) preparó una declaración: “Si la omisión de su nombre en este Tercer Volumen constituye o no una infracción a la Ley de Propiedad Intelectual, es materia que compete a la justicia. Sin perjuicio de ello, y dada la importancia de Advis en el diseño y la planificación de las tareas editoriales de la obra en su conjunto, consideramos que tal omisión constituye un acto que atenta contra la ética de la creación intelectual y artística”.

González afirma que su interés no está en dañar a la SCD, sino en respetar el aporte de Guarello y Torres, e incluir el nombre de Advis entre los editores para una segunda edición. Es el mismo llamado que hace la Asempch. Desde este miércoles que la SCD entra en período de elecciones para elegir seis miembros del directorio para doce candidatos. Y esta vez, los socios que acudirán a sufragar lo harán bajo un ruido que obliga a tomar una postura: una interferencia colándose entre el sonido amable de La Nueva Ola.

Carta a Juan Pablo González

Carta a Valentín Trujillo

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