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Opinión

4 de Abril de 2013

Francisco Figueroa: “Esta generación no puede arrodillarse ante al binominal”

El 2011 fue vicepresidente de la FECH y junto a esa hornada de dirigentes estudiantiles lideró las masivas movilizaciones que enfrentaron al gobierno. Hoy quiere postularse a la Cámara para proyectar políticamente el movimiento y crear una nueva mayoría política y social, al margen de la que quiere hacer Bachelet.

Ana Rodríguez y Pablo Vergara
Ana Rodríguez y Pablo Vergara
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La próxima semana presenta el libro en el que estuvo trabajando todo el 2012. Es, dice, un híbrido entre crónica y ensayo que cuenta cómo se gestó el movimiento estudiantil de hace dos años. Eso, en las ideas, porque desde hace rato que Figueroa, ex vicepresidente de la FECH, se encuentra trabajando en cómo proyectar la izquierda autónoma en estas elecciones. Él mismo se prepara para presentarse a diputado.

¿Qué pasó el 2011 que no ocurrió el año pasado?
-La del 2011 fue la primera movilización social que hace presente ante la sociedad chilena las deudas de la transición, en términos de restricción de derechos, estrechez de la democracia; cosas que muchas movilizaciones intentaron poner sobre la mesa pero sin mayor éxito. Estamos hablando de la movilización estudiantil quizá más grande la historia de Chile y sin duda la más grande de los últimos treinta años. En los años posteriores lo que hay es una cuestión natural: un período más bien de cansancio en la base pero de vigencia total en las demandas. La mayoría de los chilenos sigue estando por concretar los anhelos del 2011. Educación gratuita, fin al lucro y un cuestionamiento bien fuerte a la democracia.

¿Dirías que el apoyo se mantiene, ese 80%?
-Sin duda. No por una cuestión de sensación: las mismas encuestas que la élite tiene estampan la vigencia de esas demandas; incluso los mismos partidos políticos se han visto forzados a posicionarse en función de esos temas.

Cuando se presentaron a la FECH, ustedes planteaban la idea de un bloque social que no se concretó. ¿Por qué no?
-Ese sigue siendo un objetivo, pero creemos que hay sectores que todavía no se terminan de definir si todo el capital que tienen lo ponen al servicio de la reconstrucción de la Concertación o por construir una alianza política social nueva. Seguimos pensando en eso, que no depende solo de intenciones de una federación o de un colectivo, sino de intereses mucho más amplios. Y es una cuestión que no se juega en un año; es algo que está en juego en esta década. El 2011 abre esa posibilidad: que una serie de movimientos sociales confluyan en la construcción de una alianza social y política más amplia.

La nueva mayoría.
-Exacto.

¿No la que hablaba Bachelet?
-Esa es una frase bonita de campaña. Pero cuando uno habla de nueva mayoría política y social, habla de algo cualitativamente distinto. Y eso es un proyecto, no se juega en una campaña electoral. Además, si es una mayoría, si es por los cambios, en ella no puede caber la gente que hoy está lucrando con la educación, con la salud; la gente que está apernada del poder. Eso no tiene nada nuevo ni nada de mayoría.

LA UNIDAD

Dijiste que no habían conseguido confluir en una expresión política común. ¿Por qué?
-No haría un balance tan tajante, es temprano para dictar sentencia. El 2013 hay demasiado en juego y los anhelos y la agenda de cambios que puso el 2011 se pueden proyectar o perder.

¿Y existe unidad en ese movimiento?
-Está por verse. Estamos luchando porque esa unidad exista pero hoy no creo que incorporarse a la Concertación sea la forma de resolver las demandas del 2011.

¿Qué pasa con la llegada de Bachelet?
-Todavía no pasa mucho. Es una gran puesta en escena, por ahora. Ella no ha dado siquiera entrevistas. No hay un debate sustantivo.

Pero igual ha hablado.
-Yo esperaría que diera más detalles. Porque si su compromiso con el fin al lucro o la gratuidad es sincero, la verdad es que es un logro del movimiento estudiantil haber ampliado los horizontes de lo posible políticamente. Pero Bachelet también, en segunda vuelta, prometió negociación colectiva, fin al binominal, respuesta a las demandas del pueblo mapuche y aquí estamos. Es muy fácil levantar frases de campaña. Nuestra generación perdió la inocencia justamente con el portazo que le dio Bachelet a los estudiantes, ahí entendimos que no podíamos seguir delegando en la vieja política. Fue justamente con ese proceso, con el salón Montt Varas, con las manitos arriba de Bachelet y de Carlos Larraín, que comprendimos eso. Nuestra generación está curada de espanto con ese oportunismo de campaña.

¿Pero sientes que cambia en algo el escenario?
-Hay un potencial. Si los nuevos movimientos, en particular los que representan el espíritu y las demandas del 2011, actúan unidos y con independencia de la vieja política, es posible seguir ampliando los horizontes. Pero eso está en juego durante este año y por la contingencia. Hoy, la Concertación no da señales de haber entendido lo que está pasando en este país.

¿Pero lo que planteó Bachelet no es una señal? Ella dice vamos a mandar un proyecto, el primero, para acabar con el lucro.
-Primero, mandar proyectos es súper fácil, un trámite. Es bien fácil hacer promesas, sobre todo en tiempos de campaña. Pero está por verse si es un compromiso. No sacaría conclusiones apresuradas. La Concertación, para mantenerse vigente, tiene que intentar coaptar las demandas del movimiento social. Si no lo hace, significa que está viviendo en Plutón. Es obvio que tiene que dar una señal. Yo esperaba que fuera antes, pero lo primero que hizo fue juntarse con empresarios cuando vino a Caburga en el verano y Escalona también estuvo en eso, diciéndole a los empresarios que eran gente seria que no fumaba opio.

¿En lo de la nueva mayoría no hay una invitación al movimiento del 2011 a sumarse?
-Las invitaciones no se hacen por la prensa. Pero si en esa supuesta nueva mayoría van a caber los que en este minuto están lucrando o defendiendo el lucro, no tiene nada nueva ni nada de mayoría. En esta misma semana, en paralelo a esas palabras de Bachelet, sectores de la Concertación siguen defendiendo al ministro Beyer, al lucro. Veamos a la gente que estuvo en los ministerios de Educación de la ex presidenta. Romagnera, Subsecretaria; Armanet, que está en la Universidad de Las Américas que se llevó muchos estudiantes de la del Mar, y que les cobró pero que ahora no les está dando cupo. Si van a estar los Bitar, las Mariana Aylwin, no tiene nada nuevo.

EL SISTEMA

¿Cómo se plantean una candidatura con el binominal encima?
-Primero, tengamos presente el objetivo general. Y después de eso se ven los cómo. No partamos al revés. El objetivo es la unidad y autonomía de los nuevos movimientos. De los regionalistas, los ambientalistas y, sobre todo, el estudiantil, el más fresco y el más articulado. La unidad de todo eso es lo que tiene más posibilidades de modificar los límites de lo que políticamente se puede hacer en este país. Impulsar la agenda de cambio por más derechos y profundización de la democracia. Esto tiene que expresarse en una alianza política y social lo más amplia posible para hacer presentes esos anhelos, en las elecciones parlamentarias y presidenciales. Estamos luchando porque sea real.

¿No es algo testimonial?
-No. Con el voto voluntario, hay un 60% de chilenos que no votó en las municipales y hoy todos los dirigentes que han provenido de las movilizaciones han generado interés en la ciudadanía. Por primera vez, si nos cuadramos todos y ponemos fuerza en algunos lados, se puede quebrar el binominal. O amenazarlo. No nos compramos este chantaje de que la Concertación le diga a los nuevos movimientos o se funden con nosotros o están fuera de la política. Ya no nos pueden hacer eso. El momento en que la derecha en los últimos 20 años estuvo más reducida a la condición de minoría fue el 2011. No es el momento de arrodillarse ante al binominal, esta generación no puede hacerlo, tiene que mantener en estas elecciones la misma audacia y rebeldía que tuvo en las calles, en los liceos, en las universidades. ¿Por qué volvernos viejos chicos cuando llegan las elecciones? Eso significa haber utilizado las movilizaciones para eso y que eso es la política. Y no: al contrario.

¿Y qué te parece que el PC vaya con la Concertación y que Camila vaya de diputada?
-Yo veo a la Camila bien incómoda. No entiendo lo mismo de sus declaraciones de las de la Karol Cariola o Teillier. No leo lo mismo desde el año pasado. No vamos a dejar de luchar porque la Camila y muchos más vayan con la Concertación y se aborte la posibilidad que el 2011 se proyecte. Al contrario: estaríamos totalmente dispuestos a apoyarla y jugarnos porque sea diputada. Porque ella sea diputada, porque Giorgio sea diputado, porque Gabriel Boric lo sea. Queremos trabajar por ponernos detrás de todos esos liderazgos. Pero hoy cuadrarse dentro de la Concertación no es la vía.

¿Están apostando a la posibilidad de arrancar a la Camilas, a los Jackson de eso?
-No se trata de arrancarlos, si ellos nunca han sido de allá. Ellos no son conocidos hoy ni hicieron lo que hicieron por estar allá. Al contrario, el lugar que les pertenece es el de los movimientos sociales.

¿Eso significa no apoyar un candidato presidencial ahora?
-Puede ser. Estamos trabajando porque haya una candidato de unidad y porque hayan candidaturas parlamentarias al servicio de esa unidad. Lo ideal es que sea una candidatura genuinamente casada con la agenda de cambio de derechos universales, democracia participativa, un modelo de desarrollo basado en una matriz productiva nueva, diversa, y que espolonee a las otras candidaturas para ampliar los márgenes de lo que estamos discutiendo.

Es como el candidato que plantea los temas no presentes en la agenda, que es una cosa que conocemos desde los noventa a la fecha.
-Exacto.

No es nuevo, tampoco.
-Perdóname pero la izquierda del siglo XX que levantó eso, tenía y sigue teniendo mucho menos anclaje en la realidad de este país. Y nunca habíamos tenido un descontento social y un despertar de la ciudadanía como en este último año. Las condiciones son distintas a las del Juntos Podemos o de las candidaturas de izquierda de los noventa. Esto se va a jugar en una década grande. Estamos viviendo un tiempo bien parecida a la década de los veinte en el siglo pasado. Imagínate: ¿qué hubiera pasado si los esfuerzos que después crearon la izquierda en Chile, el PC, el PS, hubieran sacado la calculadora y se hubieran aliado a los partidos que estaban en decadencia en esa época, como el conservador, el liberal, el demócrata? Ese potencial de cambio, expresado en la lucha obrera, en las luchas estudiantiles enormes de entonces se demoró mucho tiempo pero logró cambios sustantivos. Fue la sala de partos de la izquierda del siglo XX. Y lo que está pasando ahora también es una sala de partos, pero la guagua no puede nacer en una funeraria.

PIÑERA Y LA IZQUIERDA

¿Qué te parece que Piñera se esté levantando en las encuestas?
-Me parece bien ficticio.
Pero son las mismas encuestas que decían que ustedes tenían el 80% de apoyo.
-Sí. Si miras la aprobación de los políticos en general, y de las figuras presidenciales, es algo cambiante y eso obedece a que administran los medios de comunicación y levantan temas en verano, cuando no hay conflicto, y se vienen con los bonos. Ahora, sí creo que es un síntoma que hay que tomar en cuenta, tampoco podemos pasarnos el rollo…

¿Síntoma de qué?
-De que no estamos en un período prerevolucionario en que la gente esté dispuesta a una confrontación muy álgida. Eso no es así. Y por eso es que puede venir una derecha populista que dé bonos para cualquier cosa y contener un poco esto. Eso puede venir de la derecha o de la Concertación.

¿Puede perder Bachelet?
-Veo posible eso. Pero creo que la derecha está dando un jugo histórico: en esta vuelta, el empresariado va a optar por la Concertación.

¿Más que por Allamand?
-Es que Allamand está haciendo un esfuerzo increíble por parecerse a Golborne y ser el payaso que es Golborne. Esperaba que representara un poco más a una derecha liberal más ilustrada pero la verdad es que ha incurrido en las mismas tonteras que Golborne.

¿Y existe esa derecha liberal?
-No. Que Allamand tenga que parecerse a Golborne es la constatación.

¿Y qué izquierda existe en Chile?
-No creo que exista. Si una va a la arqueología, claro. En los museos hay. Pero políticamente no veo que haya una expresada en este país. La izquierda del siglo XX, los partidos que la representaron, como el PS abandonaron esas banderas o no tienen anclaje. No digo que lo tengamos nosotros: digo que es un tarea pendiente. No nos podemos limitar a elegir entre el tipo de gobierno que quiere un Tironi o Norcorea. No podemos limitarnos a ese horizonte. Está por construirse.

¿Qué puntos los diferencian a ustedes de Revolución Democrática?
-Ellos tienen mucho potencial, representan a un sector desilusionado de la Concertación, quizás no precisamente de izquierda o cuadrado con esas banderas, pero desilusionado y casado con una agenda de cambio. Son un tremendo aporte al país. Tenemos un diagnóstico distinto de por qué estamos donde estamos. Nosotros no creemos que estemos así porque la derecha no le haya dejado hacer a la Concertación lo que quería hacer. El problema fue lo que hizo la Concertación.

¿Y cómo harán para que en una segunda vuelta eventual esta izquierda que está formándose no termine apoyando a Bachelet?
-Sí, la izquierda ha sido bien poco creativa, ha elegido entre el nulo y la libertad de acción, que fue lo que hizo la Gladys Marín en su momento, o esta cuestión que es votar por quien escribe en un papelito promesas. Hay que actuar de manera distinta, no se puede caer en los errores de antes. Ya se han probado esas fórmulas y han probado no ser efectivas. Es una cuestión que está por verse durante el año, pero hay que ponerse un objetivo más allá de la segunda vuelta.

¿Cuál es el referente que está mirando la izquierda que está construyéndose?
-Creemos que hay que mirar un poco nuestra misma historia, la experiencia latinoamericana y los socialismos libertarios, no necesariamente liberales; explorar el potencial del proyecto de Allende, que fue un proyecto muy interesante y que se construyó muchas veces más allá de los partidos. Él quería una mayoría social y política desde la izquierda. El PS no lo acompañó, porque quería el liderazgo por las armas y el PC tampoco, porque no creía que era posible y quería sumar a la DC. Pero él creía en esa mayoría. El proyecto que lideró fue lo que le dio la mayoría en varias elecciones a la izquierda. Creo que ese proyecto todavía puede dar, y ha sido un referente para muchas izquierdas en Latinoamérica. Y eso que está pasando para nosotros es mucho más interesante.

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