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Nacional

24 de Julio de 2013

Donald Mackay: “Un día están pidiendo paz en la araucanía y otro haciendo actos que son como de terrorismo”

El agricultor que el viernes pasado recibió una paliza de parte de su propios sobrinos tras darle una entrevista al diario Austral de Temuco, dice que los miembros de su familia se creen intocables. Hermano de la mujer que murió el 4 de enero pasado en un incendio en Vilcún, Mackay agrega que ya ha recibido varios ataques de los Luchsinger-Mackay y los acusa de quemar parte de su fundo para intentar hacerlo quebrar.

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Donald Mackay llevaba conversando más de 45 minutos con un equipo periodístico del diario Austral de la Araucanía, cuando la mujer de uno de sus trabajadores llamó para avisar que había visto “una patota” de sus familiares con dirección a su fundo.

Fue minutos antes que llegaran a la entrada del fundo Malla, golpearan al agricultor -y se grabaran y sacaran fotos mientras lo hacían- y mantuvieran por casi una hora al equipo periodístico sin moverse del lugar. “Con este tipo de violencia fue la segunda vez, pero ahora sí que se pasaron”, dice el agricultor de 68 años, que vive hace varios años una disputa con sus hermanos y sobrinos de la familia Luchsinger-Mackay por la herencia de su padre.

Según Mackay, hermano de Vivianne Mackay, la mujer muerta calcinada junto a su esposo Werner Luchsinger en enero de este año, dice que con la golpiza del viernes pasado en la que perdió parte de su dentadura, quedó demostrado el doble estándar de la familia que pide “Paz en la Araucanía” tras el incendio de Vilcún. “Eso le decía yo: Un día están pidiendo Paz en la Araucanía y otro están haciendo estos actos que son como de terrorismo”, dice.

¿Cuál es el motivo para que los Luchsinger-Mackay vengan a pegarle por dar una entrevista?

Yo creo que es porque yo soy el administrador del campo. Esto era del papá y yo trabajé toda la vida con él. Al fallecer él, yo estaba acá con un arriendo y ese arriendo lo extendimos por otro heredero que me dio su firma para extenderlo. Para que no hubiera que entregarle nada a nadie cuando el contrato vencía, el del arriendo. Así que por lo tanto, está plenamente vigente. Entonces, los otros en vez de tomar otro camino para reclamar entraron con violencia. Yo creo que la idea de ellos es tratar de quebrarme económicamente, pero la violencia es injustificable y no sé cómo la van a justificar.

¿Pero ustedes están en pleno conflicto legal?

El motivo es la herencia, claro. Pero en vez del camino por el que tienen que ir ellos optaron por la violencia y actuaron de esa forma porque, no sé, yo calculo que actuaron como animales.

¿Ustedes trabajaba en ese fundo, por eso dice que tiene que quedarse?

Yo trabajé toda la vida con mi padre, yo era el administrador. Todo lo que hemos hecho aquí lo hicimos juntos. Ya cuando él falleció seguí yo. Acá también vive mi madre, que está viva. Va a cumplir 92 años. Ella vive conmigo acá en la casa y yo creo que eso también puede generar algo de envidia, porque hay cosas ahí que pueden venir hace mucho tiempo para que puedan actuar con todo este odio que yo la verdad no lo entiendo.

Estamos hablando de familiares directos que lo golpearon.

Hermanos y sobrinos.

¿Y ellos no quieren que el contrato siga, lo quieren a usted fuera para vender..?

Me imagino que están en desacuerdo. Quizás ellos querían deshacerse de su parte o venderla, no tengo idea. Eso no lo puedo saber yo pero la verdad es que no sé si cualquier cosa justifica lo violentos que fueron conmigo. Estos problemas se vienen arrastrando desde que falleció mi padre, hace ocho años y medio ya.

Doble estándar

Según Mackay, el viernes pasado él andaba buscando combustible para los tractores cuando su señora le avisó que habían llegado los periodistas del diario Austral. Él regresó del campo y se juntó con ellos. Estaban conversando sobre el conflicto cuando lo llamó por teléfono uno de sus trabajadores “que venía todo el lote de todos los parientes con una fumigadora, una pala, un tractor pasando por la Reducción Malla, que es tierra indígena. La señora de él los vio y avisó porque pensó que seguramente venían para acá. Nosotros estábamos con los periodistas bien apartados hacia los potreros, en el campo, y dijimos vamos a ver qué pasa. Fuimos a la entrada y ya habían ingresado los jeeps de los sobrinos y de los hermanos ahí y venía ingresando otro cuñado, con un tractor con un cargado frontal y una pala adelante, como para destruir cualquier cosa. Yo me puse adelante y le dije que no podía entrar y me echó la pala encima y después se me abalanzaron todos y me dieron ahí”.

¿La pelea terminó cuando intervino carabineros?

Llamé a la policía, pero tardaron mucho en llegar. Ellos ya habían hecho varios destrozos y yo la verdad es que solo contra ellos no podía hacer nada. Estaba un hijo conmigo, estudiante, y no podíamos atajar a toda esta gente que vino en patota. Como que nadie puede contra ellos, que nadie los ataca, no sé qué es lo que se creen.

Esto ocurre meses después del incendio en el que murió su hermana y cuñado. ¿Cómo está su parte de la familia después de todo esto?

Para todo el lado mío de mi familia es terrible. Mi madre… yo tengo hijas en Iquique, en Santiago y todas llaman preocupadas, que no saben bien lo que pasa y bueno, ha sido terrible para todos. Mi señora ya ni puede dormir con todo el tema y yo también estoy bastante afectado con todo el asunto. Pero no sé, habrá que solucionarlo y seguir adelante nomás.

Su familia salió en ese momento a manifestarse públicamente. ¿Usted no participó de eso?

Sí, si igual participé de algunas de ellas, pero ya cuando comenzaron los ataques directos hacia mí yo me resté. Porque la verdad es que las veces que ellos iban a orar por la paz y después venían directamente a atacarme. Era como un doble estándar para mí. Yo fui un par de veces y ya cuando empezaron a agredirme de todas formas, me hice un poco a un lado de todo el asunto.

¿De qué tipo de agresiones habla?

Físicas, si en este último ataque me golpearon fuerte, me rompieron hasta la dentadura.

¿Ya interpuso acciones legales?

Ya inicié acciones legales por la agresión y daños civiles, o sea, perjuicio, porque me quemaron más de 100 hectáreas empastadas y tuve que sacar todos los animales a lo cual yo me dedicaba, a engorda. Tuve que sacar todo y me voy a quedar con lucro cesante hasta más o menos marzo o abril que tenga pasto de nuevo. No se si en Santiago saben pero cuando uno quema con químicos se pierde todo y hay que esperar que salga de nuevo.

¿Y usted dice que también fueron ellos?

Claro, pero si en realidad carabineros no los atajó, los dejó funcionando mientras yo veía lo de las lesiones.

¿Fue el mismo día que lo golpearon?

Eso fue la primera vez, el día 19 de junio, pero quedaron unos pocos ‘fonderos’ que no quedaron fumigados y eso es lo que vinieron a hacer la semana pasada, a terminar con todo.

¿Por qué no quieren que usted hable? ¿Qué es lo que no quieren que diga?

No sé qué es lo que pretendan porque yo no me voy a callar y no voy a decir más de lo que es. Yo he sido una persona de trabajo, todo lo que tengo es fruto de eso. Me he machacado harto en la vida, ya soy un adulto mayor: tengo 68 años y la golpiza que me dieron me la dieron entre los jóvenes. Digamos, entre 25 y 48 años tenían los que me agredieron y entre varios, yo no me podía defender.

En las imágenes aparecen filmándolo y sacándole fotos.

Sí, como que gozaban con todo.

¿Cuál es su relación con la gente oriunda de Vilcún?

Yo nunca he tenido ningún problema con ellos, al contrario. Toda la vida he vivido aquí, incluso trabajan conmigo algunas personas de la reducción (Reducción Malla, en Vilcún) y nunca hemos tenido ningún problema. Al contrario.

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