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Cultura

24 de Junio de 2014

Brontis Jodorowsky, protagonista de “La Danza de la Realidad”: “Va a estar muy difícil que Alejandro vuelva a filmar en Chile”

Brontis Jodorowsky, hijo del creador de la Psicomagia, es el protagonista de “La Danza de la Realidad”, primera película en veinticuatro años del cineasta chileno-francés, Alejandro Jorodowsky. Desde septiembre de 2013 que lleva viajando presentando el film en distintos lugares del mundo como Taiwán, Estonia, Francia, México, Quebec, Estados Unidos, entre otros países, y a estas alturas reconoce estar medio cansado. No vendrá a Chile en el contexto de las dificultades que encontró Jodo para estrenar y realizar su película (no le dieron el Fondart, le costó encontrar salas, fue calificada para mayores de 18), pero agradece profundamente a la gente de Tocopilla que, según cuenta, los trató genial. Desde París al teléfono, Brontis Jorodowsky critica a la alta calificación que obtuvo el film y anuncia que será muy “difícil” que Alejandro vuelva a filmar en Chile. “Nadie es profeta en su tierra ¿así es el dicho, no?”.

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brontis jodorowsky
Brontis, a la derecha interpretando a Jaime Jodorowsky

Brontis tiene 50 años. Nació en México, después se fue a Francia con su madre y volvió al DF para conocer a su padre cuando tenía seis años. Solo seis meses después ya se embarcaba en su primer proyecto cinematográfico con él: “El Topo”, uno de sus films más recordados. Después haría Santa Sangre, La Montaña Sagrada y ahora La Danza de la Realidad, donde, con una notable actuación, encarna al padre de su padre, Jaime Jodorowsky, un inmigrante ucraniano, comunista y judío, que se estableció en Tocopilla en los años 40 y que viajaría a Santiago para asesinar al dictador Carlos Ibáñez del Campo.

Brontis, que ahora espera filmar Juan Solo –la próxima película de Alejandro Jodorowsky- tiene una connotada trayectoria teatral. De chico, en México, actúo en cuatro películas y una vez en Francia, donde vive desde 1979, consolidó su carrera participando en Théâtre du Soleil (Teatro del Sol), la legendaria compañía francesa fundada en 1964 bajo la dirección de Ariane Mnouchkine. Ahí actuó durante siete años en la década de los noventa. Más tarde dirigió tres óperas (Peleas y Melisande de Debussy, Rigoletto de Verdi y Carmen de Bizet) y protagonizó la película Táu del director mexicano Daniel Castro Zimbrón (2012) del que ahora prepara un nuevo papel en “Las Tinieblas”, ganadora del aporte L’Atelier del Festival de Cannes.

Ahora, Brontis está en Miami presentando La Danza de la Realidad, Jorodowsky’s Dune –el documental sobre el mega proyecto no realizado de Jodorowsky- y Táu en la Cinemateca de la ciudad. Días antes, desde París, esto nos contó en entrevista con The Clinic Online.

-¿Cómo fue hacer “La Danza de la Realidad”?
Fue un trabajo apasionante. El papel de Jaime Jodorowsky –su abuelo- pasa por muchas cosas. En tanto actor, tuve que hacer mucho: la relación con el niño, las peleas con los amputados, los mineros que le habían cortados los miembros, subir la cuerda de un circo, hacer el amor con Sara –su abuela-, vivir las escenas de tortura, encontrarme con un santo… Fue un buen trabajo.

-¿Y cómo sentiste hacer del padre de tu padre? Es un acto de psicomagia…
Cuando la película ya se presentó en Cannes y todo, la vimos como un fenómeno exterior a nosotros, empezó a sentirse más la relación entre Alejandro y yo. Yo empecé a trabajar con él en El Topo, a los seis años y medio, luego hice pequeños papeles, hice mi carrera de actor acá y antes de hacer esta película hicimos tres obras de teatro. Pero, claro, hicimos un cambio, un trastorno en la memoria colectiva familiar, ahí lo empezamos a vivir muy fuerte. Por que ahí ya nos pudimos sentir entre nosotros qué nos pasaba con la película. No quiero ir demasiado en lo íntimo porque mi relación con mi padre es una cosa personal pero te puedo decir que las barreras generacionales saltaron, desaparecieron, porque simbólicamente yo fui su padre, pero él es mi padre también, y juntos transformamos un arquetipo paternal de nuestro árbol genealógico que tenía una influencia negativa, se volvió un ser cuyo corazón se abre y se vuelve más humano. Eso tiene una consecuencia muy favorable en nuestra relación. Al final, es un acto de psicomagia. Y tiene una propuesta para el público, que es que de alguna manera, pueda ver sus propias relaciones familiares y vea en qué modo puede transformarlas. No sé, quizás en la próxima película actuaré de él mismo, pero el tema no será ese.

-Filmaste con todo el equipo cerca de cinco semanas en Tocopillas ¿cómo fue eso?
Ir a Tocopilla fue impactante. Fue conocer de donde venía mi padre, era tocar la raíz de nuestra historia familiar y tengo que agregar que la gente de Tocopilla fue absolutamente fantástica con nosotros. Nos dejaron invadir su ciudad de una manera tan abierta y tan hermosa que se los tengo que agradecer públicamente. Bueno, lamentablemente la película no es chilena. Es un director chileno, que cuenta una historia que ocurre en Chile, pero es una película franco-mexicana. Pero yo digo y reivindico que es una película franco-mexicana-tocopillana. Por que es injusto cuando decimos que no es chilena con la gente de Tocopilla que fue tan genial con nosotros. Al final le hicieron una ceremonia donde la gente cantó, bailó, le hicieron regalos a Alejandro, lo nombraron hijo ilustre de la ciudad, y para él fue extremadamente conmovedor, de hecho, pocas veces lo he visto llorar y esta vez se le escapó una lagrimita.

-¿Qué opinas el Consejo de Calificación Cinematográfica la haya prohibido para menores de 18 años?
Qué quieres que te diga. Yo constaté que en Chile prevalen lo que llamó ciertos prejuicios, o cierta moralidad. No sé hasta qué punto, porque tampoco quiero hablar de lo que no conozco, haya entrado en las mentalidades la separación de la iglesia y el Estado. Acá en Francia es súper claro. Constaté que mientras filmábamos algunas escenas desnudos para la gente en Chile era súper fuerte, y siempre había un enfoque sexual sobre el cuerpo humano. Es triste constatar que para la sociedad chilena, el cuerpo humano así como nacemos tiene algo de sucio, algo de morboso… Y bueno, yo reconozco el derecho de cada país a tener su propia visión de las cosas, obviamente, pero prohibirla a 18 es no tener confianza en su juventud. Es una película que a los 14 años ya la puedes ver. ¡Que no vengan con cuentos! Cualquier chico que tenga acceso a los trece, catorce años, ya ha visto pornografía. ¿Quién prohíbe internet a gente menor de 18 años? ¡Nadie! Es un discurso totalmente hipócrita.

-Igual en la película hay desnudos y cierta violencia. ¿No crees que fue por eso?
Uno cree que es por los desnudos o la violencia, pero hablando contigo sospecho que es por motivos políticos. La película tiene cierto contenido político que resuena en Chile. Se habla de Carlos Ibáñez del Campo, y, en transparencia se habla de Pinochet. Se habla de la crisis económica, se habla de cómo la gente cuando ya no es útil se le tira a la calle como los mineros que pierden una mano y los tiran ahí… En el mismo Tocopilla hay mineros y yo los vi llegar el viernes por la noche bajando de la mina en los camiones hechos trizas y las mujeres los vienen a recuperar a la salida del carro y apoyándose en ellas llegan a la casa. Entonces la sociedad chilena, muy neoliberal, puede resentir esto. Pero es una excelente noticia que se haya prohibido a menores de 18 años, tiene un perfume de escándalo, así que dan más ganas de verla.

-Además, no le dieron el Fondart. ¿Qué te parece?
No hay profeta en su tierra ¿no? Lo hicieron dar vueltas, jueguitos de poder, citas, hacerte esperar, bueno, Alejandro no había hecho cine en veintitres años, se presentaba al Fondart un señor de 84 años y les faltó fe, visión. Y cuando sale la película en Cannes ¡ah! ¡cine chileno en Cannes! No jodan, no es chilena. No reivindiquen ahora que no ayudaron. Lo que sucede ahora es que para que Alejandro vuelva a filmar en Chile pues ya va a estar más difícil. Pero si lo han tratado así, no. La próxima –Juan Solo- la vamos a grabar en México. La pudimos haber filmado en Chile ¿por qué no? Pero pues no. Si te dijeron toca mi puerta y te abriré y te ofreceré una sopa. Vas, tocas a la puerta y te dicen espera detrás de la puerta, vuelve a tocar en cinco minutos. Vuelves a tocar en cinco minutos y detrás de la puerta te dicen no, pues no te doy sopa. ¿Vas a volver un año después a tocar a la misma puerta? Pues no. Pero qué pena. Así es la normalidad humana.

-¿Vendrás a Chile a apoyar la película?
No, iré a México y después a Miami, pero espero que inviten a Pamela Flores que está fenomenal en la película. Ella es cantante lírica pero espero que esta película le abra las posibilidades. Para mí sería una tontería si el cine chileno no se da cuenta de su talento de actriz para el cine y no la invita a más proyectos. Por ahora no iré a Chile, pero me encantaría. A ver si un buen director chileno se anima y me propone un buen papel y un buen tema, voy, claro. Yo me sentí muy bien en Chile, la gente es encantadora.

-¿En todos estos años cómo ha sido tu experiencia como actor con Alejandro?
Es Santa Sangre hice una aparición solidaria. No había papel para mí en esa película, eran mis hermanos, Adán y Cristóbal lo que la protagonizaron, pero yo andaba de vacaciones en México y Alejandro me dijo que quería que estuviera. Y bueno, yo conocí a mi padre justo en el momento en que hicimos El Topo, porque yo antes vivía con mi madre en Francia. Y llegué a México con él y a los seis meses hicimos esta película. Nuestro vínculo siempre estuvo marcado por el cine y la actuación. Ah, y bueno, en La Montaña Sagrada iba a parecer pero cortaron mi escena porque aparecía una niña de mi edad desnuda en la cama. Se le veía el trasero nada más, pero la mamá trató de sacar dinero diciendo que su hija estaba traumatizada, y no, yo la conocía porque estaba en mi escuela, y no estaba traumatizada. Bueno, al final no ganó el proceso, y no le dieron dinero, pero la jueza dijo que tenían que cortar la escena y no aparecí.

-¿Alguna anécdota de esos tiempos?
Cuando estábamos terminando de filmar La Montaña Sagrada amenazaron de muerte a Alejandro. Yo lo vi porque lo amenazaron gritando en frente a mi cuarto donde nos estábamos quedando. Yo estaba en el primer piso y mi padre en el segundo y le gritaron: “Jodorowsky te vamos a matar”. Y no sabemos bien quién fue… pero una semana antes mi padre fue invitado por el secretario de Cultura de México de aquella época y le dijo: “señor Jodorowsky, qué bueno que está haciendo su película, pero yo le sugiero que no hable ni del ejército, ni de religión, ni de titatitatá, porque bueno, ciertas personas podrían incomodarse”, jaja. Imagínate si eso te lo dice el secretario de Cultura mexicano en los años 70, te dan escalofríos. Una semana después, Alejandro acabó su filmación como él la entendía porque es un artista libre y nos fuimos del país. Por eso la posproducción de La Montaña Sagrada se hizo en Nueva York.

-Oye, para terminar ¿crees que en Chile se valora el cine de tu padre?
Bueno, depende de qué gente me estés hablando. Pero solo un ejemplo. Un día en Tocopilla fuimos a filmar una escena en un basural donde vivía gente muy pobre. Y fuimos allá, donde hay efectivamente gente que más o menos vive ahí o trabaja ahí recogiendo las cosas. Y llega uno de los tipos que vivía ahí, en la basura, viene a ver a Alejandro y le dice “por favor Alejandro ¿me podría firmar mi ejemplar de La Danza de la Realidad?”. Este señor había leído el libro, lo tenía. Entonces yo creo que sí se aprecia.

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