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Poder

22 de Marzo de 2015

Carlos Peña destroza estrategia del gobierno para enfrentar Caval y SQM

"La estrategia del Gobierno frente al caso Caval o Soquimich es equivocada: intenta desplazar el problema, cuando se trata de enfrentarlo, sea cual fuere el rostro que al final asome", dice el rector de la UDP en su habitual columna de El Mercurio.

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“La estrategia del Gobierno frente al caso Caval o Soquimich es equivocada: intenta desplazar el problema, cuando se trata de enfrentarlo, sea cual fuere el rostro que al final asome”, dice Carlos Peña en su columna de El Mercurio, donde sostiene que lo que puede estar en riesgo, al no afrontar de la mejor forma la corrupción en la política, es la democracia.

A juicio de Peña, quien rechazó formar parte del Consejo Asesor, “lo que los casos Penta, Soquimich y Caval ponen de manifiesto es que existiendo reglas, hay poca disposición a cumplirlas y, lo que es peor, una renuencia de los órganos estatales (con la excepción del Ministerio Público) a hacerlas valer cuando se las incumple”.

En ese sentido, asegura que “el Gobierno confunde, no obstante, las cosas y trata la falta de disposición a cumplir las reglas como si fuera un problema de carencia o de mala redacción de ellas. Y por eso pretende que el diseño de reglas por parte de un grupo experto pueda corregir el problema que hoy aqueja a la esfera pública”, lo que no apunta en la línea correcta, en su opinión.

¿Dónde está el problema?

El analista manifiesta que más que las reglas, es la falta de interés o disposición para cumplirlas la médula del problema que tiene a la política con tal nivel de descrédito.

“La manera de curar ese defecto no es instituir una comisión que piense nuevas reglas o aleccione a los ciudadanos con discursos edificantes o lugares comunes, sino alentar a los órganos persecutores para que cumplan con su deber y persigan las transgresiones de las reglas hoy día existentes. Hay que perseguir la infracción de las reglas sin consideración a la identidad de los involucrados y no, en cambio, como se ha hecho, desplazar el problema: desde el mal comportamiento a las reglas; desde los actos del hijo de la Presidenta a la reflexión general sobre el conflicto de interés; desde el caso Penta a la ideación de reglas para financiar la política. Desplazar -enseñó Freud- es ocultar”.

La distancia entre La Moneda y los políticos, incluida la NM

Mientras el Consejo instruido por Bachelet funciona bajo la conducción de Eduardo Engels, la NM ya armó una comisión paralela cuyo objetivo es avanzar en propuestas para blanquear la política. Lo propio hace la derecha desde su trinchera, y como es de recordar, un grupo transversal de senadores ya presentó un documento con propuestas.

Esta situación, opina Peña, genera un distanciamiento que pone en peligro la democracia pues “en pocas palabras, se les dijo, a diputados y a senadores, que ellos eran parte del problema y no, en cambio, parte de la solución. Es difícil imaginar una forma más temeraria de devaluar la función de los representantes elegidos. Y no hay palabras ni gestos que puedan, en lo inmediato, curar ese acto casi performativo de desprecio”.

“Tratar al conjunto de los diputados y senadores, de izquierda y de derecha, como sujetos cuyo interés personal les impide ver el interés general, simples buscadores de rentas en la selva de las elecciones periódicas, al extremo que sería mejor omitirlos de la deliberación acerca de la corrupción, es un error institucional de proporciones (y en muchos casos una injusticia) que lleva aguas al molino del desprestigio de la actividad política a favor de todos quienes anhelan hacer política desde la nada o desde una personalidad providencial o desde un momento inaugural y originario, donde, para alcanzar la pureza, ninguna regla debiera existir porque todas se estarían diseñando de nuevo”.

 

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