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Poder

22 de Febrero de 2015

Carlos Peña sobre Luksic: Tiene “poderes extraestatales que (…) superan al propio Estado”

"Cuando Andrónico Luksic declara ante sus trabajadores que actuó de manera incorrecta y que asume toda la responsabilidad por ello, ¿qué daño reparará y cómo?, ¿qué pena soportará? Si estas preguntas no tienen respuesta (porque ni hay reparación ni pena alguna) entonces la responsabilidad que él declara asumir simplemente no existe", reflexiona Peña.

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En su columna semanal en El Mercurio, Carlos Peña se refirió a la carta que Andrónico Luksic, vicepresidente del Banco de Chile, envió el viernes a los trabajadores del banco, sus empleados, disculpándose por las consecuencias que se siguieron de su reunión con Sebastián Dávalos:

Peña afirma que “la carta es sorprendente” porque “aparenta tratar un asunto corporativo, uno de esos problemas que afectan de vez en cuando la gestión de las organizaciones. Pero todos saben -salvo, al parecer, el autor de la carta- que no es así. Es probable, por supuesto, que el asunto de que trata la carta haya generado dudas y molestias a los trabajadores del banco y sus familias; pero no cabe ninguna duda de que además, y sobre todo, causó dudas e irritó al común de la ciudadanía que vio cómo las reglas de la imparcialidad con que debe funcionar el mercado y la independencia de quienes ejercen cargos públicos se vio objetivamente lesionada y puesta en duda por la reunión con Dávalos que Luksic decidió”.

Según escribe Peña, Luksic no ha logrado entender la relevancia de la cita con el hijo de la Presidenta, siendo él una de las máximas fortunas del país que tiene influencia en todas las áreas, ya que tiene “poderes extraestatales que (…) superan al de muchos ámbitos del propio Estado”.

Según escribe Peña en su columna “él ve una cuestión corporativa u organizacional en un asunto que es público, que atinge a la imparcialidad con que deben funcionar las instituciones y las reglas que ordenan al mercado y a la política. No fue la tranquilidad de sus dependientes la que se vio lesionada en este caso, sino la confianza de los ciudadanos en quienes ejercen cargos públicos y en quienes, sin ejercerlos, como es su propio caso, tienen tanto o más poder que ellos”.

Sobre la carta, Peña reflexiona que “en ella Andrónico Luksic declara asumir ‘su total responsabilidad’. Suena bien; pero, ¿en qué se traducirá esa asunción? Porque ocurre que una responsabilidad sin consecuencias, simplemente no existe. Tanto en la esfera legal como en la moral, hacerse responsable de un acto reprochable (y la carta de Luksic, al pedir disculpas, reconoce tácitamente que su reunión lo es) supone estar dispuesto a reparar los daños o a soportar la pena. Pero si la reparación no existe y la pena está ausente, sencillamente no hay responsabilidad ninguna. Así, entonces, la pregunta es obvia: cuando Andrónico Luksic declara ante sus trabajadores que actuó de manera incorrecta y que asume toda la responsabilidad por ello, ¿qué daño reparará y cómo?, ¿qué pena soportará? Si estas preguntas no tienen respuesta (porque ni hay reparación ni pena alguna) entonces la responsabilidad que él declara asumir simplemente no existe”.

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