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Poder

19 de Junio de 2015

La historia de tabaco y política de Rodrigo González, el abogado que defiende a Peñailillo

Militó en la Jota en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile en los 80. Protestó para echar a Federici el 87, cuando la FECh era dirigida por el DC Germán Quintana y la vicepresidenta era la alcaldesa de Santiago la PPD Carolina Tohá, el mismo partido del ex ministro del Interior. De bajo perfil, amante de la literatura y los cigarrillos cubanos, es el gran amigo de Miguel Cháves, quien patrocina en el caso Penta a la lobbysta Cristina Bitar. De hecho mantienen oficinas separadas en el mismo edificio del bario Forestal, pero trabajan juntos en algunos casos. Y hace poco más de dos años logró que la justicia determinara que la Ayahuasca no es una droga. Aquí su historia.

Por

RodrigoGonzalez

Foto: Gentileza www.aya2014.com

Rodrigo González, el abogado que defiende a Peñailillo es fácilmente distinguible. Su vicio sin culpas es fumar. Y prefiere -nada menos- que el tabaco negro. Se le ha visto con Gitanes de cajetilla, también liándolos con el gesto técnico del papelillo o bien humeando una pipa. Hoy disfruta de los cubanos H-Upmann o Populares, Romeo y Julieta o Cohiba cuyo aroma impregna las paredes de su oficina.

Su tono de voz -similar al de un tenor- es perfectamente distinguible. Por eso, en su época de estudiante en la Universidad de Chile en los 80, donde su vozarrón le hizo merecedor del apodo “el vamos a la calle”, frase que como una letanía, gritaba llamando a protestar contra Pinochet desde su militancia en las JJCC. Incluso tuvo chapa -que ninguno de sus coetáneos se atreve a revelar- en su rol de dirigente intermedio.

González es de la generación de mediados de los 80, la misma que en 1987 protestó y logró sacar a José Luis Federici de la rectoría de la casa de Bello, en momentos en que la FECh estaba dirigida por el DC Germán Quintana, la segunda al mando la PPD y actual alcaldesa de Santiago Carolina Tohá y el entonces Izquierda Cristiana y hoy diputado PPD Daniel Farcas. “A todos los conoce, pero en los 80 González era de la Jota”, dice uno de sus colegas para hacer la diferencia política e histórica que los distancia. Y fue detenido varias veces por Carabineros. “Palos y patadas en el culo no le faltaron”, recuerda un compañero de curso que cayó preso junto a él.

Si bien no del mismo curso, sí fue compañero de escuela del abogado Cristian Arias,  el mismo que representa a Giorgio Martelli, investigado por la fiscalía por su participación en las campañas de Eduardo Frei en el 2009 y en la la llamada “precampaña” de Bachelet antes que desembarcara en Chile en 2013. Estos hechos lo tienen pronto a ser formalizado por delitos tributarios en el Octavo Juzgado de Garantía.

Ironías del destino o gesto oracular, el pasado 14 de abril, González escribió en su Facebook: “Voy a hacer un comentario impopular. Después de estudiar a conciencia la entrevista a Ricardo Escobar en la Tercera, estoy bastante convencido que en los casos de financiamiento a políticos, tanto Penta como SQM, no hay delito tributario (…) No hueveemos con delitos inventados, porque el principio de legalidad nos protege a todos. En fin…”.

El edificio

González Mantiene una férrea relación de amistad con otro compañero de la Facultad de Derecho: Miguel Chaves que también integró la Jota. No comparten corporativamente oficina ni “comunidad de techo”, pero González realiza trabajos para su amigo en distintas materias penales. De hecho, ambos tienen oficina en el mismo edificio de calle Ismael Valdés Vergara con vista al Parque Forestal, pero en pisos distintos. Chaves tiene junto a sus socios el 7 y el 9, mientras que González usa la que se ubica en el octavo. Y un dato de trivia: González nació sólo diez días antes que Cháves.

“A veces cuando llegan casos, los toman juntos o dividen defensas”, señala una fuente allegada a los profesionales.

González es un escritor, hasta ahora sin publicar. Es su Talón de Aquiles. Quienes le conocen lo embroman de pronto por la novela que escribe, dicen, hace más de dos décadas. En materia literaria es culto hasta la molestia. De autores clásicos, sabe lo indecible e incluso goza de ironías hacia las contrapartes en tertulias del tipo, reprendiendo las malas citas.

Su libro de cabecera es Soldados de Salamina, de Javier Cercas y la obra del Premio Nobel alemán Heinrich Böll; eso sin dejar de lado a “El hombre rebelde” de Albert Camus.

Estudiante de la Alianza Francesa no es moneda de oro. “Lo amas o lo odias”, dice otro profesional del rubro.

La llave

Su primer trabajo lo tuvo como procurador en el estudio del abogado Carlos Balbontín. Este último, un destacado penalista del foro, es un hombre con la historia a cuestas. Fue abogado defensor de los consejos de guerra después del golpe militar. Patrocinó a Eduardo Frei Montalva pocos años antes de que falleciera envenenado en la Clínica Santa María, luego de un intento de atentado-bomba.

Allí aprendió una anécdota que pocos conocen sobre Balbontín que va más allá de su actual representación de los bancos de Chile y BBVA, entre otras grandes empresas. Entre ellas, la oportunidad en que Balbontín le entregó la llave de la bóveda donde se guardaban registros financieros del Banco Sudamericano al fiscal Ad-hoc Fernando Torres Silva, en el marco de la investigación por el atentado a Pinochet por parte del FPMR en 1986. Torres Silva abrió la puerta y comprendió que era imposible llevar a cabo cualquier diligencia, pues dentro de la bodega habían miles y miles de cajas apiladas, tapadas por el polvo y donde los ratones hacían de las suyas. Torres Silva lanzó las llaves al suelo y se fue con su séquito, indignado y profiriendo palabras endemoniadas.

Soledad

De bajo perfil, en su oficina conviven él y su secretaria. No tiene procurador. “Tramita personalmente sus cosas; tiene la vieja escuela del antiguo sistema, pero conoce al dedillo la reforma, porque como muchos se renovó en la nueva litigación”, comenta otro de sus colegas.

Como abogado, está el haber representado a Carlos Philippi, el empresario que a principios de la década 2000 reventó lo que se conoció como el “caso coimas”, donde estuvo involucrado, entre otros, Patricio Tombolini (PRSD) que en 2007 fue absuelto por la Suprema.

En 2012, en tanto, logró la absolución de una pareja que realizaba ritos de sanación con Ayahuasca, contra quienes la Fiscalía Centro Norte pedía 7 años de cárcel.

El fallo del tribunal oral fue duro contra el Ministerio Público, no sólo porque fue en mayoría de los tres jueces, sino porque además los magistrados consideraron los efectos benéficos de la planta, toda vez que no la rotularon como droga. Un cercano comentó: “ese caso representa a Rodrigo González por completo y su amor por Albert Camus porque el hombre rebelde, es el que dice que no”.

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