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Opinión

13 de Diciembre de 2018

Gonzalo Martner y propuesta previsional del gobierno: “La reforma de Valdés era mucho más neoliberal”

El economista, actual profesor de la Usach y expresidente del Partido Socialista (2003-2005), analiza la propuesta de reforma al sistema de pensiones de Sebastián Piñera y la compara con el proyecto del segundo mandato de Bachelet, impulsado por el exministro de Hacienda, Rodrigo Valdés. Además, sostiene que ningún sector político se la ha jugado por reformar una estructura que en la práctica mantiene “quebrados a los pensionados”: “Lo que quieren es asegurarles las utilidades a las AFP, el resto es música”.

Benjamín Miranda
Benjamín Miranda
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Desde hace tiempo, tu crítica al sistema de pensiones se sostiene en que las AFP están repletas de ganancias y los jubilados están quebrados. ¿De dónde extraes esa tesis?

-El origen de esa frase está en un hecho: tenemos un sistema previsional muy complejo que está quebrado. Aunque no quedó en los textos legales, el sistema de capitalización individual estableció la promesa del 70% de tasa de reemplazo respecto a la última remuneración, debido a una serie de cálculos actuariales que no se cumplieron. Y bueno, simultáneamente, se produjo un mercado oligopólico, donde las AFP, que llegaron a ser 17 y ahora son seis, se benefician de una obligatoriedad pública de consumo. Aquí, lo que hay que mirar, es la tasa efectiva de reemplazo. Al respecto, la OCDE hizo un cálculo basado en la situación típica de un trabajador medio, que arrojó una tasa de reemplazo del 40% para los hombres y 30% para las mujeres. Entonces, los que están quebrados no son las AFP, como sí estuvieron supuestamente las entidades públicas de previsión, sino que las personas. Esa tasa de reemplazo quiere decir que una gran cantidad de personas tiene ingresos bajísimos durante su vejez, especialmente las mujeres.  

Y desde este punto de vista, ¿cómo evalúas la reforma de pensiones propuesta por el gobierno? ¿Plantea alguna solución a esta realidad?

-Este gobierno propone el aumento del 40% de las pensiones, que es el mismo cuento del 70% inicial. Es algo que, de funcionar, tendría efecto en 40 años más, sin mencionar que está construido sobre cálculos y números inciertos, tal como la vez anterior. Bueno, quién es uno para ser pitoniso, en una de esas la hacen, pero el tema es que el tipo de “mercado” de trabajo chileno no es como lo pintan.

¿Por qué?

-Aquí hago el siguiente cálculo: el INE publica las encuestas de empleo, fuerza de trabajo, etcétera, cada trimestre móvil. La encuesta de julio-septiembre, establece que la fuerza de trabajo es cercana a los nueve millones de personas -sumando la categoría “potencialmente activos”- y los ocupados 8,3 millones. Dentro de los ocupados, los asalariados con contrato escrito son cinco millones, es decir, personas que están cotizando, siempre y cuando se cumpla la obligación propia de la condición asalariada, que como sabemos, no ocurre en el 30% de los casos. Pues bien, según la Superintendencia de Pensiones, en el mes de agosto cotizaron 5,4 millones de personas, lo que quiere decir que entre el 40% y el 45% de la fuerza de trabajo ¡no está cotizando en nada! Es una cifra altísima. O sea, si cerca de la mitad de la gallada no cotiza, según los datos que hay disponibles correspondientes al último trimestre, ¿cómo pretendes tener, en la lógica del sistema de capitalización individual, una densidad de cotización y continuidad en el tiempo para una pensión? Encuentro increíble que no se tenga en cuenta este número en la discusión.

¿Por qué crees que se obvia? Pareciera ser un dato muy relevante para no tomarlo en cuenta.

-Porque si se toma ese dato, y se considera como uno estructural de la economía chilena, nos cuestionaríamos todo el sistema de capitalización. Esa es la razón por la cual no se menciona. Ahora, la reforma anterior, planteada por el exministro (de Hacienda) Rodrigo Valdés, era mucho más neoliberal que esta. Siempre he considerado que el actual ministro (de Hacienda), Felipe Larraín, por su trabajo académico previo, es un tipo menos neoliberal que (Nicolás) Eyzaguirre y Valdés, que es algo que nadie quiere escuchar. Pero nadie dice nada, porque Valdés inventó unas cosas medias raras de compensaciones, que básicamente consistían en aumentar la tasa de cotización. Si tú tienes una densidad de las cotizaciones baja, vas a hacer quebrar a los pensionados. Frente a esto, muchos argumentan que el promedio de tasa de cotización de los países OCDE es mucho más alta que en Chile, pero se omite que la mayoría de los países tienen sistema de reparto, no de capitalización individual, porque ahí sí tiene sentido subir la tasa de cotización para incrementar las pensiones. En Chile, el reparto se considera como una cosa media rara, como un impuesto tipo Robin Hood, pero no es así, pues se trata de que la gente que trabaja hoy día financia a la gente que trabajó ayer, con el compromiso de que los que vienen mañana pagarán tu pensión. En inglés, esto se denomina pay as you go, algo así como pagar sobre la marcha.

Ah, y recordemos que una vez Valdés fue a la city de Londres a decir cómo los imbéciles chilenos no entendían el fantástico sistema de las AFP. ¡El mismísimo ministro de Hacienda de Michelle Bachelet!

Anteriormente mencionaste que el mercado laboral chileno “no es como se pinta”. Prueba de ello son lagunas previsionales que se presentan y que merman la capacidad de ahorro de los afiliados, frente a lo cual, el gobierno anunció la creación de seguros como medida de protección. ¿Es una solución efectiva al problema?

-Si el seguro será privado, hago la siguiente analogía: si el cien por ciento de las casas de una ciudad se incendian a cada rato ¿A qué seguro le interesa cubrir los incendios? En este caso, ¿Quién va asegurar los pololos, el trabajo informal?; y si es público ¡Mejor discutamos qué hacemos con las platas públicas, poh! Lo que quieren es asegurarles las utilidades a las AFP, el resto es música. Basta con hacer la lista de los personajes de la derecha y de la Concertación que han sido miembros directores de las AFP. Ximena Rincón, José Antonio Viera-Gallo, solo por mencionar algunos. A mí me lo insinuaron una vez, pero los mandé a la cresta. Y ojo, el resto de los empresarios los desprecian bastante, porque los consideran parásitos, que es lo que yo creo que son.

¿A la clase política que se involucra en las AFP, o a los propietarios de las administradoras?

-A estos últimos. Si al final el negocio se basa en que todos los clientes están obligados a recurrir a ellos. ¡Mansa gracia! Entonces, el seguro en cuestión podría tratarse de un subsidio estatal a los fondos de las AFP, que es lo absurdo y lo ridículo –lo digo con esas letras- de lo que hizo también Bachelet: meter plata estatal a fondos privados de las AFP para un objetivo que estaba muy bien, que era subsidiar según el número de hijos de cada mujer, pero resulta que el 15% o 20% de lo que pone cada trabajador, se lo llevan como utilidades las AFP, que sumado a otros números, las llevan a tener utilidades del orden del 20% anual, un porcentaje comparable al del narcotráfico, la trata de personas y el tráfico de armas. ¿Quién más puede tener una utilidad sistemática de ese calibre? Incluso la minería sube y baja, pero aquí traquilein John Wayne, en cuatro años recuperas inversión. Entonces, a esa gente no le cuesta mucho sobornar al sistema político con un pequeño porcentaje de costo, porque aunque sus métodos sean sutiles, eso es lo que hacen, y por eso no se toman en cuenta los datos de la realidad.

Volviendo al seguro contra las lagunas previsionales…

-Mira, la gente se olvida que durante más de cuarenta años, el Estado ha pagado con el dinero de todos los chilenos las pensiones de los pertenecientes al sistema antiguo, lo que es del orden del 4% o 5% del PIB, cuando la pensión solidaria de Michelle Bachelet cuesta un 0,6% del PIB actualmente. Además, el sistema de las Fuerzas Armadas cuesta el 1% del PIB, cuyo 6% de costo es financiado con las cotizaciones, lo que es derechamente un espolio. O sea, una parte de la sociedad, porque tiene las armas, le impone al resto que le pague $2,5 millones de promedio mensual (a cada pensionado de las Fuerzas Armadas). Entonces, tú gastas más en las pensiones de los militares, que son poquitos, que en la pensión solidaria. Eso es Chile, y eso es lo que no se discute. Entonces, un seguro para las lagunas ¿Qué privado va a pagar eso? Es súper incierto, y si lo paga el sector público, sería mejor buscar un uso más racional de esas platas en vez de seguir subsidiando las utilidades de las AFP, porque esa es la política de pensiones chilena, tanto de Eyzaguirre, como de Valdés y Larraín.  

El mismo comandante en jefe del Ejército, Ricardo Martínez, dijo que eran el “bien a cautelar” y que las defendería con “dientes y muelas”.

-Sí, pero también dijo que haría eso aunque significara trabajar diez años más ¿Cierto?

Efectivamente.

-Y eso tiene lógica. Yo creo que, lo que debe ocurrir, es que todo mecanismo de pensiones públicas debe procurar una decente tasa de reemplazo, en vez de esta indecencia del 40% para los hombres y el 30% para las mujeres. Lejos de querer defender a Martínez, debo decir que hay cierta lógica en su planteamiento. Primero, quieren disminuir las pensiones más altas, porque si bien el promedio es de $2,5 millones, el grueso de sus filas está lejísimo de recibir esa plata. No hay ninguna razón para que al prolongarse el período de ejercicio profesional, y al disminuir el número de altos cargos, el 1% que aporta la población pueda bajar sustancialmente. Ahora, la expresión “defender con dientes y muelas” para un militar es evidentemente inaceptable, porque finalmente tienen el monopolio de las armas. Pero, en el fondo, lo que tendría que venir es una ampliación del ejercicio profesional, si el grueso de los coroneles se va a los 50 años. Al final, se trata de un sistema de brutales privilegios.

 

CAPITALISMO A LA CHILENA

Ahora que tenemos el diagnóstico ¿Cuál es la solución? ¿Qué propones para contrarrestar todo lo señalado?

-Por mucho tiempo argumenté por el sistema sueco y varias cuestiones, pero finalmente llegué a la conclusión que lo mejor sería tomar el sistema de Nueva Zelanda, que funciona desde fines del siglo XIX. Si se duplica la pensión solidaria -$104 mil- para otorgar una pensión ciudadana, o sea que toda persona por el solo hecho de tener 65 años tenga derecho a recibir una pensión, costaría el 2,8% del PIB. Y si te vas a $380 mil, y este dato es según la encuesta de ingreso del INE de diciembre del año pasado, significaría 5,1% del PIB del 2018. Algunos podrían decir: ¡¿Pero cómo, más del 5%?! Pero bueno, es lo que hemos estado pagando en los últimos cuarenta años por mantener el sistema antiguo. El gasto público de pensiones en Chile es de esa magnitud. Lo interesante de esta propuesta es que si la mediana salarial en Chile es de $380 mil, entonces las tasas de cobertura ya no van a ser del 30% para la mujeres y 40% para los hombres, sino que cercanos al 100%. Y desde luego, puede significar una remuneración mayor para el 50% más pobre, que recibe un salario menor a $380 mil, que es lo que sucede en Nueva Zelanda, un país que no parece bolchevique, y donde gastan el 5% desde el siglo XIX. Así dejarían de estar quebrados los pensionados.

Y eso, entiendo, se modificaría según el salario medio de los chilenos.

-¡Claro! Si se llega a disparar el salario medio, bueno, se adecúa la suma, si así funcionan las finanzas públicas. A esto yo le agrego, y es la parte más liberal de mi proposición, terminar con las cotizaciones obligatorias. ¿Por qué le vas a regalar a las AFP un ingreso asegurado, que se lo reparten entre seis instituciones? Yo le dije esto a Guillermo Arthur, entonces presidente de la Asociación de AFP, y me quedó mirando. “¿Por qué no vendís aspirina como el resto del mundo? Anda a buscar tus clientes como el resto del mundo. No te estoy dando un argumento bolchevique, solamente digo que operen como el resto de los mercados”, le dije, pero no respondió.

¿Qué tan cercano te sientes a los postulados de No+AFP?

-He tenido la oportunidad de conversar esto con ellos, porque somos amigos de alguna forma. Siempre les digo que ellos piensan en un “mercado” laboral chileno como una estructura fordista del siglo XX, donde se tiene la misma pega toda la vida y se cotiza todo el rato, por lo que se financia de buena forma el sistema de reparto. Pero resulta que hoy día, la estructura del empleo está muy lejos de seguir ese modelo. Pensemos un poquito hacia adelante: robots hay hace bastante tiempo, pero respecto a la inteligencia artificial hay proyecciones que indican que en diez años no habrá más pega para los humanos, mientras otros dicen que será algo mucho más limitado, sin embargo, nadie sostiene que va a aumentar la condición tradicional de los asalariados. Entonces, yo les digo a estos amigos que también estoy por terminar con las AFP, pero no como instituciones de por sí, cosa que ellos también fueron perfilando con el tiempo. En suma, si lo que viene para adelante es una economía terciarizada, si la condición asalariada del futuro para mucha gente va a ser del tipo Uber, ¿dónde está la cotización obligatoria en ese espacio? El que quiere ahorrar con las AFP, bueno, que lo convenzan y lo haga, pero voluntariamente.

Dices que no estás por disolver las AFP. Entonces, ¿qué hacer con ellas?

-Yo propongo eliminar las cotizaciones obligatorias, y con esto, que las AFP sean entidades de ahorro como son los bancos, cajas de compensación y cualquier otra que colecta plata de los ciudadanos. Yo digo que estas instituciones sigan ahí, pero que un porcentaje de los ahorros puedan ser retirados por quienes quieran ante algunas situaciones, como comprar una casa, financiar una contingencia o pagar su educación.

Aunque tiene una motivación distinta, cabe mencionar que otro punto de la reforma es el retiro parcial de los fondos de quienes retrasen su jubilación. ¿Qué lectura haces de esta acción, que promueve alargar la vida laboral activa de los chilenos?

-No hay que ser crítico del sistema para interpretar esta medida de esa manera. O sea, cuando se le pregunta al gobierno por temas como el cambio demográfico, dice que aumentará los estímulos para que la gente trabaje más. Eso hace que circule más plata dentro de las AFP, porque siempre se ha actuado bajo la misma lógica; nunca han querido dejar de asegurar que estas seis entidades obtengan utilidades que escapan del mercado.

Bueno, el argumento del cambio demográfico fue uno de los mitos fundacionales del sistema de capitalización individual.

-Exactamente. Ante esto, yo digo que es lo mismo que lo que pasaría en salud. O sea, es sabido que mientras más vive la gente más gasto en salud se tiene. Entonces, bajo esta lógica, alguien podría decir que debido al envejecimiento de la población el sistema de salud se tornaría inviable, así que dejemos que se mueran los viejos, o que los hospitales anunciaran una disminución en los gastos per cápita porque se va a enfermar mucha gente. ¡Es el mismo razonamiento! Pongas el sistema que pongas, si no quieres que la gente se muera de hambre o enfermedades no tratadas, vas a tener que gastar más plata en pensiones y salud, punto. Y hay que decir que estos gallos aplican tablas donde la gente se muere a los cien años, algo insólito que permite que las Compañías de Seguro no pierdan nunca.

Muchos de los anuncios oficialistas, según tu crítica, están maquillados con un discurso que promueve el libre mercado, pero que en los hechos regula y concentra el poder económico. ¿Dónde nace esta contradicción y cómo se puede revertir?

-Hace poco leía un editorial del Economist muy interesante, que decía que cuando vinieron las reformas reguladoras y el período neoliberal de Margaret Thatcher, Ronald Reagan, hubo una ola de liberalización y aumentó la competencia, y estos gallos del Economist -dicho sea de paso, me gusta citar estas ideas provenientes de conservadores, porque si no dicen que uno es izquierdista trasnochado- sostenían que, junto a esto, las industrias tradicionales volvieron a consolidar acuerdos de mercado, a lo que se agrega la evolución de las empresas tecnológicas, que aunque al principio no se sabía mucho qué iba a pasar, ya lo había dicho en el siglo XIX un señor que se llamaba Marx: esta cuestión tiende a concentrarse. Una de las cosas bien notables del capitalismo chileno, es que los mercados están concentrados y no hay competencia, o muy poca, y hay utilidades brutales. Entonces, dice el Economist, que como las industrias tradicionales se anquilosaron, hay que pensar una nueva ola de regulación, o que al menos se regule la competencia. Por eso, muchos decimos que esto es un capitalismo subsidiado, especialmente en materia de Isapres, AFP y educación.

Actualmente existe una Comisión Investigadora en la Cámara de Diputados que explora el boicot que habrían ejercido algunas AFP y Compañías de Seguro en la entrega de pensiones de invalidez. No obstante, la reforma no toca este tema ni plantea grandes modificaciones al pilar contributivo. ¿Por qué crees que ocurre esto?

-Porque las AFP tienen una gran capacidad de hacer lobby político, para que cuando se hable de cambios legislativos no se toquen estos temas y todo se centre en más utilidades para ellas. Así de simple.

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