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30 de Diciembre de 2008

Bateristas chilenos experimentando en el campo

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Por Juan Pablo Abalo

Poco común es encontrarse con bateristas y percusionistas que hayan comprendido y puesto en práctica un mundo sonoro más amplio y complejo que la funcionalidad destinada o bien a la mera marcación del ritmo y al pobre acompañamiento (sin mayor compromiso que el de dejar caer las baquetas para automáticamente levantarlas), o, al contrario, al excesivo y mal entendido virtuosismo, proveniente en gran medida de la deformación de “músico de estudio”, que, desesperadamente, quiere tentar con toda clase de piruetas a algún buen auspiciador. Sin embargo, ha habido quienes hicieron de las percusiones una gama de posibilidades tímbricas, armónicas y de texturas que dan una señal más que evidente que se trata de instrumentos tan ricos y flexibles como lo puede ser, por ejemplo un piano. En esta línea encontramos a notables representantes como el francés Christian Vander (Magma/ Offering), el norteamericano y compinche de Miles Davis, Tony Williams, o el inglés y ex King Crimson, Bill Bruford. Cada uno a su modo ha dado resultados verdaderamente felices para estos instrumentos y para la música.

“Code”, dúo chileno conformado el 2005 por Christian Hirth y Enrique Siques, es precisamente una búsqueda de tal tipo, en la que desde los instrumentos de percusiones más comunes, hasta otros inventados por ellos mismos o encontrados en cualquier parte, obtienen un resultado sonoro de enorme atracción y novedad, que se escapa al común denominador nacional. La experimentación sonora y la intervención de espacios públicos o privados es tal vez el principio fundamental del dúo, y así nos lo muestran en su documental “A tempo real”, grabado en el fundo El Guanaco en Peñaflor. Ahí, Code se instaló tres días a tocar, probar e interpretar el repertorio de obras de las que son dueños; con pelotas de plásticos (Playball), set de baterías (Ciclos), arcos de contrabajo sobre placas metálicas (Vibración circular) y una gran variedad de espátulas y fierros (Chanchera) dan paso a una música en la que confluyen, de modo personal, lenguajes que van desde las músicas de vanguardia de la segunda mitad del siglo XX al free jazz más contemporáneo de Ornette Colemann. La calidad de su trabajo (visual y sonoro) es poco común en Chile: la combinación de imágenes del campo chileno se entremezcla orgánicamente con las imágenes de los músicos tocando y con los sonidos y ruidos del campo mismo, campo que a su vez regala a los músicos nuevos artefactos para la invención de nuevos instrumentos que conformarán sus nuevas músicas.

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#code#peñaflor

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